CREACIONES SUELTAS O TE-ATO
Desde el programa de mujeres La Petenera (Radio Topo), desde el colectivo feminista Ruda y desde diferentes mujeres punkis de la ciudad surge, hace unos trece años, la necesidad de juntarnos para crear un espacio común donde escucharnos y hacer que se nos escuche de una manera diferente.
-“Algunas veníamos de los movimientos sociales (feminismo, antimilitarismo, antifascismo, okupación,…) pero, aunque seguíamos y seguimos participando en ellos, queríamos intentar expresar de otro modo lo que sentíamos y opinábamos y seguir reivindicando y resistiendo, usando otras herramientas, además de las clásicas”.
-“Queríamos una forma de lucha un poco más original y ninguna tocábamos ningún instrumento como para formar un grupo musical de chicas. Así que pensamos en el teatro”.
-“Queríamos contar a través del cuerpo y de la palabra y encima de un escenario, nuestras ideas y nuestras idas de olla”.
-“Queríamos contar las cosas desde nuestra propia experiencia y a través del trabajo colectivo en un grupo de mujeres”.
-“Seguir en el feminismo de forma diferente, poder expresar lo que llevas dentro. Todo lo que aprendes al estar en un colectivo de mujeres lo puedes expresar por medio del teatro, en vez de hacer una charla… llegar a más gente de forma diferente”.
Mujeres diferentes pero con un objetivo: Un proyecto feminista que creamos en el año 95 y que se mantuvo hasta el 2005 como otra forma de expresión, de creación, de lucha y de reivindicación entre mujeres.
La animación para la mani del ocho de marzo del 95 fue la primera vez que hicimos algo en la calle. Después empezamos a actuar en todo tipo de movidas: conciertos, animaciones pro-okupación, pilares disidentes, fiestas…, “vamos lo que hiciera falta para autogestionarnos y contribuir a las luchas sociales”.
Esto lo compaginábamos con un trabajo interno de formación grupal y personal en forma de talleres, sesiones, jornadas, etc. Cada vez una de nosotras se preparaba una sesión de voz, expresión corporal, improvisaciones, mimo, clown, etc., y la llevaba como podía entre moscateles, cervezas y petas, que fueron nuestra gran fuente de inspiración.
El grupo empezó a cuajar en el centro social Entropía, donde parimos nuestra primera obra, Pedazos, migajas y escarceos.
Dejamos de hacer “encargos” porque queríamos dedicarnos a crear algo propio, con más calidad.
Durante el tiempo de trabajo interno, necesario para la creación de nuestra obra, fuimos criticadas porque desde algunos sectores se afirmaba que eso no era política. Sin embargo, a nivel de aprendizaje, de pasar por una los discursos, de conectar lo político con el sentimiento y el cuerpo, de compartir con mujeres tan diferentes, esta experiencia fue mucho más enriquecedora para nosotras porque traspasó las fronteras de lo puramente ideológico y pasamos de la acción por acción, a contar con un espacio para reflexionar, sentir y crear.
No queríamos tener una única figura de dirección para la obra y para el grupo en general, pero sí tuvimos la suerte de poder contar con gente que con su experiencia asesoraba y supervisaba algunas escenas y trabajos. Dentro del grupo también había mujeres con más formación en teatro, danza, clown y otras formas de expresión que compartieron con las demás lo que sabían. Esta forma de funcionar, “sin dirección”, ayudó a potenciar la participación horizontal y a dar cabida a todas las ideas; pero también trajo bastantes conflictos, nuestro característico kaos “organizado” (al que muchos/as, incluidas nosotras, llamábamos “mareo”) y “algunas” lagunas en la técnica. Pero, ya se sabe, es mucho más rico aunque más costoso organizarse asambleariamente que hacer caso a un/a director/jefe/presidente y así no tener que pensar mucho.
Pedazos, migajas y escarceos fue una creación propia en torno a pensamientos de mujeres, sentimientos y puntos de vista femeninos.
La mayoría de nosotras tenía un monólogo, nos enfrentamos a escribir, a currarnos un personaje y a actuarlo. Todos hablaban desde nuestras emociones tocando algunos temas como: lo femenino y lo masculino, comportamientos sexistas, relaciones con nuestras parejas y amigas, la sexualidad, la opresión y la libertad, nuestra precariedad laboral, nosotras y las sustancias psicoactivas… Eran capítulos de nuestros diarios, escritos e interpretados, para que todo el mundo, incluidas nosotras, pudiéramos aprender algo y vernos reflejadas.
-“Yo no tenía ni idea de hacer teatro, tenía pánico a subirme a un escenario y me costaba mucho hablar en lugares públicos, pero justo un minuto antes de entrar a escena el miedo se quedaba a un lado. Eso me sirvió para quitarme bastante el miedo a hablar en público”.
-“Yo aproveché algún escrito de los que suelo hacer cuando necesito aclarar mis pensamientos o regocijarme en mi tristeza o comprenderme un poco o… Exponerse así fue difícil; aunque no di la cara, mis escritos los representaban otras, pero también me ayudó personalmente a entenderme al verme reflejada en otra; a menudo resulta más fácil comprender a las demás que a ti misma.”
