LA CARAVANA OLVIDADA
La solidaridad zaragozana con el Sahara arranca poco tiempo después del vergonzoso acuerdo tripartito que firmaron Marruecos, Mauritania y España en el año 1975, el de la muerte de Franco, que cierra en falso el problema de la descolonización del antiguo dominio.
Desde Zaragoza hemos participado en varias caravanas hacia el Sahara, siempre coordinadas con otras asociaciones del Estado. Recuerdo el primer Land Rover que pasó del frío de Canfranc al calor del desierto, gracias a la aportación de cuatrocientas mil pesetas (unos dos mil cuatrocientos euros) del Ayuntamiento de Zaragoza, en el año 1991, y no se había inventado aún el 0,7% de ayuda al desarrollo.El camión cisterna era de los que usaba CAMPSA (Compañía Arrendataria del Monopolio de Petróleos SA) para el reparto de combustible. Este proyecto fue especialmente emotivo porque involucró a mucha gente, como los trabajadores de mantenimiento, que cambiaron ruedas, arreglaron el motor y lo dejaron en las mejores condiciones para el desierto que le esperaba.
El 21 de abril de 1992 embarcó en Alicante una nueva caravana con ayuda humanitaria destinada a los campamentos de refugiados saharauis establecidos al sur de la ciudad argelina de Tinduf, en una zona próxima al territorio del antiguo Sahara Español, actualmente ocupado por Marruecos.
La caravana estaba organizada en esta ocasión por el representante saharaui en la zona de Levante, en colaboración con las Asociaciones de Amistad de su ámbito: Castelló, Valencia, Benidorm Alacant, Murcia, Cartagena y Albacete.
La integrábamos cincuenta y nueve personas, algunos de entre nosotros periodistas de diferentes medios de comunicación, otros que habían ejercido su profesión durante la colonización española en el Sahara y el resto simpatizantes de la causa saharaui, todos unidos en la lucha por la liberación de sus territorios. El desplazamiento se realizó en catorce vehículos: cuatro ambulancias, dos turismos, un Land Rover, dos autobuses y cinco camiones cargados de medicinas, alimentos, material escolar… Desde Aragón aportamos un camión cisterna de cuatro ejes con capacidad para veinticinco mil litros, que cargamos de agua potable durante el trayecto y que se utilizaría para abastecer los campamentos.
La caravana desembarcó en el puerto de Orán, donde fuimos recibidos por el embajador de la RASD (Republica Árabe Saharaui Democrática) en Argelia. Tras solucionar en la aduana los trámites burocráticos, partimos ese mismo día en dirección a Tinduf en compañía de algunos guías saharauis, que en todo momento estuvieron atentos a resolver los problemas que se plantearon en el trayecto.
Tres días más tarde, después de recorrer mil quinientos kilómetros por una Argelia políticamente convulsionada, en donde pudimos observar cómo el paisaje húmedo mediterráneo se iba transformando en puro desierto, llegamos a Rabuni que, sin ser propiamente un campamento, agrupa los servicios centrales de la organización saharaui en el exilio: Ministerios, Hospital Nacional, escuelas secundarias, almacenes, talleres… Allí está el centro de acogida en donde se nos brindó el primer recibimiento.
A lo largo de los tres días siguientes pudimos visitar tres de los cuatro campamentos en los que la población civil espera el día del regreso al territorio ocupado por Marruecos. Estos campamentos reciben el nombre de ciudades del territorio ocupado: Auserd, El Aaium, Smara y Dajia, que agrupan seis dairas cada una, que a su vez están formadas por cuatro barrios. Cada barrio se compone de tantas jaimas como familias. La jaima es una tienda de campaña confeccionada en lona, similar a la que utilizaban los pastores nómadas, y tiene en su proximidad un pequeño cuarto de adobe que se utiliza como cocina. Con ese mismo adobe están construidos los dispensarios y las escuelas de que dispone cada campamento.
La organización saharaui cubre las necesidades básicas de la población, posibilitando que todos los niños y niñas estén escolarizados. A partir de los tres años asisten a las escuelas maternales y desde ese momento siguen un plan de estudios que incluye la enseñanza del idioma castellano como segunda lengua, lo que hace de la RASD el único país árabe hispano-parlante. La distribución de los alimentos disponibles que, en gran parte, les llega de la ayuda internacional, se realiza semanalmente en función del número de miembros de cada familia. No existe el dinero, no hay comercio, todo está socializado.
El pilar básico de todo este proceso son las mujeres. La entrada masiva del pueblo saharaui a partir de 1975 a territorio argelino como refugiados supuso tener que crear una infraestructura, en principio de supervivencia, para ir acogiendo a todos los que llegaban. La partida inmediata de los hombres hacia el campo de batalla dejó en manos de las saharauis todas las funciones a realizar. Ellas son las que atienden las escuelas, dispensarios, reparten los alimentos y construyen las jaimas. Ellas son, por su fuerza y tesón, baza fundamental en la lucha del Frente Polisario. Ello también es posible por la peculiar concepción del Islam que tiene el pueblo saharaui. Su práctica es individual, no existen mezquitas o lugares de culto, la mujer goza de los mismos derechos que los hombres, sin que tengan que ocultar su rostro salvo para protegerlo del viento y la arena, los matrimonios son monógamos y todos pueden optar al divorcio.
Los integrantes de la caravana quedamos estremecidos por la hospitalidad y el cariño de este pueblo.
Las multitudinarias recepciones en los campamentos que visitamos, los agasajos de que fuimos objeto, la franqueza de su conversación y su fe inquebrantable en un pronto regreso a ese territorio que se les arrebató por la fuerza, han quedado grabados para siempre en nuestro corazón y nuestra memoria.
Miguel Gamarra