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nº
40 noviembre 03
El cliente
de la prostitución femenina
CLARA GUILLÓ*
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Una de las reivindicaciones básicas para pensar en la prostitución
eliminando una serie de prejuicios es evitar centralizar la cuestión
de la prostitución en la prostituta, e intentar a acceder a la otra
parte: los hombres. Los hombres clientes son quienes generan la demanda.
Y los hombres en general, y nuestro sistema de relaciones de género
(patriarcado) son los que han establecido una división ideal de las
mujeres entre las putas y las no putas, las madres y esposas, y las que
no lo son. Las buenas y las malas.
Las
grandes encuestas de sexualidad de Kinsey en el 1948 nos decían que
uno de cada dos hombres pagaba por sexo (es decir el 50% de ellos), las
de Simon en 1992 establecían del 15% al 20% de los hombres (aunque
no más del 10% de ellos se considerara cliente habitual). Al principio
de los años 90, el sueco Mansson, en su estudio comparativo de hombres
europeos estableció una cifra muy parecida, aunque muy superior para
el Estado español, el 38,6%. Nuestra encuesta en Andalucía
(realizada a 1300 personas en toda la comunidad de Andalucía, -50%
hombres, 50% mujeres, con cuotas de edad- de mayo a agosto del 2003) ha
dado un porcentaje de hombres clientes del 169%. Además preguntamos
a la población no cliente si en un futuro creían poder demandar
estos servicios sexuales El 192% dijo que sí. Sumando aquellos
que han ido con los que podrían ir, más del 45% de la población
masculina son potenciales clientes...
Del total de los hombres encuestados, el 169% han acudido a la prostitución,
pero sólo el 468% de ellos se declaran habituales y asiduos.
Por edades, los que más van son los hombres adultos de mediana edad.
El
perfil del cliente
En cuanto al perfil del cliente, esto es difícil de definir. Much@s
autor@s prefieren decir que es más fácil hablar de los que
no lo son: hombres con una moral o un cuestionamiento ético, y
que en su mayoría no encuentra excitante a la prostituta como figura
de conquista sexual.
En general, los hombres que contratan a una prostituta no se diferencian
ni por nivel de estudios ni por clase social, habiendo una ligera diferenciación
por edades. Independientemente, parece que los de clase media y media-baja,
con estudios entre primarios y diplomaturas son los que más acuden
-o más reconocen que van-, ya que suman el 6636%. Mientras
que los de clase alta con escasos estudios son, bien los que menos acuden
o los que menos lo reconocen. Sí parece claro que los que globalmente
menos van a la prostitución (o menos lo reconocen, insistimos)
son los hombres licenciados de clase media (media-media y media-baja principalmente).
Otro aspecto fundamental es el medio por el cual contrató los servicios.
La tipología principal es el club, con el 55,1%. Si sumamos pisos,
anuncios, internet, y agencias nos da un total del 11,1%. Siendo la calle,
de todas las formas de prostitución, la que más alarma social
presenta, la que comparativamente menos se utiliza (28%) frente
a las tipologías cerradas y ocultas.
Si bien no se pueden establecer perfiles entre clase social y estudios
en relación a los medios por los que se acude a la prostitución,
si se pueden sacar algunas conclusiones por grupos de edad. Los jóvenes
lo han hecho mayoritariamente a través de los clubs, sin apenas
emplear otras tipologías, excepto las discotecas, es decir los
clubs en una de sus tipologías más modernas. Los de 30 a
49 años emplean medios más diversos, especialmente club,
bar de alterne y anuncios en prensa; mientras que los hombres más
mayores lo hacen preferentemente en las tipologías clásicas:
el club y el bar de alterne.
Una de las conclusiones que podemos sacar de esto es que los gustos de
los clientes han evolucionado. Es decir, ha habido una modernización
en la industria del sexo. Hay más formas comerciales de sexo que
exclusivamente la prostitución, y ésta se ha visto en la
última década forzada a competir con ellas (paginas web,
webcams, internet, espectáculos eróticos, líneas
telefónicas...). Lo que ha sucedido es que las formas cerradas
de prostitución se han modernizado y sofisticado, tanto en imagen
como en infraestructuras. La prostitución de calle se ha quedado
atrás en este sentido, no pudiendo competir con la imagen seductora
y atractiva que tienen clubs y Hoteles de plaza. De hecho sólo
el 28% de los clientes acude a la calle para contratar a una prostituta.
Cuando preguntamos a los futuros clientes a qué lugar acudirían
para contratar estos servicios sólo el 24% lo haría
en la calle. Así, de todas las formas de prostitución la
calle es la que presenta una imagen más marginal a los ojos de
los clientes, y la que comparativamente en volumen (en Andalucía)
es secundaria, siendo la principal la que se ejerce en los clubs (de plaza,
de carretera, y de alterne).
Cuando preguntamos por los motivos por los que se acudió a una
prostituta, los clientes nos señalaron cuatro motivos principales:
pasar un buen rato de sexo-, buscar pareja sexual,
probar cosas nuevas, y en último lugar divertirse
con los amigos. El resto de las posibilidades no tiene un porcentaje
de respuesta muy alto.
