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nº
34 abril 03
¿Qué
es eso de la teoría QUEER?
Monique
Wittig, la poeta, militante y ensayista queer más influyente del
último tercio del siglo XX, acaba de fallecer en Arizona a los
67 años. Sus obras LOpoponax (1964), Les Guérrillères
(1969) y El cuerpo lesbiano (1973) revolucionaron el feminismo y la escritura
sobre el deseo. En El cuerpo lesbiano Wittig explicita el deseo lesbiano
como nunca se había hecho hasta el momento, con un lenguaje que
se desgarra violentamente y que muestra la propia descomposición
de la subjetividad. En 1970 Wittig participa en la creación del
primer grupo de lesbianas en Francia, Les gouines rouges (Las bolleras
rojas). En su ensayo más radical, The straight mind
(1980), Wittig subvierte la tradición del feminismo heterocentrado,
y acuña la expresión que la hará famosa en el mundo
entero: las lesbianas no son mujeres. En esta obra Wittig
muestra que la mujer es una categoría política
que surge en el marco de un discurso heterocentrado. El pensamiento de
Wittig es uno de los pilares fundamentales de la teoría queer,
por lo que, con motivo de la desaparición de esta pensadora, os
ofrecemos un artículo sobre este movimiento.
Carmen
Hernández Ojeda
>> ¿Qué es la teoría queer? ¿Qué
significa esa palabra que tanto cuesta traducir al español1? Harían
falta muchas páginas para explicar los significados y las críticas
de ese término y teoría (aunque deberíamos decir
teorías, porque hay varias corrientes) que lentamente se está
instalando en el Estado español. Tan sólo pretendo destapar
un poquito la olla a presión en la que se encuentra el concepto
queer en la cultura occidental y asomarnos a ver lo que hay dentro. Después,
si se abre el apetito o la curiosidad, hay muchos sitios donde continuar
la búsqueda2.
En primer lugar, lo queer es una respuesta. Una reacción
de un sector de la población gai, lesbiana, transexual y transgénero
de Estados Unidos ante el camino que había tomado el movimiento
homosexual más influyente. A principios de los 90, ese frente más
visible se había convertido en defensor de un status quo conservador.
Parecía que el movimiento de liberación sexual lo constituían
solamente hombres homosexuales, blancos, de clase media alta, sanos
Super
divinos. Todos iguales. El resto (bolleras, maricas, drag kings, drag
queens, sados, seropositivos, transexuales, no-blancos, etc.) apenas existía
en las agendas de los lobbys homosexuales. Del espíritu revolucionario
de Stonewall apenas quedaba nada: en la búsqueda por la aceptación
social, se llegó a apartar a aquellos que pudieran dificultar ese
proceso3.
Pero hubo gente que se hartó de esa situación y empezó
a reunirse, a reflexionar sobre la lucha, la identidad y la diversidad.
Y de ahí surgió el pensamiento queer. Se tomaron ideas de
Michel Foucault y de Monique Wittig, y pensadores como Judith Butler4,
Eve K. Sedgwick, Donna Haraway y Teresa de Lauretis publicaron textos
que cuestionaban diversos aspectos de la teoría feminista y de
los estudios gais y lesbianos, un proceso que sigue aún en marcha5.
¿Qué
significa queer?
En su sentido original, queer significa raro en
inglés. Se usaba como un insulto contra aquellos que estaban relegados
a los márgenes de la sexualidad dominante (como bollera
o marica) pero ha sido reapropiado por quienes recibían
ese insulto. De este modo, se han convertido -por primera vez- en los
productores del discurso sobre sexualidad (las minorías sexuales
siempre han sido el objeto estudiado, el otro). Ahora son,
como dice Beatriz Preciado, el sujeto de la enunciación.
Uno de los valores más importantes del término es no ser
algo estanco, esencial. Sino estar en permanente evolución, como
las personas. Y esa es, también, una de las ideas en las que están
de acuerdo los que usan la teoría queer: la identidad no es una
esencia sino un continuo. ¿Y qué quiere decir esto? No es
fácil de explicar. Posiblemente, si uno nunca ha tenido la presión
de cuestionarse quién es en términos de su identidad de
género o sexual, e incluso aunque lo haya hecho, estas ideas le
pueden sonar pretenciosas e incluso potencialmente dañinas. Pero
somos muchas las personas que nos cuestionamos que los conceptos de hombre
y mujer son una construcción social. Que todo es mucho más
complicado de lo que nos dicen, que podría ser lo siguiente: Un
ser humano nace. Y en función de sus genitales (especialmente)
y de sus cromosomas, se le pone en una de las dos casillas posibles. En
ellas les espera un pack que le acompañará el resto de su
vida y que contiene desde una categoría de ropa hasta un set de
valores (que son diferentes para cada grupo). Pero esas casillas no están
flotando en el aire: cada una está colocada en un extremo de una
recta. Nos dicen que son opuestas y diferentes: Hombre y Mujer. A partir
de ahí, sigue la película. Esos seres, desde sus casillas
respectivas, están llamados a atraerse (heteronormatividad), a
tener hijos y perpetuar la especie.
