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Dudas y preguntas sobre el proyecto de los invisibles y la desobediencia civil en las manifestaciones; o, del dicho al hecho va un trecho


Iosu C.Y.

Este escrito nace como respuesta a la propuesta de desobediencia civil realizada en este mismo periódico y en esta misma sección, en las que se planteaban maneras organizativas y de actuación que desde mi punto de vista partían de presupuestos erróneos y obviaban las consecuencias que experiencias de este tipo han comportado en países como Italia, donde la experiencia de las Tute Bianche ha alcanzado un nivel de “popularidad” desconocido en los últimos años. A ello hay que unir lo que los días de Génova supusieron para el movimiento de desobediencia civil y sus relaciones con otros colectivos que plantean otros modos de lucha. Por ello hablaré sobre todo poniendo ejemplos de Italia, ya que es aquí donde el debate sobre las Tute Bianche está más abierto, pero sobre todo porque en este país -casi exclusivamente- es donde tienen fuerza. Esperando que diversas situaciones que se han dado aquí no se repitan en otros sitios, pretendo contribuir al debate de la desobediencia civil en las manifestaciones.
La experiencia de los Tute Bianche plantea la desobediencia civil en las manifestaciones frente al uso de la violencia que otros grupos plantean. Pero incluso este presupuesto es falso, ya que, ¿podríamos decir realmente que romper los cristales de un banco es más violento que empujar y dar bastonazos a un policía? Es más, ¿dónde está ahí la desobediencia civil, el gesto activo de no obedecer una ley que se considera injusta, tal y como la define Henry David-Toureau?. No es más de-sobediente que quien tira piedras contra una policía que no reconoce. Por ello cabe pensar, ¿Cómo se puede dar la desobediencia civil en una manifestación?
Por otra parte, no es cierto que la desobediencia civil colectiva sirva para evitar el sufrimiento de la persona que desobedece de manera individual. En las manifestaciones en las que las Tute Bianche hacen actos de presencia los heridos y detenidos suelen ser numerosos; por ello decir que la desobediencia colectiva acarrea “los mínimos costes para los individuos que desobedecen en grupos” puede ser interesante sobre el papel, pero no es real. Es decir, la desobediencia civil no comporta una respuesta menos contundente de las fuerzas de “seguridad”, siendo la represión idéntica a la que se da cuando hay enfrentamiento abierto. Es más, debido a la actitud de defensa con los cuerpos de los desobedientes, los costes suelen ser más altos de lo normal -conviene recordar que la no violencia de Gandhi ocasionó la muerte de miles de hindúes- no sólo entre los desobedientes sino también entre el resto de los manifestantes. Y aquí esta el punto más doloroso y diría cruel del tipo de organización que plantean Los Invisibles: la perspectiva de la creación de un grupo armado -aunque sea con pedazos de madera- y preparado para soportar todos los palos que puedan caer. Pero claro está, los que están en la manifestación y no van parapetados con cascos y protecciones [..] reciben por todos los lados. [..] La gente de la manifestación, queda en un segundo plano y los armados, convertidos en auténticos cuerpos del orden, se parapetan delante de las demás personas al modo de caballería de cosacos, tomando todo el protagonismo. Esto sin duda nos presenta un panorama en el que unos pocos hacen mientras los demás ven, es decir no participan, con lo cual volveríamos a la creación de una vanguardia activa, frente a una masa pasiva. Una aberración desde el punto de vista de la autonomía. Y no estoy planteando hipótesis, es lo que ha sucedido en continuas ocasiones, de tal modo que en las manifestaciones de Nápoles de abril, autónomos y anarquistas decidieron separarse de la manifestación oficial visto que los Tute Bianche no dejaban hacer y tampoco hacían, es decir, el perro del hortelano.
Después de todo, si el proyecto de la desobediencia civil se convirtiese en un modo más de luchar en las manifestaciones, sería enriquecedor e interesante, pero desde el momento en el que dicho proyecto se ha intentado imponer frente a otros modos de lucha, se convierte primero en autoritario; y no es una palabra elegida al vuelo. En Italia son numerosas las manifestaciones en las que los “de-sobedientes civiles pacíficos” han apaleado a autónomos y anarquistas que no pensaban como ellos y creían que se debía seguir con la lucha en la calle, sin ir más lejos el Gay Pride del año pasado y los días de Génova en julio, lo cual choca de nuevo con la teoría de los desobedientes, que tal y como defiende Luca Casarini se trata de un movimiento que unido a otros movimientos quiere crear una realidad distinta. Sin embargo, la práctica ha demostrado que se trata de un proyecto que no permite la convivencia sobre todo con los grupos que usan la violencia de otro modo. Que este no sea el mejor momento para practicar la “gimnasia revolucionaria” es discutible y como idea es respetable, del mismo modo que se debe respetar físicamente a quienes la practican, y caso de querer combatirla, se debe hacer con la discusión y no con palos y mazos al más puro estilo escuadrista. Es más, si la estrategia de la violencia en las manifestaciones se denomina “gimnasia revolucionaria”; los modos de actuar de los desobedientes recuerdan a la “gimnasia guerrillera”, con estrategias de ataque, entrenamientos y preparación, y retiradas concertadas con el “enemigo”.
