MOVIMIENTO VECINAL, UNA EXPERIENCIA PERSONAL
Mi experiencia personal en el movimiento vecinal se remonta muchos años atrás. No recuerdo el año, pero supera los veintitantos…
Me incorporé a la Asociación de Vecinos de las Fuentes después de afiliarme en el Movimiento Comunista de Aragón, hoy llamado Liberación. En aquellos años todavía había muchas reivindicaciones que se hacían desde la protesta y la exigencia a las instituciones; estaban pendientes el tema sanitario, la Enseñanza, Urbanismo y problemáticas sociales varias.
Cuando yo me apunté a la Asociación de Vecinos, en lo que era trabajo cotidiano y el trabajo en la Junta de la Asociación hay que decir que había muy pocas mujeres; sí las había en comisiones de trabajo como las de enseñanza, sanidad, urbanismo: muchas de ellas procedían de Cáritas y de las parroquias.
Del principio, el peor recuerdo que tengo es el sectarismo, muy propio de los tiempos en que todos pensábamos que, desde el partido político en el que nos movíamos, íbamos a cambiar el mundo, y por ello teníamos que hacer proselitismo para atraer a la gente a nuestras ideas; y esta prioridad estaba por encima del problema de la discriminación de género.
Durante todo el tiempo que participé en el movimiento vecinal tuve una regularidad muy constante en todo lo que se hacía en la Asociación y pasé por diferentes responsabilidades: Vocal, Secretaría y Presidenta; aunque de este último cargo dimití pronto porque no veía mucha colaboración para hacer todo aquello que me hubiese gustado, y esto me estresaba mucho.
También en representación de las Asociaciones de Vecinos (AAVV) pertenecí durante dos años al Secretariado de la Federación de Asociaciones de Barrios de Zaragoza (FABZ), en un momento en el que las mujeres fuimos mayoría y pudimos ver más de cerca cómo funcionaba el Urbanismo: al igual que hoy con la Expo 2008 se hacían grandes obras con mucho despilfarro de dinero por parte del poder político, cada vez más alejado de la ciudadanía, con grandes protestas sociales en la ciudad
Tampoco recuerdo muy bien cuándo empezamos a trabajar el tema de la Mujer. En las reuniones de mi doble militancia política en el MC (Movimiento Comunista), sí que discutíamos mucho sobre la discriminación y la lucha de la mujer. A raíz de empezar a trabajar en los barrios se pusieron en marcha las comisiones de mujeres en la FABZ, a pesar de que mucha gente pensaba que estas Vocalías de Mujeres no eran necesarias y que las otras reivindicaciones generales eran más importantes. El tiempo nos ha demostrado que las situaciones de malos tratos y violencia contra las mujeres, es hoy en día uno de los problemas más graves y difíciles de solucionar que tienen nuestra sociedad y el mundo entero.
Las ideas que la inmensa mayoría de las mujeres tenían entonces no eran feministas radicales, no se planteaban cambiar el mundo desde la concepción de igualdad total entre hombres y mujeres, sino más bien lo que primaba era la lucha por pequeñas reformas; estas mujeres procedían de las Asociaciones de Cabezas de Familia, —hoy AMPAS (Asociaciones de Madres y Padres de Alumnas/os)—, de parroquias y otros sectores y se fueron incorporando a actividades sociales a través de los cursos en las instituciones, por ejemplo el Instituto Aragonés de la Mujer y sobre todo la Casa de la Mujer, que fue una buena excusa en los años ochenta para sacar a las mujeres de casa. A mí personalmente me hubiera gustado que desde la Casa de la Mujer se hubieran dado unos contenidos más feministas; pero era lo que había y hoy sigue igual.
Siempre fui consciente de que todo eso chocaba bastante con mis planteamientos y cuestionamientos del mundo en el que vivo con respecto a la contradicción con los hombres. Para mí fue una tragedia personal conocer la ignorancia que tenían muchas mujeres sobre estos temas, y no digamos cuando empecé a ser consciente, no solo de la discriminación y atraso social en el que estábamos, sino el conocer que la violencia estaba ahí, muy presente y haciendo estragos. Como hemos ido viendo con posterioridad, la violencia de género ha traído un número terrible de mujeres maltratadas y asesinadas en los últimos años. Desde mi participación en el Movimiento Vecinal, nos hemos centrado en este grave tema y problemática social en el barrio de las Fuentes, extrapolándolo a toda Zaragoza.
