zgz rebelde

zaragoza rebelde – 1975, 2000 – movimientos sociales y antagonismos

ANTE LA CUESTIÓN NACIONAL EN EL ESTADO ESPAÑOL. INICIATIVAS, SOLIDARIDADES, POSICIONAMIENTOS ANTE EL TEMA EUSKADI-ESTADO ESPAÑOL

Sin comulgar exactamente con los nacionalismos periféricos -y menos con los conservadores o de derechas- o incluso rechazando cualquier nacionalismo, diferentes grupos y personas desde la izquierda se han posicionado por el respeto a los derechos democráticos colectivos (derecho a la autodeterminación,…) contra la represión (violencia policial en las manifestaciones, torturas, «incontrolados», Grupos Antiterroristas de Liberación -GAL-, ilegalizaciones…), por el federalismo o simplemente contra el modelo centralista de «España». Las posiciones fueron muy variadas (desde el anarquismo, el comunismo, la autonomía, el nacionalismo aragonés…) pero muchas veces se hizo frente común para iniciativas, modestas pero valientes. Creo que merece la pena recordarlo y contarlo.
Para La otra memoria -en nosotros/as resuena La otra campaña del EZLN (Ejército Zapatista de Liberación Nacional) reciente- me parece importante recordar lo relacionado con Euskadi, que es el conflicto más fuerte dentro de la tensión centro-periferia peninsular. Diferentes campañas contra el GAL, la tortura -aún continua ahora-, los asesinatos policiales y en las cárceles, las
ilegalizaciones, cierres de periódicos y la criminalización y la represión que eso nos supuso. Como significativo de la evolución en las relaciones solidarias contra el centralismo y por el derecho de autodeterminación hablaré de las elecciones europeas de 1987, donde Herri Batasuna sacó ciento veinte mil votos fuera de Euskalherria o Comunidad Autónoma Vasca-Navarra y de Hipercor y lo que se vivió después. Acabaré con las iniciativas por una salida política a un conflicto político, ya cercanas y posteriores al año 2.000.

Recuerdo los 80. Hacíamos pintadas denunciando al PSOE («PSOE = GAL»). Luego saldría todo en el periódico El Mundo. Pero en aquel tiempo reinaba el «no se sabe», «son incontrolados»… y el silencio. Siempre me resultó gracioso ver como después de acabada -y destapada- la actividad del GAL la mayoría de los personajes políticos, intelectuales, del mundo de la cultura estaban en contra del GAL. Entonces nadie abría la boca. Pintadas, panfletos y artículos en la prensa propia por parte de «una minoría radical». También comunicados públicos, nunca publicados. Me parece importante recordarlo. Y no sólo eran los GAL. Era la tortura masiva -con gente muerta- asesinatos en manifestaciones, controles de carretera… O heridos graves: si te disparan un bote de humo a la cara a dos metros, imagina cómo te puedes quedar. Cargas brutales en manifestaciones, acoso permanente en bares, etc. Los GAL se pararon. La tortura no. Ahora somos cuatro los que la denunciamos y como entonces nos llaman «filoterroristas».

Los sectores que rechazan todo nacionalismo -onda libertaria, etc- mantuvieron una posición crítica contra la salida represora y terrorista del Gobierno central ante la situación planteada en Euskadi. Otras corrientes -marxistas (entre las que me incluyo) como MC (Movimiento Comunista) y LCR (Liga Comunista Revolucionaria), nacionalistas aragoneses,…- además, incidían en el derecho a la autodeterminación. Porque nos parecía un derecho irrenunciable y porque sería la mejor salida -y la más justa, rápida y duradera- a un conflicto que tanto dolor había causado. Sin dejar de criticar la orientación militarista de ETA (Euskadi Ta Askatasuna) decidimos apoyar a esa parte del pueblo vasco representada por los votos en HB. En 1987 en Aragón, como en el resto del Estado español, se pudo votar a HB en las elecciones europeas. Como comentaba en la introducción fueron ciento veinte mil fuera de Euskalherria o CAV-Navarra. Cerca de cincuenta mil en Cataluña.

Esos votos fueron la plasmación de una solidaridad con esa mayoría social vasca que exige el derecho a decidir. (Incluso El País publicó en
aquellos años una encuesta donde el 65% de los vascos pedía ese derecho frente a un 10 ó 15% que lo rechazaba).