Otro punto que creo conviene replantear es el de la máxima eficacia política. Quizá me equivoque, pero la desobediencia civil en las manifestaciones no ha conseguido ninguna victoria política, sino más bien mediática. Y como mediática que es, no es más que un “bluf”. Oxígeno en el espacio exterior, pues lo que los mass media construyen en dos días, lo pueden destruir en dos segundos.[..] La efectividad política de las acciones de los desobedientes me atrevería a decir que ha sido nula. Incluso mucha gente se empieza a preguntar qué sentido tiene empujar para entrar durante 2 minutos en una zona prohibida o cerrada. No se ha conseguido jamás paralizar ninguna reunión, y lo único que han hecho ha sido provocar enfrentamientos con la policía, es decir, aquello que ya sucedía antes de su intervención. Por lo tanto, ¿dónde está la idea novedosa de la desobediencia civil en las manifestaciones?
Por otro lado, comentábamos el eco mediático de sus acciones, única victoria medianamente reseñable. Pero [..] ¿por qué los media dan eco a acciones de este tipo? Sin duda no por querer dar una información objetiva. Y por otra parte, ¿qué clase de victoria es esa que pretende que los media te hagan caso?. Parte del presupuesto erróneo según el cual tú te puedes aprovechar de los media para crecer, cuando como repito es falso, ya que ellos te hundirán en la miseria en cuanto quieran. Esta especie de esperanza en los medios de comunicación de masas -algo que mucha gente tiene- demuestra un exceso de confianza para nada justificable. Es más, los media han utilizado a los desobedientes, con la connivencia de estos, para dividir los movimientos, creando la fácil y burda pero por desgracia efectiva dicotomía manifestantes buenos- manifestantes malos. Y digo connivencia pues es más que claro que los proyectos de desobediencia, y en concreto el de Italia, han reconocido en numerosas ocasiones que dicha de-sobediencia no era más que un montaje, un teatro, una pantomima en las que unos y otros llevaban caretas, las de policías y manifestantes enfadados, se empujaban, insultaban, pegaban y detenían, y después se bajaba el telón, con lo que mucha gente que formaba parte de los desobedientes se convertía sin más en “extras” del espectáculo, que no tenían objetivos concretos. Es decir, sin desobediencia civil, pero con costes altísimos para los individuos, o dicho de otro modo, el polo opuesto de lo que se pretende; y dejando siempre tras de si una situación de tensión que acaba en violentos enfrentamientos. Por lo que si lo que se quiere evitar es la violencia, otros deberían ser los métodos. Las declaraciones de un Tute Bianche después de los días de Génova no dejan lugar a dudas sobre su manera de actuar: “las fuerzas del orden fueron informadas de la modalidad y tiempos de nuestra manifestación, se les había dicho que a nosotros nos bastaba con que nos metiesen delante unos blindados con redes, para escenificar acciones de resistencia ante los media, y obtener así nuestros objetivos dando la imagen de la desobediencia civil”. Y en esta frase se llega al kid del modo de funcionamiento de la desobediencia en manifestación; y es que no existe, sino que se aparenta. Se convierte todo efectivamente en un juego mediático, de luces, en un genial y cruel a la vez teatro de calle. El ejemplo más evidente lo encontramos de nuevo en Génova. Los estrategas de las Tute Bianche decidieron que el sitio por el que iban a “entrar” en la zona roja era la avenida XX septiembre. Es decir, el sitio más fuertemente controlado por la policía, y por otra parte la calle más amplia y rodeada de jardines y por lo tanto donde era más difícil protegerse de posibles cargas policiales con furgones. Es decir, un lugar por donde era imposible entrar a la zona roja. Eso sí, era el sitio ideal para tomar imágenes panorámicas de desobedientes empujando policías, o de desobedientes avanzando al más puro estilo militar romano con los escudos por delante. [..]
Un punto más que podríamos comentar es el de la supuesta “invisibilidad” de los desobedientes; otro de esos aspectos que sobre el papel quedan preciosos. No más caras, no más nombres. Muy al estilo de los pasamontañas del zapatismo y de los sin rostro. Sin embargo la realidad es muy distinta, pues los invisibles son los más visibles en las manifestaciones. Por una parte por sus parapetos y armaduras, pero sobre todo, por su uniforme, su mono blanco, son distinguibles y reconocibles, sin olvidar el hecho de que ellos siempre deciden que se tienen que poner delante en las manifestaciones, con lo que se pasa de la invisibilidad al protagonismo ansiado. Y ya fuera de las manifestaciones, los líderes del movimiento de los Tute Bianche han alcanzado un popularidad televisiva más que discutible. Es decir, invisibles, pero con líderes en televisión.
Por eso aunque sobre el papel la propuesta de la desobediencia civil pueda parecer interesante, la práctica ha demostrado que no comporta ningún elemento positivo nuevo, que no evita las represalias que pretendía evitar, que no atrae a más gente, y que se convierte en un problema para el desarrollo de las manifestaciones. ...

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