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nº
39 octubre 03
Puchero
Es
sólo una pausa
Colectivo
UPA-Molotov
Quienes conocéis el molo desde hace tiempo, recordaréis
que lo de irnos para volver ya lo hicimos una vez. En 1999, el fanzine
quincenal Molotov interrumpió su publicación durante nueve
meses para dar el salto, en 2000, al actual tabloide mensual. En el momento
de su fin, aquel fanzine, un A3 impreso por ambas caras y doblado por
la mitad, nos resultaba demasiado autorreferente, falto de debate y de
profundidad. Durante años había servido como expresión
de una emergente identidad autónoma y para que las personas próximas
a movimientos como la okupación, el antimilitarismo o el antifascismo
conocieran la actualidad de esas luchas; pero en aquel entonces esas labores
parecían insuficientes o inadecuadas para cubrir las necesidades
comunicativas de esos movimientos (entre los que, obviamente, nos incluíamos).
Por eso decidimos parar para tomar impulso y, pese a la desconfianza inicial
de la mayoría de nuestros lectores, conseguimos poner en marcha
un tabloide más reflexivo, más plural, más variado
y, sobre todo, más ambicioso.
Un modelo agotado y agotador
Hoy, como entonces, pensamos que hemos agotado un modelo. En nuestros
más de tres años de andadura, hemos pretendido construir
un medio que permite a personas próximas y a militantes de muy
diferentes movimientos sociales no sólo de aquellos que se
denominan autónomos y/o libertarios, sino también
de ese espacio heterogéneo conocido como movimiento de movimientos
conocer, además de la actualidad de esos movimientos, sus iniciativas,
reflexiones, propuestas y debates. Gracias a ello, las diferentes familias,
corrientes, sectores, organizaciones, colectivos, etc., que componen ese
espacio político se han encontrado (y desencontrado) en estas páginas.
Sin embargo, y pese a que el perfil de nuestros lectores es menos homogéneo
que al inicio de nuestra V Época, las cifras evidencian que no
hemos logrado trascender la frontera de un reducido grupo de militantes
y simpatizantes: en estos tres años apenas hemos logrado
incrementar en 100 el número de ejemplares distribuidos y ningún
año la media de periódicos distribuidos ha superado los
3.000.
Molotov, pues, no sirve para que las críticas y propuestas de los
movimientos sociales salgan del circuito de quienes ya las conocen. Lo
preocupante es que, salvo en ocasiones puntuales algunos servidores telemáticos
o determinados grupos a nivel local, ninguna iniciativa parece asumir
consecuentemente esta labor; con lo cual, cada vez que queremos comunicarnos
fuera de nuestras fronteras debemos recurrir a los grandes medios de comunicación,
los mismos que sistemáticamente dejan a un lado, cuando no marginan,
las propuestas y críticas de corte radical (en su sentido etimológico
de ir a la raíz) y participan del proceso de clausura y homogeneización
del debate social.
La incapacidad para construir un discurso que, sin perder su radicalidad
y sus planteamientos transformadores de fondo, sintonice con el conjunto
de los damnificados del actual orden social y no sólo con algunos
de los sectores de quienes se organizan para transformarlo, es uno de
los principales factores que mantiene a Molotov confinado a un pequeño
circuito de lectores; pero no el único. Es evidente que a nivel
general nuestro discurso (y al hablar de discurso hablamos también
de prácticas) presupone unos conocimientos, unos puntos de vista
y una sensibilidad propias de personas ya movilizadas, que
resulta incomprensible y lejano a muchos de los que sufren las mismas
problemáticas que tratamos de denunciar y transformar; y, sin embargo,
por más que tratemos de hacer comunicables nuestros
planteamientos, si no superamos otras limitaciones, nos quedaremos en
el mismo lugar. La entrega militante de la mayor parte de quienes editamos
Molotov impide en muchas ocasiones una mejora y una mayor elaboración
de nuestros contenidos, el por desgracia reducido y precario circuito
de distribución alternativa por el que se difunde el molo
no asegura a la publicación visibilidad fuera de los entornos militantes,
y las constantes dificultades económicas a las que nos enfrentamos
nos obligan a desviar esfuerzos de las tareas propiamente comunicativas
para realizar actividades que permitan financiarnos, a depender constantemente
de préstamos y a someter a los (auto)empleados a condiciones de
explotación laboral inaceptables en un proyecto que se dice social
y radicalmente transformador.
