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nº
35 mayo 03
Entrevista
a Luis Carlos, responsable de vivienda en un ayuntamiento brasilero con
presupuestos participativos
Es
necesario estructurar la sociedad desde la base para poder construir realmente
un nuevo Brasil
PEPÓN
>> Los presupuestos participativos, esa nueva cultura de la gestión
municipal en algunas ciudades de Brasil, surgen, por un lado, de las reivindicaciones
y presiones de los movimientos sociales, paralelamente a la voluntad política
de las autoridades de izquierdas. La primera experiencia fue en Porto
Alegre, en el estado de Rio Grande do Sul, con un gobierno del PT, pero
no es la única. El ayuntamiento de Goiânia (un millón
de habitantes), en el centro de Brasil, está dirigido por una coalición
del Partido de los Trabajadores (PT) y del Partido Comunista de Brasil
(PcdoB) desde 2001. Con estos grupos entró el presupuesto participativo,
en que el equipo del ayuntamiento se reúne con la población
en asambleas para decidir las necesidades de la comunidad. Para ver en
qué queda esta propuesta en su práctica concreta, hablamos
con Luis Carlos, secretario municipal de la vivienda en Goiânia
y militante del PcdoB, encargado de gestionar el especial esfuerzo municipal
para acabar con la zona de favelas de la ciudad.
Molotov: ¿Qué propone el ayuntamiento,
una urbanización de estas zonas?
Luis Carlos: Tenemos en Brasil una situación con millones y
millones de favelados, gentes que viven en infraviviendas.
Las favelas de Sáo Paulo, Río de Janeiro y Salvador se localizan
en las colinas o montañas, los morros; en Recife y Salvador se
trata de palafitas (casas construidas sobre postes encima del agua en
los maglares); en el caso de Goiânia se sitúan en los fondos
de valle, en los márgenes de los riachuelos, siendo susceptibles
de inundación en época de lluvias. Las condiciones de vida,
no sólo físicas (chabolas de tablones y latas), sino también
sociales (familias desestructuradas, violencia, etc.) son muy malas...
Para intervenir nos juntamos técnicos municipales y vecinos, y
discutimos. Así, los vecinos, bueno, los mas activos sobre todo,
participan de la decisión de cómo quieren que sea el nuevo
barrio.
Presentamos el proyecto de la casa. Con las limitaciones financieras,
muchas veces tenemos que construir casas pequeñas. En Goiânia
tenemos dos formas principales de viviendas: la casa baja para las familias
más numerosas, y pisos. Ninguna familia es realojada y se muda
a la nueva morada sin estar de acuerdo. En nuestra política de
vivienda se está aplicando un nuevo sistema para vencer una herencia
antigua, muy perjudicial de los gobiernos tradicionales, que es la política
clientelista y paternalista de donar la casa para la familia. En nuestro
gobierno no hay donación, las familias pagan una pequeña
prestación, un valor por esa nueva vivienda. Porque sino la familia
vende su vivienda y de nuevo no tiene donde vivir, volviendo a construirse
una chabola. La prestación es de un porcentaje del salario mínimo.
En el caso del piso es de 40%, que equivalen a unos 28 euros por mes.
En la práctica, el proceso es el siguiente: acude a la chabola
un equipo municipal que mide la casa, la tasa. Ese valor será descontado
del precio final. La familia paga la diferencia, pero no siempre paga
toda la diferencia porque se le puede aplicar un subsidio social que puede
llegar hasta el 55% del valor si la familia es muy pobre, si tiene muchos
hijos.
Estamos también con otros proyectos para estimular la creación
de cooperativas para la construcción de viviendas, ya sean de vecinos
de un barrio que se reúnen o de categorías profesionales
(de albañiles, peones, etc.). Tenemos también programas
en colaboración con ONGs y con universidades y queremos ampliar
las posibilidades de cooperación, de contacto con las ONGs y las
entidades de Europa.
M:
El nuevo gobierno de Lula se ha comprometido a dar la propiedad a los
habitantes de las favelas. La prensa, El País sin ir más
lejos, ha planteado que eso podía significar darle más poder
a las mafias que controlan las favelas, sobre todo en las grandes ciudades.
L.C.: Ese problema del poder de las bandas, del narcotráfico
principalmente en los morros cariocas (de Río) ocurre en función
de la ausencia del poder público o estatal. La omisión del
poder público genera las condiciones para que las bandas y el narcotráfico
puedan tener ese papel de cierto dominio sobre las poblaciones. La propuesta
de Lula de regularización, titularizando esas viviendas, va, al
contrario, a disminuir el poder de las bandas porque el poder público
va a abrir una línea directa de participación, de negociación
y de llevar beneficios a esas familias.
Es una gran medida de justicia social. Todos nuestros proyectos de viviendas
populares tienen ese componente de título de propiedad porque eso
en Brasil es una cuestión muy fuerte, las familias quieren tener
el título a pesar de que en Goiania en nuestros proyecto la titularidad
sale con impedimentos, como imperabilidad e inalienabilidad durante diez
años. Solo después de ese tiempo la familia puede vender.
Estamos también con la preocupación permanente en cada uno
de estos proyectos de conjuntos residenciales con la sustentabilidad,
para que esas familias tengan no solo una nueva casa sino una nueva vida.
Evitar que, tras mover una familia de un área de favelas a un conjunto
habitacional, la familia venda y vuelva al mismo lugar.
