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nº
36 junio 03
desde dentro
Testimonio
de un militante de la Asociación de Familiares y Amigos de los Presos
Políticos tras ser detenido y torturado
Querían
que firmara que me habían ordenado fabricar bombas
Fui
detenido por la Guardia Civil en mi domicilio, en el barrio madrileño
de Aluche, como a las 16: 00 horas del 25/11/02. Llamaron a la puerta
y cuando abrí, varios encapuchados me encañonaron con pistolas.
Me hicieron arrodillarme, cara a la pared y con las manos esposadas a
la espalda, y en esa postura permanecí durante las más de
tres horas que duró el registro. Cuando terminaron tuvieron que
levantarme, pues no podía hacerlo por mí mismo de tanto
que me dolían las rodillas. Intentaron que firmara un acta sin
permitirme siquiera leerla, a lo que me negué. Estaba presente
una mujer que decía ser secretaria judicial, pero ni llegué
a verle la cara.
Me
echaron una manta sobre la cabeza, me obligaron a agacharla y, con las
manos esposadas atrás me hicieron bajar las escaleras, hasta introducirme
en un coche. Aunque no pude ver el trayecto, supongo que me llevaron a
la Dirección General de la Guardia Civil. Me metieron en un calabozo,
cara a la pared, amenazándome si me daba la vuelta. Cuando se fueron
me senté en el catre y acto seguido entraron cuatro o cinco pikoletos
gritando. Me obligaron a ponerme de rodillas cara a la pared y me golpearon
en la cabeza, nuca y espalda.
Estas agresiones se repitieron tanto en el calabozo como en los
cinco o seis interrogatorios que sufrí. También fui objeto
de otros malos tratos físicos y psíquicos, como permanecer
encapuchado y obligarme a caminar agachado, golpeándome varias
veces la cabeza contra las paredes y puertas. Durante los tres días
que pasé en manos de la Guardia Civil, apenas pude dormir una hora
diaria. Me obligaron a permanecer de pie con los brazos en cruz, hacer
flexiones, etc. Aporreaban las puertas continuamente, cantaban himnos
fascistas (el cara el sol, el de la guardia civil, etc.) .Y me amenazaban
de muerte. En los interrogatorios se alternaban el bueno (lo
sabemos todo, es mejor que hables, estoy aquí para ayudarte)
y el malo (golpes, gritos, amenazas
).
Un tema crucial era que declarara contra Carmen Muñoz, Leoncio
Calcerrada (detenidos en julio) y Carmen López (detenida en noviembre*).
Querían que firmara que me habían ordenado fabricar
bombas. Si colaboraba, decían, me pondrían en libertad.
Como hicieron con el resto de los detenidos en julio y en noviembre
fui obligado a poner mis huellas dactilares en objetos y papeles que no
pude ver por estar encapuchado. Sólo en una ocasión me permitieron
ver el papel que pusieron en mis manos: una anotación con números
y letras. Suponemos que intentaban fabricar pruebas para justificar nuestro
encarcelamiento. Diariamente me llevaban ante un forense, aunque solo
se interesaba por si tenía marcas o señales de golpes. Aunque
le dije que padezco epilepsia y necesito medicarme diariamente, no me
dieron ninguna medicación hasta que ingresé en prisión,
al cuarto día. En mi declaración ante el juez Polanco en
la Audiencia Nacional, negué la acusación genérica
que me hacía de pertenencia a banda armada, pues mi
actividad política consistía únicamente en colaborar
con la Asociación de Familiares y Amigos de los Presos Políticos
[AFAPP].
Una de las preguntas que me hizo el fiscal demuestra claramente
que la causa de mi encarcelamiento es mi solidaridad con los presos políticos.
Me preguntó por qué no lo había dejado
tras las detenciones de julio, refiriéndose a mi colaboración
en la denuncia del encarcelamiento de militantes del Socorro Rojo Internacional,
del PCE-r y de los GRAPO y mi solidaridad con la huelga de hambre que
hicieron en noviembre, en las cárceles francesas y españolas
contra la criminalización del PCE-r.
Juan Carlos
Matas Arroyo, Prisión de Soto del Real, febrero de 2003.
* El pasado
mes de julio 15 personas fueron detenidas en Gasteiz, Madrid y París
acusadas de pertenecer a los GRAPO. En noviembre siete activistas de los
colectivos de apoyo a pres@s polític@s Socorro Rojo Internacional
y AFAPP fueron detenidos y encarcelados por supuestas labores de
captación y propaganda de la organización armada.
Sufrieron un trato similar al descrito en esta carta.
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