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  nº 37 julio 03

La calle, las urnas y el movimiento antiglobalización

Agustín Morán,
del Centro de Análisis y Estudios Sociales (CAES), Madrid
Sin menoscabo de que en las próximas elecciones generales de marzo de 2004, estos resultados pudieran cambiar, aventuraremos algunas ideas para comprender este misterio. Por un lado, no es la primera vez que las convicciones y los comportamientos políticos aparecen divorciados de los comportamientos electorales. (...) En las primeras elecciones sindicales de 1979, la UGT, sindicato del PSOE, desconocida en el pujante movimiento obrero, tuvo prácticamente los mismos delegados que CCOO, organización que, con muy alto coste de despidos, detenciones, cárceles, torturas y muertes, organizó y dinamizó la porción mayoritaria de dicho movimiento obrero. El 12 de marzo de 1986, en el referéndum de la OTAN, el 38% de los votantes del PSOE votó a favor de la salida de España de la OTAN, es decir, contra el PSOE y sin embargo, en las elecciones generales 2 meses después, solamente el 8% de los votantes del PSOE dejó de votar a dicho partido.

Por otro lado, la proliferación de agresiones que las políticas globalizadoras y neoliberales perpetran contra la naturaleza y la sociedad, suponen una guerra global que se materializa en diversos frentes: guerra contra el trabajo digno, la protección por desempleo, la vivienda, salud y jubilación (...). Logse, Prestige, Decretazo, Plan Hidrológico Nacional, Ley de Partidos, modificaciones del Código Penal, ilegalización de Batasuna, vulneración del derecho de sufragio para cientos de miles de personas en el País Vasco, son escenarios de guerra que tienen un origen, una lógica común. Como no podía ser de otra manera, las víctimas del terrorismo globalizador protagonizan innumerables episodios de protesta, lucha y enfrentamiento contra estos daños. Sin embargo, estas luchas se producen rigurosamente aisladas unas de otras y en muchas de ellas, aparecen como dirigentes personas o grupos pertenecientes al PSOE o a su entorno. La experiencia de lo que este partido hizo durante catorce años de gobierno, arruina la confianza de la gente que, cargada de razones y harta de injusticias y mentiras, se moviliza cuando se dan las condiciones adecuadas.

Esto es lo que lo que nos ha pasado con la inmensa movilización contra la guerra. Por un lado, una vez que hemos cantado “Mírala, la Puerta de Alcalá” con los artistas que hacían la campaña electoral al PSOE y que nos ha arengado Baltasar Garzón, ha quedado claro quien administra nuestras numerosas manifestaciones. En esta situación inédita de plasticidad social, ocupación de las calles y desafío al poder totalitario, ha sido imposible comunicar el discurso elaborado desde las redes sociales que hacen trabajo antiglobalización territorializado y anclado en los problemas de la gente. (...) El No a la Guerra, separado de su contenido real, oculta, en la subjetividad de los millones de manifestantes, la estrecha relación entre las víctimas de Iraq y ell@s mism@s como víctimas de los escenarios de guerra domésticos. Con esta separación, no solo se empobrece el contenido, también se favorece la fragmentación de las múltiples resistencias de colectivos implicados en luchas. (...)

Esta operación política, dirigida por la socialdemocracia, vacía de contenido y de fuerza social profunda a la lucha contra la ocupación de Iraq, convirtiéndola en mercancía electoral que se activa o se detiene con el calendario de elecciones. También pretende mantener en una perpetua despolitización a los movimientos sociales, que se agitan en acciones aisladas, incapaces de transcenderse a sí mismos para conocerse y apoyarse mutuamente.

La separación artificial de las movilizaciones “políticas”, (reducidas a las campañas electorales), respecto a las movilizaciones “sociales” y de estas entre sí, esterilizan un inmenso potencial de energía democrática, impiden el desarrollo de un movimiento social constituyente, el movimiento antiglobalización, que agregue las energías dispersas frente al enemigo común y reúna la fuerza suficiente. (...)

La sospecha, por parte de millones de ciudadan@s contrari@s a la guerra de que, votando al PSOE y poniéndole de nuevo en el poder, tendríamos lo mismo que votando al PP, hace que, a la hora del voto, las aguas vuelvan a su cauce. (...)¿Para qué cambiar? (...) Este vacío de movimiento antiglobalización plural, generoso, democrático, combativo, constituyente y autónomo respecto a la izquierda globalizadora y cómplice, tiene mucho que ver con la ruptura que se ha producido entre las movilizaciones de la calle y los resultados electorales. Esta vez nos lo han impedido. Pero seguiremos intentándolo.
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