Pero resulta que las cosas no son tan simples, que ese planteamiento se
cumple en algunas personas pero no en todas. Lo cual hace que algo considerado
esencial, lo esperable, lo evidente, se demuestre como una construcción.
Nos dicen que las cosas siempre han sido así, pero es mentira.
Se van moviendo, sin que los de cada época se den cuenta de los
cambios.
A estas alturas, gracias a los movimientos feministas, se ha más
que cuestionado ese set que se supone propio de cada sexo. Tanto en el
plano de los roles y valores (mujeres fuertes, hombres que lloran, padres
que cuidan a sus hijos, hombres que visten y gesticulan de un modo considerado
femenino y viceversa, etc.) como en el de la identidad sexual. Pero, ¿y
esas dos casillas en sí? ¿no podrían ser una construcción
también? ¿Se han preguntado alguna vez por qué el
mundo está dividido sólo en dos sexos, hombre y mujer, que
se suponen opuestos? ¿acaso siempre ha sido así?
No. No ha sido siempre así6. Thomas Laqueur7 explica cómo
hasta el siglo XVIII existía un sexo: el hombre; y una versión
imperfecta: la mujer. Se consideraba que tenían los mismos órganos
genitales, pero el ser imperfecto no los había sacado al exterior8.
En algunas culturas consideran la existencia de tres sexos y algunos sexólogos
llegan hasta considerar la existencia de cinco sexos en la nuestra (Anne
Fausto-Sterling). Honestamente, me da igual si hay una, dos, o quinientas
categorías
Lo importante es darse cuenta de que el modo en
que se ha dividido nuestro mundo es una construcción, a pesar de
que nos dicen lo contrario. Y que esa construcción es muy dolorosa.
Especialmente para aquellas personas que no encajan en los moldes esperados.
¿Sabían que, según la Intersex Society of NorthAmerica,
uno de cada 100 bebés no nace con los genitales esperados?.10
Pero en vez de usar esta realidad para cuestionar ese concepto de hombre
(pene de determinada longitud, testículos y cromosomas XY) y mujer
(vagina, mamas y cromosomas XX) que gravita en nuestra cultura, se transforma
a la persona, sin su consentimiento, nada más nacer. Es como si
alguien decidiera que sólo hay dos tallas de zapatos posibles y
que en función de ellas eres una cosa u otra. Imaginen que ustedes
van a probarse unos zapatos y su pie no encaja en ninguno de esos dos
números. En vez de fabricar más tallas, el dependiente te
alargará el pie o te lo encogerá como pueda hasta que quepa
en uno de los dos modelos. Podrías elegir salir de la zapatería
y caminar descalzo, pero este mundo está lleno de cristales rotos.
Y cuando eres un bebé ni siquiera tienes la posibilidad de elegir.
Alguien con una bata blanca se encargará de que encajes. Como sea.
Pero esta necesidad de demostrar que somos un reflejo de un molde ideal
nos afecta a todos. Porque no se queda sólo en la cuestión
genital (sexual): hay que demostrar continuamente que somos hombres o
mujeres en nuestro aspecto, roles,
(género). Es lo que Judith
Butler llama la performatividad del género. Estamos construyendo
nuestra identidad constantemente.11
Así pues, la teoría queer plantea que tanto el género
como el sexo son una construcción, un planteamiento que está
en permanente contestación. Lo importante es que la teoría
queer ha tirado una bomba a diversos campos teóricos y eso está
aportando un debate muy enriquecedor.
Activismo
y teoría
Podríamos decir que hay dos vertientes de lo queer: el ámbito
teórico, con gente como Judith Butler, Teresa de Lauretis, etc.,
y el activista, con grupos como ACT UP, Queer Nation,
La influencia
que ha tenido esta teoría en el mundo académico norteamericano
es grande. Aquí conocimos grupos como LSD o la Radikal Gai en los
90, pero es ahora cuando se está planteando lo queer desde el ámbito
académico.
