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Las
patentes de software: un problema para Europa
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Proinnova
Historial
de revisiones
Revisión 1.0
20 de mayo de 2002
Tabla
de contenidos
1. Resumen
2. Antecedentes
3. Maniobra desesperada
4. Razones que desaconsejan las patentes de software
5. Peligros que supondría la aprobación de la directiva
6. Oposición a la directiva
7. Además, las patentes de software amenazan al software Libre
8. Necesidad urgente de actuación
9. Más información
Bibliografía
1. Resumen
A pesar de que la Convención Europea sobre Patentes prohíbe
patentar programas de ordenador (que permanecen bajo la protección
de la legislación sobre derechos de autor), la Oficina Europea
de Patentes (OEP) ha interpretado creativamente la ley con el fin de ignorar
esta prohibición. Bajo la presión de EE.UU. y Japón,
y con el incentivo de conseguir ingresos económicos por conceder
patentes en lugar de por rechazarlas, ha otorgado miles de patentes de
software, muchas de ellas por aportaciones triviales, e incluso
ha publicado un reglamento interno que obliga a sus examinadores a concederlas.
La Comisión Europea (CE) parece ver con buenos ojos esta extralimitación,
y pretende aumentar las competencias de la Oficina Europea de Patentes
con la nueva Patente Comunitaria. La Dirección General de Mercado
Interior de la CE ha propuesto en diferentes ocasiones cambiar la ley
para aceptar el comportamiento irregular de la OEP (en lugar de cambiar
las prácticas de la OEP para asegurar que obedece la ley), proponiendo
medidas que legalicen las patentes de software.
En todas estas ocasiones, la CE se ha encontrado con la oposición
de todos los análisis económicos serios, de los profesionales
y PYMEs del sector informático, y de la sociedad en general (como
por ejemplo, el Comité de Regiones de Europa, varios partidos franceses,
el partido laborista holandés, asociaciones, empresas, más
de 100.000 firmas, etc.). El proceso de consultas de la propia Comisión
Europea arrojó como resultado que 9 de cada 10 respuestas estuvieron
en contra de las patentes sobre programas. En líneas generales,
los principales apoyos a la postura promovida por la Dirección
General del Mercado Interior los ofrecen algunas oficinas de patentes
(muy especialmente la propia Oficina Europea de Patentes), algunos profesionales
que viven de las patentes y algunas multinacionales, fundamentalmente
de EE.UU. y Japón (por la ventaja competitiva que les supondría,
debido a que en la actualidad tienen más patentes de software que
las empresas europeas).
El último de los intentos por parte de la Comisión Europea
de legalizar las patentes de software ha sido la presentación de
una propuesta de Directiva (COM(2002) 92 2002/0047) el 20 de febrero de
2002. En ella se propone la implantación de la patentabilidad del
software en Europa, reforzando los actuales monopolios y oligopolios de
empresas de EE.UU., y eliminando al competidor que más preocupa
a Microsoft: el software libre.
La Comisión Europea ha maquillado su propuesta con un lenguaje
ambiguo, y con declaraciones de que sólo determinados programas
serían patentables. A pesar de la desinformación que se
ha vertido, el texto de la directiva deja bien claro que se permite patentar
toda clase de programas, y no pone un límite práctico a
la patentabilidad, de manera que, con total seguridad, la Oficina Europea
de Patentes terminará concediendo patentes de métodos de
negocio, procesos sociales, y cualquier otra actividad humana susceptible
de utilizar ordenadores, o de realizarse con la ayuda de ordenadores.
