SASÉ EN LA SEO
Lo primero que me viene al recuerdo son las ganas, muchas ganas, de hacer práctico y cotidiano tanto discurso teórico, la posibilidad de reinventárnoslo todo de nuevo, mucha creatividad y también mucha rabia.
En Aragón han sido varios los proyectos que por unas u otra vías han reivindicado activamente la recuperación de pueblos abandonados. Pequeños núcleos que sufrieron la despoblación al trasladarse sus antiguos habitantes a vivir a las ciudades; y también el abandono por parte de las autoridades, condenándolos éstas a convertirse en pinares del estado, campos de maniobras militares y finalmente un montón de ruinas. En el caso de Sasé se logró poner en jaque al gobierno de Aragón durante mucho tiempo…
Muchas gentes que provenían de diferentes luchas y colectivos, gentes que estaban okupando en la ciudad y también en el monte, se unieron tanto para dar vida como para apoyar esta experiencia, ya no solo de rehabilitación de un pueblo en el Pirineo sino mas allá de eso, de construcción entorno a lo colectivo.
Sasé está en Sobrarbe, en la provincia de Huesca, en un precioso valle propiedad de la Administración, rodeado de montañas, a mil metros sobre el nivel del mar y con un acceso nada fácil. Llevaba abandonado desde la década de los sesenta cuando el colectivo Colores decidió okuparlo en el 95, presentando un proyecto de rehabilitación a la DGA. Se trajo el agua al pueblo, se arreglaron varias de las casas, se abrieron varias huertas e incluso iba a empezar a funcionar la escuela cuando en octubre del 97 fue brutalmente desalojado. Cuarenta personas fueron detenidas y apaleadas, llegando los GAR, (Grupos Acción Rural) de la Guardia Civil, a disparar pelotas de goma a la gente que resistía pacíficamente en tejados y casas.
Es bastante significativo que tras su desalojo, cuando obreros contratados por el Gobierno de Aragón tapiaron las casas, subieran a Sasé cuatrocientas personas solidarias dispuestas a tirar los muros.
Posteriormente, y tras tiempo de negociaciones con la DGA y estar viviendo durante meses en campamentos provisionales o escondidas en el monte, ésta se comprometió a la cesión de otro pueblo: Solanilla, en la Guarguera, mediante concurso publico. Colores fueron las únicas en presentarse y el concurso fue declarado desierto, alegando la DGA que no habían encontrado a quien comunicar el fallo, siendo que tenían constancia de que se estaba viviendo en Solanilla desde hacia meses.
En este contexto, para denunciar los engaños del gobierno y con el objetivo de visibilizar la lucha, se llevaron a cabo numerosas acciones en Zaragoza: acampada en el paseo Constitución, marcha andando hasta Sasé …, siendo una de las mas llamativas en mayo del 98 la okupación durante ocho días de la torre de la Seo, que se encontraba en obras en ese momento, y en la que varias personas estuvieron subidas con unas pancartas en las que todo aquel que se acercarse a la plaza del Pilar podía leer en grandes letras, «Sasé vive, Solanilla vive, DGA miente». A pesar de que la policía nacional custodiaba día y noche la torre, hubo concentraciones cada tarde debajo de La Seo en las que se juntaba bastante gente. Durante los días que duró la acción se intento subir agua y comida a las resistentes, y una de las tardes los nacionales se liaron a soltar porrazos hiriendo a varias personas y reteniendo a otra.
Ese mismo domingo se llevó a cabo una manifestación desde plaza España a la de la Seo en tono festivo, vigilada por un importante despliegue de antidisturbios que quedaron totalmente abochornados cuando al finalizar la mani descubrieron que llevaban casi veinticuatro horas guardando una torre completamente vacía, ya que las okupas se habían escapado la noche anterior por la estructura de andamios y tejados.
Sasé fue desalojado y reokupado una y otra vez, el movimiento creció, se okuparon otros pueblos….
Y así, enamoradas del Pirineo, aunque a veces duela, y con grandes dosis de ilusión, esfuerzo, cabezonería y paciencia, acabamos haciendo de la Okupación Rural nuestra vida, y es que con estos tiempos que corren a cada vez mayor velocidad y en los que el capitalismo es verdad única, en estos pueblos se vive el día a día en la naturaleza, en armonía con los ciclos de la misma, huyendo del consumismo impuesto y la cotidianidad poco tiene que ver con la realidad urbanita, alcanzando en ocasiones niveles de autoabastecimiento muy altos.
En los pueblos okupados con sus alegrías y penas, con sus aciertos y errores se crece en un entorno mas humano, nacen niñas, se cultiva la tierra de una manera ecológica, se cuida del monte y los animales, se hace leña, se juega, se reconstruyen las casas, y se debate durante horas alrededor del fuego, peleando también con las dificultades que conlleva la organización asamblearia de tantos aspectos de la vida.
Lorena Campo