HUELGA TROX ESPAÑOLA
La huelga de Trox Española se desarrolla, según mi memoria y si no me equivoco, en 1975-76: no lo puedo asegurar ya que no tengo nada que lo certifique por haberme deshecho de todo lo que concernía a tal huelga. Sí puedo decir que coincidió en el tiempo con las huelgas de otras empresas, por lo que será fácil determinar la fecha; estas empresas eran Wan-Holl, Talleres Romanos, Laboratorios Ulta y Maquinista y Fundiciones del Ebro.
La huelga vino a durar unos cincuenta días. Recuerdo que corrían los meses de abril y mayo, ya que en la fiesta de ese año del 1º de Mayo participamos en el entreacto de las actuaciones festivas que se organizaron para arengar a los presentes y pedir participación y la ayuda que pudieran prestarnos a fin de engordar la caja de resistencia que teníamos abierta. A mi entender esta huelga surgió, como motivo principal, por una dejación de los deberes de los que formaban los llamados Delegados de los Trabajadores, que tras las oportunas elecciones fueron destituidos. Y los que entramos posteriormente quisimos poner en su sitio algunas situaciones y así llegamos al enfrentamiento con la dirección de la empresa, no tanto por dar la razón a los trabajadores como por tener que doblarse ante ellos.
Llegamos a este punto y nos encontramos con una huelga y una serie de personas más o menos digamos novatos en estas cosas: unos venían con el apoyo de CCOO, otros de UGT y otros del nuevo sindicato de la CSUT. Todos participamos para afrontar la situación, para asesorarnos, facilitar locales, información complementaria y ponernos en contacto con otros representantes de los trabajadores de otras empresas. Nuestras reuniones en los distintos sindicatos, como nuestras asambleas de empresa, que celebrábamos en los locales de la asociación vecinal del barrio de La Jota, siempre fueron abiertas, incluso a gente de las empresas que en ese momento también estaban en huelga.
Entonces decidimos hacer Comité de Huelga y distintos grupos de trabajo para llevar adelante aquello que habíamos emprendido. Había un grupo de trabajo para cada cosa: recaudar dinero mediante mesas petitorias, recorrer empresas para informar y pedir colaboración a los delegados de cada una de ellas, organizar piquetes «informativos» para los trabajadores que no aceptaban la huelga y cuya decisión fue seguir trabajando. Otro grupo se encargaba de la caja de resistencia: tanto de la gestión, como del reparto para el que lo necesitaba. Durante esos días tuvimos reuniones con la empresa, con el delegado de trabajo y con ambos a la vez, siendo el delegado de trabajo el mediador o moderador entre ambos.
También llegamos a hacer una sentada en la propia Delegación de Trabajo de la que fuimos desalojados a la fuerza por la Policía Nacional. En otra ocasión, el entonces presidente de la patronal de la pequeña y mediana empresa, nos citó al comité en una cafetería para informarse y ofrecerse como mediador.
Esta reunión se celebró en la cafetería Zuera del edificio Ebrosa; de paso diré que no sirvió de mucho puesto que la empresa no quería la intervención de nadie en la negociación.
También recuerdo que mientras duró la huelga, la empresa parecía estar tomada por la guardia civil; como algunos «compañeros» estaban trabajando, si el grupo de piquete informativo se acercaba a la empresa, a los cinco minutos aparecía la Benemérita. Si era la hora de entrada o salida y había alguna pancarta a la vista, igualmente la Benemérita. En fin, que parecía estar tomada la empresa. Igualmente ocurría en las otras empresas en huelga. Recuerdo un día en el que las mujeres de los trabajadores de Wan-Holl fueron a pedir los atrasos que se les debía y allí estaba la Benemérita a caballo; y no veas lo que repartieron: creo que me duele al acordarme.
Tal como iban pasando los días, la gente que no estaba plenamente convencida de lo que estaba haciendo va dejando de hacer, y poco a poco ves que te va fallando y que te vas a encontrar sin la fuerza necesaria y sin argumentos para seguir en la brecha, y es entonces cuando decidimos recoger aquello que ya teníamos negociado y cerrar filas. Así mismo te das cuenta de cómo la empresa necesita tener su argumento para dar por cerrado todo y volver al trabajo sin tener la necesidad, cara a trabajadores y organismos, de haberse bajado los pantalones. Nosotros lo pagamos con un despido, no sé hasta que punto negociado entre la empresa y el trabajador ya que la empresa nunca nos informó, y el trabajador tampoco nos dio información concreta. Este trabajador se fue al paro para posteriormente incorporarse al sindicato de la UGT como trabajador fijo en sus oficinas.
El resto de las personas que formamos el Comité de Huelga fuimos represaliadas con distintas sanciones que hubimos de cumplir. La primera, y para todos, un mes de empleo y sueldo, y posteriormente otras.
La empresa por su parte nos dio lo que nos había quitado y lavó su cara con el despido de ese trabajador que cargó con la culpa que no tenía.
Cuando todo esto terminó disolvimos el comité de Huelga y la caja de Resistencia (lo que había quedado): después de cumplir su cometido lo repartimos entre las empresas que todavía seguían en huelga, en particular a Maquinista y Fundiciones del Ebro que resultó ser la que finalmente se fue al traste.
Mi experiencia conseguida fue aquello que aprendes en carne propia, y que no es otra cosa que nunca se debe hacer una huelga a la brava, hay que estudiarla antes, ver por dónde vas a ir y por dónde te van a venir. Hoy las huelgas no pueden ser como entonces, tienen que ser planificadas de antemano en tiempos, formas de hacer y aprovechando el momento más adecuado, y saber en todo momento con lo que realmente cuentas, tanto de apoyo moral como de actitud.
Miguel Guallar