La campaña en Zaragoza se llevó a cabo por parte de un comité que agrupaba incluso a alguna gente libertaria. Se hizo un mitin en el cine Pax (plaza del Pilar, donde el Arzobispado, ahora pone «Casa de la Iglesia») que se llenó. Creo recordar que asistiríamos unas quinientas personas. Hubo pegada de carteles masivas, banderolas por algunas calles de la Magdalena, pegatas, carteles en un montón de bares… Eran otros tiempos y el Estado todavía dudaba en emprender una represión abierta y masiva. La dictadura estaba demasiado cerca y si bien mucha gente de izquierdas tenía precaución y miedo para ciertas cosas, también es cierto que otros sectores mantenían el ambiente de libertades reales que duramente se conquistó en los 60 y 70. En Aragón hubo tres ó cuatro mil votos, lo que no estuvo mal.

Después vino Hipercor: veintidós muertos, veintidós personas inválidas y medio centenar de heridos. Ya antes ETA había demostrado pocos escrúpulos con los civiles en Madrid, con algunos coches bomba. Al igual que los estados, también ETA lamenta «los daños colaterales». (En los días que escribo esto la OTAN -Organización del Tratado del Atlántico Norte-) lleva más de trescientos civiles muertos en los bombardeos de Afganistán). Pero Hipercor significó un antes y un después. La orientación militarista, la ilusa idea de que esas acciones hacían daño al Estado, que daba igual lo que pasara con el resto del Estado español, que los ciento veinte mil les seguiríamos apoyando hicieran lo que hicieran o que el Estado se vería obligado a desalojar rápidamente los grandes almacenes porque ellos habían puesto y anunciado un coche bomba…

Ante ese cúmulo de errores políticos y morales por parte de ETA mucha gente dijo: «ahí os quedáis». Y desde entonces, y las siguientes campañas plagadas de daños colaterales, mucha gente no quiere ni saber del tema, ni mucho menos solidarizarse por cierres de periódicos, torturas, ilegalizaciones etc. El asunto es que el problema continúa y, por diversos motivos, en primer plano de la escena política estatal.

El abrir la boca en aquellos años nos costó aparecer en listas negras, amenazas telefónicas, redadas, acoso policial. El miedo se iba imponiendo y también lo pagamos en aislamiento social. Destacar el atentado que el seis de julio de 1989 sufrió un militante obrero al que le pusieron una bomba en su coche. Explotó cuando lo iba a coger. Resultó ileso. Al día siguiente le volvieron a quemar lo que quedaba del coche y en días anteriores el coche de otro compañero fue objeto de otro atentado.

En los 90 -y después- se hicieron comunicados contra el cierre de periódicos (Egin, Egunkaria), revistas, ilegalizaciones de partidos y organizaciones (HB, Jarrai, Gestoras pro Amnistía, Haika, Segi…).

Nunca se publicó nada en los medios generalistas. Rularon como octavillas, en la prensa militante, en las radios libres… quien se quiso enterar se enteró y quien quiso pronunciarse se pronunció. También hubo charlas y actos donde Euskadi se englobaba en una crítica a la represión en general (reforma Múgica, Ley Penitenciaria, tratamiento a los GRAPO, presos anarquistas como las celebradas en mayo de 1990 por CNT, Kolectivo Dinamita y Colectivo Solidaridad con Euskadi).

Ya cerca del año 2000 diferentes organizaciones (Izquierda Unida -IU-, Chunta Aragonesista -CHA-,Colectivo de Objeción y Antimilitarismo -COA-MOC-, Liberazión, Comité Internacionalista, Espazio Alternatibo…) lanzamos la Iniciativa Aragonesa por la Paz Vasca -vaya nombre-. Se hizo un comunicado y dos charlas en la Facultad de Económicas con gente de IU/EB , Euskal Herritarrok, Elkarri, Gesto por la Paz, Herria 2000, Eliza (una coordinadora de cristianos)… Se invitó al PSE y PNV pero no quisieron venir. Posteriormente -ya entrados en los 2.000- se hizo campaña de apoyo a Elkarri y la negociación con charlas (Victor Aierdi, Txema Montero…), difusión de sus propuestas y publicaciones.

El 14 de febrero de 2002 pagamos un anuncio en el Heraldo en apoyo a la Conferencia de Paz en el País Vasco, iniciada en septiembre del 2001, firmado por sesenta y cinco personas de partidos, algún cargo electo, sindicalistas y movimientos sociales de izquierdas.

Adolfo Allué Blasco