Esto es clave, porque subraya la idea de que el hombre que va a la prostitución
lo hace por sexo, pura y simplemente. Si sumamos los que dicen que van
por desesperación (2%) y los que necesitan compañía
(27%) nos da un total del 47% de los motivos, por debajo de
cosas como olvidarme de las preocupaciones y de la curiosidad.
Estos resultados refuerzan las tesis de otr@s investigador@s que han tratado
el tema del cliente de manera reciente, que enfatizan la idea de que debemos
desterrar una vez por todas la imagen de que los hombres van a la prostitución
porque se sienten solos, o incomprendidos en su contexto afectivo.
Relación
con la desigualdad de género
El segundo grupo de motivos por el que los hombres más dicen ir
a la prostitución (el primero es pasar un buen rato) es el de probar
cosas nuevas. Esto está en relación directa con unas
relaciones de pareja poco evolucionadas, y poco igualitarias. Hoy en día
los hombres siguen haciendo la distinción de las cosas que
pueden hacer con sus compañeras o esposas y las que se
pueden hacer con una puta. Las categorías mujer buena/ mujer
mala, esposa/puta se refuerzan totalmente. En una sociedad con unas relaciones
de género igualitarias éstas deberían ir acompañadas
de una imagen de una mujer con una sexualidad libre, y no centrada en
la reproducción como sigue siendo el caso hoy en día. Los
hombres no quieren experimentar con sus mujeres una sexualidad
en plano de igualdad donde hay que hablar de deseo y negociar, y buscan
una segunda mujer (la prostituta) con la que no tengan que establecer
una relación afectiva, ni negociar gustos sexuales, momentos, encuentros...
Con la prostituta se negocia el precio, y se busca una que diga sí
a la práctica sexual que el hombre demanda. Pero no se tiene que
negociar la afectividad, la cercanía, la comunicación, el
compromiso... que se hace con una posible compañera (un rollo de
una noche) o con la compañera actual. Es decir, contratar una prostituta
implica des-responsabilizarse de la relación sexual en sí.
Sobre todo se evita el diálogo sobre la sexualidad en la pareja.
En este sentido, la mayoría de los estudios agrupan al cliente
en dos categorías: los habituales y los esporádicos. Los
primeros tienden a establecer una relación de continuidad con la
misma prostituta. Éstos son minoritarios, ya que la gran mayoría
de los clientes cambian de lugar y de prostituta, y sólo acuden
muy de vez en cuando. Además podemos dividir al cliente de acuerdo
con sus motivos en tres grupos por orden de importancia: los que acuden
por comodidad, los que tienen problemas en su pareja, y los que lo hacen
por falta de acceso o de contacto con las mujeres. Estos tres no se diferencian
significativamente en sus prácticas. Independientemente, en el
imaginario (la fantasía) del hombre, la prostituta tiene un poder
sexual que el resto de las mujeres no tenemos: sabiduría y poder.
Así, las relaciones sexuales son diferentes en el sentido de que
el hombre tiene la iniciativa de buscar, pero en su fantasía él
tiene la idea de que es la mujer prostituta la que busca, la que incita,
la que se ofrece, en contraposición a las relaciones de género
tradicionales, donde el hombre es el que se acerca a la mujer, y la sociedad
impone el rol de acción a lo masculino y de pasivo a lo femenino.
Estudiando al cliente masculino, vemos que la prostitución femenina
se busca, en nuestro contexto cultural e histórico no tanto por
el sexo (el coito) como por el poder sexual. Poder sexual entendido en
dos sentidos. El primero tiene que ver con el que se da a la prostituta
(mujer activa y sabia) que el hombre cliente elimina, subordina, subvalora
y niega a las otras mujeres. El segundo está en relación
con el poder del hombre: el privilegio de su sexo de transgredir unas
normas sociales y morales de negociación con la pareja: mujer buena,
esposa... recurriendo a un sexo comercial que nunca ha existido igual
ni en modo ni en forma- para las mujeres. Se exalta el poder del
hombre a través del uso que hace de su sexualidad, su doble moral,
y su poder económico.
Así, desde la perspectiva masculina, la prostitución es
un mecanismo extremadamente conservador, porque refuerza las relaciones
de género tradicionales, la distinción entre mujeres buenas
y malas, y subvalora la sexualidad de las mujeres en su conjunto. De las
cuatro posturas sociales sobre la prostitución (prohibicionismo,
reglamentarismo Estatal y del Capital, abolicionismo, y reglamentarismo
autónomo), sólo el abolicionismo aboga por la penalización
del cliente (nunca de la prostituta). Sin embargo la penalización
del cliente (modelo sueco) no parece ser una estrategia adecuada para
resolver la cuestión de la prostitución. Prohibir sólo
sirve para ocultar y estigmatizar. Marginalización que recaería
sobre la parte más débil (en cuanto a poder de negociación,
capital social y organización), es decir, la prostituta. Es más,
lo prohibido es el doble de atractivo. En todo caso, será la equidad
en las relaciones de género y la posibilidad de vivir una sexualidad
libre, activa y visible para las mujeres, la que va a deconstruir los
prejuicios sobre la sexualidad femenina y masculina. ...
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Socióloga, acaba de dirigir una investigación sobre el fenómeno
de la prostitución en Andalucía. Pertenece a la Comisión
de Mujer de la asociación Derechos para Tod@s..
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