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nº
40 noviembre 03
Esperanza
contra el cáncer y amenaza para los beneficios de las multinacionales
farmacéuticas
Caza y captura del FR-91 o Bio-Bac
JULIO
TORRANCE
>> El 24 de octubre pasado, la captura del RF-91 o Bio-Bac a manos
de la Guardia Civil, en la llamada Operación Brujo, cumplió
un año. En aquellas fechas las televisiones hablaron de la detención
de una red organizada armada, dedicada a fabricar y comercializar en un
laboratorio clandestino una serie de productos ilegales (Bio-Bac e Inmunibiol)
que ponían en riesgo la salud pública, y cuyos miembros se
enriquecían aprovechándose de la desesperación e ingenuidad
de la gente, especialmente enfermos de sida y cáncer.
A día de hoy, con suficiente documentación que demuestra la
falsedad de todas las acusaciones, es dominante, entre los afectados y personas
que se han interesado por conocer las verdaderas razones de aquella operación,
la tesis de que la prohibición de la venta de este producto responde
a la poderosa influencia de una importante multinacional farmacéutica
sobre ciertas personas de la Agencia Española del Medicamento (organismo
adscrito al Ministerio de Sanidad) y algún medio de comunicación
para impedir como fuera que el Bio-Bac amenazase los enormes beneficios
que obtiene con los productos que vende para el tratamiento del cáncer.
Era propósito de quien escribe, antes de haber entrado al asunto
de la caza y captura del Bio-Bac, haber hecho un breve inventario de ejemplos
que mostrasen el alcance del poder de las multinacionales farmacéuticas
y los verdaderos fines para los que trabajan. Por no haber espacio para
ello remito al lector a un artículo de Edith Pérez, titulado
La Industria Farmacéutica: un negocio redondo, que salió
en el nº 26 de MOLOTOV. No obstante, lo que se dirá acerca del
Bio-Bac es un ejemplo más del poder y los verdaderos fines (económicos)
que persiguen estas multinacionales.
Caza
y captura
El FR-91 (nombre científico del Bio-Bac) fue descubierto por Fernando
Chacón en 1962 y comercializado como fórmula magistral desde
1967. En el año 1990 la nueva Ley del Medicamento decía
que toda fórmula magistral había de adquirir la categoría
de fármaco. Para ello había que hacer pasar al FR-91 por
una serie de pruebas, ensayos preclínicos y clínicos, que
demostrasen que su consumo no implicaba daño alguno para la salud
(su inocuidad) y su eficacia terapéutica. Y la familia Chacón
se embarcó en esa empresa.
Antes de seguir, un dato importante: Bio-Bac fue recetado por la Seguridad
Social desde 1976 hasta 1992. Ese año fue retirado de la Seguridad
Social por decreto y sin explicación científica que avalara
esa decisión, la cual fue recurrida ante el Tribunal Supremo sin
que todavía, diez años después, haya habido sentencia.
Embarcada la familia Chacón en la empresa de lograr que se autorizase
el Bio-Bac como medicamento, superan con éxito las pruebas preclínicas
y reciben, en 1992, la autorización de los hospitales Ramón
y Cajal y Severo Ochoa para llevar a cabo la primera de las tres fases
de que constan los ensayos clínicos, que se realizan con seres
humanos. A pesar de ello, nunca se pudo empezar la Fase I porque el entonces
Subdirector General de Evaluación de Medicamentos, Fernando García
Alonso, prohibió que se continuasen las investigaciones.
¿Por qué se prohibieron los ensayos en Fase I? Toda la documentación
presentada era correcta y dos de los mejores hospitales del estado español
estaban de acuerdo en comenzarla. Los ensayos en Fase I evalúan
posibles efectos secundarios del producto en voluntarios sanos. ¿Cómo
es posible que esto se prohibiera si el Bio-Bac llevaba decenas de años
siendo prescrito a humanos sin que nunca hubiese aparecido efecto secundario
alguno?
