Xabier Barandiaran
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28-06-03
::: La Era Digital :::. v.1.0
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Al margen del misticismo inherente al concepto de era para caracterizar al tiempo, creo que es interesante explicar, de uno entre lo muchos modos posibles, lo que significa digital y me centraré para ello en el dualismo analógico/digital y las consecuencias cognitivas (y pontencialmente políticas) que se esconden bajo la digitalización (transformación de lo analógico a lo digital), que impone sobre la realidad ``la era digital''.
Lo analógico se define como lo contínuo y lo dinámico, aquello en lo que la diferencia se impone desde la perspectiva de un observador, imbricado en la interacción con un mundo contínuo cuya categorización está siempre siendo redefinida de forma abierta e interactiva. Decidir sobre donde empieza el rojo y donde termina el azul es un dilema que sólo afecta a quien vive sumergido en un mundo analógico, contínuo. Lo digital en cambio se encuentra ya discretizado, cuantificado (en el sentido de cuanto), ya separado y diferenciado. Es por ello que lo digital es susceptible de manipulación por sintaxis, de composición por combinación, de copia ideal, ya que existe una unidad (0/1, v/f) atómica básica que permite la comparación total y la corrección máxima.
Digitalizar es imponer un molde sobre lo analógico, una imposición que con mayor o menor resolución exige siempre el compromiso de un juicio digitalizante, de una acción separadora y sobre todo irreversible, una vez lo digitalizado ha entrado en el mundo digital y con ello en el espacio de manipulación fijado por una reglas sintácticas. La digitalización es siempre una codificación, una categorización aunque ésta se muestre como inócua transformación de alta definición a cadenas de ceros y unos.
Digitalización, un proceso que impone una separación, una discretización, una codificación, para construir un mundo computacional e informacionalmente manipulable.
Pero la digitalización del mundo perceptivo y agencial siempre ha ocurrido (desde el surgimiento mismo de la información genética, las imágenes, el lenguaje, la escritura) y uno se pregunta qué es lo que ha podido causar una transformación tan revolucionaria para que se denomine a la nuestra una era digital. El factor determinante es la digitalización mecánica del tiempo y el espacio, aprioris de la sensibilidad kantianos, lo que ha permitido controlar el espacio electromagnético de una unidad de memoria sincronizando su manipulación en la CPU y realizando así la máquina universal de Turing, y junto con ello la computación digital y el desarrollo de las tecnologías de la información que hoy conocemos. Internet, la red de redes, se muestra como un inmenso océano digital, donde la sensibilidad y la agencialidad (la capacidad de ser activos en la construcción del mundo) se encuentran originariamente mediadas por el computador digital. Vivimos así en una ``sociedad de la información'' para la que la digitalización se ha convertido en condición posibilitante.
La era digital (en su doble vertiente de digitalización y manipulación digital) permite desacoplar los procesos de percepción y acción introduciendo un espacio intermedio altamente (re)configurable y manipulable; i.e. la digitalización permite el surgimiento de un espacio informacional abierto a quien tenga acceso a las interfaces digitales (terminales, conexiones, etc.).
La idea que me gustaría retener en este punto es que la era digital oculta esta transformación original, la digitalización es algo ya dado en el espacio y el tiempo del ordenador y de Internet y con ello en el espacio y el tiempo de la comunicación, de la percepción y de la agencialidad, en el espacio del conocimiento y de la práctica. Pero no nos equivoquemos, no es este el momento de renegar o rechazar la digitalización (algo que, por otro lado, es inherente al conocimiento colectivo y a la comunicación y que en la era digital está posibilitado espacios de comunicación, construcción y conocimiento nunca imaginados) sino el momento y la ocasión de poner de manifiesto la importancia de situarnos en los procesos de digitalización, de participar en ellos, de no aceptar la espacio y el tiempo digital como ``ya dados'', sino de contribuir activamente en su producción. Tampoco quiero llegar a la equivocada idea de que existe un ``momento'' esencial originario de digitalización, que sería algo así como el proceso de digitalización de señales para introducirlas en el ordenador y en Internet (procesos de digitalización fotográfica, encuestas, escritura, etc.). La digitalización es algo que sucede a muchos niveles, también dentro del espacio digital. El proceso de digitalización no sólo se produce una sola vez de lo analógico a lo digital, sino que lo digital mismo se recodifica, se redigitaliza constantemente, para permitir la manipulación de la información con nuevos prodecimientos y lenguajes. El peligro no es la digitalización sino el asumir como dado lo digital.
No vivir en una era digitalizada, sino en el proceso de digitalización permanente. Ese es el reto de la era digital.