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nº
37 julio 03
NauFraG@s
Por
una tecnología y un saber al alcance de todos
En
el principio... fue la línea de comandos
Neal Stephenson
Editorial Traficantes de Sueños,
158 pág., 9,5 euros, mayo 03
Vaya engendro más interesante! Lo llamo engendro porque no tengo
muy claro cómo definir un libro con tantos estilos y matices. Tiene
algo de manual de uso, ya que nos da los pasos a seguir para instalarse
el sistema operativo GNU-Linux, y no explica que es y como funciona. También
tiene algo de relato autobiográfico, ya que en un tono desenfadado,
nos cuenta sus aventuras como programador informático. Tiene algo
de manual de divulgación ya que, huyendo de un lenguaje críptico
o para especialistas, y desde una clara vertiente pedagógica
(ahí están las comparaciones sistema operativo y coches,
para explicarnos sus diferencias y potencialidades), el libro es una excelente
vulgata de lo que es un ordenador, que es un programa, un sistema operativo,
etc., para quien no tenga ni idea del tema.
Tiene algo de relato histórico, con su repaso, desde el origen,
con las primeras máquinas de codificar, tipo teletexto, a los últimos
sistemas operativos, abriendo los futuros posibles. Y además es
un ensayo. Hay análisis de las virtudes y limitaciones de los diferentes
sistemas operativos, ya sean gratuitos o con propietarios. Hay reflexión
sociológica sobre el tipo de producto que genera el mundo y la
industria (la telemática es uno de los pocos territorios donde
ambas palabras no son totalmente sinónimos), sobre las campañas
de imagen y las ventas consiguientes, y sobre el tipo de consumidores/usuarios
resultantes. Pero sobre todo, es una denuncia de lo que hay tras el mundo
de la telemática: evidencia por qué los fabricantes
de sistemas operativos como Microsoft o Apple dedican ingentes
recursos a ocultar como funcionan realmente los ordenadores. Sus
productos, los sistemas operativos, están llenos de deficiencias
que quedan olvidadas (es el ordenador el que falla, no el programa) tras
la supuesta dimensión técnica que tiene el hecho de escoger
que software me conviene más. Con lo cual se vela la dimensión
política: mantener (o entregar a las multinacionales) el poder
y la capacidad de decisión del usuario sobre lo que hace su máquina.
Las consecuencias sociales ya se ven: la tecnología queda oscurecida
por un manto de ignorancia, potenciando que la telemática sea vista
como un mundo misterioso y mágico, reservado a expertos.
Frente a ello, hay otras concepciones: un saber al alcance de todos, fruto
del esfuerzo cooperativo de un conjunto de individualidades totalmente
dispares, pero con capacidad y voluntad de construir comunidad y de plantarle
cara al Mercado.
/Roberto Carlos
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