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nº
41 diciembre 03
El ALCA
fue derrotado en el Miami militarizado
Un
descripción de la contracumbre de Miami
MARK ENGLER*
>> Del 17 al 21 de noviembre, los dirigentes de 34 países se
reunieron para negociar lo que teóricamente era la última
fase acuerdo del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA).
Casi una semana antes de la Cumbre, funcionarios de comercio anunciaron
que ninguno de los temas centrales del acuerdo estaría en la mesa
de discusiones. Negociaciones acerca de asuntos claves, que han causado
conflictos entre EEUU y las naciones del mundo en desarrollo como
las tarifas agrícolas, la propiedad intelectual y las reglas para
las inversiones extranjeras se pospondrían hasta el próximo
año. A fin de evitar el tipo de colapso experimentado por la Organización
Mundial de Comercio (OMC) en Cancún hace sólo unos meses,
EEUU promovió en su lugar un ALCA Light para salvar la
cara y dar una apariencia de vida al punto muerto.
¿Ha terminado la globalización? ¿Por qué
mecanismos como la OMC y el ALCA están fallando? ¿Y por qué
miles de manifestantes se reunieron frente a la sede de las reuniones en
Miami para denunciar un acuerdo muerto?
De entrada, la Administración Bush, que mantiene su unilateralismo
abusador hasta en las negociaciones comerciales, merece el crédito
por hundir las conversaciones de Miami. Su representante comercial, R. Zoellick,
no ha presentado ninguna de las concesiones exigidas por la elite latinoamericana
acciones reales para la apertura de los mercados de EEUU. Esto
dificulta encontrar una razón para que el Sur en su conjunto ofrezca
compromisos por su parte.
Pero el movimiento global de justicia puede también reclamar su parte
en la detención del ALCA. Los levantamientos en todo el hemisferio
han sacudido la idea de que los planes económicos de EEUU representan
una marcha inevitable y aceptada hacia el progreso. Las protestas también
han coincidido con un desafío cada vez mayor por parte de gobiernos
de los países en vía de desarrollo, los cuales son, ahora,
menos sensibles a las amenazas de la Casa Blanca que en el pasado.
En vísperas de la reunión ministerial del ALCA, la Administración
Bush anunció que promovería acuerdos comerciales bilaterales
con países como Colombia, Perú y Bolivia. Tales acuerdos individuales
eliminan la inconveniente posibilidad de un bloque comercial unificado del
Sur. Pero después de Miami, EEUU ha perdido las economías
clave del hemisferio: Venezuela, Argentina y, sobre todo, Brasil. El gobierno
izquierdista brasileño copresidió las conversaciones
y participó de la mascarada de promover el ALCA Light.
Pero no cedió a las demandas que casi seguramente harán fracasar
las negociaciones futuras.
Los venezolanos, que han calificado al ALCA original de proyecto colonial
que busca imponerse sobre las constituciones de todas las naciones soberanas
fueron más francos acerca de los resultados de Miami. Esta
es una victoria extraordinaria en la lucha contra el ALCA, dijo Edgardo
Lander, miembro del Comité Presidencial para el ALCA de Venezuela.
Ellos querían un acuerdo total a gran escala, y no lo obtuvieron.
Nunca lo obtendrán. Este no es el fin del juego. Pero es una gran
derrota del plan norteamericano.
En nuestro movimiento, acostumbrado a las advertencias contra los peligros
que presenta el TLCAN (1) con esteroides, se ha tardado en interiorizar
este mensaje. Pero si no aplaudimos el fracaso de las conversaciones del
ALCA puede que estemos ayudando los esfuerzos de la Administración
por presentar su derrota en Florida como un paso hacia adelante. Lo cierto
es que el optimismo gubernamental acerca del ALCA Light esconde
un hecho importante: en Miami los ministros de Comercio finalizaron casi
un día antes de lo previsto sus conversaciones porque no tenían
nada que discutir.
Los manifestantes se habían ganado un lugar bajo el sol. Y muchos
pudieron haber dado un viaje de celebración a la playa, si no hubiera
sido por la policía.
Adelantado
a su tiempo
John Timoney, Jefe de la Policía de Miami, se convirtió
en un hombre adelantado a su tiempo. Años antes de que la Administración
Bush inventara la doctrina de guerra preventiva, Timoney estaba
arrestando preventivamente a las personas que protestaban en público.