¿Y qué es la teoría queer? Si me permiten
la metáfora, es como unas gafas para ver la realidad. Unas gafas
bifocales, de esas que te permiten ver de lejos y de cerca. Hasta ahora,
usábamos dos gafas importantes (entre muchas otras): las del género
y las de la identidad sexual. Cuando hablábamos de ser hombre o
mujer, nos poníamos las de pasta. Y cuando cambiábamos de
tercio y hablábamos de homosexualidad y heterosexualidad, nos poníamos
las de metal. Pues con la teoría queer, tenemos todo en uno: cuando
analizamos un tema, nos fijamos en todos los aspectos que lo configuran,
no sólo en el género y en la identidad sexual, sino en la
construcción étnica, en la de clase, etc., y en cómo
se relacionan entre ellas. Queer, como herramienta teórica, es
sinónimo de cuestionar, de no dar por hecho nada, ni siquiera la
propia teoría queer; o no creer que hay una sola verdad, o que
la identidad es algo compacto e inamovible. Es una forma de percibir la
realidad, por eso se usa tanto en el mundo de los estudios literarios
como en el de las ciencias sociales.
A nivel militante, queer es estar abierto a la diversidad, a no esperar
conductas normativas, a no definir el género de una persona en
función de sus genitales, a cuestionar las jerarquías, el
modo en que nos presentan el mundo, a visibilizar otras realidades
Cada uno saca su propia lectura.
Lo que he aprendido desde que empecé a leer, a debatir y a ver
el mundo con estas gafas queer, es a sumar de verdad. Nunca había
entendido el concepto de diversidad hasta que fui consciente de la abrumadora
cantidad de identidades que nos rodean y de cómo mi propia identidad
no encuentra definición posible con unos términos y clasificaciones
caducos. Los sigo usando, por cuestión práctica y política,
pero no son suficientes para explicar quién soy. Somos millones
de personas para tan pocas casillas: hombre o mujer. Homosexual, bisexual
o lesbiana. En mi interpretación queer no pretendo eliminar las
categorías que hay, eso es restar, sino construir otras o defender
el derecho a no tener que encasillarse en ninguna. Lo único claro
que tengo es que esto es un juego y nosotros somos las piezas. Y nos vamos
dejando la vida en él. ...
(1)
Ver la introducción que hace la traductora María A. Oliver-Rotger
al respecto en Sexualidades transgresoras: una antología de estudios
queer, compilado por Rafael Mérida Jiménez.
(2) Páginas como www.queertheory.org en inglés. En castellano,
ver la introducción de Sexualidades transgresoras. En la bibliografía
del Seminario llevado a cabo en Sevilla sobre Retóricas del
género www.uia.es/artpen/estetica/estetica01/frame.html hay
referencias interesantes.
(3) Aún hoy, en muchos sitios se pide a la gente transgénero
(persona que se encuentra a disgusto con el sistema de bipolaridad
y oposición de género socialmente establecido, rechaza los
genitales culturales y renuncia a la asociación del
género con los genitales, prefiriendo verse enmarcado/a en un continuo
de masculinidad/feminidad Jose Antonio Nieto en Transexualidad,
transgenerismo y cultura) que no participe de las manifestaciones por
el orgullo glbt, pues algunos gais, lesbianas y transexuales no quieren
ser identificados con personas cuya imagen y estilo de vida es rechazado
por la sociedad burguesa.
(4) Ver www.theorycards.org.uk/card02.htm para más información.
Se ha traducido su ensayo más importante, Gender Trouble (1990)
como Género en disputa.
(5) Una respuesta brillante es la llevada a cabo por la española
Beatriz Preciado en Manifiesto contrasexual
(6) Ver Transexualidad, transgenerismo y cultura para tener una visión
más clara de este asunto.
(7) La construcción del sexo
(8) Un famoso médico español del siglo XVI, Huarte de San
Juan, decía lo siguiente: Y es que el hombre, aunque nos
parece de la compostura que vemos, no difiere de la mujer, según
dice Galeno, más que en tener los miembros genitales fuera del
cuerpo (Examen de ingenios para las ciencias.)
(9) Según estudios del psicólogo John Money de la Universidad
Johns Hopkins.
(10) www.isna.org The Intersex Society of North America (ISNA)
(11) La construcción del género es una de las ideas clave
de la teoría queer, pero resulta difícil explicarla en pocas
palabras.
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