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nº
38 septiembre 03
Entrevista
a miembros del Movimiento de Trabajadores Desempleados (MTD) Aníbal
Verón, y MTD Allen
La
revolución desde la huertita: el movimiento piquetero en Argentina,
hoy
Rafael Simón*
>> Con la asunción, en mayo, de la presidencia de Argentina
por Nestor Kirchner, la alta tensión social que existía
ha disminuido considerablemente: el número de cortes de carretera
y de marchas ha disminuido, no sólo en la capital federal, sino
también en el interior. La sociedad se mantiene a la expectativa
de los movimientos del nuevo presidente, que, en un gesto significativo
-que tiene que ver más con su carácter populista que con
su expreso deseo-, ha revocado los decretos presidenciales de Ménem
y De la Rua que impedían la extradición de los represores
de la dictadura (1976-1983) fuera de la Argentina y ha impugnado las leyes
de impunidad.
En este clima de espera esperanzada, sin embargo, los movimientos piqueteros
han sufrido los ataques de punteros políticos peronistas en la
campaña electoral, han vuelto a ser blanco de las criticas mediáticas
y de la incomprensión ciudadana, que les critica que no den un
voto de confianza al nuevo equipo de gobierno. La presencia en el gobierno
de Ricardo Lavagna, ministro de economía en el periodo Duhalde,
parece no obstante manifestar un sesgo continuista de la política
económica de ruptura/consenso con el FMI.
Esta conversación se produjo a mediados del mes de julio 2003,
y lo que comenzó siendo una entrevista en el galpón del
Movimiento de Trabajadores Desempleados (MTD) Francisco Solano, en San
Martín, se transformó en una animada charla entre varios
componentes del MTD Aníbal Verón y un miembro del MTD Allen,
en la provincia sureña de Río Negro. Por su extensión,
se publicará en varias partes
Rafael Simón: ¿Cuál es el significado de los piquetes
ahora?
Alberto: A veces se piensa por ahí que por no estar en los
medios, por no estar en la coyuntura uno esta desaparecido o muerto. Estamos
revivos. Lógicamente, si uno se plantea ser vanguardia, la vanguardia
tiene que estar siempre mostrándose, como no es nuestro caso, vamos
a los tiempos que nosotros creemos necesarios, nuestros espacios propios.
Notamos como un cierto desgaste en la presión de los piquetes porque
hay que mostrar el cuerpo, y era un desgaste muy grande. Lo ha tomado
el pueblo: hemos visto como hay un problema en una escuela y aparece un
piquete. Se ha incorporado a la vida cotidiana, como una herramienta de
lucha y presión, pero vemos como un desgaste porque se ha desvirtuado
y eso le va quitando fuerza y vitalidad. Nosotros decimos que no
consiste en un fin en si mismo. Tenemos un montón de herramientas
y las vamos a ir usando de acuerdo a la creatividad y a las necesidades.
Hay un resentimiento muy grande en la sociedad, -bueno, nunca nos pusimos
a evaluar si nos querían o no nos querían-, pero con el
tema represivo uno también tiene que evaluar si estamos trabajando
bien o no. Creemos que es una herramienta más de las tantas, para
nosotros no es la única. No hemos hecho una tregua, ni negociamos
con el gobierno sino que estamos trabajando hacia dentro del movimiento.
(...) Hemos vivido tiempos con una realidad muy fuerte, con una represión
muy fuerte, nos estamos replanteando muchas cosas y son los tiempos que
necesita el movimiento. Si no estamos haciendo piquetes estamos haciendo
algo que para la lucha es fundamental, pensar, reflexionar sobre nuestra
practica, volcándonos hacia dentro para decir la próxima
salida vamos a salir sin huecos, sin baches. Por eso, haber
tenido que estar en una dinámica de lucha muy fuerte, eso también
significó, no un desgaste, porque la lucha también alimenta
nuestra vida como movimiento, pero si la necesidad de tener espacios.
Nosotros decíamos hay movimientos en que la tropa está
lista para marchar y pueden estar toda la semana pero no hay un
trabajo de educación popular, de formación, si no es la
marcha, la marcha que va, la marcha que viene, pero cuando uno se plantea
que tiene que haber una profundización, que los compañeros
tienen que aprender a leer, tienen que profundizar en un montón
de cosas, eso significa un tiempo que es tan importante como el del piquete.
Para nosotros es importantísimo que se abra un taller en un barrio
y empecemos diciendo en qué situación estamos, haciendo
revisión, crítica, autocrítica, proyectándonos.
Eso creemos que es la fuerza que nos da para salir bien en los momentos
que hay que salir. No es solamente el piquete. De hecho el piquete es
la expresión de un trabajo previo de profundización donde
se refleja la firmeza, la radicalidad, la capacidad de afrontar momentos
muy difíciles. Si no, con la represión que tuvimos el movimiento
hubiera desaparecido.
R.
S. : ¿Cómo os afectó el asesinato de Maxi Kosteki
y Dario Santillán [en el puente Pueyrredon, el 26 de junio del
2002, a manos de la policía]?
Alberto: Pone en evidencia la fragilidad. Hemos sido decididos, asumiendo
que cada vez que salimos a una lucha, de alguna manera tenemos la fragilidad
de salir de nuestro territorio. Nosotros, por estar en barrios que están
en la periferia, no afectamos a los centros neurálgicos de poder.
