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nº
36 junio 03
NauFraG@s
Sobre
situacionistas, vanguardias e historia proletaria
El
asalto a la cultura. Corrientes utópicas desde el Letrismo a Class
War
Stewart Home
Virus Editorial, 2002
Vuestra
revolución no es la mía. Treinta años después
de Mayo del 68
François Lonchampt y Alain Tizon
Alikornio ediciones, 2003. 142 pág.
El asalto a la cultura de Stewart Home se puede considerar ya un
clásico del revisionismo de los movimientos de vanguardia contemporáneos,
y su edición en castellano coincide con la resaca de lo que ha
sido la rehabilitación del legado situacionista en los años
noventa, todavía no tan lejanos. Por eso mismo, muchos pensarán
que es un libro necesario. No obstante, ya en los días de su publicación
en inglés, este libro no podía simular su vocación
de arma arrojadiza oportunista. Al ser escrita por un activista de la
vanguardia estético-política, el libro tenía que
presentarse obligatoriamente bajo la forma de una apisonadora crítica
de todo lo anterior. De forma sospechosa, sin embargo, Home acomete un
análisis despiadado de los letristas, situacionistas y Debord,
a los que dedica la parte más amplia del ensayo, mientras que en
los capítulos dedicados a Fluxus, el Mail-Art, Yippies o el Punk,
adopta un tono bastante más objetivo y distante. Lo que Home parece
no perdonar a los situacionistas es su ambición teórica
totalizadora, ambición que a nuestro parecer, no obstante, es lo
que ha hecho que las tesis de los situacionistas, con todas sus equivocaciones,
se conviertan en un terreno fértil de reflexión allí
donde los demás movimientos o tendencias acertaban de manera rotunda
sobre cuestiones perfectamente inútiles. Home necesita negar y
malversar las ideas situacionistas para que los fenómenos que presenta
después (Fluxus y demás) no aparezcan como lo que son: repeticiones
rutinarias, fragmentos insuficientes, algaradas de lúcida y efímera
desesperación. Home necesita hundir el situacionismo, y antes a
Breton y a los surrealistas, para dejar que salgan a flote las nimiedades
que justifican la continuidad de tantos movimientos estéticos poco
meritorios que han venido después. No es casual que Home tenga
en cuenta un libro tan lleno de groseras simplificaciones como es Art,
an enemy of the people de Roger L. Taylor, para contradecir lo que el
considera el idealismo de los situacionistas en cuanto a la realización
del arte. Aunque hay que decir algo en favor de Home: la Historia no se
acaba con las certezas situacionistas. Pero del envejecimiento de estas
no parece que él pueda decirnos gran cosa.
Con el libro de Lonchampt y Tizon, Vuestra revolución no es la
mía, entramos en otro territorio más explícitamente
político. Muchas de las ideas que defienden los autores en este
libro ya conocen una cierta difusión por estos lares. Se trata
de una crítica a la modernización capitalista así
como a su más fiel reflejo, el extremismo ideológico. Se
denuncian entonces todas las formas de degradación social, precarización,
cinismo y ultraflexibilización mercantil, además de sus
compensaciones fantásticas a través de la publicidad y la
indulgencia del consumo, pero no se olvida que el discurso subjetivista
de la ultraizquierda ha servido también para romper los últimos
topes de resistencia de una posible moral de lucha colectiva. Se rescatan
los textos del Pasolini anti-progresista, mientras se rechaza la ferocidad
y la brutalidad de los ghettos urbanos, su hundimiento en una violencia
sin salidas. Si se ataca la descomposición es porque esta ya no
se puede ver como una condición para el cambio, sino como la conclusión
de una degradación flagrante. Los autores responsabilizan a los
situacionistas por haber hecho el trabajo sucio de esta liquidación
ideológica. Hay que decir que esta crítica cae un poco en
el exorcismo: se combate el mito situacionista como una sombra que pesa
demasiado. Quizá al atacar al situacionismo, toda una generación
se redime del asalto pasional y violento de su lucha pasada. Al final
de su libro escriben: Pero aún quedan numerosos rostros de
mujer capaz de conmovernos. Un alba sin propietario y riesgos de vivir
de otro modo mucho más fascinantes que los económicos
No nos resignaremos nunca. Pero estas palabras ¿no las podríamos
haber encontrado en algún texto de Debord o Vaneigem?
El libro de Lonchampt y Tizon se presenta pues como un tipo de ajuste
de cuentas con el radicalismo, el sectarismo y otras formas de la lucha
social apasionada. La crítica al grupo de la Encyclopédie
des Nuisances les parece a los autores necesaria para iniciar una renovación
que está en espera, pero al cabo parecen acabar en posiciones y
tesis muy poco distinguibles de las de los enciclopedistas, dejando el
lenguaje aparte, y si nos detenemos en los aspectos centrales. La parte
del libro titulada El espíritu de la clase obrera y la victoria
del consumidor nos parece, de cualquier forma, la más interesante.
Es aquí donde los autores señalan las causas de una transformación
del terreno de la lucha obrera: ideología del consumo y adaptación
mental a la propaganda de la mercancía, pero sobre todo adaptación
a las mutaciones tecnológicas, que provocan la movilización
constante de los trabajadores en aras de la innovación permanente,
mientras el viejo taylorismo, antaño ceñido a la producción
material, penetra en esferas hasta ahora indemnes.
/Los
Amigos de Ludd
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