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nº
36 junio 03
Entrevista
a Sefan Wisniewski, viejo activista de la extrema izquierda alemana
El
gobierno verdirrojo está contribuyendo decisivamente
a la defensa de los intereses imperialistas de Alemania
>>
A mediados de abril, se presentó en Madrid Fuimos tan terriblemente
consecuentes..., un libro acerca de la disolución de la Fracción
del Ejercito Rojo (RAF). La presentación corrió a cargo
del ex preso político alemán Stefan Wisniewski, detenido
en 1978, acusado de pertenecer a la RAF, y liberado en 1998. Aprovechamos
su paso por Madrid para entrevistarlo.
Pepón
(traducción de Patrick)*
Molotov:
¿Cómo se produjo el fin de la lucha armada?
Stefan Wisniewki:
En un comunicado, la RAF anunció su disolución oficial.
Refleja el consenso, algunos puntos comunes en todas las diferentes tendencias
que por aquel momento había en la RAF, de que el fin de la lucha
armada era necesario y con ello la disolución como grupo armado.
Entre tanto, el resto de los grupos armados en Alemania (Movimiento 2
de junio, Células Revolucionarias, Rote Zora), se habían
disuelto con anterioridad.
De los grupos armados del pasado, ya no queda ninguno, la lucha armada
acabó. Tengo varias hipótesis sobre lo que ha significado
ese final. La primera es que la lucha armada, los grupos, duraron lo que
duró el momento -en el marco del cual habían nacido- y los
movimientos políticos; que fueron los que dieron esperanzas de
que la lucha armada podía conducir a la transformación social.
Paralelamente a la desestructuración de los grupos de izquierda
en Alemania, también se había producido el final de los
movimientos de liberación nacional, tal como los habíamos
conocido. Algunos habían fracasado en sus luchas, otros, aunque
las luchas respectivas no hubieran finalizado, se habían convertido
en las burguesías nacionales, construyendo a su vez aparatos represivos
que torturaban a su propia población, como es el caso de Angola,
Mozambique, Argelia y otros países. Se podría decir que
llegó el momento de la desilusión generalizada que ya no
hacía posible la esperanza puesta en la lucha armada.
La segunda tesis sería que la esperanza que habíamos depositado
en los movimientos de liberación en el tercer mundo de alguna manera
estaba justificada, fue acertado. (...) Sin embargo, pienso, a posteriori,
que se podría decir que fue un movimiento de huida para no afrontar
la propia realidad de la República Federal de Alemania: un país
donde nazismo, racismo y antisemitismo no eran sólo impulsados
desde arriba, sino que eran un sentimiento compartido por la población
y la propia clase obrera.
Por un lado, en cuanto a buena parte de la gente que nos criticó
en los años 70 las acciones de lucha armada, ya sea por motivos
pacifistas, ya sea por motivos éticos o morales, que nos hablaban
de las víctimas que la lucha armada representaba, alguna de esa
gente entró en partidos que se representan como la alternativa
de gobierno, y ahora, desde el gobierno, no tienen ningún escrúpulo
en valerse de los mismos medios que ofrece el marco estatal, es decir,
ejército y policía, para participar en guerras fuera de
las fronteras alemanas, como Afganistán o Yugoslavia (...). Por
otro lado, hubo otra gente que nos criticó, que defendió
otras vías de acción como forma de transformación
social, pero que también fracasó en sus objetivos, a pesar
de no haber recurrido a la lucha armada.
La cuarta tesis iría en expresar mi irritación, no por el
final de la lucha armada, con el que estaba de acuerdo, sino con el contexto
en el que ésta tiene lugar. En el año 89 se produce la reunificación
de Alemania, a lo que siguió una oleada de nuevo nacionalismo,
en la cual se empezó a revivir la extensión de grupos neofascistas.
Esto desembocó en auténticos problemas para la gente refugiada,
para los extranjeros. Me parecía que en aquel contexto, no es que
no hubiésemos tenido que renunciar a la lucha armada, pero si que
tendría que haberse planteado qué experiencias y qué
posibilidades ofrecía la situación en aquel momento, para
aprender del activismo de grupos armados y de otros grupos, para buscar
formas de oponerse a estos ataques y defender a las víctimas de
los mismos, ya que ni la policía ni los políticos estaban
dispuestos a hacerlo. Me parece, como conclusión final, que la
lucha armada ha llegado a su final, que no es final de la lucha, sino
de la lucha armada en ese contexto, ya que no se puede hablar en términos
generales. (...)
M.:
¿Cuál es la situación de los presos políticos
de la guerrilla urbana? ¿Tienen algún apoyo?
S. W.: En la actualidad, creo que quedan cinco presos de la RAF, y
los grupos de apoyo están sobre todo formados por gente del entorno:
familiares y amigos; aun así, tienen una pequeña revista-boletín.
Dado que quedan muy pocos presos, ya que al abandonarse la lucha armada
y al reducirse el numero de presos, también se redujo la solidaridad
hacia estos. Además, el tema de los presos políticos ha
dejado de ser relevante. Ha pasado lo mismo con el apoyo a los presos
sociales, con anterioridad había más apoyo y seguimiento,
y ahora es casi inexistente.
Hay intentos de hacer de la cárcel un terreno de lucha social,
ahora, por ejemplo, durante el próximo campamento de fronteras
que se va a hacer este verano en Colonia, en agosto, se va a abordar el
tema, ya que en la actualidad, en Alemania, la composición de los
presos es ya de un 50% de origen extranjero, y de unos 50 países
diferentes (...).
M.:
Fuiste encarcelado en 1978, con un entorno político muy determinado,
y sales en el 98, con otro muy distinto. ¿Cuáles son los
cambios que más te han chocado?
