|
|
nº
39 octubre 03
Los pueblos
frente a la OMC en Cancún
LUIS RICO*
La especial capacidad de la OMC para perjudicar a l@s más débiles
tuvo como respuesta la asistencia de una gran diversidad de personas que
denunciábamos algo que ya no es un secreto para nadie: la OMC no
es el organismo en que apoyarse para erradicar la pobreza y la injusticia
de este mundo. Por ello el mensaje en Cancún fue muy sencillito y
claro: NO A LA OMC. NUESTRO MUNDO NO ESTÁ EN VENTA. La historia estaba
a nuestro favor, Yucatán fue el inicio de la extinción de
los dinosaurios.
Sabiendo que la agricultura corría el peligro de caer en las redes
del libre comercio, l@s campesin@s hicieron un esfuerzo muy grande en tener
una representación muy numerosa, de compañer@s mexican@s en
su mayoría, pero con una representación multiplanetaria, en
especial de Vía Campesina. L@s estudiantes, que llegaron en una caravana
de autobuses que se fueron uniendo desde distintas ciudades, formaron también
un grupo muy numeroso y variado. Todo esto quedaba aderezado con la asistencia
de personas de todo el planeta, desde grupos de apoyo zapatistas internacionales,
Ya Basta, Attac, hasta much@s que llegaron de forma independiente, que quisieron
aportar un grano de arena a la construcción de una resistencia de
todos los colores.
Decidimos trabajar por grupos de afinidad, con la intención de aumentar
la operatividad de las acciones, los flujos de información y la seguridad
interna, ya que se preveían dificultades con el enorme despliegue
policial y militar que tomó la ciudad: la zona hotelera, donde está
situado el centro de convenciones, era un auténtico fortín
con dos entradas, una permanentemente bloqueada por un triple muro de hierro
inventado para la ocasión y la otra por la que se accedía
tras 45 minutos de autobús y un mínimo de dos controles militares
que no tenían reparos en no dejarnos pasar por el hecho de no gustarles.
Esa fue la estrategia policial, evitar la confrontación (no querían
un nuevo Génova), pero no dejar hacer nada, aguantarnos dentro de
un alejado redil y tenernos muy bien controlad@s (descubrimos cámaras
de vídeo en el estadio donde dormimos). Aparte, una gran dosis de
infiltrad@s que hicieron una gran labor de extender falsos rumores sobre
enfrentamientos y eventos que nunca existieron, así como de agitar
las grandes marchas para proporcionar a la prensa fotos de los violentos
y añadir tensiones dentro de los bloques.
Previamente a Cancún, se había planeado un bloqueo a los accesos
al centro de convenciones integrado por tres bloques: el naranja, de resistencia;
el violeta, festivo-carnavalesco enlazando con el naranja por lo que podría
tener contacto con la policía y un tercero blanco, igualmente de
fiesta pero sin contacto alguno con la policía. Las intenciones acordadas
en todo momento para el bloqueo fueron de resistencia pacífica. Pero
al llegar a Cancún y comprobar la fuerte militarización de
la carretera de acceso se desestimó el bloqueo, pues no había
forma de realizarlo. Se optó entonces por otro tipo de movilizaciones,
aquellas que fueran masivas y simbólicas, otras que fueran descentralizadas,
por grupos de afinidad, pensadas como acción directa y aquellas que
podían realizar aquellos grupos sociales que tenían acceso
al centro de convenciones, de cara a la denuncia frente a los medios.
El trabajo había comenzado antes del inicio de la reunión
ministerial, principalmente por el grupo de personas, estadounidenses en
su mayoría aunque incluían a gente de todo el mundo, que llegaron
a Cancún con semanas de antelación, la mayoría trabajando
en el centro de medios alternativo. Fueron ell@s l@s que hicieron una gran
labor logística que puso al servicio de tod@s: servicios jurídicos,
sanitarios, materiales y de información sobre la situación
en Cancún, que facilitó la incorporación del resto
de grupos.
Acciones
Las acciones descentralizadas no pararon de sucederse durante la semana;
consiguieron parar dos veces la cumbre y dejaron hueco a todas las formas
de protesta que la imaginación hizo surgir: desde la ocupación
de las múltiples grúas que como insectos se lanzan a la
construcción de nuevos hoteles, a la lectura de poesías
de Neruda en espacios públicos para lamentar el trigésimo
aniversario del golpe a la Casa de la Moneda en Chile. El gran logro de
las acciones dispersas fue el reapropiamiento de espacios públicos
para interaccionar con la gente de Cancún, que respondió
muy positivamente pese a haber sido agredida diariamente con la historia
de que llegaban los globalifóbicos a destrozar la ciudad. Así
en autobuses, edificios, plazas y centros comerciales se sucedieron teatros,
conciertos, comidas populares, bailes, charlas, debates, etc. El centro
de la ciudad se olvidó por momentos del turismo agresivo y se convirtió
en un auténtico espacio de intercambio de la gente local con el
Mundo entero.