Los monopolios temporales que crean las patentes pueden estar justificados
en otros campos, porque ofrecen un incentivo a la innovación que
de otra manera no existiría. Sin embargo, en la industria del software,
el incentivo ya existe por la propia naturaleza del mercado, que hace
imprescindible la innovación para competir, excepto cuando se goza
de un monopolio. Este es uno de los motivos fundamentales por el que las
patentes sobre programas son innecesarias y contraproducentes. Por otro
lado, el hecho de que los programas son en sí mismos información
provoca muchas contradicciones cuando se pretende fomentar la difusión
de la invención, pero limitar su comercialización (que es
el objetivo de las patentes). Además, se produce un conflicto con
algunas libertades fundamentales que no se ven perturbadas por patentes
en otras áreas. Por último, el racionamiento del conocimiento
en informática que suponen las patentes dificulta la creatividad,
porque el software se construye incrementalmente, combinando muchas aportaciones
anteriores.
La legalización de las patentes sobre programas comportaría
grandes perjuicios a la sociedad de la información, y a la economía
en general. Las empresas europeas perderían competitividad frente
a EE.UU. y Japón, se verían discriminadas según si
su plan de negocios es compatible con el pago de licencias o no, y obligarían
a asumir costes mucho más elevados. Los consumidores pagarían
precios más altos por productos menos innovadores y de peor calidad.
Las libertades individuales recularían, y la cultura informática
quedaría marginalizada.
El software libre es incompatible con las patentes de programación
porque no controla el número de copias distribuidas, porque hace
más fácil la búsqueda violaciones de patentes (por
la disposición pública del código fuente), porque
significa construir descentralizadamente y en equipo, y porque es más
difícil establecer las responsabilidades y evaluar los riesgos
legales de las múltiples contribuciones. GNU/Linux, que es probablemente
el sistema más conocido basado en software libre, desaparecería
a medio plazo, o quedaría marginalizado si se aprobasen las patentes
sobre programas. Aunque el software libre no sería, ni mucho menos,
la única víctima. El resto de software, todo el mercado
de la informática, también entraría en un campo de
minas legal, donde el progreso técnico se vería sustituido
por litigios, y la creatividad por monopolios.
La Comisión sólo escucha a las partes interesadas en la
inflación de patentes (oficinas de patentes, intermediarios, y
algunas multinacionales), y no hace caso a las numerosas, reiteradas,
y razonadas críticas que despierta la idea, como las emitidas por
el Comité de Regiones de la UE, el jefe del programa de investigación
de software de la UE, el partido socialista francés, el laborista
holandés, ramas juveniles de partidos conservadores europeos, sindicatos,
asociaciones, empresas, más de 100.000 firmantes y 300 organizaciones,
más del 90% de las respuestas a la encuesta
organizada por la propia Comisión, y todos los estudios económicos
sobre el tema.
Por todo esto, consideramos de vital importancia el posicionamiento inmediato
de las instituciones y las fuerzas políticas, a fin de que el Consejo
de Ministros de la UE y el Parlamento Europeo rechacen esta propuesta
de directiva, tomen medidas para un control efectivo de la Oficina Europea
de Patentes por parte de los estados miembros, y no le atribuyan más
competencias (como la nueva Patente Comunitaria) hasta que demuestre menos
creatividad en referencia a reinterpretaciones de la ley.
Para cualquier consulta, y/o para acordar una reunión, os podéis
poner en contacto con el grupo de trabajo ProInnova, de la asociación
HispaLinux:
ProInnova
Personas de contacto:
Jesús M. González Barahona <jesus.gonzalez@hispalinux.es>
Xavi Drudis Ferran <xdrudis@tinet.org>
El proyecto Unix, iniciado en 1971, se impone en gran medida a partir
de 1974, año en el que se aplica con éxito en numerosos
modelos de ordenadores diferentes en los que funciona de manera casi idéntica.
El sistema Unix se muestra por lo tanto como un agenciamiento de herramientas
informáticas concebidas para combinarse eficazmente las unas con
las otras y constituir así un ``entorno informático común''.
Se impone rápidamente por sus cualidades nuevas: una simplificación
para el usuario de la estructura lógica de programación,
una concepción modular del sistema que aumenta las posibilidades
de adaptación (por ejemplo, en diferentes arquitecturas de hardware).
Y sobre todo, Unix es el primer sistema operativo multiusuario y multitarea
que se basa en el respeto de estándares abiertos.
[continúa]
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