S.W.: Cuando salí de la cárcel, me encontré con
una situación diferente de la que había conocido. Digamos
que ya no había un movimiento conjunto que trabajase en todos los
tema relevantes de la izquierda, sino muchos grupos que trabajaban parcialmente
diferentes temas políticos, sin una coordinación necesaria
entre sí. (...) En estos grupos se dan formas de actuación
militantes, pero también formas que nosotros no conocíamos,
como son las que ahora se conocen como guerrilla de la comunicación.
(...)
En ese sentido, el intento más importante que ha habido de unir
a toda esa amalgama de grupos dentro de la izquierda en unas estructuras
de discusión comunes, que a su vez van a permitir desarrollar una
perspectiva común para todos, han sido los campamentos de fronteras,
que se han convertido en un autentico laboratorio para la izquierda en
general, por permitir formas de discusión y actuación conjuntas,
que a la larga pueden acabar con toda esta separación temática
que he planteado. El próximo campamento de fronteras se realizara
del 1 al 8 de agosto, en Colonia.
Un problema nuevo con el que se han encontrado los grupos de izquierda
ha sido el de enfrentarse con una coalición ente la socialdemocracia
y lo que antes fue parte de la izquierda alternativa, es decir, el partido
de Los Verdes. Es el caso de algunos abogados, como el Otto Schily, antiguo
abogado de la RAF y actual ministro de Interior. Es curioso el caso de
Otto Schilly, y de otros que han pasado por otros ministerios, ya que
contribuyen de una manera importante, en base a su experiencia, a afinar
los aparatos represivos alemanes. Schilly contribuye de manera directa
a perfeccionar los sistemas de expulsión de los inmigrantes, de
hecho es uno de los máximos dinamizadores de estas políticas,
avanzando propuestas a nivel europeo. El gobierno verdirrojo está
contribuyendo decisivamente a la defensa de los intereses imperialistas
de Alemania en el contexto internacional. Y también está
intentado desactivar algunos proyectos de la izquierda, mediante el corte
de la mayor parte de las fuentes de financiación de estos.
Esta nueva situación, y también los problemas sociales que
se dan dentro de la propia Alemania, van a hacer que la izquierda tenga
que relacionarse no sólo a través de proyectos de solidaridad
con otras partes del mundo, sino incluso que los militantes se tengan
que replantear su capacidad de sobrevivir, no ya como grupos, sino individualmente,
particularmente. Y esto no había pasado nunca en lo que es la Alemania,
donde había una alto nivel de vida, frente al resto del mundo.
(...)
M.:
¿Cuál es la situación de los movimientos transformadores
actualmente?
S.W.: No se puede decir que no hay ninguna perspectiva para la izquierda.
El tema de la guerra es una de las cosas que ha movilizado a más
gente en los últimos tiempos en Europa. Pero la situación
en Alemania es muy diferente a la de Italia o el estado español,
donde la oposición a la guerra también se ha traducido en
una oposición y crítica a los gobiernos respectivos, Berlusconi
y Aznar. Pero, para el gobierno verdirrojo alemán, la oposición
a la guerra fue una manera de ganar las elecciones y con su no participación
aunque si ha habido un apoyo indirecto, con la cesión de
las bases- están defendiendo los intereses alemanes a nivel internacional,
distintos a los de los EEUU. Por ejemplo, Alemania fue muy activa en el
nuevo proyecto de fortalecer Europa militarmente, y eso se traduce en
un aumento de los presupuestos militares. En todo caso, no son motivos
humanitarios o pacifistas los que han llevado a Alemania a no participar
en la guerra. (...)
Para la izquierda, en las movilizaciones contra la guerra, ha sido difícil
el movilizarse y realizar acciones contra la guerra sin caer en una dinámica
que pudiese ser integrada y utilizada por el gobierno, para que no pareciese
la política del gobierno. Pero también ha sido un desafío
que se ha traducido en interesantes debates, (...) y en definitiva, desde
los sectores antifascistas y antirracistas ha abierto nuevos debates que
pueden conducir a nuevas perspectivas positivas.
M.:
¿No eres un poco benévolo? ¿No han desaparecido las
movilizaciones masivas y el rico tejido social de la izquierda radical?
S.W.: En primer lugar, la situación no es tan extrema como
tú la pintas: la izquierda no ha sido barrida de la calle, eso
seria exagerado. Hay muchos grupos que continúan desarrollando
un trabajo muy interesante, hay estructuras que permanecen, y parte de
ese trabajo, de esas estructuras, también es parte de la historia
anterior. Y las formas de trabajar ahora también son consecuencia
de reflexiones, de cosas que se han aprendido de la historia anterior.
(...) Hay mucha gente, muchos grupos que han participado en movilizaciones
por Alemania, en Praga, Génova, etc., y paralelamente a esas movilizaciones,
también se han generado discusiones sobre temas relacionados con
cómo continuar la resistencia y evaluar cuáles han sido
los errores que se han cometido en la historia de esa resistencia, la
historia anticapitalista en Alemania. Tal vez, el caso del movimiento
autónomo sea un caso especial, porque autónomo no deja de
ser, de alguna manera, un movimiento muy autorreferencial, es decir que
no tenía la necesidad de relacionarse, de mantener una discusión
con otros sectores ajenos al movimiento. La historia le ha pasado cuenta,
en el sentido de que ha entrado en un declive. (...) La gente ha llegado
a la conclusión de que hay una necesidad objetiva y una autentica
aspiración a crear nuevas formas sociales de relación. (...)
*Para contactar con Sefan Winiewki: stewo.Koeln@web.de
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