Otra cosa es cuando uno no está en su territorio, que eso cambia,
como que jugamos siempre de visitante. Porque tenemos que ir a bloquear
una autopista, ir a bloquear la zona donde se encuentra el capitalismo,
sus lugares. Si hacemos un corte acá, en esta cuadra, cagamos a
los vecinos, pero no más que eso. La experiencia del MST, cuando
toman sus tierras tienen sus posibilidades de autodefensa, como el ejercito
zapatista sus zonas, su territorio liberado, sus controles; sin embargo
nosotros estamos en una situación de mucha fragilidad y eso nos
hace pensar mucho y los niveles de exposición para nosotros son
altísimos. Y una embestida represiva, una embestida tiene que ver
con el tema de cómo nos ubicamos como movimiento en un territorio
bastante complejo. Y muchas lecturas, mucha autocrítica. No es
que nos autojustifiquemos pero sabemos que tenemos nuestras limitaciones,
que tienen que ver con nuestro desarrollo político, experiencias,
se va a ir madurando. La represalia del 26 de junio significó una
maduración, a lo mejor no como quisiéramos, hubiéramos
preferido que fuera de otra manera. Es un tiempo para la reflexión.
R.
S. : ¿Cómo conseguisteis romper con el asistencialismo a
través de los planes de lucha contra la pobreza, el Plan Trabajar-
del estado?
Andrés: Nosotros planteamos que, como organización,
éramos capaces de crear nuestros propios proyectos. Para esto deberían
respetarnos nuestra autonomía. Esto fue una lucha con los ayuntamientos,
donde a través de los cortes de ruta se presionó y pudimos
hacer que nos reconocieran los proyectos que nosotros presentábamos
y entonces desde ahí darles forma hasta hoy.
Alberto: No es que fuese una decisión propia, desde nuestra libertad,
el asumir el trabajo comunitario para el bien del colectivo como algo
que no tiene nada que ver porque lo pide el ministerio, sino que nosotros
encontramos un sentido al trabajo con estas características; o
sea, no estamos trabajando con patrón, no estamos trabajando para
el municipio, o sea que no nos condiciona el plan. Siempre buscamos que
fuera una cuestión de libertad nuestra, no porque haya un reglamento
que dice que hay que trabajar cuatro horas. Estamos descubriendo que había
que ir más allá de todo eso. (...) Es un camino que fuimos
abordando en el sentido en que ya no respondíamos a la lógica
que de alguna manera ellos querían darle a estos programas.
R.
S. : ¿Cómo se dio la inserción en el barrio?
Alberto: Había hostilidad porque este fue un territorio que
estuvo hegemonizado por el Partido Justicialista (PJ, peronista), éste
a su vez en crisis por el alto grado de corrupción. La crisis de
representación no es algo de la superestructura, también
en la base se ha dado un quiebro, lo que no significa que estén
desaparecidos. Creo que el crecimiento que nosotros pudimos experimentar
tiene que ver con que lo tomó la gente, como que nos absorbieron.
De hecho, hemos tenido mucho hostigamiento que primero era verbal, diciendo
que se preparan para la guerrilla... estos hoy le dan un espacio
para que usted hable pero mañana le dan un fusil. Una cuestión
sistemática de miedo y miedo, sobre todo cuando hemos pasado por
momentos difíciles de represión, ellos diciendo vieron
eso es lo que están buscando, nos van a matar a todos, hay
problemas. Esos, la red clientelar y del aparato tratan de socavar la
confianza y meter miedo. Y no solamente se han quedado en una cuestión
verbal, sino que han pasado a tener iniciativas de apriete concreto. El
aparato lo tienen ellos, nosotros estamos en situación precaria
aun, de posición, andamos por el barrio, sino te matan frontalmente,
te matan en intento-asalto.¡ PUM! Podemos valer 200
pesos. Así que tuvimos que hacer un repliegue y después
vino la crisis en el asentamiento porque lograron un poco el objetivo,
destruir la asamblea, destruir la parte organizativa y ahí tuvimos
que hacer un repliegue.
Y luego en el barrio hubo robos que no son tal, sino para destruir la
moral y siempre en esa tensión.
R.
S. : ¿Y cómo se construye la autonomía en este clima
de constante de violencia?
Alberto: Nosotros estamos en zonas urbanas donde hay muchos intereses
políticos, clientelares, que se rozan, y a un nivel de exposición
muy grande porque nuestras asambleas son abiertas y nos controlan, ponen
gente. Estamos en una situación de mucha exposición, se
ha tenido que primar la necesidad de madurar en un montón de cosas
para no caer en las provocaciones en que ellos lo han querido llevar,
el tema este de reaccionar cuando ellos viene con balas, con balas.
Ha habido reacciones, también, por parte de nuestros compañeros,
pero nunca en forma abierta, pública, comprometiendo al movimiento.
Ha habido bandas que fueron expulsadas de los barrios, pero no salía
de la asamblea, porque abrir una guerra plantea que ellos tienen... De
hecho traen gente de otros lugares, la trasladan, son grupos... están
para eso, vienen bien preparados de otros lugares y acá matan a
alguien y se lo llevan a otra provincia, con toda cobertura y desaparecen
del mapa. Tienen ya una operatoria de clandestinidad y de movimiento.
Por otro lado el crecimiento territorial, el hecho de que se han incorporado
familias, eso es lo que ha permitido a los MTD su confirmación
en el territorio, de otra manera hubiéramos desaparecido. Entonces
ya no se trata de individuos, hay colectivos que más allá
de la buena voluntad de cada uno, existen. Nosotros también hemos
tenido que plantearnos el tema de cómo ubicarnos en esta realidad,
en esta situación, para tener que llegar a los puntos débiles.
*Resúmen de Demetrio Patocho.
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