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zaragoza rebelde – 1975, 2000 – movimientos sociales y antagonismos

LA OBJECIÓN DE CONCIENCIA A LA MILI EN ZARAGOZA. LA DECADA DE LOS 70 A LOS 80

El Movimiento de Objeción de Conciencia (MOC) cumplió en 2007 treinta años de vida con estas siglas, aunque las objeciones  y la actividad antimilitarista, como veremos, empieza a rodar en 1971. Se creó en enero de 1977. Hoy, suma y sigue.
Por estas nuestras tierras zaragozanas y aragonesas, tan abundantemente militarizadas (campo de tiro y entrenamiento de San Gregorio, la Academia General Militar, Capitanía General, en aquellos años, la Base Aérea Militar Norteamericana…) surge la lucha por el derecho a la objeción  de conciencia (OC) en los años 1972-73.
Jesús, Ramón, Jesús, Rosa, Paloma, Pilar, Carmen, Chema, Javier, Raimundo, José Antonio, Antonio Julián, Nacho, José, Víctor, Luis Felipe…, son nombres individualmente escritos pero que, tras su decisión personal, crearon colectivamente el Movimiento Social de la Objeción de Conciencia en nuestra ciudad de Zaragoza y en Aragón.
Ha pasado mucho tiempo, pero contamos con la experiencia narrada y con algunos textos, documentos, pegatinas, boletines, carteles. Tenemos, fundamentalmente, memoria. La documentación ha recorrido un puñado de pisos, locales, archivos… Muchas manos los han acariciado para bien, para que crecieran a buen ritmo. Hasta hubo que esconderlos un poco cuando un guardia civil quiso dar, con ayuda de muchos militares, guardias como él y muchos, muchos civiles y alguna que otra entidad financiera, un golpe de estado (febrero 1981), por supuesto militar. Su apellido hace alusión a productor de piezas para cubrir un tejado.
En el curso 1973-74 se empiezan a reunir en Zaragoza el núcleo de la gente que inicia la lucha colectiva por el reconocimiento de la OC. Vamos a señalar que desde que nace este movimiento, aquí y en el Estado español, la lucha trata de transformar no sólo la mili y los conflictos bélicos en otra forma de resolver los problemas de intercambios entre pueblos y culturas, sino que busca poner fin a las situaciones de injusticia provocada por unas estructuras sociopolíticas y económicas opresivas.