El
Gran Salto Adelante
No acabamos de constatar estas limitaciones. En unas jornadas internas
realizadas en febrero llegamos a la conclusión del agotamiento
del modelo Molotov e iniciamos el proceso para su superación. Así,
decidimos seguir adelante con el periódico y tratar de mejorarlo
el máximo posible al tiempo que poníamos en marcha, junto
con un grupo de personas interesadas, lo que informalmente hemos denominado
El Gran Salto Adelante: la constitución desde los movimientos
sociales de una nueva publicación de difusión masiva.
La intención de quienes formamos ese grupo era la de no hacer público
el proceso hasta no tener un proyecto lo suficientemente sólido
y elaborado que poder discutir con el conjunto del movimiento de
movimientos. Sin un plan de viabilidad económica serio, un
modelo de organización definido y una propuesta de contenidos lo
suficientemente elaborada, la discusión, pensábamos, tenía
poco sentido. Por supuesto que desde entonces la propuesta ha ido cobrando
forma, pero no se encuentra todavía lo bastante madura para presentarla
en detalle. Entre otras cosas, ni siquiera hemos decidido ni el nombre
ni la periodicidad de la nueva publicación. Así que, a lo
sumo, pueden enunciase sus líneas generales.
Movimiento
de movimientos
En cuanto a su orientación política no difiere
sustancialmente de la de Molotov. La publicación apuesta por eso
que hemos denominado movimiento de movimientos, esa pluralidad
de grupos, organizaciones e iniciativas que cuestionan el actual orden
social desde planteamientos transformadores, como la oposición
al sistema capitalista fundamento de las críticas contra
el trabajo asalariado, la globalización neoliberal, el actual modelo
energético y de desarrollo, etc.; la apuesta por formas de organización
que superen el marco de la democracia formal representativa y la política
de representación en la que una instancia política
institucional se arroga la función de hablar y decidir por la comunidad;
la crítica al sistema hetero-patriarcal; el antimilitarismo; el
antirracismo; el ecologismo, etc. Estos planteamientos, si bien resultan
extremadamente abstractos y, por que no decirlo, tópicos, delimitan
un espacio político, quizás ambiguo y poco cohesionado,
que sin embargo adquiere identidad propia con respecto a otros.
En lo que respecta a nuestro posicionamiento como comunicadores pensamos
que debe estar vinculado a promover una comunicación lo más
horizontal posible con los movimientos sociales. Eso no significa que
no haya filtros, que en la mediación de
los discursos desaparezca la propia subjetividad (cosa imposible), sino
que debemos tratar de tejer un vínculo lo más estrecho posible
con las experiencias colectivas transformadoras para poder llegar a establecer
un diálogo permanente con ellas y sus espacios de intervención
y, de este modo, ser vistos como una parte de las mismas y una herramienta
a su servicio.
En cuanto a los contenidos de esa nueva publicación, por otra parte,
las temáticas de Molotov nos parecen, en líneas generales,
acertadas, pero creemos que una publicación que se proponga trascender
el ámbito de los ya convencidos debe estar dispuesta
a integrar nuevos contenidos que, desde una óptica ortodoxa,
son considerados poco políticos, como por ejemplo manifestaciones
artísticas y culturales, el humor, cuestiones relacionadas con
nuevas visiones de la salud, los viajes o la infancia, o incluso los deportes.
A su vez, creemos que habría que revisar el tratamiento de la mayor
parte de la temáticas que Molotov ya aborda ocuparse de una
manera más seria de las temáticas de género, por
ejemplo, o hacer más comprensible a los que no conocen esa realidad
nuestro punto de vista sobre las cárceles.
