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Eurociudad e identidad afectada

(Texto preparado para las Jornadas sobre la Eurociudad Baiona-Donostia en Irun, Hondarribia y Endaia en mayo del 2002)

Jaime Anduaga 2002.05.05

Hablar sobre este tema sin tomar precauciones es introducirse en un vasto campo que afecta a la sociología, la psicología, la antropología, e incluso la filosofía, tenderemos pues a mantener unos estrictos limites dentro del análisis de la antropología-social siguiendo mas o menos un guión preestablecido:

¿Qué es identidad?, cómo la definimos, ¿qué clases de identidad social conocemos? En qué se basa? ¿Cómo afectaría una estructura metropolitana "nuestra" identidad?

Propongo como concepto de identidad el marco surgido en el proceso por el, que se determina la interpretación de la realidad de los objetos, sucesos y procesos, y es a través de este proceso cuando el individuo social adopta unas formas de actuar, de pensar y de ser que conforman su propia identidad. Es por lo tanto el efecto de un proceso social en el que puede no existir solamente una única interpretación de la realidad. ¿Es que acaso hay un solo código de interpretación de la realidad? ¿Nos ven como nosotros quisiéramos que nos viesen? Aquí surge un principio del conflicto.

¿Cómo se llega a definir esa interpretación de la realidad? Desde mi punto de vista a través de tres campos de actuación que son en realidad componentes de la cultura: El medio ambiente, las relaciones de producción y el universo simbólico. En el complejo surgido de la relación entre los tres elementos se puede ubicar la referencia a la realidad y por lo tanto se puede admitir que la cultura condiciona nuestro comportamiento -pero ello no quiere decir que necesariamente lo determina-.

Cabe distinguir en el tratamiento de la identidad dos ámbitos, el colectivo y el individual El individuo , según Isidoro Moreno, tiene tres componentes básicos en su identidad, el componente de clase, el de genero y el étnico. La identidad étnica seria la referida a las características económicas, institucionales, y culturales, cuando marcan diferencias tanto subjetivas como objetivas con respecto a otros grupos étnicos.

El sentido de identidad individual surge en Europa a partir del Renacimiento y se consolida en la Ilustración con el sentido de identidad política, en la Edad Media no se tenia conciencia para si de la subjetividad, se pertenecía a alguien, al señor, al noble, al rey o a Dios, no existía el individuo. Por lo tanto se puede decir que, como todo culturalmente, la identidad es un invento y además contingente, pero hoy lo hemos convertido en un indispensable elemento de la dignidad humana, y por eso, creo, estamos aquí. Sin embargo la identidad nos condiciona al ser un constructor cultural, estamos condenados a pertenecer al lugar en el que nos hemos socializado, por eso, poco sentido sociológico tiene el hablar de "ciudadanos del mundo" y cosas parecidas, estos términos son más querencias intelectuales, voluntades ontológico-morales más que sentidos identitarios.

Es obvio que hacemos uso del concepto de identidad adecuándolo a una serie de niveles o situaciones, tanto espaciales como de prestigio. Así el uso que hacemos de ese invento en su faceta espacial depende del lugar que nos encontremos, en Endaia podemos decir que somos del Bas Quartier o de Endaia Plage, pero en Donibane o en Donapaleu seremos de Endaia y posiblemente en Italia seremos franceses o vascos. Pero existe otra variante identitaria, la correspondiente a las relaciones de producción según las cuales se establecen los status sociales, las categorías de prestigio y en gran parte los roles de comportamiento.

Todo ello configura un marco de relaciones en el que se reifica la identidad propia del individuo, y la que pretendemos transferir a nuestra descendencia pero siempre dentro de unos parámetros de prestigio, es decir si ser empleado de banca no nos satisface intentaremos que nuestra hija sea "algo más" dentro de nuestra escala de valores, si ser de Endaia creemos que es ser provinciano intentaremos ir a Bordele y si ser vasco esta desprestigiado intentaremos ser franceses (hasta que venga Monsieur Le Pen...y entonces solo algunos querrán ser franceses ), pero no es éste un planteamiento adecuado, éstos son identificadores contextuales o situacionales. Hay que tener en cuenta que por encima de esos usos y planteamientos localistas y personales la identidad del individuo esta determinada por la identidad étnica del grupo, pero no todo componente del grupo étnico es consciente (consciencia para si) de su etnicidad, o mejor dicho de su pertenencia étnica al grupo. Hay, quizá , algunas características étnicas que tienen más presencia que otros. Lo étnico comprende lo cultural, pero no solo lo cultural, también están las instituciones, y las formas de entenderlas, la organización socio política y las relaciones de producción

Aquí, pues, identidad y realidad social están íntimamente unidos, aun más, para poder definir una identidad, para entenderla incluso, habría previamente que definir una realidad social, la identidad es fruto de las formas de vivir aceptadas, de la interpelación que surge de éstas.