Insumisión

Nace en el barrio de Delicias, en la calle Daroca, en una parroquia de cristianos católicos, más bien de base para lo que había en aquel momento, una dictadura religiosa.
Un pequeño grupo de seis o siete personas empieza a reunirse, a leer, reflexionar, debatir juntos, contrastar, interiorizar, profundizar todo lo que caía en sus manos de no violencia y de objeción de conciencia. Algún miembro del grupo viaja a Barcelona, Madrid y trae materiales escritos. Son años de madurar personal y colectivamente además de realizar ya alguna acción en la calle: reparto de octavillas con las reivindicaciones de los objetores, primeras conversaciones en la calle con la gente, primeros encuentros con la policía, primeros nervios-miedo-tensión, disueltas estas emociones  con cierto sentido del humor, que siempre se ha tenido, y la amistad que nos iba uniendo. Estábamos en una dictadura militar. Cada persona tenía que saber muy bien a qué se arriesgaba. No era un juego. La lucha desde la no violencia es cara a cara. Necesita cierta formación y entrenamiento.
Tenemos reuniones semanales, aunque a veces dos y hasta tres a la semana. Se mantiene el grupo estable. Y van viniendo gentes de pueblos a recoger información. En los pueblos, los objetores lo pasaban todavía peor. Muchísima presión social. Empiezan a solicitar charlas en barrios, pueblos, institutos… Esto se mueve, pensábamos.
También este curso 1973-74, se inician las asambleas estatales de coordinación, de intercambio de información y materiales, en Madrid, como lugar equidistante a todas las zonas donde hay grupos autónomos locales de objetores. Echa a andar un movimiento social autogestionado, autofinanciado, asambleario, con decisiones por consenso… sin líderes que obedecer, sin dirigentes que seguir, sin proyectos políticos cerrados. Un movimiento de jóvenes contra la dictadura militar. Un movimiento de desobediencia civil desde los parámetros de la no violencia, tan poco conocida aun hoy día, 2007, a pesar de su sabrosa historia en Europa y en todo el mundo. Con éxitos y fracasos, como no. Pero con mucho que aportar a las luchas populares. El último ejemplo actual: Birmania.
En 1976 un decreto del gobierno de Suárez sobre la objeción por motivos religiosos exclusivamente es desobedecido. Papel mojado.
Los primeros objetores se declaran en marzo de 1977. Queremos señalar que las mujeres estuvieron presentes en esta lucha por la OC desde el primer momento y no precisamente como hermanas, novias, amigas, sino por sí mismas y porque pensaban y sentían lo mismo que sus compañeros de pelea.
En 1973, le“tocaba” objetar a Chema, pero tuvo suerte y lo declararon exento total por la vista que tenía, es decir, que era miope, con más de cuatro dioptrías seguras en cada ojo. En marzo de 1977 son Nacho, luchador antifranquista en la universidad y José, que participa en el movimiento cristiano de base y es activista no violento. Son ellos quienes abrieron la puerta a la disidencia con los militares. No se conocían entre sí.
En julio de este mismo año objetan dos más: Luis Felipe y Víctor. Luis Felipe quería librarse de la mili como fuera, era republicano convencido. Víctor, luchador antifranquista, seis meses antes de declararse objetor entra en contacto con el Grupo de Objetores de Zaragoza.
En Noviembre de 1977, una orden de Gutiérrez Mellado, militar y Ministro de Defensa sitúa a los objetores legalmente en “incorporación aplazada”. Uno se declara objetor y te dejan en paz temporalmente, hasta que se regule por ley la OC.
Tras un clamor popular muy serio el gobierno decreta este mismo año una amnistía parcial de presos políticos, dentro de ellos los objetores, y de presos comunes. Salen de la cárcel en libertad doscientos veinte objetores.
Iba creciendo el grupo y ya había unas doce personas constantes. El conjunto lo formaban cristianos, anarquistas, republicanos y ciudadanos que iban por libre. Les unía un análisis político común y se aceptaba la estrategia no violenta como válida contra el militarismo rampante. Muerto el dictador, (Franco murió el 20 de noviembre de 1975) no se llevó consigo el poder del ejército, de la policía, guardia civil y los cuerpos represivos. Tampoco los tribunales. Ni el control de la economía del país por una minoría de familias españolas: la estructura económica siguió intacta. No hubo ruptura, más bien una pequeña reforma. Para los objetores, tanto la dictadura como la democracia usaron la represión directa y constante. Era una represión diferenciada casi sólo por el nuevo nombre del régimen, pero no en sus consecuencias: cárcel y amenazas, aislamiento social y campañas ministeriales para denigrar la imagen de los objetores ante la sociedad, tratándolos de insolidarios, egoístas, radicales… Con Franco eran cobardes, locos, antipatriotas, maricas…
Al año siguiente, 1978,  ya se cuenta con el doble de gente. En el mes de diciembre de ese año, tras treinta y nueve años de dictadura militar, se pacta la Constitución Española entre las fuerzas políticas y reconocen la objeción de conciencia (OC) en el artículo 30. Ni la sociedad ni los políticos -ni por supuesto los militares- estaban convencidos ni preparados para contemplar la OC como un derecho más. Fue la lucha no violenta desde 1971, siete años intensos dentro y fuera del Estado español, lo que les forzó a esta decisión.
Y en 1980 estábamos unas cuarenta personas estables. Había estudiantes de universidad y trabajadores/as de familias de clase media y obreros/as, fundamentalmente.
Las acciones que se hacían eran desde sentadas en Capitanía General en la plaza de Aragón hasta paseos por la ciudad encartelados/as por delante y por detrás exigiendo la libertad de objetores detenidos y la reivindicación del derecho a la OC. Colgábamos pancartas en lugares estratégicos. Alguna vez se tapió una puerta de un colegio donde iban a tallar a los jóvenes. En fin, había cierta variedad. Y la policía solía acompañarnos desde el primer momento. Eran puntuales. Nos identificaban y ya estábamos listos, a casa. Como ahora, aunque algo mejor casi ¿no?.