Se tiene constancia de que Francisco Salmerón, Jefe de la División
de productos biológicos, desde el Ministerio de Sanidad, el 6 de
marzo de 1992, dirigió un fax a Cristina Avedaño, asesora
de la Dirección General de Farmacia, para que actuase en contra
de la realización de las pruebas científicas al Bio-Bac.
Un dato quizá relevante en el caso Bio-Bac: la entonces Directora
General de Farmacia, Regina Revilla, es hoy directora de Relaciones Externas
de la farmacéutica Merck Sharp & Dohme de España, S.A
Seguimos: una vez que Rafael Chacón, hijo del descubridor, vio
a las claras que la intención de la Agencia Española del
Medicamento era impedir que se realizasen los ensayos clínicos
al FR-91, marchó a Alemania y Bélgica, donde, en tan sólo
dos semanas, obtuvo el permiso para comenzar los ensayos en Fase I. ¡Sorprendente!,
¿no?. A día de hoy, el Bio-Bac tiene dos Fases III terminadas
y certificadas en artrosis y sida. Y demostrada su eficacia en cáncer
y hepatitis c en Fase II, habiéndose retrasado el inicio de la
Fase III por problemas económicos. Huelga decir que todos los ensayos
clínicos se han realizado en el extranjero.
Un producto eficaz contra el cáncer y el sida es lógico
que hiciera temblar el negocio de las multinacionales farmacéuticas,
que obtienen grandes beneficios con la venta de sus productos para el
tratamiento convencional del cáncer (quimioterapia). Es por esto
que hubo dos intentos de compra de la patente por parte de dos multinacionales.
Uno en la década de los 70, por quince mil millones de las antiguas
pesetas, y otro, a mediados de 2001, unos meses antes de que empezase
la caza del Bio-Bac.
Nunca se llegó a un acuerdo porque las multinacionales no aceptaron
dos condiciones de la familia Chacón: una, que el precio fuera
asequible para la gente (la primera vez se fijó en 900 pesetas)
y, dos, que en el plazo de dos años el Bio-Bac estuviera comercializándose
en las farmacias de todo el mundo. Fernando Chacón sabía
que si vendía la patente sin condiciones podían meter su
descubrimiento en una caja fuerte y no darlo a conocer ¿Por qué?
Fácil: era más rentable mantener los tratamientos convencionales.
¿Qué multinacionales fueron las que intentaron comprar la
patente? Hasta ahora no se ha desvelado, pero seguro que están
en el grupo de las 10 grandes farmaceúticas que acaparan casi el
60% del mercado mundial de medicamentos: Pfizer+Pharmacia, GlaxoSmithKline,
Merck&Co, Bristol-Myers-Squibb, Astrazeneca, Aventis, Johnson&johnson,
Novartis, Wyeth o Eli Lilly.
Meses después del segundo intento (fallido) de compra de la patente,
el 4 de marzo de 2002, el subdirector general de seguridad de la Agencia
Española del Medicamento (AEM), Ramón Palop, denuncia el
Bio-Bac ante la Guardia Civil alegando que el producto se vendía
sin la pertinente autorización administrativa. La Guardia Civil
le respondió que no tenía competencia para actuar, porque
lo de que faltara un sello que autorizase la venta de un producto era
un simple delito administrativo.
El 30 de mayo Palop vuelve a la carga. Dirige un nuevo escrito a la Guardia
Civil diciendo que el Bio-Bac puede producir un grave riesgo para la salud
(esto ya entra en el ámbito de lo penal y la guardia civil sí
puede intervenir). Un producto recetado por la Seguridad Social durante
decenas de años, sin que nunca hubiera habido en paciente alguno
reacción adversa, entrañaba, ahora, ¡un grave riesgo
para la salud!
