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principal UPA - infos - molotov - archivo - agenda - emilio L@s estudiantes de CC. de la Información toman la facultad en protesta por el desalojo del Aula social El Aula Social El Aula Social es una iniciativa que desarrollamos l@s alumn@s reunid@s
en la Asamblea de Estudiantes de la Facultad de CC. de la Información.
Queremos un espacio en el que tengan cabida multitud de actividades que
hasta ahora no encuentran un lugar dónde poder realizarse, o se
hecen a duras penas y con muchas dificultades: charlas y debates sobre
temas que nos interesan, talleres culturales, seminarios, exposiciones
Pero quueremos también un espacio en el que seamos nosotr@s, l@s
estudiantes, l@s que decidamos democráticamente cómo gestionarlo
y organizarlo, sin tener que depender de permisos y burocracias que en
muchos casos actúan en forma de censura. No nos valen los pocos
y (para nosotr@s) casi inaccesibles espacios ya existentes (salón
de actos, etc), cada vez más copados por actos que poco tiene que
ver con lo académico o lo cultural y mucho con lo comercial (hace
poco El Corte Inglés celebraba unas jornadas deportivas...). ¿En qué consistía ese Aula Social? Si hacemos caso a las distinguidas autoridades de la facultad, se trata de un antro donde realizar actividades ilegales, (¡proetarras!), fumar porros y perder el tiempo en vez de ir a clase. Sin embargo, si nos paramos a escuchar a l@s estudiantes, descubriremos algo bastante distinto. El Aula Social es una iniciativa que desarrollamos l@s alumn@s reunid@s
en la Asamblea de Estudiantes de la Facultad de CC. de la Información.
Queríamos un espacio en el que tuviesen cabida multitud de actividades
que hasta ahora no tenían dónde hacerse, o se hacían
a duras penas y con muchas dificultades: charlas y debates sobre temas
que nos interesan, talleres culturales, seminarios, exposicionesÖ
Queríamos un espacio en el que fuésemos nosotr@s, l@s estudiantes,
l@s que decidiésemos democráticamente cómo gestionarlo
y organizarlo, sin tener que depender de permisos y burocracias. No nos
valen los pocos y (para nosotr@s) casi inaccesibles espacios ya existentes
(salón de actos, etc), cada vez más copados de actos que
poco tiene que ver con lo académico o cultural y mucho con lo comercial
(hace poco El Corte Inglés celebraba unas jornadas deportivas...). Hay que decir que el nombre no es algo gratuito: el proyecto de Aula
Social tiene un contenido educativo: construir un lugar donde podamos
(por fin) aprender e investigar según un modelo alternativo de
educación diferente a la absurda dinámica de copia y memorización
de apuntes con la única finalidad de luego vomitarlos luego en
un fastidioso examen. En definitiva, hacer de la Universidad (o de un
pequeño rincón de ésta) lo que debería ser:
un espacio de debate y de crítica. Algun@ se preguntará por qué no pedimos al Decano que nos cediese un espacio. Bueno, lo curioso es que ya lo intentamos y, de hecho, las Juntas de Facultad aprobaron una propuesta de l@s estudiantes en la que se establecía la creación de un Aula Social. Sólo quedaba que presentásemos un proyecto, pues disponíamos de un espacio: la sala de microfilm, vacía y sin uso tras abandonarla la empresa que la ocupaba. Todo parecía posible, hasta que fuimos a presentar el proyecto
(elaborado entre tod@s en la asamblea) al Decano: lo declaró inaceptable,
esgrimiendo que la autogestión de un espacio era algo no contemplado
en la Constitución. Así que, agotadas las vías legales, decidimos tomarle la
palabra al Decano y abrir el espacio que nos había prometido. Fue
tan fácil como abrir la puerta y ponerse en marcha: teníamos
varias actividades preparadas y además contábamos con el
apoyo y la simpatía por parte de alumn@s y profesor@s. Desgraciadamente,
tuvimos que interrumpir nuestros planes: el Decano se negó a dialogar
con los delegados de la asamblea que fueron a informarle del proyecto,
y al poco tiempo la Facultad se llenó de antidisturbios. Fiel a
su estilo, la policía disolvió de forma agresiva a la gente
concentrada en las puertas del aula (especialmente a aquell@s que tenían
cámaras), y procedió a sacar de un@ en un@ a l@s estudiantes
concentrad@s en el interior, sin escatimar golpes y amenazas. Tras la perpejidad que suscita este hecho, inédito desde tiempos
de la dictadura, otra imagen se sucede: l@s estudiantes abandonan las
aulas y deciden hacer algo al respecto. Se suceden las asambleas, se convoca
una huelga indefinida y se acaba marchando al Rectorado, en demanda de
explicaciones. Lo que en un principio parecía un estallido espontáneo
de ira, poco a poco se organiza y cristaliza en una huelga seguida de
forma mayoritaria. De repente se produjo una ruptura con la rutina, el
aburrimiento y el individualismo habituales: tomamos la facultad y la
convertimos en un lugar agradable, sustituimos la competitividad por la
cooperación y el debate. Ni siquiera el fin de la huelga ha puesto
fin a esta efervescencia: hemos decidido no volver a la normalidad, y
hacer de la Facultad el Aula Social que queríamos. Sólo
parte de nuestras exigencias han sido escuchadas: el Rector se ha comprometido
a no emprender represalias contra l@s estudiantes identificados durante
el desalojo, pero ha hecho oídos sordos a la petición de
reapertura del Aula Social, y la dimisión de los responsables:
el equipo decanal, el propio Rector, R. Puyol y el delegado del Gobierno,
F.J. Ansuátegui. La entrada de la policía al campus, que supone una quiebra del principio del fuero universitario, no es la primera intervención policial este curso, algo que se ha convertido en habitual gracias a la política practicada por Puyol y amparada por Ansuátegui. Sin embargo, las reacciones de l@s profesor@s y del resto de la comunidad universitaria, salvo valiosas excepciones, han sido nulas o de adhesión a la política oficial. Esto da cuenta de hasta qué punto está degradado el medio universitario, incapaz de cualquier crítica, asustado de cuaquier tipo de iniciativa estudiantil y cuya idea de la democracia participativa es bastante lamentable. También es sorprendente la torpeza política de la que ha hecho gala el equipo decanal, incapaz de resolver un problema universitario por medio de la negociación y el diálogo, convirtiéndolo en un problema de orden páblico. Y, por ende, provocando una reacción que nunca pensó posible: la de l@s alumn@s, que no sólo han estallado en indignación, sino que han decidido por una vez dar vida a una facultad moribunda.
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