Nace el COA.
Nace el Colectivo de Objeción y Antimilitarismo (COA). Noviembre de 1980. Nos veníamos llamando Grupo de Objetores de Zaragoza pero para situar mejor cada posición personal dentro del trabajo colectivo y respondiendo a propuestas internas para favorecer la entrada de más gente, así como para ofrecer a la opinión pública un paso más –antimilitarismo en nuestra autodenominación- que se daba entre las y los objetores de Zaragoza, se crea el COA y también el CAN, Colectivo para una Alternativa No violenta. Con humor, sacamos en el BOA (Boletín de Objetores de Aragón), que editábamos aproximadamente cada mes, el reclamo COA-CAN, el alimento de la juventud, en alusión a un cacao para desayunar muy popular. Tenía sentido doble. El CAN, al poco tiempo, deja su actividad para seguir unidos/as en el trabajo abundante del COA.

Sigue siendo un movimiento social creado y mantenido por jóvenes, autoorganizado, autofinanciado, autogestionado y asambleario con decisiones por consenso. Se incrementa la participación en las asambleas estatales de coordinación de campañas, intercambio de experiencias, materiales, propuestas y demás, que se realizan en Madrid, lugar equidistante a todos los sitios donde había colectivo o grupo de objetores/as.

Para hacer la objeción, para declararse objetor, se le mandaba primero una carta con los motivos que se alegaban al Capitán General de la zona militar. Cada objetor elegía luego el momento y el lugar para confirmar su objeción. Algunos se declaraban objetores el día de las tallas de los mozos, al medir la altura física de los jóvenes. Otros, cuando iban a entrar en el cuartel. Otros no iban a ninguno de los dos sitios y esperaban respuesta a su carta. También estaban quienes no echaban ni siquiera la carta, los prófugos.

Broncas familiares las tenían los objetores aseguradas. Pues las madres y los padres querían que sus hijos cumplieran el servicio militar cuanto antes y se pusieran a trabajar. Pero, para trabajar tenían que tener “el servicio militar cumplido”. Los objetores no hacían la mili, no tenían agarre legal, así que ¿en qué iban a trabajar si no los admitían ni en la empresa pública ni en la privada, ni en la Administración, evidentemente? Muchos objetores se hicieron artesanos, autónomos, para poder tener algo de pelas. La vida personal no era nada fácil.

Nunca nada es fácil ni cómodo cuando se practican rupturas revolucionarias contra el sistema. Si el sistema está pisoteado  por botas militares más duro aún.

La prensa de Zaragoza no apoyaba. Normal. Pero le mandábamos alguna foto de alguna acción y el pie de foto y la sacaban. Eran pequeñas sorpresas agradables. La radio no recogía nuestras protestas no violentas en la calle ni su represión. Y de la TV ni hablamos. Nada de nada. No esperábamos otra cosa. No nos sorprendía.
“La guerra es un crimen cometido por los hombres, mucho más agraviado actualmente gracias al desarrollo de sus técnicas que, con las armas atómicas, han alcanzado el grado de destrucción total del planeta. Para que esto no ocurra, así como realizo mi aportación personal al cese de la carrera de armamentos, que alcanza también a nuestro ejército, me creo en la obligación moral de no prestar, bajo ningún concepto, mi colaboración a institución alguna que, como el ejército, tenga como fin su preparación”. Es la declaración de un objetor. Se refiere más adelante a que se gasta en armamento lo que una gran parte de la humanidad necesita para vivir. El objetor no puede aceptar una organización social que conlleva injusticia y violencia. No es violencia teórica, es violencia que mata. El hambre y la malnutrición matan. El analfabetismo mata. Las condiciones de trabajo infrahumanas matan. El paro mata. La violencia contra las mujeres mata, en las guerras y en lo que se llama paz social.

La vida sigue, la lucha sigue. Hoy continúa el trabajo colectivo de los movimientos sociales por la transformación de la sociedad y el sistema socioeconómico que nos siguen imponiendo por la fuerza. Siguen siendo válidas las reivindicaciones de la objeción, de la insumisión y el antimilitarismo. También la metodología, la estrategia de la no violencia. Ánimo, pues.

Chema Mendoza