La
organización interna
Asumimos que una publicación más potente tendrá que
absorber por diversas razones mayor periodicidad, contenidos más
diversos, otra escala de distribución, etc. un volumen de
trabajo mucho mayor que el del Molotov. Es por eso, y porque hemos constatado
que los tiempos militantes son muy limitados y no dan más de sí,
por lo que creemos que la nueva publicación debe tener un mayor
número de empleados que Molotov.
Asimismo consideramos inevitable que haya cierto grado de especialización
dentro el proyecto. Dado que no todos pueden saber de todo en todo momento,
las responsabilidades y tareas de cada uno deben ser limitadas y estar
definidas en torno a una determinada función. Ello no significa
que renunciemos a cuestionar e intentar transformar los modos empresariales
de división del trabajo: en la nueva publicación unos roles
no tienen por qué estar por encima de otros, los roles no tienen
por qué responder a las categorías laborales al uso y, además,
pueden buscarse los mecanismos que permitan circular los conocimientos/habilidades
específicos de cada función para que nadie sea indispensable.
Por supuesto, cada persona que participe en el nuevo medio, independientemente
de su función, tendrá el mismo poder decisorio que el resto.
La asamblea seguirá siendo el órgano predominante de toma
de decisiones.
La
financiación
Una publicación más grande que Molotov debería
tener más empleados y más medios técnicos, lo que
significa que inevitablemente los gastos aumentarán en una proporción
geométrica. La economía comatosa en la que se ha movido
el molo nos enseña lo difícil que es sobrevivir
económicamente con una publicación comprometida.
Por eso creemos que una publicación más seria tendrá
que dotarse de la mayor parte de formas de financiación al uso
en otras publicaciones.
Nuestro ideal sería una publicación con un fuerte apoyo
en un accionariado comprometido (es un modo de hablar) compuesto por personas
individuales que actuarían a modo de mecenas y por colectivos sociales
interesados en el proyecto. Ese accionariado debería estar acompañado
por una extensa base de suscriptores, puesto que son las suscripciones
las que en definitiva dan estabilidad a un proyecto. Sin embargo, una
publicación que no se conforme con un consumo interno
no debe limitarse a una difusión por suscripciones: es necesario
que pueda encontrarse en la calle. Por tanto barajamos la posibilidad
de la distribución comercial y, sea como fuere, buscaremos los
mecanismos para que la difusión no quede confinada al reducido
e informal circuito de la distribución alternativa del Molotov.
Como sabemos por otras publicaciones la venta a través de canales
comerciales no suele ser muy lucrativa a no ser que establezcan precios
demasiado elevados. La publicidad se hace, por tanto, inevitable. Eso
sí, creemos que la publicidad debe ser sobre todo de pequeños
comercios y de iniciativas comprometidas, y que el espacio comercial no
debería superar nunca el umbral del 20-30% del espacio total de
la publicación.
La
viabilidad
Indudablemente, si no existe ya un proyecto similar no es porque a nadie
se le haya ocurrido, sino por las dificultades que supone materializarlo.
Somos conscientes de esas dificultades, pero también de la necesidad
y de las posibilidades de un proyecto de ese tipo. Estamos convencidos
de que hay importantes sectores sociales que podrían ser sensibles
a la crítica, porque comparten las mismas problemáticas
que denunciamos desde los movimientos sociales, y que si no se suman a
ella es porque no encuentran argumentos o motivos en los discursos de
los grandes medios de comunicación de masas.
La mayor dificultad es, a nuestro juicio, la financiación. De entrada,
descartamos la posibilidad de una publicación diaria por los ingentes
gastos que conllevaría. El problema es, pues, el de reunir una
suma para sacar adelante un semanal o un quincenal; tarea complicada tratándose
de una publicación sin ánimo de lucro que sólo tendrá
éxito si la propuesta consigue ilusionar o movilizar a buena parte
de los movimientos sociales. ¿Tiene sentido una apuesta como ésta?