La Guardia Civil pone el caso en manos del Juzgado de Instrucción
nº° 2 de El Escorial, y su titular, Patricia Búa, da luz
verde a la Operación Brujo.
Hoy no hay lugar a dudas: el Bio-Bac nunca contuvo sustancia peligrosa
alguna para la salud y los médicos que lo prescribían nunca
recomendaron a su pacientes abandonar otros tratamientos (otra de las
acusaciones de Palop).
La
losa del olvido
El tiempo pasa y todo sigue igual porque el gobierno ha cerrado filas
en torno a la amiga de Rajoy, Ana Pastor (ministra de sanidad), la mejor
situada para suceder a Fraga como candidata en Galicia. Parece que la
consigna es evitar que se empañe la reputación política
de esta mujer que fue subsecretaria de Interior cuando Mariano Rajoy era
Ministro de Interior.
No obstante, Ana Pastor, Fernando García Alonso y Ramón
Palop han sido denunciados ante la Fiscalía General del Estado.
Denuncia que no ha sido atendida por estar el caso Bio-Bac sub-iudice
pero que, en cuanto Patricia Búa se pronuncie, seguirá su
curso. Quizá por eso, más de un año después
de la Operación Brujo, la jueza de El Escorial no se ha pronunciado.
Que pase el tiempo, que el asunto se enfríe y que todo se olvide
¿Se trata de eso? Por cierto, ¿cuánta gente se ha
enterado de lo acaecido en torno al Bio-Bac durante este año?
Salvo en los primeros momentos (octubre de 2002), en que se anunció
a bombo y platillo la desarticulación de una organización
de estafadores que se aprovechaba de gente desesperada, casi nada de cobertura
(salvo honrosas excepciones). Es de destacar la cobertura dada por El
Mundo a favor de la presunta actuación ilegal de la Agencia del
Medicamento. Al respecto de la información sobre el Bio-Bac, José
Antonio Campoy, decía en un editorial: la inmensa mayoría
de los medios de comunicación silencian lo que está pasando,
presionados por la gigantesca maquinaria de la industria farmacéutica.
La amenaza de retirarles la publicidad que controlan vuelve a muchos empresarios
de la comunicación cobardes y cómplices (...) Nadie quiere
quedarse sin el dinero de las campañas publicitarias (DiscoveryDsalud,
nº°52, julio-agosto de 2003).
Las personas que llevan luchando por la liberación del producto
incautado no dejarán de hacerlo; les va la vida en ello. Pero la
sociedad toda debería estar involucrada para exigir que la jueza
que lleva el caso actúe de inmediato, que a los responsables de
la Agencia del Medicamento y del Ministerio de Sanidad en esta caza y
captura de un producto que amenaza los pingües beneficios de las
multinacionales farmacéuticas les caiga todo el peso de la ley,
que se realicen los ensayos clínicos que nunca permitieron ciertas
personas de la AEM para autorizar como fármaco al Bio-Bac, que
la gente pueda tener acceso al producto, cargando su coste a la Seguridad
Social, y que se siga investigando a partir de él con el fin de
evitar las decenas de miles de muertes que todos los años se producen
en el estado español por cáncer. El éxito depende
de la movilización social que seamos capaces de articular entre
todos.
>>La batalla de los afectados
Datos de interés
> Dirección de la Asociación de Consumidores Bio-Bac:
Apartado de Correos nº 159. 28900 Getafe (Madrid) y C/ Alenza, 13,
Madrid.
E-mail: asociacion@consumidoresbiobac.org
> Sitios web imprescindibles: http://www.consumidoresbiobac.org; www.dsalud.com;
www.biobac.com;
> Texto de referencia: Benjamín Forcano, Las Cartas boca
arriba, Edit. Nueva Utopía, Madrid, 2003. Para obtener el libro
y/o distribuirlo: Editorial Nueva Utopía. C/ Fernández de
los Ríos, 2, 3° izq. Madrid.
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