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nº
34 abril 03
El
dólar, Wall Street y la guerra contra Irak
Ramón Fernández Durán*
>> Se ha escrito
mucho sobre los intereses petroleros que hay detrás de la futura
intervención militar de EEUU (y Gran Bretaña) contra Irak,
pues no en vano dicho país se asienta sobre las segundas reservas
de crudo más importantes del mundo (de alta calidad y bajo coste
de extracción), después de las de Arabia Saudí, y
además hoy en día las empresas petroleras anglo-estadounidenses
no operan en dicho país(..). Y también se ha mencionado
el interés que tiene EEUU (y en menor medida el Reino Unido) en
un rediseño del mapa geopolítico de todo Oriente Medio,
en el que se verán ayudados por Israel (y al que apoyarán),
que intentará, con toda seguridad, al calor del ataque contra el
régimen iraquí, el aplastamiento definitivo
del pueblo palestino y su expulsión a otros territorios de la zona.
Sin embargo, ni esas poderosas razones, ni el keynesianismo
militar de apoyo al complejo militar-industrial de EEUU, ni otras de consumo
más interno, como el hecho de que una política exterior
centrada en la futura guerra contra Irak le haya permitido al partido
republicano conseguir una victoria electoral en noviembre, permiten entender
en toda su complejidad todo aquello que se encuentra detrás de
este cambio histórico en las relaciones internacionales, que amenaza
con llevarse por delante las NNUU, la OTAN y hasta a la propia UE. Sin
introducir otros elementos de análisis no podemos comprender claramente
lo que está aconteciendo, y porqué se está produciendo
una brecha tan importante dentro de Occidente, así como cuáles
son las verdaderas razones para que la vieja Europa se oponga
al gigante estadounidense. En este sentido, pensamos que es imprescindible
introducir las consideraciones monetario-financieras y, en concreto, la
rivalidad dólar-euro, para poder captar en todas sus dimensiones
este fortísimo cambio en el escenario internacional.
Un repaso histórico
Tras la II Guerra Mundial, EEUU se convierte en la (super)potencia hegemónica
del campo occidental y logra imponer su moneda, el dólar (mediante
el patrón dólar-oro), como divisa hegemónica en ese
ámbito. (..)En 1971, este orden monetario-financiero entra en crisis,
y Nixon desvincula el dólar del oro. Y en 1973, el sistema de cambios
fijos diseñado en Bretton Woods (BW) en 1944 (donde se había
establecido también el patrón dólar-oro), deja de
existir incapaz de soportar las tensiones monetario-financieras. A pesar
de todo, todavía permanecía incólume el tercer pilar
del orden monetario-financiero de BW, esto es, el control a la movilidad
de capitales por parte de los Estados-nación.
En los setenta, asistimos a una creciente debilidad del dólar,
debido también a la crisis de la hegemonía de EEUU a escala
mundial (Vietnam, Centroamérica, revolución iraní,
invasión soviética de Afganistán, etc), y a un desplazamiento
de los centros de poder económico (y en menor medida financieros)
hacia Europa occidental y Japón. Todo ello se va a traducir, a
nivel monetario internacional, en la creación de una especie de
no sistema en el que el dólar pasaría a compartir
su hegemonía (indiscutible) con otras divisas centrales que cobran
una creciente importancia (especialmente el marco moneda ancla de
todo el entramado monetario europeo occidental- y el yen). Ante esta creciente
erosión del poderío del dólar, EEUU decide dar un
brusco giro monetario-financiero para volver a apuntalar su hegemonía
monetaria (y reforzar aún más la financiera) a través
de lo que se conoce como el Régimen Dólar-Wall Street (RDWS).
