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nº
40 octubre 03
Ecos de Suciedad
Vivienda y especulación en los medios de las medias verdades
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A raíz del informe publicado el 2 de octubre por el Banco de España,
la vivienda se ha convertido en uno de los temas principales de la campaña
electoral y como no podía ser de otra manera, los medios de comunicación
lo han tratado con más o menos descaro, según los intereses
políticos que más les convienen.
La vivienda
en los periódicos
Hay dos posiciones claras: la afín al gobierno, que niega la existencia
de una burbuja inmobiliaria y la posibilidad de un parón en el
mercado inmobiliario, y la de la oposición, que alerta sobre los
peligros que la gestión Pepera puede acarrearnos.
El día 9-X, en la pág. 83, se podía leer en el ABC
el siguiente titular: Economía propone más ayudas
públicas para el pago de la entrada de la vivienda. De estas
ayudas sólo se habla en los dos primeros párrafos y lo único
que dice es que tiene más sentido centrar las ayudas públicas
a la vivienda en el pago de la entrada que en la subvención de
los intereses, dado el nivel actual de los tipos de interés.
En los otros nueve párrafos se habla de la excelente gestión
del gobierno en distintos aspectos, pero siempre desde un punto de vista
económico. Entre otras cosas, destaca como algo positivo que
pese a la rebaja de los impuestos, los ingresos por IRPF se han multiplicado
por 1.5; lo que no se entiende muy bien es cómo, si los impuestos
directos bajan, el IRPF sube, pero esta contradicción se explicará
más adelante.
El 6-X, tan sólo tres días antes, apareció en la
primera página de Economía de La Razón un artículo
de Bernaldo de Quirós en el que niega que el precio de la vivienda
vaya a caer porque esto exigiría un intenso aumento de las
tasas de interés que no es previsible en un horizonte cercano;
un sustancial incremento del paro lo que resulta improbable o una fuerte
deceleración de la actividad económica que no se vislumbra
por ningún lado. El día 8-X, en la página 14
de Nacional del mismo periódico, nos encontramos con un artículo
cuyo titular, El PSOE arenga a sus cargos para que exploten el problema
de la vivienda durante la campaña, destaca claramente el
uso partidista de la vivienda por parte del PSOE; además dice que
el argumento de Caldera es que el PP y Rajoy no se preocupan por
los problemas de los españoles y prefieren apoyar a los especuladores,
una frase completamente vacía, que sin profundizar en el tema,
elude el problema. Aunque deja claro que La Razón tiene intereses
políticos claros (en este caso descalifican al PSOE).
La otra cara de la moneda nos la da El País, que no tiene ningún
reparo en hablar de burbuja inmobiliaria y no da una visión muy
optimista de la situación, al menos mientras la gestión
siga en las mismas manos. El día 3-X, al día siguiente de
que el Banco de España hiciese público su informe sobre
la vivienda, aparecía en la portada de El País El
Banco de España alerta de un ajuste brusco en la vivienda,
y en la entradilla, Los precios se encuentran sobrevalorados entre
un 8 y un 20%, según los cálculos de la institución,
lo que denota la existencia de una burbuja inmobiliaria, no reconocida
como tal. Se da por hecho la existencia de la temida burbuja; pero
además, hay dos diferencias importantes en el tratamiento de la
información en comparación con el ABC y La Razón.
La primera es el carácter catastrofista del lenguaje, frente al
optimismo de los medios afines al gobierno, con frases como: El
Banco de España alertó ayer, una vez más, sobre el
riesgo de que los precios de la vivienda se ajusten a la baja de forma
rápida y traumática. La otra es la diferencia del
tipo de datos que dan unos y otros al hablar del mercado inmobiliario.
Mientras los primeros nos mostraban la bonanza actual de la economía
española, El País oculta completamente estos datos y arroja
luz sobre otros que parecen más preocupantes, como que Entre
los años 1997 y 2002 el precio de la vivienda se haya encarecido
un 78%.
En la línea catastrofista, el día 8-X apareció en
la página 59 de Economía de El País el siguiente
titular: Caruana sitúa vivienda e inflación como principales
amenazas para el crecimiento. El artículo, al igual que la
mayoría de los que aparecen en la sección de Economía,
tiene claros síntomas de verborrea sin sentido, que convierte un
tema tan cercano para el/la ciudadan@ en algo ajeno a él/ella,
con frases como los precios de la vivienda deben encauzarse hacia
aumentos compatibles con la evolución de sus fundamentos
en el primer párrafo. En la parte derecha de la página aparece
otro artículo con el siguiente titular: Sebastián
afirma que el crecimiento está basado en el ladrillo
. En él se habla de las duras críticas que lanzó
Miguel Sebastián, asesor del PSOE en materia económica,
contra la gestión económica del PP, en un debate retransmitido
por La 2. Aseguró que un crecimiento que se apoya en la construcción
no puede mantenerse porque no está basado en la productividad.
La falsa
pluralidad de los medios
Pero el caso es que de nuevo eluden el punto de vista social del problema
y se le convierte en algo meramente económico. La única
diferencia entre unos medios y otros está en si la gestión
del gobierno es buena o mala, pero el ángulo desde el que se tratan
las cosas es el mismo.
