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nº
39 octubre 03
NauFraG@s
El
nuevo esqueleto de los movimientos sociales
El
Gobierno Imposible. Trabajo y fronteras
en las metrópolis de la abundancia.
Emmanuel Rodríguez
Editorial Traficantes de Sueños, 2003, 188 pág., 9.5 euros
De mayo del 68 al movimiento de movimientos, este ensayo pretende hacer
una breve descripción del nuevo esqueleto ético que recorre
los movimientos sociales. Se trata de apuntar objetivos comunes, estratégicos,
aquellos que son ya la columna vertebral de las agendas del movimiento
global.
Un movimiento que, por la diversidad de las realidades que lo conforman,
representa la recomposición de las sociedades contemporáneas,
definidas por la proliferación de múltiples formas de vida,
distintas subjetividades en movimiento que apuntalan un nuevo modelo social.
El rechazo al trabajo, el deseo de circular libremente o el desarrollo
de fuerzas cooperativas y comunicativas, bajo el signo de las revoluciones
contraculturales en revuelta contra la sociedad disciplinaria, son algunas
de las realidades que se ponen en juego en el tablero del nuevo capitalismo
global.
Por esta razón, el trabajo del capitalismo financiero, no se centraría
ya en disciplinar nuestras vidas, tal y como hicieron la escuela, la cárcel,
el psiquiátrico y -sobre todo-, la fábrica. Esta es la tesis
central del gobierno imposible. El mando imperial del capitalismo financiero
tendría, por tanto, un plan estratégico muy claro, capturar
y someter toda nuestra vida a los designios de su cuenta de resultados.
Para conseguir este objetivo, se están imponiendo nuevos mapas
de control que abarcan todos los aspectos de nuestra cotidianeidad, el
capitalismo financiero sería a la vida lo que las políticas
de inmigración son a los flujos migratorios, lo que la precariedad
laboral es al deseo de escapar del trabajo o lo que las patentes informáticas
son a las redes cooperativas de creación de software libre.
El capitalismo financiero impondría en definitiva-, una contradicción
esencial. La proliferación de vida, cooperación y creatividad
de la que se nutre es la misma de la que debe desconfiar, a la que debe
imponer modelos de control. Fugarse de esta sociedad del control, apostando
por la libre circulación de personas, informaciones y saberes se
convertiría, por tanto, junto a la reivindicación de un
salario social como medio de escapar a la dictadura del trabajo, en el
programa mínimo de combate para defender la supervivencia de lo
común.
Pablo Panzer
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