La dinámica de intervención de las Instituciones fue produciendo mejoras de la calidad de vida en los barrios en los ámbitos de la salud, urbanismo, enseñanza, etc. Aunque quizá no sea perfecta, la realidad hoy en día es muy distinta.
Analizábamos la realidad en la Asociación de Vecinos y veíamos que existían problemas sociales que estaban ocultos y que se trataban desde las parroquias; así que nos juntábamos con ellos, con las AMPAS, algunos profesores y curas, y otros colectivos del barrio, y a raíz de unas Jornadas de Cáritas Diocesana sobre la Tercera Edad en el barrio, decidimos crear una coordinadora que abordara y tratara todos estos temas. Fue una experiencia muy interesante y masiva que duró varios años. Se crearon cinco comisiones de trabajo: Infancia, Mujeres, Tercera Edad, Minorías Étnicas y Jóvenes. Se llevaron a cabo muchas actividades para mejorar la vida de las personas que lo estaban pasando muy mal. Fue importante lo que se realizó con más de treinta familias gitanas que vivían en chabolas en la zona de Montemolín en unas condiciones infrahumanas. También se compraron pisos en el barrio y se alquilaron baratos a cada familia. Un trabajo importante que asimismo se llevó a cabo fue el de acompañamiento de integración, que no supuso ningún problema ni brote de racismo en el barrio. Fue un trabajo integral muy significativo en el que colaboraron mujeres de nuestra comisión y resultó todo un éxito porque este tema es muy complicado si no se hace bien. Resultó ser un proyecto a estudiar por parte de la administración para evitar conflictos y enfrentamientos en la ciudad.
Por otra parte, volviendo a lo que ha sido el trabajo de la Comisión de mujeres, además de colaborar cada año en la preparación de la festividad del 8 de marzo, día de las mujeres, la mayor parte de nuestro trabajo se centró en el marco de proyección de la FABZ, en el tema tan terrible de los malos tratos. Abrimos un punto informativo y de apoyo en la AAVV para ayudar a informar a mujeres víctimas de malos tratos. La verdad es que no siempre fue bien entendido este proyecto tan delicado, y no todo el mundo en la Administración pública y en la propia Asociación lo veía muy bien. Pensaron que no estábamos preparados, a pesar de que hicimos cursos de formación y de que nuestro principal objetivo fuera informar y acompañar a las mujeres que viniesen al lugar que ellas mismas demandaron, y no ocupar el terreno de las instituciones.
Pero la cercanía y la creación de redes de autoayuda entre mujeres habría sido muy importante para trabajar en una problemática tan dura y poco desarrollada en aquel momento.
También junto con otras mujeres de otros barrios, de la FABZ y quienes quisieron participar, empezamos a denunciar esta lacra social de terrorismo doméstico. Así pues, nos empezamos a reunir todos los primeros martes de cada mes en la Plaza de España en una concentración que se sigue haciendo para protestar y denunciar la violencia contra las mujeres. Igualmente participamos cada año en los actos del 25 de noviembre, día Internacional contra la Violencia de Género.
Otro trabajo muy importante para nosotras, consistió en preparar un rastrillo y dos cenas solidarias en la calle y en el centro de la Fundación El Tranvía para recaudar fondos. Cada año financiamos con estos fondos un proyecto determinado dedicado a mujeres en diferentes países del mundo. Son actos bastante masivos. También colaboramos con el MPDL en la recogida de alimentos, ropas, medicinas, pañales, etc. para enviar a personas en situaciones de catástrofes humanitarias en Centroamérica.
La verdad es que se han hecho muchas cosas, pero no puedo extenderme más; siempre quedará tiempo para contarlo. Hasta pronto.
Petra Castejón