La identidad, es hoy un elemento que define el tipo de socialización enmarcado en los tres campos de actuación antes señalados y hablar de una identidad vasca es conferir un estamento político-social a esa identidad, es hablar de una identidad y de las condiciones culturales, económicas, políticas para poder desarrollar esa identidad, en definitiva es hablar de una nación cultural en un estado político (o en dos). ¿Quiere eso decir que hoy por hoy la identidad vasca no está garantizada? ¿Quiere decir que debemos hacer un análisis reduccionista sobre los efectos del fenómeno de la metrópoli sobre la actual identidad? Estas son preguntas que no vale responder a nivel personal, es el propio colectivo afectado el que debe hacerlo pero hay que tener en cuenta que siempre estaremos más dispuesto a aceptar lo malo de manos conocidas que lo bueno de desconocidas, o como decía aquel "prefiero ser explotado por un patrón vasco que por otro que no lo sea", es decir la legitimación del sistema de poder está íntimamente ligado al efecto de identidad.

Hablo de identidad referida al ámbito espacial, aquí podemos encontrar otro tipo de clasificación identitaria, la de "ciudadano". Hoy ser ciudadano "kaletarra", contiene unas connotaciones muy precisas, existe una vinculación con un modelo político, cultural, laboral, social... ser ciudadano exige estar de acuerdo con unos hábitos comportamentales, consumistas, formar parte de la masa de individuos que hacen de la individualización el símbolo de su autonomía. Hoy vivir en sociedad es vivir en la ciudad, pero ello no quiere decir que exista una verdadera interpelación social, hoy vivir en sociedad, "hacer sociedad" no tiene el mismo sentido que en la modernidad. La posmodernidad ha conseguido que el individuo para sentirse seguro no tenga que depender de las ataduras culturales, ha liberado al hombre-mujer de su dependencia cultural, pero, ¿le ha hecho más libre? ¿0 solamente ha cambiado su centro de gravedad? Hoy el ciudadano tiene como referencia o modelo para la interpelación el ente abstracto, la "democracia" los "derechos humanos" "la seguridad social" el "trabajo", la "solidaridad" etc.. alguien me puede explicar a qué nos referimos cuando hablamos de todo ello?

Todo un mundo de símbolos se instaura alrededor de la creación de la identidad y el euskaldun no es ajeno a esta dinámica cuando elige su lengua como el mayor símbolo de su identidad, y no es para menos si tenemos en cuenta la pervivencia de ésta en la historia (otra cosa es basar una ideología en ese símbolo cultural, -marcador étnico-) y quizá por ello el estado del euskara es el referente (adierazlea) de la intensidad de la identidad. Pero es un tópico bastante . establecido que el euskaldun es de naturaleza independiente, que le gusta vivir aislado y que es capaz de ser autosuficiente... entonces no nos podría estañar que dentro del posmodernismo se encontrase como pez en el agua, sin embargo si consideramos que esa situación que tan perfectamente ha sido naturalizada fuese el producto de las relaciones de poder, es decir que fuese el intento, -y el logro- de la oligarquía por dejar fuera del proceso de toma de decisiones a una gran parte de la población, podríamos entender también que parecido objetivo conlleva el propósito del posmodernismo tardío como reflejo cultural de la globalización.