Sí los únicos que pensamos que sí somos el grupo
promotor, es claro que no saldrá adelante.
La
dura coyuntura
A pesar de que después de casi tres años hemos conseguido
afianzar un medio con unos contenidos de una calidad más que discreta
y nos hemos convertido en un archipiélago real donde se reconocen
muchas de las islas de disidencia, la situación actual del colectivo
editor hace imposible sostener la publicación mensual del periódico
y su implicación en El Gran Salto Adelante. Hasta ahora nuestras
enormes deudas han obligado a las nueve personas que en este momento componemos
el colectivo a concentrar todos los esfuerzos en la búsqueda de
ingresos y en la edición de Molotov. Pero no podemos ni queremos
seguir así: entre un modelo agotado y agotador y una apuesta innovadora,
arriesgada pero necesaria, escogemos la segunda opción.
Eso no significa que a partir de diciembre desaparezcamos como colectivo.
Hemos contraído un compromiso con nuestros lectores y eso no podemos
obviarlo. A aquellos suscriptores que en diciembre no hayan terminado
de recibir los doce números correspondientes y lo soliciten, les
devolveremos su dinero. La compensación será
más difícil en el caso de las personas presas: Molotov ha
pretendido darles voz para que dieran a conocer en primera persona la
grave situación que se vive dentro de las cárceles, y también
para que pudieran ponerse en contacto entre sí. La pausa que nos
tomamos deja sin este medio a quienes padecen esa realidad; no obstante
y, aunque ya no llegaremos a prisión, nos comprometemos a seguir
dando difusión a las denuncias y testimonios que desde allí
nos lleguen a través de todos los medios que tengamos a nuestro
alcance.
En justa reciprocidad, de la misma manera que mantenemos nuestros compromisos,
no olvidaremos los compromisos que terceros han adquirido con nosotros.
Hablando claro, eso significa que las deudas de anunciantes y distribuidores
no desaparecen.
En cuanto a la deuda que ha hasta el momento ha acumulado Molotov, nos
ocuparemos de saldarla. En este sentido queremos agradecer encarecidamente
a los colectivos y personas que han respondido con aportaciones económicas
desinteresadas tras nuestra última petición de ayuda y dejar
claro que, aunque Molotov deje de editarse en diciembre, esas aportaciones
no han caído en el vacío, pues han servido y sirven para
hacer frente a nuestra deuda y para llegar hasta final de año.
Hoy, que anunciamos esta pausa, las ayudas son tan necesarias y bienvenidas
como antes y todas ellas irán destinadas a saldar la deuda. Ahora
bien, las actividades que, como colectivo, pongamos en marcha para recaudar
fondos (principalmente conciertos) servirán, una vez cubiertos
los compromisos de Molotov, para financiar El Gran Salto Adelante, un
proceso que ya demanda ciertos desembolsos.
Esto, por tanto, sólo es un hasta luego, una forma arriesgada y
fascinante de afrontar la crisis. Nos vemos en la calle.
Y ahora qué?
- Los
suscriptores que en diciembre no hayan terminado de recibir los doce
números correspondientes y lo soliciten, recibirán la
parte proporcional del dinero de su suscripción según
el número de molos que hayan dejado de recibir.
- Aunque
ya no lleguemos dentro de los muros de las prisiones, nos comprometemos
con las personas presas a difundir las denuncias y testimonios que nos
lleguen por todos los medios que tengamos a nuestro alcance.
- Cualquier
aportación o ayuda sigue siendo bienvenida, pues todavía
nos queda una importante deuda que saldar.
- Las
deudas de anunciantes y distribuidores no desaparecen.
Para cualquier duda, nos podéis llamar al 91 532 42 38 (de martes
a viernes de 10h a 14h y de 15h a 18h), o escribir a upa@sindominio.net
ó upa@nodo50.org
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