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  nº 39 octubre 03

Entrevista a Eduardo, arquitecto de la Red de Lavapiés

“Cualquier edificación tiene una función social que cumplir, y por legislación urbanística, si no la cumple es expropiable”



GROMECK

>> El escándalo generado en la Asamblea de Madrid, a raíz del sospechoso paso al Grupo Mixto de los ex diputados del PSOE Eduardo Tamayo y Mª Teresa Sáez, colocó en un primer plano mediático los escabrosos asuntos y negocios inmobiliarios y urbanísticos que abundan en la Comunidad. A continuación, os ofrecemos una entrevista con Eduardo, aquitecto de la Red de Lavapiés que comenta los procesos especulativos realizados en este barrio madrileño.


Molotov: ¿Cómo son en la actualidad los procesos especulativos en Lavapiés?
Eduardo:
Existen desde hace mucho tiempo, no son distintos a los de otras zonas en el centro de Madrid y se vienen desarrollando desde hace tiempo. Lo que se busca es generar las mayores plusvalías con el suelo y con la vivienda, con arreglo a las oportunidades que existen en cada zona se generan las dinámicas especulativas para conseguir eso. Durante muchos años, en Lavapiés y en el centro de la ciudad, la especulación ha estado muy ligada a lo que era el envejecimiento del parque residencial, es decir, estaba prácticamente todo el terreno ocupado por edificación y también, comparativamente, Lavapiés en general tenía un porcentaje de población muy alta de alquiler, y de esos, también un porcentaje muy alto de rentas antiguas. Durante mucho tiempo, la especulación se centraba en un abandono por parte de los propietarios de todos sus deberes urbanísticos de conservación y de rehabilitación de los inmuebles, porque lo que buscaban era la declaración en ruina del edificio como forma de liberar el edificio de inquilinos y poderlo sacar al mercado a un precio más elevado, reconstruyéndolo para gente de una renta más alta.

Hace unos siete o diez años se produce otro fenómeno que incide sobre la especulación de forma importante, que es la inmigración. Los propietarios de los edificios saben que tratan con gente que no tiene regulados sus derechos y a los que pueden literalmente extorsionar, empiezan a pedirse sumas elevadas por alquileres en unas viviendas con condiciones de habitabilidad malas, lo que produce el hacinamiento y los procesos de “cama caliente” (turnos de ocho horas para dormir). De esta forma, se le saca una rentabilidad extrema a viviendas de muy poca calidad y se evitan todo tipo de conflictos con el inquilino.

Éstas han sido las dos patas de la especulación en Lavapiés durante unos años, y desde el 97 a esta parte se abren otras dos vías, mucho más potentes y con un poder de transformación del barrio más fuerte, que están de alguna manera provocadas por un plan de actuación en el barrio (Plan de Rehabilitación Preferente) en el que se nos vende a los vecinos que lo que se quiere es rehabilitar los edificios y recuperar el barrio, pero lo que consigue es poner el barrio en el mercado. Esto no se había producido antes, porque tradicionalmente había sido un barrio de clases medias bajas, en el que el valor de las viviendas había sido razonable. Según se va desarrollando, se pretende desplazar a la población de bajo poder adquisitivo y atraer a gente de rentas más altas a un barrio que es céntrico, y por lo tanto tiene una capacidad especulativa de aumentar el precio del metro cuadrado muy alta, la centralidad se paga. La forma de intervenir es: “vamos a crear las condiciones para que el barrio se ponga de moda, para que haya interés en invertir y en vivir en él, y el propio mercado se ocupará de hacer el trabajo sucio”. Lo más importante, y que es extensible al resto de Madrid, es que todo esto está promovido y pagado con dinero público.

Todo esto parece que es algo nuevo, que ha surgido con el rollo de lo que ha pasado en la asamblea de Madrid, parece que antes nadie sabía que existía especulación urbanística. El mayor problema es que nadie se preocupa de denunciarla, aquí pasan las grandes operaciones urbanísticas como si nada, se nos quiere vender como que es algo de cuatro golfos y no es así, es algo que está estructurado desde la base.

M: ¿Qué posibilidades hay para que todo esto se denuncie?
E:
Aparte de la denuncia, mediante, por ejemplo, acciones simbólicas señalando grandes operaciones especulativas. Se intenta trabajar en la señalización de la especulación en nuestro barrio. Creemos que el trabajo político hay que empezarlo en la base, por ejemplo, la okupación es una forma de señalar esos procesos. Un tema que es fundamental es el de la vivienda vacía, en Madrid (según los datos de hace cuatro años) había 350.000 viviendas vacías, que no están cumpliendo la función social para la que estaban construidas, por lo tanto que, según la legislación actual, podrían ser expropiadas. Cualquier edificación construida, aparte del valor económico que tenga, tiene una función social que cumplir, y por legislación urbanística si no la cumple es expropiable, ya sea una vivienda, un hospital u otra cosa. No se puede construir un edificio y dejarlo abandonado durante años, porque deja de cumplir esa función social. Claro, hablar de este tipo de cosas es hablar del diablo, porque por encima de la función social de la propiedad está la propiedad misma, y esto es intocable, y no es así. Señalizar la vivienda vacía, o denunciar el conflicto que existe entre la necesidad de vivienda y la vivienda que no se usa, va en ese sentido, se trata de hacerlo con lo lejano y con lo cercano; nosotros (Red de Lavapiés) sobre todo trabajamos en lo cercano.