Hoy no se puede decir que la identidad vasca está basada en tal o cual característica especifica y diferenciadora de la personalidad, (a pesar de tener ciertos marcadores étnicos completamente diferenciados; pero la identidad no es solamente estar en posesión de esos marcadores ) vivimos en un mundo demasiado globalizado para ello y el sistema económico, institucional, político, las relaciones sociales y de producción, el sistema de enseñanza etc. no son características propias, pero eso no quiere decir que esa identidad no se refleje en ciertos símbolos propios, pero no estaría de más exigir a los antropólogos que indicasen donde están los limites de esa identidad. Lo que si se puede extraer del análisis de, la historia de este pueblo es que su ingreso en la modernización vino acompañado por el desarrollo salvaje de la industrialización (y no en todos los territorios) y que fueron precisamente los promotores de ésta los que admitieron gustosos el mito sabiniano de identidad bizkaitarra, el vasco debía de ser trabajador, católico, emprendedor, con mentalidad rural, y afincado en la tradición cultural, es decir construyeron y promocionaron una identidad de pueblo urbano-proletaria con principios quasifeudales, la masa vasca se urbanizo manteniendo las raíces identitarias en la tradición rural y hoy, ironías de la vida, nos damos cuenta que hay que adecuarse a los tiempos modernos para poder garantizar el símbolo lingüístico de la identidad. Será que por salvar el símbolo perdemos la identidad?

Es cierto que continuamente reconstruimos nuestra identidad, (o nos la construyen) adecuándonos a situaciones nuevas, desconocidas, pero el tratamiento y el proceso de adecuación puede tener diferentes efectos sociales. La sociedad es un sistema dinámico de comunicación donde se dan dos formas diferentes de dinamismo. Por un lado la que corresponde a un modelo de evolución social endógeno, controlado por los principios culturales correspondientes y donde los cambios se producen en función de acontecimientos de carácter polémico o incluso conflictivo.., Por otro lado la que corresponde a influencias de carácter exógeno, que están fuera de control interno y son producidas por la interrelación social con diferentes modelos económicos, culturales o sociales, estos normalmente son vistos como nocivos para la supervivencia de los modelos tradicionales. Las identidades globales correspondientes a culturas dominantes- no suelen coincidir con las locales pero se asimilan en la medida que las locales -correspondientes a culturas dominadas- no son capaces de responder a las exigencias de las nuevas corrientes culturales, simplemente se imponen, no se intenta adaptarlas ala cultura local.

La Eurociudad es un fenómeno de carácter económico que necesita unas condiciones mínimas de existencia, tanto físicas como humanas y aprovechara lo que existe para llevar a cabo sus objetivos, y si lo que necesita no existiese, pues lo construirá. Tres son los elementos que, pienso le son indispensables: La organización territorial del espacio físico, el desarrollo de los medios de comunicación y nuevas tecnologías y el establecimiento de una identidad común que sea compatible con el modelo económico-cultural del proyecto Europa.

En el primer punto los modelos de relación social actuales quedaran afectados por la transformación urbanística, el territorio ( espacio identitario será un espacio pendiente de una nueva identidad y -que aunque en algunos casos pueden coincidir con las actuales en ningún caso será producto de la relación social. Hay que tener en cuenta que la relación social crea unos territorios concretos y que estos territorios condicionan la relación social, pero en un espacio nuevo esta simbiosis se rompe, la nueva sociedad estará categorizada y determinada en su relación debido a la clasificación espacial. El espacio urbano -como el rural- no es un espacio neutro, esta repleto de connotaciones porque es un espacia social, es un recurso para la interpelación a través de ciertos códigos de transferencia. Pienso que el modelo de ciudad en red, devaluaría, -destruirá- las características de espacio social en las que se basan las actuales y ya deterioradas, relaciones sociales.

Bien es cierto que podremos seguir comprando en Donostia o Baiona, que podremos visitar y recorrer el circuito turístico de Txingudi y que podremos hablar por el teléfono móvil con cualquiera que tenga teléfono, es decir en principio el aspecto externo de las relaciones no se verían afectadas, pero quiero poner un ejemplo del cambio cualitativo que se dará, que ya se esta dando, a través de la transformación del espacio físico. Diríamos que es posible mantener el mismo tipo de relación social en la tienda de comestibles del barrio que en una gran superficie comercial? La diferencia no es solo de grado, el problema reside en ser conscientes de a qué responde cada una de las situaciones.

Hay dos autores que considero indispensables en el análisis de la función de las ciudades. Manuel Castells y Jordi Borja, de este ultimo extraigo algunas consideraciones sobre la ciudad en el ámbito de lo global.

Este autor considera que el espacio económico por antonomasia es la ciudad, en ésta se dan las infraestructuras y servicios, los sistemas de comunicación global, la red de pequeñas empresas auxiliares, la concentración de mano de obra especializada o no, las empresas de servicios ... etc.. y todo este conglomerado forma la estructura de relación mutua simbiótica, se crea el sistema urbano-regional como espacio económico.