En 1979, la Reserva Federal decide una brusca subida de tipos de interés
(para hacer atractivas las inversiones en dólares) y EEUU acomete,
en paralelo, una importantísima desregulación financiera
con el fin de levantar la paridad del dólar y reforzar aún
más la hegemonía de Wall Street en los mercados financieros
mundiales. Un dólar fuerte iba a ayudar a consolidar un Wall Street
fuerte, pues iba a hacer atractivas las inversiones en dólares
en este mercado, y viceversa. Esta era la esencia del RDWS. Asimismo,
EEUU decide imponer la libre circulación mundial de capitales para
que estos acudieran a invertir en Wall Street, fortaleciendo aún
más de esta forma el RDWS. (..)Este nuevo marco iba a permitir
a EEUU encarar su creciente desequilibrio exterior por cuenta corriente,
convirtiéndose en los ochenta en el principal deudor internacional,
cuando hasta entonces el resto del mundo había sido deudor suyo.
Todo ello le va a posibilitar imponer un régimen de acumulación
mundial progresivamente financiarizado, y en ese proceso se va a ver ayudado
por el Reino Unido (el otro gran polo desregulador financiero), que buscaba
de esta forma, también, robustecer el papel de la City como uno
de los principales centros financieros del planeta. La economía
financiera iba a dominar cada vez más la economía
real, y la creciente especulación financiera (con base fundamentalmente
en Wall Street y la City) iba a sojuzgar progresivamente al mundo occidental.
Este proceso se intensifica en los noventa, con la caída del Muro
de Berlín, cuando el capitalismo se vuelve (otra vez) global. Con
ello asistimos a una proliferación de crisis monetario-financieras,
que afectan a todos los países, pero fundamentalmente más
a los periféricos, y que terminan alcanzando hasta al sudeste asiático(..).
El euro se está transformando ya (y lo puede hacer aún más
a medio plazo) en una seria amenaza para la hegemonía del dólar
a escala mundial, y está provocando una pérdida de los beneficios
que lleva aparejados: entre otros, los derechos de señoreaje. De
ahí que EEUU esté imponiendo poco a poco, a través
del FMI, la adopción del dólar como moneda de curso legal
a los países periféricos (Ecuador, Salvador, Guatemala,
etc).
El dólar hoy
El triunfo del RDWS en los noventa provocaría una exuberancia
irracional de los mercados financieros en EEUU (tal como la definió
Greenspan), pero la burbuja financiero especulativa se empezó a
pinchar ya en marzo de 2000. Tras los atentados del 11-S, se profundiza
la debilidad del dólar y Wall Street, hasta que el ataque a Afganistán,
el 7 de octubre, contribuye a apuntalar al dólar y aupar Wall Street
a los niveles previos al 11-S. Más tarde, los escándalos
de fraudes contables de Enron y, sobre todo, de AOL, Worldcom, etc, precipitan
una brusca caída no sólo de Wall Street sino también
del dólar, una revalorización del euro y un fuerte auge
del oro (que continúa hasta el presente). En este contexto se produce,
en junio de 2002, el anuncio por parte de Bush de la amenaza de guerra
preventiva y su posible concreción en el caso de Irak. En
julio, en plena debacle financiera, Bush acude a Wall Street a reclamar
responsabilidad corporativa, y el congreso de EEUU se reúne
en pleno descanso veraniego para aprobar una legislación
más estricta sobre contabilidad corporativa. Estas medidas, y sobre
todo la decisión en octubre de las dos Cámaras de dar carta
blanca a Bush para atacar Irak, más la aprobación posterior
por unanimidad en el Consejo de Seguridad de la resolución 1441,
y la decisión más tarde de la OTAN en Praga de apoyar a
EEUU, producen un repunte de las cotizaciones y sobre todo un reforzamiento
del dólar. Parece, pues, que la estrategia que se perseguía
era intentar solventar la crisis del RDWS manu militari, que todos los
centros de poder aceptan, en principio, porque la mayoría
de la riqueza mundial está denominada en dólares.
