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nº
40 noviembre 03
Entrevista
a Antonio Morales, Miembro de CNT Sevilla,
sobre la huelga de recogida de basuras en Tomares
La
huelga es una de las pocas armas que les quedan
a los trabajadores
DEMETRIO PATOCHO
>> El 28 de julio 03, tras casi cuatro meses de huelga, los trabajadores
de la empresa de recogida de basuras de Tomares (Sevilla), el sindicato
CNT y la empresa Ferrovial firmaban un acuerdo con el que finalizaba una
huelga de enorme dureza (con huelga de hambre incluida). El acuerdo marcaba
una rotunda victoria de los trabajadores sobre la empresa y el ayuntamiento
de Tomares. Si a eso se le añade que en 2002, esos mismos trabajadores,
empresa y municipalidad ya habían firmado un acuerdo, que supuso
también una victoria de la plantilla sobre la empresa tras 22 días
de huelga, tenemos un ejemplo de resistencia obrera de lo más ejemplarizante.
No es nada corriente que una plantilla le enmiende la plana, frenando
de raíz los intentos de precarización y empeoramiento de
las condiciones de trabajo, a una de las empresas más poderosas
del país, y a un ayuntamiento recién salido de las urnas.
Para informarnos sobre este proceso, entrevistamos a Antonio Morales,
secretario de acción sindical de la CNT de Sevilla.
MOLOTOV: ¿Cómo habéis logrado que toda la plantilla
asuma unos planteamientos de acción sindical totalmente opuestos
a los mayoritarios, sobre todo cuando lo radical es presentado
como el coco?
Antonio: La afiliación de estos hombres al sindicato fue prácticamente
casual. Pero sí es verdad que vieron que en el sindicato había
seriedad, pero sobre todo, había una gran preocupación y
que se estaban haciendo las cosas bien por ellos. Eso fue generando una
corriente de lealtad y respeto mutuo, y llegado el momento, pues iniciaron
una huelga de 22 días (hace un año), con contratos precarios.
Y tras ella se convirtieron en fijos y ganaron una serie de cosas. Para
empezar, son ellos los que han decidido y organizado las cosas, aunque
sí es verdad que inducidos y asesorados por nosotros, pero cuando
ellos se han visto protagonistas del conflicto y de las decisiones a tomar,
se han sentido bien. Algunos de ellos ya habían pasado por otros
sindicatos, y valoraron positivamente la diferencia entre una forma de
actuar y otra. No fue tan difícil, es algo tan natural como eso:
tomaron la decisión, la forma de lucha ha sido la que siempre tenía
que haber sido, no ha sido nada extraño, dogmático o preparado
ideológicamente.
M.:
¿Ha habido alguna reacción de otros sindicatos combativos
ante este conflicto? ¿Se puede seguir hablando de solidaridad de
clase, de una clase obrera?
A.: No solamente no se puede hablar de ello, sino que, por parte de
los demás sindicatos, han combatido la lucha de Tomares, sobre
todo CCOO y UGT. De los demás, quizás yo también
esperaba algo, pero tampoco nada. En Andalucía, está el
Sindicato de Obreros del Campo, bastante reivindicativo, y no se han sumado
a acciones nuestras, ni siquiera hemos recibido comunicación alguna
de apoyo, o ingreso alguno en la caja de resistencia. CGT tampoco, a excepción
hecha de la sección sindical de Construcciones Aeronáuticas
S.A. (CASA), que parece estar enfrentada a la dirección sindical
de Sevilla, que montaron dos colectas en la fábrica y cuando estábamos
en huelga de hambre encerrados, varios trabajadores de dicha sección
sindical se pasaron a apoyar. Por lo demás, nada.
