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nº
34 abril 03
Escuela
libre Paideia
Lo que queremos es contribuir al cambio social
a través de aquello que sabemos: la educación
KASIUS
Y PABLO RAMOS
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Durante todo un día estuvimos compartiendo la experiencia de la escuela
libre de Paideia. Allí por la tarde nos juntamos con varias personas
que formaban parte del colectivo de la escuela
Molotov:
¿Cómo surgió Paideia?
Paideia: Surge después de la muerte de Franco, en el año
75, en Fresnedal de la Sierra, como una alternativa de libertad, en una
escuela hogar, que fue frustrado por la Administración y luego,
después de vivir una serie de años con un bloqueo y una
persecución administrativa, y ante la imposibilidad de seguir con
un proyecto libre en una escuela estatal, un grupo de gente decidimos
montar una escuela paralela, que la autogestionásemos entre la
gente que la componíamos y que tuviésemos total independencia
y libertad para hacer el proyecto que nos diese la gana. Y así
empieza Paideia, hace 25 años.
M.:
¿Cómo se organiza la escuela?
P.: La escuela se organiza de forma asamblearia. Lo primero que se
hace cuando se inicia el curso o un trimestre es convocar la asamblea
y ahí es donde se reparte todo lo que hay que hacer para vivir
durante un curso. Se autogestiona la escuela. El colectivo educativo lanza
unas propuestas, basadas en una planificación previa. Luego las
criaturas eligen todo: sus grupos, sus clases, sus talleres, quién
va a hacer los trabajos de cocina... se organiza todo, para un tiempo
determinado, un mes o tres meses, y luego eso se va cambiando a través
de nuevas asambleas. Se funciona a través de lo que se acuerde
en la asamblea.
M.:
¿Cómo se financia la escuela?
P.: Por una parte por las aportaciones de los padres y de las madres,
y por otra por las personas que forman parte del colectivo, pero que trabajan
fuera de la escuela y aportan parte de su sueldo a Paideia. Con ese dinero
se cubren los gastos y lo restante se divide entre las cinco personas
que trabajan en Paideia a tiempo completo (mañana y tarde).
Además, si la familia no puede aportar la cuota no es necesario
que la paguen. En otros casos existen padres y madres con una mejor situación
económica que aportan una cuota de solidaridad. Hay flexibilidad
en este sentido. También tenemos, por ejemplo, un padre que nos
surte de alimentos cada mes y otros grupos, como Mujeres Libres de Madrid,
que nos mandan materiales o compañeros de Barcelona que también
mandan sus aportaciones de colaboración. Naturalmente, las personas
que trabajan en Paideia cobran muy poco.
M.:
¿Nunca habéis tenido algún tipo de ayuda
o subvención por parte de la Administración?
P.: No. Quien da, algo te pide a cambio, y a parte que sería
una incongruencia ir en contra del Estado y financiarte por él.
Tenemos una sociedad que hay que cambiar de alguna manera y Paideia es
una opción. Vives de una manera diferente y, por tanto, construyes
unas mentes distintas. De alguna manera a partir de aquí incidirás
en el abanico en el que tú establezcas tus relaciones sociales,
ya que, lo que se tiene es lo que se va a transmitir. Lo que queremos
es contribuir al cambio social a través de aquello que sabemos,
que es la educación, que además, pensamos que es un cambio
importante.
M.:
Algunas personas del Colectivo Paideia trabajan por las mañanas
en centros de educación públicos, ¿qué opinión
tienen de la enseñanza pública? ¿Consideran que dentro
de la enseñanza oficial se puede hacer algo?
P.: Siempre se puede hacer algo, aunque solo sea tu manera de ser,
tu talante a la hora de dar la clase, pero naturalmente en el sistema
estatal estás limitada, por un espacio, por un horario, por unos
condicionamientos concretos. Tú no puedes elegir que alumnado tienes,
ni los horarios... Luego el programa, por ejemplo, lo puedes modificar,
aunque siempre dentro de unos límites. Donde más puedes
influir es en la forma de relacionarte con los alumnos.
M.:
¿Qué relación se establece en Paideia entre la figura
del profesor y el alumno?
P.: De compañeros y compañeras, lo más igual
posible. Lo único que nos diferencia es la edad, por eso nos llaman
adultos y nosotros a ellos pequeños, medianos y mayores.
En el trato, en la palabra por ejemplo en las asambleas, y en todo lo
demás, todos somos iguales. Pequeños o grandes, lo que importa
es que son personas, con las mismas capacidades y las mismas posibilidades,
simplemente que existe una diferencia de edad y de experiencia, y lo que
se va haciendo es una transmisión de unos a otros. La persona que
sabe algo lo transmite a los demás. Por ejemplo, nosotros, un adulto
da un taller a los medianos y luego a lo mejor un chaval de ese grupo,
con 12 años, da un taller a la gente más pequeña,
no necesariamente el adulto es siempre el referente. Simplemente, que
como adultos tenemos más experiencias y se supone que debemos saber
más que ellos... aunque a veces no es así.
M.:
Los conflictos que se puedan dar entre alumnos o con los adultos, ¿cómo
se resuelven?
P.: Siempre hablando. Primero se intenta que las dos personas que
tengan el conflicto lo resuelvan. Si no pueden porque estén muy
nerviosos o por lo que sea, pues interviene una tercera persona. Y si
tampoco se resuelve así, se recurre al grupo. Ahora estamos en
una fase que estamos introduciendo la figura del pacificador.