Sin embargo, la crisis que se abre en diciembre con Corea del Norte, que
es respondida por Rumsfeld diciendo que EEUU podría mantener dos
guerras al mismo tiempo, produce una brusca crisis del dólar, pues
los inversores mundiales se asustan ante tamaño desvarío,
por los costes que todo ello puede llevar aparejado. Es por eso que Powell
desmiente a Rumsfeld, y que Bush defiende también (paradójicamente
en este caso) la diplomacia para atajar el problema. Al mismo tiempo,
la crisis venezolana, que no estaba en el guión, hace subir el
petróleo y provoca una creciente inquietud en los mercados financieros
mundiales. Otra vez el dólar vuelve a caer y los mercados financieros,
y en concreto Wall Street, flexionan una vez más a la baja. Y a
ello se suma, a partir de mediados de enero, las crecientes tensiones
entre las dos orillas del Atlántico Norte, que se manifiestan abiertamente
tras el posicionamiento en contra de la guerra de los dos países
claves del euro: Francia y Alemania, curiosamente después de la
crítica de Prodi a la actitud de EEUU. Tensiones que se trasladan
a las NNUU, a la OTAN y a la propia UE, sobre todo después de la
famosa carta de los ocho, promovida por Aznar a instancias
de The Wall Street Journal.
El hecho de que la Administración Bush se hubiera visto obligada
(por las dos Cámaras y por la presión de Blair) a acudir
a la vía de las NNUU para intentar legitimar su nueva
concepción estratégica, le había metido en una auténtica
ratonera. Y es por eso que ante la incapacidad de conseguir sus objetivos
en el Consejo de Seguridad de las NNUU, no le haya quedado más
remedio que lanzar el ataque militar al margen de la llamada legalidad
internacional. Pero queda claro su intento de apuntalar el RDWS
mediante una estrategia de mostrar y ejercer el músculo militar.
EEUU necesita desesperadamente el aflujo de capitales del resto del mundo
para hacer frente a su creciente desequilibrio exterior por cuenta corriente
que ya alcanza el 5% de su PIB. Y como resultado de la debilidad de Wall
Street, se pretende reimpulsar el RDWS afianzando el dólar a través
de una estrategia militar que vuelva a catapultar al billete verde, mientras
que se reducen aún más los impuestos a los poderosos y se
eliminan la fiscalidad sobre dividendos en Wall Street para propiciar
las inversiones en dicho mercado. Al mismo tiempo, el ataque contra Irak
le permite dividir a la UE, lo que puede redundar en un debilitamiento
del euro, al no existir un proyecto político (claro) y militar
(potente) que lo respalde; máxime tras la ampliación de
la UE a los países del Este (miembros ya de la OTAN), que se está
convirtiendo en un verdadero Caballo de Troya de EEUU dentro de la Unión.
De cualquier forma, ante las crecientes tensiones entre los dos lados
del Atlántico Norte y la correspondiente inseguridad que todo ello
había generado, los capitales estaban dejando de confiar en esa
estrategia. Y es por eso, por lo que EEUU subraya su actitud fuertemente
belicista que permita acabar con dicha inseguridad, abogando
por un ataque fulminante contra Irak (se había hablado incluso
de utilizar el arma nuclear), con el objetivo de lograr una guerra corta
que devuelva la confianza a los mercados financieros y, sobre todo, que
permita afianzar al dólar. El drama humano, social y ecológico
que todo ello generará da lo mismo, pues los mercados
exigen una auténtica carnicería humana para dar seguridad
a los inversores. Es de resaltar como las bolsas han subido espectacularmente,
y el dólar se ha revalorizado respecto del euro, después
de que se iniciasen los bombardeos masivos contra Irak. Sin embargo, la
resistencia sobre el terreno que está encontrando la intervención
militar de EEUU y Reino Unido puede llegar a alterar estas tendencias.
Detrás pues de la inevitable guerra contra Irak hay
mucho más que petróleo. Hay un fortísimo olor a dinero.
...
*Miembro de Ecologistas en Acción (resumen Pepón). Los temas
de este artículo se desarrollan en el libro del autor: Capitalismo
(financiero) global y guerra permanente. El dólar, Wall Street
y la guerra contra Irak, que acaba de sacar la editorial Virus.
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