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nº
38 septiembre 03
Los sindicatos alertan
de una nueva oleada de despidos masivos
DEMETRIO PATOCHO
>En los meses de junio y julio se han multiplicado los anuncios de
despidos masivos especialmente de Expedientes de Regulación de
Empleo (ERE), por parte de grandes empresas como Telefónica, RENFE,
Iberdrola, Dragados, etc. Todo ello en un contexto en el que, de forma
individual, también se han producido, de 1997 a 2002, más
de 1.500.000 despidos (de ellos, un 80% improcedentes); en el que la tasa
de temporalidad llegó a un 33,5% en el primer trimestre de 2003
(uno de cada tres empleados es precario), y en el que se realizan diez
veces más contratos temporales que indefinidos. A primera vista,
se trata de un hecho paradójico, ya que el primer trimestre de
2003, el beneficio neto de las empresas españolas creció
un 151,1%.
Numerosos sindicatos denuncian esta oleada de despidos masivos como un
nuevo episodio de liquidación de plantillas estables y consolidadas
en pos de una mayor precarización del empleo y flexibilización
de las condiciones de trabajo, con durísimas consecuencias sociales.
Desde la firma del Pacto de Toledo (acuerdo sobre las pensiones), el gobierno
se ha posicionado públicamente contra los ERE que signifiquen reducciones
de plantilla a cambio de jubilaciones anticipadas. Ahora bien, desde 1997,
el ministerio de trabajo ha aceptado todos los EREs que se le han presentado,
unos 8.277 que afectaron a 128.762 empleados, lo que anima a las grandes
empresas a recurrir a esta vía para reducir gastos. Entre 1997
y 2002, según CCOO, el numero de EREs presentados al ministerio
creció en un 64%.
Y es que los EREs suponen un ahorro de entre el 20% y el 30% en los salarios
para las empresas. Pero no para las arcas publicas. Para animar a sus
empleados a aceptar el despido, se les asegura, en teoría, una
doble cobertura: la protección por desempleo y unos ingresos complementarios
que asegura la empresa. De hecho, buena parte de la reducción de
los costes de la empresa los asume el INEM. Cada año de media (sin
incluir el 2003), unas 50.000 personas de más de 50 años
son sometidas a EREs. De ellos, unos 20.000 pertenecían a grandes
empresas con beneficios, lo que supone un desembolso de 240 millones de
euros para el INEM. Según el sindicato AST, el ERE de 1999 de Telefónica
supuso para las arcas publicas un gasto de 217.000 millones de pesetas.
Y es que el sistema de los EREs, pensado para empresas en crisis y en
reconversión, es utilizado profusamente por empresas con beneficios
para encarar procesos de fusión y adaptación a la
competitividad, reduciendo costes salariales.
El ferrocarril, servicio público en vías
de extinción
DEMETRIO
PATOCHO
El 1 de julio 2003, con inusitada rapidez, la dirección de RENFE
presentaba un expediente de despido colectivo para 1.500 empleos. En poco
más de diez años, la plantilla de dicha empresa ha pasado
de 70.000 empleados a los 31.000 actuales. Según el sindicato CGT,
la falta de plantilla se evidencia en los más de dos millones de
horas extras realizadas entre enero y octubre de 2001(últimos datos
facilitados por la dirección), en que se trata de la empresa de
ferrocarril con menor nivel de plantilla y el más alto índice
de productividad por trabajador.
Tal como reconoce la propia dirección en la comunicación
de apertura del periodo de consultas, el objetivo de este despido colectivo
es facilitar la aplicación de la ley del sector ferroviario, aprobada
por el parlamento el 19 de junio 2003, el primer paso para la privatización
del servicio público de trenes. Ese mismo 19 de julio, también
se aprobaba, con las firmas de CCOO, UGT y el sindicato de maquinistas,
el ultimo convenio colectivo de RENFE, que incluye entre otras cláusulas,
la semana laboral ordinaria de 60 horas.
Respecto a la justificación de este ERE, la propia dirección
de la empresa ha reconocido que los motivos aumentar la productividad
y reducir costes, en una empresa con pérdidas (se obvia que es
un servicio público)- que alega son los mismos planteados en los
cuatro EREs llevados a cabo con anterioridad en RENFE y que, según
la CGT, lejos de solucionar los problemas de la compañía,
los han agravado.
Numerosos sindicatos y organizaciones CGT, SO, etc.- denuncian que
la constante disminución de plantilla se está haciendo sentir
de forma particular en una reducción del personal directamente
relacionado con la seguridad del transporte ferroviario y con un déficit
creciente de mantenimiento, tanto de la infraestructura como del material
rodante.
Frente a la racha de accidentes ferroviarios 15 accidentes
graves (con heridos o muertos desde el 3 de enero a junio 2003- de los
últimos meses, la Dirección de RENFE aprobó recientemente
un Plan de Rehabilitaciones urgentes de la Infraestructura, que incluye
actuaciones intensivas para las que es necesaria una dotación de
personal superior a la actualmente existente. Una nueva reducción
de plantilla sólo se puede llevar a cabo en detrimento de la seguridad.
Además, según los sindicatos antes citados, la intención
de reducir nuevamente la plantilla no tiene justificación posible,
puesto que podría hacer inviable la capacidad productiva de la
empresa, una situación que ya ha empezado a producirse.
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