Hablar de espacios no es hablar de territorios, el territorio es un espacio identificado. Si planteamos la ciudad económica en un espacio indiferenciado, "de limites difusos y sometido a los desequilibrios territoriales y sociales que en él se produce' estaremos abocados al fracaso, a estos espacios hay que dotarlos de un componente identitario. En realidad, nos dice este autor, hay que construir el territorio.

En esta línea podemos . entender las actuaciones que afectan a la ordenación del territorio de los tres pueblos de la Bahía de Txingudi, en realidad la creación del Consorcio del Txingudi responde a la unificación de criterios de desarrollo, urbanístico, económico, vial, que quedaran encuadrados en el complejo de la metrópoli. Pero, nos advierte Borja; "La política urbana no puede apoyarse únicamente en formulas normativas de planeamiento tradicional que no facilitan las actuaciones que exigen iniciativas rápidas y flexibles, ni la concertación de actores En consecuencia se ha entrado en la vía fácil de la desregulación y de la sumisión a la dinámica del mercado" Esta desregulación se refleja en" declarar cualquier suelo urbanizable, en la privatización incondicional y paulatina de los servicios públicos y la dimisión total ante el mercado para responder a- demandas sociales, como la vivienda".

Hoy, la construcción -y consumo- de casas unifamiliares y de "villas adosadas" es un fenómeno corriente que responde no solo simbólicamente al principio posmodernista de individualización, el individuo se aísla para protegerse, ya no toma parte en la construcción social, se le ha hecho creer que su capacidad autonómica reside en la facultad de evadirse, de decir no, a los problemas sociales, hoy el mensaje es: "Sé tú, sé capaz de decir no a los diferentes requerimientos de participación" o algo por 'el estilo, mientras se potencia la solidaridad para con entidades abstractas, mientras se insta a la pluralidad de las ideas. Sin embargo lo que se vende como pluralidad de ideas es la imagen de un conjunto de individuos aislados -individualizados- que se conectan con el mundo a través de las nuevas tecnologías informáticas. El universo social comienza en las urnas y acaba en el jardín de la casa adosada.

Y al final nuestras ciudades se convierten en dormitorio, diseñadas para vivir una realidad virtual, la sociedad de la imagen, del diseño, -otra característica de la posmodernidad-. El símbolo se convierte en fin de si mismo la iconolatría es uno de los pilares ideológicos de la construcción de la Eurociudad, pero a su vez es uno de los mayores problemas con los que se encuentra. Una muestra de ello la podemos ver en el Consorcio Txingudi, proyecto que no termina de cuajar en las gentes que vivimos a los lados de la muga mental, ¿porqué no se materializa este proyecto a pesar de los esfuerzos de las correspondientes administraciones? Por que los símbolos utilizados no representan nada, por que se intentan unir tres realidades distintas por medio de una simbología hueca. Tres realidades, situaciones económicas diferentes, dos influencias culturales distintas, costumbres, horarios, usos, situación política, formas de sentir y ver el futuro, estructura social, lengua y modelos administrativos dominantes diferentes, al fin y al cabo dos formas de pensar, dos culturas diferentes que son fruto de la imposición.

Entonces, ¿dónde residen los principios identitarios comunes que se le suponen a la cultura vasca de esta tierra? ¿En la lengua? ¿En el folklore? Quizás en la voluntad de tener una identidad común? Quizá teníamos más en común cuando existía la frontera física que ahora -el trabajo derivado de la existencia de la frontera precisamente-. Hoy, los vascos sin frontera deberíamos saber potenciar aquellos elementos étnico-identitarios que un día tuvimos para que nos posibilitasen la entrada en Europa con status de nación, por encima de interpretaciones románticas de la realidad. Si a los lados del Bidasoa existen vascos que todavía son capaces de desarrollar una cultura propia y diferenciada - con los tres elementos antes mencionados, es decir: Medio ambiente identitario territorialidad-, relaciones de producción -sistema económico autogestionado- y universo simbólico -sistema de comunicación codificada, tanto implícita como explícita- estoy seguro que proyectos como la Eurociudad no nos turbarían tanto. En realidad esta preocupación neurótica por los efectos de la Eurociudad son un síntoma de debilidad, ¡y no es para menos!

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