Texto leído en una concentración frente al Palacio Euskalduna
contra un Seminario sobre la Eurociudad

Señoras y Señores, Ladies and Gentlemen, Monsieurs et Madames, nos encontramos en el Palacio Euskalduna sin duda la obra más significativa del Bilbao que se dirige con paso firme a los afames europeos de plena integración.

El Palacio Euskalduna se erige junto al Museo Guggenheim en el valuarte de un nuevo Bilbao cosmopolita, la ciudad de servicios del siglo XXI, y sin lugar a dudas la vanguardia de la modernidad europea.

El Palacio Euskalduna se levanta en el solar de un antiguo astillero del que lleva su nombre y que representaba el Bilbao industrial, contaminado, sucio, de gran conflictividad laboral que evidentemente impedía ver la vocación expansiva de una metrópolis activa y emprendedora. Es de agradecer a los sacrificados obreros de la metalurgia que dejaran su insolidaria lucha por unos insignificantes salarios para dar paso a esta espectacular monumento del vilipendiado PENSAMIENTO ÚNICO.

El Palacio Euskalduna es la confirmación más palpable de un reto, que se afronto con gran valentía, siendo el máximo estandarte del desarrollo y la modernización, no sólo de una ciudad sino de toda una sociedad, la vasca, que se encamina a gran velocidad a la cabeza de la Unión Europea y por ende del Mundo, situándose al mismo nivel de los más grandes. Para ello no han dudado sus instituciones en hacer todo lo necesario para el florecimiento económico de esta preciosa ciudad. Así se ha apresurado a construir obras e infraestructuras faraónicas como el innovador y velcísimo Tren de Alta Velocidad que nos permitirá viajar más rápidamente y cómodamente y ver obras maestras como el Museo Guggenheim y el Prado o el Louvre en un mismo fin de semana.

En estos momentos podemos ver a los artífices de la inmejorable situación económica de esta explendida eurociudad, lugar de encuentro y centro de negocios, de acontecimientos culturales, sociales, turísticos que sin duda contribuye a mejorar la calidad de vida de todos los ciudadanos. Montados en el flamante símbolo de la modernidad y la prosperidad. Estos intrépidos prohombres han hecho posible el cambio, han conseguido que esta ciudad y por consiguiente, esta sociedad haya dejado atrás el mugriento pasado industrial con ese odioso lumpem proletariado y haya situado a este emprendedor pueblo en la era digital, en la sociedad de las telecomunicaciones. Todo ello sin importarles en lo más absoluto el coste de tan grandiosa obra de ingeniería financiera y económica. En tamaña empresas no han escatimado los recursos de los ciudadanos a los que va dirigido tan revolucionario cambio metiéndonos en el milenio de internet. Sin lugar a dudas el tren del progreso y la modernidad es imparable.

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