Las acciones masivas mejoraron mucho según avanzaba la semana,
quizás por lo mal que empezamos, ya que en la primera reinó
la descoordinación de los grupos. Se trataba de un bloqueo simbólico,
con ofrenda a los dioses mayas, frente al muro del miedo que habían
erigido para impedir el paso, pero acabó en la indecisión,
tensión innecesaria y rápida dispersión de tod@s.
La segunda estuvo organizada por Vía Campesina y ese día,
una riada de color verde reclamó una agricultura justa, respetuosa
con l@s campesin@s y el medioambiente. La última marcha, día
de manifestaciones en todo el mundo, estuvo marcada por la total unidad
y solidaridad entre los diferentes grupos presentes. Esa evolución
fue lo más importante, pues en tan sólo siete días
hubo una capacidad organizativa alta que, sin ser perfecta y costando
mucho esfuerzo, nos llevó a conseguir un espacio donde tod@s funcionábamos
y nuestras diferencias, que nos separaban el primer día, se tornaron
en fortaleza. La marcha de vía campesina fue importante para esto.
Hubo algo más de coordinación que el primer día,
pero no se consiguió vencer al muro de la vergüenza. Fue en
esa marcha donde Lee Kyun Hae, ascendió a esa horrible valla a
quitarse la vida. No fue en un acto de locura, ni de desesperación,
ni un intento de llamar la atención. Según más tarde
nos explicaron l@s compañer@s corean@s, fue el suyo un acto, en
acuerdo con ritos orientales, en el que ofreció su vida a la lucha,
cual guerrero muerto en batalla. La muerte puede sembrar vida
dijeron en su funeral. Lo que es indudable es que la muerte del compañero
Lee aumentó la solidaridad entre tod@s los que habían acudido
a Cancún a buscar un Mundo exento de especulación y dio
fuerzas a la gente frente a la represión policial y el miedo que
existía. Por eso los siguientes días se buscaron nuevas
formas de actuar y de controlar el miedo, reducir a l@s posibles infiltrad@s
y hacer que toda la potencia humana existente se cobrara un acto importante
donde pudiéramos demostrar nuestra fuerza.
Por eso el último día fuimos con decisión a derrumbar
la estúpida valla que protegía a esa especulación
gris que quería crecer en Cancún y que no podíamos
permitir. Habíamos trabajado hasta la madrugada para forjar la
estrategia: las mujeres encabezarían la marcha y serían
encargadas de formar la primera línea frente al muro. Los numerosos
punks harían un cordón de seguridad a ambos lados asegurándose
de la protección de los de dentro, así como de interceptar
posibles infiltrad@s o a quien actuara perjudicando el objetivo de tod@s:
acabar con la barrera de la injusticia y la segregación.
Se acordó que al tirar la valla no íbamos a enfrentarnos
al ejército que la respaldaba, pues no habría sido más
que una masacre; sólo buscábamos el acto simbólico
de acabar con aquel maldito muro represivo. Sabíamos que junt@s
éramos más fuertes y nos daba valor el hecho de que dentro
del centro de convenciones los señores del capital y la guerra
no se ponían de acuerdo. Ell@s eran 146 y no acordaban nada. Nosotr@s
éramos miles y funcionábamos al unísono bajo el son
de la diversidad. Así, entre tod@s, totalmente mezclados, vimos
como el hierro se deshacía como mantequilla ante nuestra fuerza
humana. Una vez derruido el injusto muro, frente al nuevo agujero, bien
custodiado por la masa marrón que formaban los guardianes del poder,
hubo una sencilla ceremonia donde hablaron hombres y mujeres de los cinco
continentes. Simplemente resaltaron la importancia de luchar unid@s, de
la misma manera que se había derrumbado el muro, para derrumbar
al neoliberalismo y conseguir un mundo donde la cooperación hunda
a los colmillos afilados de la competencia, donde los servicios sean para
tod@s y donde las diferencias sean una ventaja.
Para celebrar nuestra unión, la organización Food, no bombs
preparó una comida frente a un McDonald´s, que fue trasladada
a un parque porque cada hamburguesa estaba custodiada por dos policías.
No nos importaba, sabíamos que la dignidad de los pueblos estaba
con nosotr@s ese día y que poco a poco va ganando terreno. ...
*
Miembro de Ecologistas en Acción
|