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      37 julio 03 
      Ecos de Suciedad 
 
       
      Caravana de mujeres... de la fresa 
       
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        El domingo 9 de Marzo encontramos entre las páginas del El País 
        una pequeña joya, un artículo digno de figurar en la más 
        rancia enciclopedia neoliberal y, a la vez, en una antología de 
        cuentos misóginos, precisamente en la resaca del día de 
        la mujer. 
         
        Los domingos los periódicos se llenan de suplementos y los anunciantes 
        se disputan las páginas impares, las que más se ven, para 
        insertar sus mensajes publicitarios. Y es que los periódicos no 
        venden información a los ciudadanos, sino que venden consumidores 
        a los anunciantes. De hecho se contratan primero los espacios donde van 
        a ir insertados los anuncios y después se rellenan con artículos. 
        La edición de los domingos está especialmente orientada 
        a este fin, puesto que se venden más periódicos. Incluso 
        el contenido de las noticias es más amable que cualquier 
        otro día. 
         
        El artículo elegido habla de los campos de la fresa en Huelva, 
        de la modalidad de contratación en el país de origen, de 
        las nacionalidades y del sexo de las trabajadoras. El titular del mismo 
        es Vuelven las mujeres de la Fresa. 
         
        El autor utiliza de hilo conductor para escribir la noticia, su encuentro 
        con una mujer, inmigrante y trabajadora de la fresa. Alterna la descripción 
        de Agnieszka, que así se llama, con el análisis del nuevo 
        perfil de inmigrante y de contratación que los patrones y el Gobierno 
        han elegido para la recogida de la fresa de este año. 
         
        Se observan claramente dos lenguajes. Cuando habla de la situación 
        general del campo adopta un lenguaje aséptico, narrativo, con pocos 
        adjetivos describiendo las condiciones del nuevo contrato de origen 
        implican que las trabajadoras, las cuales llegan en situación de 
        regularidad administrativa, han aceptado las condiciones de trabajo de 
        antemano, tienen alojamientos y está asegurada su salida del país. 
        Se nutre de diversas fuentes, desde el Sindicato de Obreros del Campo, 
        hasta el Gobierno, pasando por una investigadora de la Universidad de 
        Huelva, buscando un análisis de la nueva situación más 
        cara porque implica gastos extras pero preferida por los agentes 
        sociales y la Administración central. El periodista deja 
        entrever una crítica a las condiciones de los anteriores trabajadores, 
        inmigrantes africanos sin papeles, pero sin llegar a analizarlas, desconcertándonos 
        cuando habla de la actual situación, que más bien parecen 
        unas vacaciones pagadas que un duro y precario trabajo. La ironía 
        tiene más valor cuanto más sutil es. En este caso lo que 
        subyace de que el traer un trabajador del extranjero se parece ahora 
        más a traer una máquina lejos de ser una crítica, 
        parece contribuir al discurso que se oculta: la conversión del 
        ser humano en fuerza de trabajo. Que vengan, trabajen y que se vayan, 
        sin molestar. Es el punto de vista del explotador, el que reproduce el 
        periodista. 
         
        El otro lenguaje claramente diferenciado que hace gala en el artículo, 
        lo usa para desarrollar su vena poética, ñoña y misógina. 
        Es cuando describe a Agnieszka, inmigrante polaca recién llegada 
        a Huelva, a la que califica como la dicharachera. Una mujer 
        que acicala la que será su casa hasta junio donde acomoda 
        en sus estanterías fotos peluches y cajas de secretos o intimidades, 
        que con un brillo de ilusión pide atención desde sus 
        ojos verdeamarillentos. ¿Por qué se acerca así 
        al retrato de esta trabajadora, al margen de la descripción morbosa, 
        que probablemente también habría elegido si fuera hombre? 
        ¿Por qué utiliza adjetivos rancios? ¿ Por qué 
        osa suponer el valor de su mirada y lo que guarda en sus cajas? Así 
        continua su deleite literario diciendo que Agnieszka y su amiga son 
        ajenas y desconocedoras de que su llegada había trastocado la inmigración 
        económica natural mientras pasan su tiempo libre dándose 
        atracones de sol o en la discoteca, ahondando en la idea que vienen 
        de vacaciones. 
         
        Como parece que la noticia gustó, El País volvió 
        a tratar el tema el domingo 15 de junio, esta vez en formato de reportaje 
        en su revista El País Semanal, titulándolo: Fresas 
        del Este, donde vuelven a darse las dos formas de acercarse a la 
        realidad. 
         
        La misoginia muchas veces es un acto inconsciente. Produce esquizofrenia 
        en los análisis, porque se establecen dos niveles de acercamiento 
        a la realidad, uno más o menos interesante desde la disciplina 
        que el profesional domina y otro esperpéntico hacia la realidad 
        de las mujeres. Suele ocurrirle a los hombres, que a la única mujer 
        que han valorado es a su madre y es por el hecho de haberlos parido. Y 
        entonces aparecen artículos también de dos niveles como 
        el que estamos analizando. La Historia que aparece en las enciclopedias 
        está llena de escritores, artistas, inventores... que se rinden 
        a la esquizofrenia misógina. ... 
       
          
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