Respecto a la raíz del problema de la subida de precios nos encontramos
con la misma situación. Al final del artículo de B. De Quirós
analizado antes, se afirma que la raíz del problema radica
en la escasez artificial de suelo escaso creada por las autonomías
y los ayuntamientos. En el artículo de El País del
8-X Caruana cree más oportuno actuar sobre la oferta, es
decir, sobre el mercado del suelo que sobre la demanda, y el mismo
día, en el mismo periódico, en la página 3 de Madrid,
IU impulsará una reforma de la Ley de Expropiaciones del
Suelo, y en el tercer párrafo mecanismos que permitan
a la Comunidad y a los Ayuntamientos obtener rápidamente una dotación
suficiente de suelo público a precios razonables. Así
que la clave parece estar en el suelo, y el debate en si el problema es
culpa del gobierno o no; sin embargo, en la portada de El País
del 3-X aparecía un dato del que luego no se da ninguna explicación:
la subida de los terrenos ha sido del 10,6% el año pasado,
mientras que los pisos se han revalorizado casi un 17% en ese mismo año.
Esto significa que no es simplemente la gestión del suelo lo que
determina el precio de la vivienda, sino que es algo probablemente inherente
al sistema y de lo que nadie quiere hablar.
El meollo
de la cuestión
Alrededor de 1997 comenzó la bajada de impuestos de la que nos
hablaban El País y ABC. Esto supuso una importante reducción
de los fondos que recibían las autonomías y los ayuntamientos,
y se vieron obligados a vender suelo (de esto les acusaba Quirós
en su artículo). Más o menos al mismo tiempo la Bolsa cayó,
y los capitales se vieron obligados a refugiarse en inversiones seguras,
y la más segura es el suelo, porque siempre va a producir algo,
ya sean patatas o casas. Por otra parte, con el cambio de pesetas a euros
surgió la necesidad de blanquear grandes cantidades de dinero que
se invirtieron en suelo.
Los Ayuntamientos tienen dos formas de vender el suelo, como suelo rural,
o urbanizable. Si se compra como rural y luego se declara urbanizable,
su precio aumenta y esta diferencia se cubre mediante unas plusvalías
que el comprador pagará al Ayuntamiento cuando venda los pisos
que construya, porque estas plusvalías van en función del
precio final al que venda la casa.
Si el comprador no construye o construye y no vende, esperando a que,
por ejemplo, construyan Metro, el precio subirá porque la zona
estará mejor comunicada -esto ha ocurrido en algunos barrios de
las grandes ciudades (los Metros se proyectan entre dos y cuatro años
antes de que se ponga la primera piedra, y muchas veces la misma empresa
que construye el Metro, también construye casas, como por ejemplo
Ferrovial)-. Esta subida interesa a los ayuntamientos porque significa
que ingresarán más dinero por las plusvalías, y al
empresario también, porque éstas son sólo un porcentaje
sobre el precio final que no cubre ni siquiera mínimamente la subida
real. Por otra parte, este aumento en la edificación ha provocado
una carencia de material de construcción, con la consecuente subida
de precios que afecta al precio final de la vivienda.
Ese positivo aumento en la demanda del que nos hablan los periódicos,
no es de la demanda de particulares, sino de especulador@s que utilizan
los pisos como si fuesen acciones de bolsa, así se explica que
cuantas más viviendas hay sin habitar, y más viviendas se
construyen, más aumente su precio (un 78% entre 1997-2002, según
leíamos antes en El País). Según datos del Censo
de población y viviendas el número total de viviendas ha
crecido un 21% (sólo en Madrid un 25%) y supera los 20.82 millones,
y el número de viviendas vacías ha crecido un 17% hasta
llegar a los 2.9 millones.
¿Y cómo se explica que, habiendo subido los impuestos indirectos
(los del tabaco por ejemplo) y bajado los directos (los que se pagan a
los ayuntamientos por las licencias de obra entre otros), se haya multiplicado
el IRPF por 1.5? A parte de una subida de impuestos, el IRPF puede subir
si aumenta el número de afiliaciones a la Seguridad Social, y esto
se ha conseguido gracias a las ETTs que tanto han proliferado en los últimos
años: cada nuevo contrato, una nueva afiliación (además
en la construcción la mayoría de los empleos son temporales).
Respecto a esto merece la pena llamar la atención sobre un artículo
que apareció en la portada del suplemento Vivir de La Vanguardia
el 23-X. El titular decía El ladrillo va bien y destaca
en letra grande El ministro (Cascos) señala que el 20% del
empleo creado desde que gobierna Aznar se debe a la construcción,
y el pasado año representaba el 14% del PIB. Por tanto,
si el IRPF ha subido, no ha sido gracias a las mayores rentas, pues para
éstas ha bajado.
Respecto a la solución, lo que está claro es que las reformas
en la gestión del suelo, ya sean de corte progresista o neoliberal,
en el mejor de los casos pueden suponer una rebaja en el precio final
de la vivienda, pero no va a reducir la demanda de pisos por parte de
los especuladores, sino que la va a asegurar durante algunos años
más. La mierda sigue siendo mierda aunque la pinten de azul, rojo
o verde.
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