No se puede hablar de solidaridad de clase, no hay que confundir. Esto
es un espejismo, ha sido un pequeño oasis en un desierto de saturación
social y sindical, en Andalucía por lo menos, y en concreto en
Sevilla. Hemos intentado que ese concepto se pudiera formar, con el conflicto
de Vilma (Cerámica de la Cartuja), con el de Altais (antigua Tabacalera),
con los de varias empresas, por ejemplo de una empresa de tejidos de Morón
de la Frontera, que son los conflictos que había en ese momento
aquí, conflictos también de larga duración... Y no.
Quizás los sindicatos que representaban a esos trabajadores querían
aislar sus problemas domésticos. Nosotros les invitábamos
a sumarse a nuestra manifestación, y enseguida nos dieron largas.
Y el hecho evidente es que ahora mismo Altais sigue en huelga, Vilman
sigue en huelga, y la otra empresa se la han cargado prácticamente.
M.: ¿Consideráis vuestro modelo de intervención
sindical válido o exportable en sectores donde domina la precariedad,
como el telemarqueting, las subcontratas, o los trabajadores inmigrantes?
A.: Eso es más que evidente. El modelo que representa la CNT,
si me apuras, me atrevería a decir que es el único valido,
para todo tipo de actividad. No sólo para las grandes empresas
o a las empresas con trabajadores más o menos definidos. Esto vale
para todo el mundo. La CNT no solamente es un sindicato que representa
a cierto colectivo, al colectivo de trabajadores, sino que representa
un modelo de sociedad. Desde ese punto de vista, cualquier problema social
que se plantee, como por ejemplo la okupación y el problema de
la especulación inmobiliaria, pues este modelo logra una respuesta
y vale para él. Y desde el punto de vista reivindicativo y social,
hoy más que nunca, ante el abandono de otras organizaciones.
M.:
Bien, pero reconocerás que, por ejemplo, en algunos sectores donde,
en cuanto se convoca paro, despiden a toda la plantilla, es un poco difícil
hacer huelga.
A.: No. Veras, nosotros estabamos prácticamente todos despedidos
durante la huelga. Y seguíamos en huelga. Tomemos el ejemplo de
Altais, empresa multinacional que dice yo cumplo con las leyes vigentes,
deposito el dinero que corresponde a la indemnización de toda la
plantilla, esto es el libre mercado, cierro la empresa y me voy, que los
trabajadores no son míos. Y si dentro de un año, quieren,
vuelven a abrir contratando a quien les de la gana, y nadie les puede
decir nada. Pero las cosas no son así, desde nuestro punto de vista,
esa gente tendría que quedarse aquí, por una cuestión
de movilización pura y dura, que no hay otra. Su modelo social
no coincide con el nuestro, y nosotros luchamos contra su modelo social,
independientemente de que haya un problema laboral que se produzca en
la empresa. Y en la medida en que nosotros tuviéramos la capacidad
de respuesta ante esa agresión, evidentemente... Otra cosa es que
no tenemos esa capacidad.
M.:
Uno de los argumentos del Mando contra las huelgas, sobre todo en los
servicios públicos, es que frente al derecho al paro del trabajador,
está el derecho del usuario a dichos servicios, derecho coartado
por la huelga. ¿Cómo ha reaccionado la población
de Tomares, teniendo en cuenta la reciente elección de una alcaldesa
del PSOE?
A.: Tomares es un pueblo de residentes en urbanizaciones. La gente
duerme allí, pero trabaja en Sevilla, ni siquiera hacen vida en
el pueblo. Lo que es pueblo pequeño, el núcleo
histórico, son unas 1.500 personas, y se ha visto muy sacudido,
ya que la plantilla es del pueblo. La reacción ha sido de simpatía
hacia la huelga, de hecho, las muestras de solidaridad han sido continuas.
Y eso que muchos vecinos no se han atrevido a solidarizarse con nosotros,
y nos lo han dicho, por temor a represalias. Ojo, que hablamos de un pueblo
pequeño, donde el ayuntamiento tiene mucha discrecionalidad y poder,
y donde la alcaldesa tiene implantada casi una dictadura.