También creamos varias escenas cómicas ya que en el grupo si algo no faltó fueron las risas, muchas risas….nos reíamos juntas y queríamos hacer reír a la gente.
Tres escenas de danza en las que representábamos a través del cuerpo cómo surgió la relación entre nosotras (encuentro entre diferentes mujeres y nuestra interacción), la maternidad: parto, niñez, adolescencia, hasta la muerte de la madre. Y una última escena en la que queríamos mostrar nuestro lado erótico de una manera diferente, no estereotipada (nos costó lo nuestro… y aún no sabemos si lo conseguimos).
-“Creo que también me “reconcilié” un poco con mi cuerpo, porque en las escenas de grupo acompañada por las otras, lo vi más capaz de expresar, de transmitir, de seducir”.
Una de las escenas que nos hizo aprender mucho fue la de las danzas “árabes”. Por un lado sentíamos la fascinación por esa cultura, habíamos hecho algún taller de danzas que nos había hecho descubrir partes de nuestro cuerpo y conectar con una sensualidad que éramos capaces de disfrutar; por otra parte nos dimos cuenta de que en nosotras aparecían los prejuicios imperantes en nuestra cultura que victimizan a las mujeres árabes; queríamos hacer una escena con diálogos, leímos bastante sobre la cultura árabe y al final nos resultó más sencillo realizar una escena de danza, expresar con el cuerpo lo que queríamos transmitir y que era válido tanto para las mujeres árabes como para nosotras: “el mismo velo que te atrapa y te encierra, te libera y te seduce…”; las mujeres como perpetuadoras de su opresión o como autoras de su propia liberación.
La obra se estrena el 25 junio del 2000 pero siguió en construcción durante mucho tiempo… no era fija, crecía conforme nosotras crecíamos como mujeres, como grupo y como artistas.
Cuando la gente la vio se sorprendió y reconoció nuestro trabajo. Admitieron que les había removido algo por dentro. Se notaba que estaba hecha desde dentro y se sentían identificadas/os en lo personal y en lo político.
A la vez estrenábamos centro social, nos fuimos a La Trama, donde creamos nuestro propio espacio súper currado para poder ensayar y donde invertimos muchas energías y dinero. Para nosotras era muy importante formar parte de este gran proyecto social. Éramos, por fin, consideradas un colectivo político más.
Hicimos un montón de bolos con la obra, en okupas, centros sociales, centros cívicos, plazas y demás. Mientras le dábamos vueltas a los temas que queríamos reflejar en la siguiente obra: ¿La comunicación?
Nuestras diferencias, nuestras distintas maneras de comunicarnos nos llevaron a elegir este tema. ¿Qué problemas había en el grupo? ¿Y en cada una de nosotras hacia fuera? ¿Con quién nos comunicamos? ¿Cómo lo hacemos? ¿Qué miedos y prejuicios tenemos al comunicarnos?
Entraron chicas nuevas al grupo y algunas, como nosotras tres, por diferentes motivos nos fuimos yendo, aunque estuvimos en parte del proceso de creación de esta nueva niña… El 25 de junio del 2004 se estrenó la segunda obra del grupo, Consenso.
El grupo de teatro como tal ya no existe, pero el fuerte vínculo que se dio entre nosotras gracias al teatro hace que todavía nos juntemos de vez en cuando para participar como colectivo en algunas luchas, para hacer alguna sesión teatrera o simplemente para vernos las caras, hablarnos, sentirnos y viajar juntas.
Ahora, al escribir este texto, recordamos muchas cosas vividas en el grupo y lo aprendido en el camino:
“Un proceso difícil pero alucinante”.
“El principio político de muchas mujeres jóvenes que entraron en el grupo y que se implicaron en otros movimientos sociales”.
“Era mi lugar de referencia de lucha feminista”.
“Las diferencias, como en todos los sitios, creaban conflictos. Ponernos de acuerdo, aprender a escuchar, reconocer las equivocaciones… nos costó pero se puede hacer. El resultado de nuestro trabajo nos compensaba”.
“Lo enriquecedor que ha sido trabajar con toda la gente que nos ayudó y que para nosotras eran parte del grupo”.
“Lo que nos hemos reído, llorado, gritado, contado, sentido y compartido”.
“Lo que nos hemos dicho y lo que teníamos que oír”.
“Y con la sensación de haber dejado cosas Sueltas, de haber hecho buen Teatro, dando Pedazos de nosotras mismas, pidiendo Migajas para completarnos y formarnos y haciendo Escarceos en las luchas sociales y políticas que nos rodeaban… podemos decir que fuimos y seremos un buen grupo”.
“Y con la nostalgia, nos ha entrado de nuevo la necesidad de hacer juntas algo de eso que nos planteábamos hace trece años”…
Isa, Silvia y Susana. Tres de las sueltas