Abiadura
Handiko Trenaren Aurkako Asanblada
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Denuncia de la Asamblea contra el TAV
ante el
Foro Logístico Atlántico que se celebrará del 17 al 19 de noviembre de
2004 en el Bilbao Exhibition Centre:
Convocamos una protesta el viernes 19 de noviembre las 13h bajo el
lema
La Asamblea Contra el Tren de Alta Velocidad (TAV) denuncia
la celebración del Foro Internacional del Transporte y la Logística
del Arco Atlántico que reunirá del 17 al 19 de noviembre a los mandatarios
de Euskadi y Aquitania junto con las principales empresas del sector del
transporte y la logística del sur de Europa en el Bilbao Exhibition Centre de
Barakaldo. Por ello, convocamos una concentración de protesta ante el
BEC el próximo viernes a las 13h bajo el lema “¡STOP AL TAV Y A LAS GRANDES
INFRAESTRUCTURAS! ¡STOP A LA GLOBALIZACION!”, para denunciar que tras la
demagogia de la sostenibilidad se oculta el desarrollo de macroproyectos de
elevado impacto ecológico y social
y con efectos directos en agravar el proceso de la globalización:
Entre las acciones principales impulsadas por la Plataforma Logística
Euskadi-Aquitaine destaca la construcción de grandes infraestructuras como la “Y
vasca”. Se trata de convertir la zona en un área de sacrificio donde se
concentre uno de los mayores flujos de transporte en Europa, un “punto gordo” en
la cadena del transporte de la economía global, independientemente de que ello
vaya originando graves impactos ecológicos y territoriales y vaya absorbiendo
crecientemente los recursos que requieren otros sectores de actividad económica,
social y cultural. Solo en la CAV las administraciones prevén una inversión
superior a los 10.000 millones de euros (más de billón y medio de pts.) en
grandes obras como el TAV, el Superpuerto de Jaizkibel, la autopista Supersur y
la extensión brutal de plataformas logísticas de transporte con una superficie
conjunta de 2500 hectáreas que quedarían cubiertas de cemento y alquitrán,
certificando el carácter desarrollista y destructivo de la política de
transportes institucional.
Denunciamos la falsedad del argumento utilizado de reducir el trafico de
camiones, aducido por ambos gobiernos a favor del TAV y de las “autopistas
ferroviarias” y “autopistas marítimas”. Es una gran falacia. Efectivamente, el
transporte combinado de camiones sobre trenes y barcos parece servir, dentro de
un análisis parcial, para “trasvasar” ciertos volúmenes del transporte por
carretera al barco y al ferrocarril; pero al mismo tiempo, se desarrollan nuevas
formas de organización de las actividades logísticas que, de hecho, constituyen
una “mezcla explosiva” ideal para una nueva expansión del transporte en todas
sus modalidades, pero básicamente en el camión, que, en cualquier caso, también
se incrementará y seguirá siendo preponderante. En la medida en que el flujo de
mercancías se ha multiplicado por tres en los últimos diez años y el volumen
previsto a transportar a través de los Pirineos en 2020 duplica el del año 2000,
la perspectiva social y ambiental de esta política no se restringe al impacto
directo de las obras de infraestructura (TAV, superpuertos, autopistas,
plataformas logísticas, etc.) que agreden el territorio y destruyen múltiples
áreas de interés ecológico, sino que cobra su verdadero alcance en su poderosa
contribución al incremento de las magnitudes básicas del transporte.
Si no cambiamos de rumbo pagaremos con una serie de gigantescas obras el
honor no deseado de ser una plataforma de expansión del “turbocapitalismo”. En
efecto, el colapso del sistema de transporte es el nuevo fantasma que desde hace
algunos años recorre ese gran mercado neoliberal en que se está convirtiendo
Europa; pero cuando se plantean dificultades para la expansión del transporte,
la respuesta no es la revisión de las causas de ese colapso --el impacto
producido por la instauración del mercado único y la globalización económica--,
sino el crear las infraestructuras para que los tráficos de mercancías puedan
seguir progresando en beneficio principalmente de la distribución a gran escala
de las empresas transnacionales.
El problema no es que “la Y no sirve para el trasporte de mercancías”: el problema es que, una vez más, se dedican ingentes cantidades de dinero a satisfacer las necesidades infraestructurales y de transporte del capitalismo global, aunque la sociedad y el entorno ecológico queden hecho trizas en el camino. Por ello, oponerse al TAV es defender la necesidad de un cambio profundo del actual modelo económica y social, un cambio que permita frenar el incremento aberrante del transporte desencadenado por la mundialización y poner fin a los estragos del desarrollismo, impulsando sistemas económicos autocentrados en ruptura con la dinámica competitiva de la globalización.
Hondamendia Gelditu
Txikiziorik EZ