De hecho, las expectativas del PSOE en esta ultimas elecciones municipales,
eran sacar doce concejales, y han sacado nueve. Queremos creer que hemos
influenciado este resultado.
Y lo del derecho del usuario, pues sí, es un derecho,
pero para ello están los servicios mínimos, que garantizan
y contemplan eso. Eso es una cosa, y otra que se nos niegue el derecho
a la huelga, que es lo que han hecho en Tomares, con unos servicios mínimos
del 75%, cuando la ley marca un 25%. Esta claro que la huelga es una de
las pocas armas que les quedan a los trabajadores. Así lo entendió
la plantilla de barrenderos, y así es como hay que entenderlo.
M.: Desde fuera, se ve que habéis manejado y combinado
muy bien la acción directa con la actividad jurídica. Y
además, sabiendo sortear un marcaje policial espectacular. ¿Cómo
habéis valorado ese equilibrio entre los tres aspectos?
A.: En esta segunda huelga, el marcaje policial ha sido superior al
del año pasado, en efectivos, en medios. La policía municipal:
la plantilla entera del pueblo, 60 agentes casi en turnos de 24 horas,
reforzados por 40 agentes de otros pueblos; ha venido la guardia civil
de pleno, la policía judicial e incluso policía de paisano
con coches camuflados.
Nosotros hemos utilizado bastante bien la imaginación. Ellos querían
machacarnos al principio, nosotros valoramos que ese era el tratamiento
que nos reservaban, que no iban a consentir que se estropease una sola
cuba de basura, como el año pasado. Desde el primer momento meten
esquiroles, traen camiones y personal de Huelva, el delegado de trabajo
rápidamente aumenta los servicios mínimos, el control policial
se instaura... Vamos, que las dos primeras semanas, la situación
era de aparente derrota, no anímica, pero si en la calle. Y esa
era parte de la táctica que desplegamos: vamos a ver a qué
está dispuesta a llegar esa gente. Nos dimos cuenta que iba a ser
un conflicto de larga duración, así que cambiamos la estrategia
y le echamos imaginación.
Tuvimos mucho cuidado porque vimos que quien más se equivocara,
era el que perdería, ya que iba a ser una huelga de desgaste. Así
que desde el primer día, les dejamos que se equivocaran, y a acumular
pruebas. Y mientras, ejercíamos la acción directa en el
sentido de darle publicidad al asunto con alguna acción espectacular.
Íbamos a la cocheras, a impedir que saliera tal camión,
que es lo que ellos se esperaban. Y cuando se nos tiraban encima, les
decíamos alto, un momento, que quieren que salga este camión,
pues que salga. Pero delante de las cámaras de vídeo
y el notario. El objetivo era engordar lo más posible un expediente
de vulneración de los derechos de huelga y de libertad sindical.
Hasta que acumulamos un expediente en el que estaban pillados por todos
lados.
Cuando Cerrusel/Ferrovial se vio pillado, inició la huida hacia
adelante. Nosotros aguantamos el tirón, hasta que se vieron metidos
en tal fangal, que si queríamos, podíamos lograr la desaparición
de esa empresa ya que les cerrábamos la contratación por
parte de entidades publicas. Ellos no estaban tampoco acostumbrados a
este tipo de huelga, la seriedad e imaginación con la que la hemos
llevado. Pienso que para Ferrovial ha sido una experiencia bastante traumática.
El ayuntamiento se pensaba que con los 22 y tantos días de huelga
anterior, y si esta vez no nos dejaban, esto no duraba un mes. También
se equivocaron. Desde nuestro punto de vista, ha sido una victoria completa,
porque además, les hemos arrancado un buen acuerdo, y estamos pendientes
de la resolución de dos demandas que nos negamos a retirar. Ha
sido el juicio ahora, y si lo ganamos, su derrota será total.
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