Su hecho más famoso fue cuando servía en Filadelfia y barrió
las aceras de manifestantes durante la ascensión de Bush en la
Convención Nacional Republicana de 2000. En años más
recientes, mientras se trasladaba a Nueva York y después a Miami,
Timoney adoptó otra actitud. Al hablar de las protestas contra
la globalización, ha equiparado a los manifestantes con Osama bin
Laden. Ha puesto en alerta a los ciudadanos por ataques de ántrax.
Y ha pedido que se prohiban en el centro de Miami los palos utilizados
en sujetar las banderolas y los carteles para que no sean utilizados para
minar la seguridad interna.
Timoney pasó varios meses atemorizando a los floridanos del sur.
Después de un día de manifestaciones que The Miami Herald
describió como abrumadoramente pacíficas, el jefe de policía
fue citado por el periódico: Hay gente de afuera que vienen
a aterrorizar y vandalizar a nuestra ciudad. No es necesario decir
que el respeto al derecho de expresión de los manifestantes no
fue la primera de sus prioridades.
Una semana de seminarios y manifestaciones locales culminaron el jueves
con un día de acción. Una procesión de unos pocos
miles de jóvenes que llevaban títeres se reunió temprano,
y pronto fue rodeada por la policía. Finalmente los manifestantes
negociaron ser escoltados hasta un área frente al anfiteatro de
la ciudad junto al mar, adonde estaban llegando los obreros del acero
que llevaban camisetas con la inscripción EL ALCA No Sirve.
Se informó que varios ómnibus de los sindicatos fueron detenidos
fuera de la zona de seguridad, y algunos de sus pasajeros no pudieron
llegar al mitin. Por la tarde, las diez mil personas que se encontraban
dentro del anfiteatro se reunieron con los de afuera para una manifestación
rápida por el Bulevar Biscayne. Las fuerzas de Timoney lo impidieron.
Negaron el acceso a la ruta planeada cerca de la reunión ministerial
y obligaron a los manifestantes a tomar la ruta junto al mar.
La Policía estaba buscando una confrontación con los manifestantes
no violentos, y la encontró. Al final hubo unos 150 arrestos, y
50 más al día siguiente. Según el Herald, hubo más
de 115 heridos provocados por las balas de goma y de aerosoles de pimienta.
Lo que vimos fue una operación militar, pagada con el dinero
militar, dijo L.A. Kauffman, de Unidos por la Paz y la Justicia,
señalando que el gobierno local carente de fondos había
encontrado una solución original para financiar su enorme movilización
policial: $8,5 millones de dólares del paquete por $87 mil millones
aprobados para Irak habían sido desviados para contener las protestas
en contra del ALCA.
Algo
nuevo
Es difícil sentirse victorioso después de un ataque, con
manifestantes aún encarcelados y la policía pavoneándose.
Además, algunos observadores de manifestaciones anteriores, al
ver la cantidad de jóvenes que salieron a las calles de Miami y
que marchaban junto a los obreros del acero a lo largo de una ruta distante
de las negociaciones comerciales, y al ver posteriormente el uso de la
fuerza por parte de la policía, sintieron que había poco
fuera de lo común en esa escena.
Pero las protestas fueron algo nuevo para el Sur de la Florida. La región
no tiene una larga historia de sindicalismo y está bien lejos de
los centros del radicalismo universitario. La celebración de las
reuniones del ALCA en el condado Dade equivale a la decisión de
la OMC de realizar negociaciones en la aislada nación de Qatar
en el Medio Oriente.
Reunir un público de 20 000 manifestantes para un día de
acción representó un impresionante hecho organizativo. (...)
Contra las declaraciones de Timoney, los residentes locales pasaron meses
organizando a sus comunidades. Activistas comunitarios, estudiantes y
Verdes del condado de Palm Beach apoyaron las protestas callejeras. Una
coalición llamada Causa Raigal, formada por organizaciones de base
como la Coalición de Trabajadores Immokalee, el Centro de Trabajadores
de Miami, y Familias de Bajos Ingresos Luchando Juntas, dirigieron una
marcha de tres días desde Fort Lauderdale a Miami, subrayando el
impacto de la globalización en las personas de color en el Sur
de la Florida. Y Trabajos con Justicia y sindicatos locales realizaron
reuniones que rechazaron soluciones reaccionarias nacionalistas para el
comercio e imbuyeron a los manifestantes de un espíritu de internacionalismo
obrero.
*
Escritor residente en Nueva York (www.DemocracyUprising.com) Jason Rowe
brindó ayuda, tradujo Progreso Semanal y resumió Demetrio
Patocho
(1)
Acuerdo de libre comercio entre los EE.UU., Canadá y México
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