INFOBASURA: OTROS VERTEDEROS Y CANALES SON POSIBLES La pantalla. Un haz de luz explotando frente a nuestras retinas, la señal pasa al cortex visual y se extiende violentamente por nuestro sistema nervioso condicionando los futuros habitos de compra. En el proceso pretenden habernos tranferido información valiosa en esta supuesta "sociedad de la información" (o al menos es lo se supone que estamos pagando con nuestra violación neuronal cotidiana): el principe se casa, más muertes en irak, fulana se opera de su tercer pezón y Michael Jackson se compra un nuevo parque de atracciones con niños incluidos. Lo más peligroso no es que exista un flujo unidireccional de señales, que no información. Basta ya de llamar información a lo que no lo es; porque una pantalla que te brutaliza la existencia mostrandote poemas de cómo conducir con un coche que nunca estará a tu alcance no es un aparato de tecnología de información: es un aparato de tortura cerebral directa, señales electromagnéticas adaptadas a tu retina para manipularte. Bueno a lo que iba, lo peor no es que exista un flujo de señales unidireccional, sino que pensemos que ese es el único de los flujos posibles. Cuando de hecho, es todo lo contrario. Pensar que la televisión "es lo que hay, que le vamos a hacer", triste error. Esto es lo que hay: Ahora ya no se trata de vendernos lavadoras, ni coches, no se trata de que trabajar en la fábrica, ahora se explota el ciberspacio como terreno de conquista del capital. ¿Y eso que significa? Pues que nos venden información, y lo que es peor, ponen nuestros cuerpos, emociones y neuronas a trabajar mientras cocinamos, mientras hablamos con los colegas, mientras vemos la televisión. Nosotros ahí, sentados delante del televisor estamos produciendo semiocapital, condenados a ser cognitariado las 24 horas del día: cuerpos humanos neurodinámicamicamente encadenados a la producción de plusvalor en los signos, transportadores y replicadores de información, trabajodores precarios de la mente. Hoy viendo CM (Crónicas Marcianas) mi cerebro ha aumentado el valor de una canción de la Pantoja cantada (codificada sonoramente) por una imitadora de Costa Rica. Según estoy escuchando la canción delante del televisor otros cuatro millones de cerebros humanos estan siendo impactados por los mismos sonidos y la canción se hace popular. La popularidad aumenta su valor en el mercado de las canciones de móviles, y al instante, antes de que nuestra atención (y por lo tanto el valor del la canción en el ciberspacio mental) se disponga a otra cosa nos la venden a través del número 5555. Enviando un mensaje a este número la cancioncilla digitalizada en una cadena de bits se autoinstala en el móvil (con el que el infocapitalismo nos tiene disponibles para la infoproducción en cualquier momento) a través de un programa que pagamos con el coste del envio de mensaje. Pero Sardá (el agente de tráfico del semiocaptial en las grandes rutas del comercio mental) también produce signos propios en su programa: un imitador (maquinas de replicación desfuncional) produce una cadena de sonidos ("yeessssssoooooooooo") que resuena en el ciberspacio construido por los 4 millones de cerebros-espectadores, un patrón que será reutilizado mañana en los flujos de comunicación de una parte de la humanidad, recombinando, replicando, transformando. El programa de televisión (no muy diferente de los programas de ordenador pero que se ejecuta en el wetware neuroquímico) tambien vende un espacio de difusión vía móvil: mensajes de un máximo de 200 carácteres vendido a todos los espectadores (si esos mensajes "tan cachondos" que aparecen en la parte inferior de la pantalla comentando la última judad del carlos yoyas o el tamaño de las tetas de la invitada). Se produce así un grotesco simulacro de comunicación multidirecional entre espectadores, en el que los mensajes son delicadamente filtrados para aumentar la atención sobre el programa mismo: el espectador, pagando por trabajar, por producir atención. Todo esto en un sólo programa, no hace falta esperar a los anuncios, se está cortocircuitando el modelo clásico por el que la programación televisiva era una producción de audiencias y se está convirtiendo en infoproducción directa, en fábrica semiótica, producción y consumo unidos en el mismo flujo de semiocapital, a distancia, sin moverse del sillón de casa. Esto es lo que hay, en un solo puto programa de televisión. Pero el esquema es el mismo para el 80% de la infobasura capitalista que nos rodea. Frente a esta fábrica de infelicidad permanente, en el que los cerebros humanos son impactados por un flujo hiperabundante de signos diseñados para moldear sus emociones y producir deseos, el cognitariado (trabajadores cognitivos: estudiantes, espectadores, creativos, trabajadores del telemárketing,...) se revela, decide también disparar sus signos en dirección opuesta: grafitis, canciones, pancartas, páginas web, susurros, palabras de amor, incluso insultos, fotografías familiares o ... fanzines. Esclavos del semiocapital, nos savemos también capaces de reutilizar la infomasa para la comunicación liberada, recombinar signos, redefinir las fronteras de la comunicación, reconstruir nuevos canales por los que la información (la nuestra) fluya entre las mentes que luchan por otros flujos posibles. Al final el mayor enemigo no es la máquina infocapitalista y psicobrutalizante sino la estúpida idea de no creernos capaces de currarnos nosotras nuestros propios canales. Aquí estamos. Xabier Barandiaran Copyleft 2004 Xabier Barandiaran: Se permite la copia, distribución, uso y realización de la obra, siempre y cuando se reconozca la autoría y no se use la obra con fines comerciales --a no ser que se obtenga permiso expreso del autor. El autor permite distribuir obras derivadas de esta sólo si mantienen la misma licencia que esta obra. Esta nota no es la licencia completa sino una nota orientativa de la licencia original completa que puede encontrarse en: http://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/1.0/legalcode