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35 mayo 03 Buscando salidas La Coordinadora de Barrios CHELO ROCA y ALUMNOS DE LA ESCUELA Las siguientes líneas pretenden ser un trozo de historia de una de las experiencias más ricas, notables e interesantes dentro del mundo de los movimientos sociales en el ámbito de la marginación: la Coordinadora de Barrios de Madrid. El texto es una transcripción adaptada de una distendida conversación que mantuvimos varios alumnos y alumnas de la Escuela sobre Marginación con Chelo Roca, una compañera que creció con la Coordinadora y de la cual nos ha enseñado mucho. Esperamos que por lo menos un poquito os podamos transmitir nosotros y nosotras con este artículo. El grupo de Vallecas se creó en los años 1978/79, al igual que otros colectivos en otros barrios populares, por gente que tenía relación con chavales en el ámbito del ocio y el tiempo libre. Era la época de la Transición, con una sociedad mucho más politizada que la actual, en los barrios obreros la presencia y actividad de numerosos grupos políticos se hacía notar. Con algunos de estos grupos de izquierda también se tenía relación, ya que había cosas en común. En esa misma época, finales de los 70, también empieza a surgir el boom de la heroína. Un caballo muy puro, con un precio similar al del chocolate al principio para captar gente y subir después rápidamente cuando muchos jóvenes ya se habían enganchado. Los chavales más jóvenes, de 15 ó 16 años fueron el sector que más se pilló por tontear con la nueva droga. A raíz de este nuevo problema en el barrio se empieza a producir un primer acercamiento entre la gente que trata con estos chavales, incluida la parroquia del barrio, que por entonces, con su comunidad, ya era un punto de referencia en la zona. Posteriormente, se empieza a acoger a algunos chavales muy castigados en casas. Poco a poco el goteo de jóvenes que se acercan empieza a crecer. Historias complicadas, problemas judiciales y con la policía, muchos menores de edad... La pregunta que se planteó es evidente: ¿Qué se puede hacer con ellos? A la par, muchos jóvenes empiezan a entrar en la cárcel y se empieza también a actuar en el ámbito legal contactando con algún abogado e intentando prestar ayuda y asesoría jurídica. Precisamente, a raíz de las continuas visitas a juzgados y cárceles para acompañar y visitar a los muchachos se empiezan a conocer a otras personas que en otros barrios de Madrid están desarrollando la misma labor y se están encontrando los mismos problemas. Ellos también están visitando a un chaval suyo que está preso o intentando luchar por él en los juzgados. De la unión de estas gentes surgirá CODEMAR, el Colectivo de Defensa del Marginado. Se establece, pues, una primera coordinación entre diferentes grupos, colectivos y personas que trabajan con chavales en diferentes barrios de la ciudad y que se están enfrentando cotidianamente a situaciones y problemas similares. La labor de apoyo y defensa de los chavales, sobre todo las gestiones judiciales, hacen que muchos más se acerquen a CODEMAR. Dentro de esta coordinadora la actividad se empieza a estructurar a través de comisiones de trabajo: prensa, relaciones institucionales y salidas, es decir, buscar salidas para los chavales, buscar alternativas, mantener un trato directo con ellos. CODEMAR irá creciendo y de forma paralela irán surgiendo las discrepancias entre los puntos de vista de unos y otros. Sobre todo, existirá una diferencia cada vez mayor entre la gente de los grupos que mantienen un trato directo y personal con los jóvenes -comisión de salidas- y los que enfocan más la actividad hacia el ámbito institucional. 1982, con la victoria del PSOE en las elecciones y su llegada al gobierno, resulta una fecha clave y un punto de inflexión para la trayectoria de la mayoría de los movimientos sociales y políticos de la época. CODEMAR no fue una excepción en este sentido y con los socialistas en el poder se acentuaron aún más las diferencias entre las distintas corrientes de la coordinadora. La gente más cercana a planteamientos institucionales se vinculó más claramente con la Administración y la división entre unos y otros llegó al extremo. Los que siguieron con los chavales formarían la Coordinadora de barrios para el seguimiento de menores y jóvenes, que pronto se quedó con el nombre de Coordinadora de Barrios. En aquella primera Coordinadora de Barrios se encontraban grupos de Carabanchel, Ventilla, Pan Bendito, Vallecas, Parla, Getafe, Vicálvaro, San Blas, Barrio del Pilar... En 1983, debido a las exigencias legales la Coordinadora se constituye como asociación legal. La actividad en la Coordinadora de Barrios era de militancia, la gente trabajaba para vivir y luego se implicaba en esto voluntariamente y sin cobrar. Incluidos los curas obreros, cuyo sueldo de cura se utilizaba para la Coordinadora de Barrios y se ganaban la vida trabajando como cualquiera -taxista, pintor, obrero de fábrica... No obstante, el volumen de actividad desarrollado por la Coordinadora exigió la presencia de una liberada -aunque sin contrato de por medio-, sobre todo, para llevar los trámites legales y burocráticos, que siempre debían desarrollarse por las mañanas. Entre los grupos de la Coordinadora de Barrios había una gran diferencia. Tanto en número de militantes, como en fuerzas, recursos o experiencias, había una gran heterogeneidad. Aquí también actuaba la liberada, que se encargaba en gran medida de facilitar la coordinación entre todos. La coordinación de todos los grupos se basaba en lo que unía a unos y otros, dejando en un segundo plano las diferencias. Las decisiones eran tomadas por consenso y las votaciones a la hora de plantear alguna acción no eran vinculantes. Si un grupo estaba de acuerdo con lo planteado se sumaba a la propuesta y si no, se mantenía al margen en esa acción, pero por supuesto seguía integrando la Coordinadora. La unión entre los grupos respetaba la autonomía de cada uno. La repercusión y el prestigio de la Coordinadora llegaron a ser muy notables. Sus acciones de protesta, su constante denuncia a la Administración y su apoyo incondicional a los chavales la constituían como un significativo movimiento social, que tanto el poder judicial como político no podían obviar a la ligera. Además, la acción de la Coordinadora de Barrios iba más allá de Madrid, ya que se mantenían contactos con otros grupos similares a nivel estatal. A mediados de los 80, se produjo una nueva división entre los grupos de Coordinadora de Barrios, como antes había sucedido en CODEMAR. La Administración y el gobierno del PSOE poco a poco fueron intentando controlar y recuperar la actividad de los movimientos sociales. En este sentido, la aparición de las ONG´s y, sobre todo, el tema económico a través de las subvenciones establecieron unas relaciones cada vez más definidas con las instituciones. Muchos grupos pasaron a depender económicamente de las subvenciones estatales, lo cual se tradujo en una práctica más moderada y en una actitud menos reivindicativa y conflictiva con la Administración; otros no quisieron perder su independencia por aceptar las subvenciones oficiales, pero se ahogaron económicamente y desaparecieron; y algunos otros se mantuvieron y se mantienen como buenamente pueden, conservando su autonomía.
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