También se trata de demandar, no del PP que ya sabemos todos quienes son, sino de los que se erigen en adalides contra la especulación y demás, como pueden ser PSOE e IU, soluciones concretas. Se van dando casos, por ejemplo IU penalizó la okupación, y ahora está por su despenalización.

M: ¿En qué se traduce el Plan de Rehabilitación Permanente?
E:
En el plan hay cosas que no son malas, e incluso buenas para ambos (vecinos e intereses que hay detrás). Por ejemplo, muchas comunidades han podido rehabilitar sus edificios porque ha habido subvenciones a fondo perdido para ello, que en abstracto es bueno. ¿Qué sucede?, que esto también es bueno para los intereses que hay detrás, por un lado se subvenciona, pero los vecinos tienen que poner una buena parte de lo que cuesta (que por otra parte es buena parte del dinero que tienen), con lo cual el dinero se empieza a mover, y además se empieza a cambiar la imagen del barrio. De esa comunidad que quiere acceder a la subvención, los más débiles tendrán problemas para pagar la rehabilitación, por lo que se pueden ver abocados a procesos de expulsión por falta de pago, por embargos…

También existe el problema de la infravivienda, que pese a haber un programa de erradicación de la misma no se ha conseguido, salvo en los edificios que ha comprado la administración. Hay una gran posibilidad de mercado, y hace falta una importante intervención en la que se aborde todo el problema, pero se deja que sea el mercado el que se ocupe de ello, simplemente se pone el dinero y el sacrosanto mercado se ocupa. No hay más que ver que en cinco años en Lavapiés hay mucha población nueva, gente joven con poder adquisitivo medio-alto con capacidad para comprarse un estudio pequeño, por ejemplo. Dentro de unos años probablemente en Lavapiés solo vivirá gente entre 20 y 40 años, que vivirá durante un tiempo hasta establecerse como familia y se irá a otro sitio en el que encuentre pisos más grandes.

M: ¿Se pretende entonces terminar con la población inmigrante del barrio? ¿Qué salida tienen, teniendo en cuenta que incluso sus comercios están aquí?
E:
Los chinos, por ejemplo tienen mucha presencia comercial, pero muchos no viven aquí. No es un comercio que se pueda expulsar fácilmente, mueve mucho dinero y es rentable, yo creo que va a perdurar durante un tiempo hasta que el barrio cambie sustancialmente su forma de ser, y entonces directamente se expulse con normativas o con otras formas. No es algo que vaya a ser inmediato, habrá inmigrantes que se quedarán porque tengan una mayor capacidad económica o porque tengan comercios prósperos. Ya se está viendo: por ejemplo, algunos restaurantes de comida marroquí, turca, etc. que en su día estaban pensados para los inmigrantes de esos países, se reforman y se montan para turistas y nuevos vecinos a los que se les ha vendido que este es un barrio multicultural. Lo que es la inmigración de bajo poder adquisitivo y obrera va a ser barrida de aquí, como el resto de la gente en las mismas circunstancias. Lavapiés se quedará como Chueca, que en su momento fue el barrio emergente en el que pasaban muchas cosas y demás, pero ahora es un barrio vacío en el que todo el mundo es igual y está muy marcado por algo, en el futuro Lavapiés tendrá un cierto aire de multiculturalidad de escaparate, con cierto carácter bohemio.

M: Tras las pasadas elecciones, en Madrid hemos cambiado de alcalde. Muchas veces se habla de lo progre y cercano que es Gallardón. ¿Qué crees que es lo que nos espera con él?
E:
Gallardón es peor que Manzano, y no porque vaya a hacer una política más facha, que es difícil, sino porque maneja mucho mejor los medios, y da la imagen de que hace cosas que realmente no hace. Un ejemplo del barrio, comparando lo que hizo Manzano y lo que hace Gallardón: cuando se aprobó en 1997 el Plan de Rehabilitación, detrás había un estudio más o menos profundo, con muchas carencias, pero existía ese estudio. No era solo una actuación en lo que se refiere a vivienda, también constaba de actuaciones sociales, de equipamientos, etc., aunque no fueran los que más nos hubieran gustado.

Ahora, con Gallardón, se presenta una ampliación del plan, con un programa que da vergüenza. No hay un análisis de la anterior actuación, no hay proceso de consulta ni de participación, no se le ha enseñado a los vecinos, etc. Lo llevaron al último pleno antes de las vacaciones, y tras la crítica de la oposición lo retiraron; tras el verano y en el último pleno de septiembre lo llevan exactamente igual, sin ningún retoque. Y en relación al del 97 es mucho peor, las subvenciones son menores, la inversión es mucho menor, no se habla de equipamiento, ni de medio ambiente y no hay ninguna actuación social. Tras cinco años en los que se han dado el batacazo por ejemplo con la erradicación de la infravivienda, presentan una ampliación en la que proponen hacerlo igual que hasta ahora, es decir, nada. Eso es Gallardón. El problema es que la gente juzga la política por lo que sale en los periódicos. En temas de urbanismo Gallardón en la comunidad ha sido lo más despótico que hay.

M: Si hubiera cambio de partido en la asamblea de Madrid tras las elecciones, ¿cambiarían mucho las cosas?
E:
Tendrían que demostrarlo. Lo que conozco del PSOE en las épocas que ha gobernado es más de lo mismo, y de IU, poco. En este barrio fueron mejor los gobiernos del PSOE y del PCE, y no porque se sentaran las bases para evitar la especulación, que no se sentaron, sino porque intentaban evitar escándalos, cuando alguna operación generaba algún tipo de movilización la solucionaban por métodos paralelos. Pero vamos, que tienen mucho que demostrar en la actualidad.

 

 

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