Una persona que media entre las dos partes, escuchando las dos versiones
de los hechos. Además, estos pacificadores pueden ser cualquiera,
una criatura de 6 años, de 12, un adulto... Así, también
creamos más relación de igualdad entre todos, ya que, todas
las personas aportan sus recursos y son válidas para ayudar a solucionar
los problemas y conflictos de otros. Además, de esta manera se
logra una implicación mayor de todo el mundo, y menoscabamos la
figura de autoridad de los adultos en la escuela, puesto que no se tiene
que depender siempre de ellos para resolver las situaciones. Así
van aprendiendo todos a resolver los conflictos. Todo el mundo desde los
6 años va pasando rotativamente por esta figura de pacificador.
De esta manera se construyen mentes flexibles, que son las que pueden
ser libres, que sepan adaptarse y cambiar las diferentes situaciones que
se viven. La violencia en Paideia es muy escasa, prácticamente
inexistente, en comparación con la escuela estatal.
M.: ¿Qué valores se aprenden en la escuela?
P.: Los valores de la anarquía. En principio la igualdad, porque
es la base. Luego la solidaridad, la libertad, la responsabilidad, la
justicia, el apoyo mutuo... todo eso es lo que manejamos constantemente.
Esos valores constituyen otro tipo de personas, donde en base a la libertad,
yo me respondo a mi mismo y al colectivo.
Por un lado el respeto a la persona, como individualidad, y por otro su
proyección al colectivo, para que el colectivo pueda autogestionarse
y ser libre. Cuando las personas no son libres, no pueden aspirar a un
colectivo libre, impiden la libertad de otras personas y se establece
el dominio, el poder, la autoridad y la base de igualdad, indispensable
para la libertad, dejaría de existir. En el momento en que en la
escuela aparece la desigualdad, de cualquier tipo, todo lo demás
viene seguido: la discriminación, la violencia, la competitividad...
M.:
¿Y el choque entre los valores que puedan mamar en sus casas o
de la propia sociedad y en los que se educan en la escuela?
P.: Sí, constantemente estamos analizando lo que viene de fuera,
conocerlo, saber lo que hay y ver por qué tipo de valores estamos
aquí y por cual quieren apostar. En cuanto a las familias, naturalmente,
no todas son igual, pero cuando traen aquí a las criaturas se les
explica muy clarito qué tipo de escuela es, qué queremos
y para qué estamos aquí.
Luego fuera tienen influencias muy negativas como la televisión,
algunos parientes, en la adolescencia por la aceptación de su grupo
de amigos con los que muchas veces chocan sus valores... Pero están
construidos con esos valores vivenciados, con experiencia y con afectividad,
y eso es muy difícil de quitar. Tan difícil como es el quitar
el sistema, porque lo que hace éste es introducirnos otro esquema
de valores y así se construye otro tipo de persona. Lo que pasa
es que al conocer unos valores y otros tienen más posibilidades
de elegir y son ellos los que actúan de una forma u otra, pero
sabiendo a qué responde su comportamiento. Es muy importante que
sean conscientes de qué sienten y por qué.
M.:
¿En qué autores o corrientes pedagógicas os basáis
y os sentís herederas?
P.: Nos sentimos herederas de todo el movimiento a partir de la escuela
nueva, las escuelas libertarias. Y bebemos de todo. Nuestra ideología
es anarquista, pero, por ejemplo, Ferrer i Guardia es un punto importante,
pero no solo él, además es discutible que su escuela moderna
fuese una escuela libertaria como la consideramos ahora. La escuela moderna
de Ferrer, naturalmente, es fruto en parte de unas contexto político
y social determinado, donde, por ejemplo, se ideologizaba más que
trabajar sobre la libertad y la constitución de la persona. Luego,
también mamamos de otros pensadores como Freinet, Freire, Neill...
Estamos viviendo una época con una escuela totalmente tradicional,
a diferencia de las corrientes de la escuela activa y la escuela moderna
que situaban al alumno y la alumna en el centro del proceso educativo.
Actualmente es como si hubiésemos vuelto cien años para
atrás y estuviéramos todavía en la escuela tradicional
memorística, reglada, disciplinada de la Iglesia. Es triste. En
las carreras de pedagogía se está obviando la riqueza de
los grandes pedagogos del siglo XX: las escuelas libertarias y sus múltiples
experiencias: en EE.UU., Alemania, Francia, Italia... Y es que el dominio
del capitalismo ha vuelto a imponer la escuela que necesita el Estado
para mantenerse. El capital por un lado y la política por otro,
y se ha vuelto a un conservadurismo social, que paradójicamente,
se acepta como una renovación y como una democracia. Es una verdadera
demencia y de una ignorancia total.
M.:
Los chavales llegan a definirse como anarquistas.
P.: No suelen etiquetarse. Son muy cautelosos, hasta que sepan por
donde va a tirar su vida al ser más mayores. No se definen, pero
sí que suelen tener bastante claro lo que es la justicia. Los valores
de la anarquía pienso que les surgen al afrontar las situaciones
de la vida. Aunque no en todos los casos, naturalmente. Saben que ser
anarquista es una cuestión difícil. Saben que es un camino,
que cada vez va a más, porque es una dinámica vivencial
constante.
Visita
su página:
www.paideiaescuelalibre.org
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