Entonces, hacemos todo un acompañamiento social, incluso después
de que la familia esté viviendo durante un mínimo de un
año. ¿Qué hacemos? Actividades que generen renta:
cursos de formación y cualificación profesional (peluquería,
albañilería, etc.), de manipulación y transformación
de alimentos (como congelados y dulces), construimos un centro de convivencia
[centro barrial], lo equipamos con cocina, nevera, congelador y otros
utensillos, pagamos a los profesores del curso y hoy, las alumnas, organizadas
en una cooperativa, ya están vendiendo sus productos en ferias
y diversas localidades en Goiânia.
Tenemos también dentro del área social un programa, Felicidad,
de acción social integrada, en el cual las 6.000 familias más
pobres de Goiânia recibirían una asistencia social permanente
del ayuntamiento desde el momento en que la madre queda embarazada, para
que vaya a los exámenes prenatales, para que el bebe nazca sano,
y después lo lleve mensualmente al pediatra, a la guardería
y finalmente a la escuela. El programa finaliza con el primer empleo del
hijo o hija. Con este programa intentamos ganar la lucha contra el crimen
porque es de esas familias más pobres de donde se nutre y son reclutados
los niños y adolescentes por las bandas criminales.
Creemos que no adelanta mucho invertir en la represión, en aumentar
los efectivos policiales, comprar armamento, construir más prisiones
y penitenciarias, emplear más jueces, fiscales y abogados públicos.
Eso sólo no ha resuelto la criminalidad, la prostitución,
el narcotráfico en Brasil. Es necesario estructurar la sociedad
desde la base para poder construir realmente un nuevo Brasil. Pero estamos
muy animados y muy optimistas con la victoria de Lula.
M:
Vuestra política es una política no revolucionaria pero
muy transformadora ¿cómo reacciona el Brasil poderoso ante
esos envites a la desigualdad y a los privilegios de una élite?
L.C.: Nosotros tuvimos un proceso muy interesante ahora en la elección
de Lula, en que ese poder reaccionario de Brasil fue amainado, no fue
tan fuerte esta vez. Creo que las propias clases dominantes percibieron
que es necesario reconstruir la estructura social, el tejido social de
Brasil, que esta a punto de romperse por la gran desigualdad (Brasil es,
al mismo tiempo, uno de los países más ricos de América
Latina y el campeón de la miseria y de la desigualdad social).
Hasta tal nivel hay injusticia, que Lula ha lanzado el programa hambre
cero, para combatir una cuestión que no debía ni existir:
más de 20 millones de brasileños no comen lo suficiente
cada día para tener fuerzas para trabajar al día siguiente.
Yo diría que el sector más conservador y reaccionario está
expectante para ver en qué dirección va y qué resultado
va a dar el gobierno de Lula. Las clases reaccionarias en Brasil son muy
conservadoras, sobre todo porque se concentran en la gran propiedad rural,
en el latifundio y en el consorcio con el capital especulativo-financiero
internacional. Pero el sector de las clases dominantes de Brasil relacionado
con lo productivo y lo industrial, dió un paso adelante y varios
de ellos apoyaron la campaña de Lula, incluso para que la economía
de Brasil venga a crecer y desarrollarse. En Brasil hay 170 millones de
brasileños, pero nuestro mercado consumidor interno no llega hoy
a 30 millones porque los otros mal consiguen sobrevivir, llevan una vida
vegetativa, están arrastrándose por la calle.
Y Brasil no quiere someterse a los dictámenes de EEUU, al ALCA
principalmente. Sectores empresariales perciben que, o Brasil se abre
para las otras naciones del mundo, o se queda bajo el garrote del ALCA
y de EEUU; y esto último va a ser perjudicial para ellos mismos.
Creo que por eso tuvimos esa resistencia menor de las clases dominantes
en la elección de Lula.
M: ¿Cuáles son los márgenes para la transformación
que van a tener, no Lula, sino lo que hay detrás de él,
desde los movimientos sociales, el MST, hasta organizaciones más
tradicionales como sindicatos, etc.? Aquí se ha comparado mucho
a Lula con Allende.
L.C.: Lula va a establecer un nuevo paradigma de práctica política
y administrativa en Brasil. Brasil tiene un sistema presidencialista donde
teóricamente el gobierno lo puede todo, pero la constatación
es que el gobierno no puede todo, el gobierno no alcanza, y uno de los
resultados es el desajuste social en que vivimos. Este nuevo modelo que
Lula inicia y comienza a implantar va en ese sentido: es necesario, permanentemente,
que gobierno y sociedad cooperen. El papel de las entidades, de las ONGs,
de los sindicatos, de las instituciones religiosas (que en Brasil son
muy fuertes), es muy importante para que tengamos resultados en el programa
hambre cero. Las medidas de cuño social y las reformas sociales
más profundas van a hacerlas de manera progresiva y de forma pacífica.
Eso podría apartar el riesgo de una reacción de las clases
reaccionarias de Brasil para que no pase lo que ocurrió con Allende
en Chile. Es posible. La victoria de Lula significa que la esperanza venció
al miedo. Ahora estamos abriendo un nuevo camino; tengo la seguridad de
que no va a ser un camino recto sino sinuoso, de mucha negociación,
va a tener que haber mucha habilidad, mucha participación de la
sociedad.
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