De la huelga salvaje a la autogestión revolucionaria, Ratgeb (1974)

Capítulo I

La sociedad de supervivencia



1. ¿Has sentido al menos una vez el deseo de llegar tarde al trabajo, o de abandonarlo antes de hora?

En tal caso has entendido que:

En realidad, ya est luchando, conscientemente o no, por una sociedad que asegure a cada cual el derecho a disponer por sí mismo del tiempo y del espacio; de construir cada día su vida como la desea. (Ver III, 49).

2. ¿Has sentido al menos una vez el deseo de dejar de trabajar (sin hacer trabajar a los otros por ti?)

En tal caso has entendido que:

En realidad, ya estás luchando, conscientemente o no, por una sociedad en la que la conclusión del trabajo forzado deje espacio a una creatividad colectiva regulada por los deseos de cada cual, y a la distribución gratuita de los bienes necesarios para la construcción de la vida cotidiana. El final del trabajo forzado significa el final del sistema en el que reinan el beneficio, el poder jerarquizado, la mentira general. Significa el final del sistema espectacular-mercantil e inicia un cambio global de todas las preocupaciones. La búsqueda de la armonía de las pasiones, finalmente liberadas y reconocidas, suceder a la carrera tras el dinero y las migajas de poder. (Ver III, 59 a 74.)

3. ¿Te ha sucedido sentir fuera del lugar de trabajo la misma repugnancia y el mismo cansancio que en la fábrica?

En tal caso has entendido que:

En realidad, ya estás luchando, conscientemente o no, por una sociedad en la que las pasiones lo sean todo, el aburrimiento y el trabajo nada. Sobrevivir nos ha impedido hasta ahora vivir; ahora se trata de poner el mundo al revés; de apoyarse en los momentos auténticos, condenados a la clandestinidad y a la falsificación en el sistema espectacular-mercantil: los momentos de dicha real, de placer sin reservas, de pasión. (Ver III, 47 a 58.)

4. ¿Ya has tenido la intención de servirte de tu máquina para fabricar un objeto que puedas utilizar fuera de la fábrica?

En tal caso has entendido que:

En realidad, ya estás luchando, conscientemente o no, por una sociedad en la que los almacenes, los centros de distribución, las fábricas, las técnicas pertenezcan a las asambleas de huelga, y después al conjunto de individuos agrupados en asambleas de autogestión. (Ver III, 1 a 20)

5. ¿Te ha sucedido el sabotear voluntariamente unas piezas en fabricación o ya almacenadas?

En caso afirmativo has entendido que:

En realidad, ya estás luchando, conscientemente o no, por una sociedad en la que las separaciones desaparecen a medida que desaparece el trabajo; en la que cada uno de nosotros pueda ser al fin totalmente auténtico porque deja de producir la mercancía y su mentira (el mundo al revés en el que los reflejos son más importantes que lo auténtico). (Ver III, 69, 90).

6. Mientras saboreas la producción, ¿sientes el deseo de divertirte en sabotear las redes represivas (aparato burocrático, policía, mandos intermedios, información, urbanismo?

En tal caso, has entendido que:

En realidad, ya estás luchando, conscientemente o no, por una sociedad en la que el Estado y cualquier forma de poder jerarquizado habrán desaparecido, sustituidos por unas asambleas de autogestión que dispondrán de las fuerzas productivas y de los bienes a distribuir gratuitamente, y que acabarán con todo peligro de reconstruir el sistema mercantil. (Ver III, 27 a 39)

7. ¿Ya has sentido el deseo de dejar de leer periódicos y de romper tu televisor?

En tal caso, has entendido que:

En realidad, ya está harto de la mentira organizada, de la realidad al revés, de las muecas que imitan la vida auténtica y acaban de empobrecerla. Ya estás luchando, conscientemente o no, por una sociedad en la que el derecho de comunicación real pertenezca a todos, en la que cada uno de nosotros pueda dar a conocer lo que le interesa gracias a la libre disposición de las técnicas (imprentas, telecomunicaciones), en la que la construcción de una vida apasionante liquide la necesidad de desempeñar un rol y de conceder más importancia a la apariencia que a la auténtica vida. (Ver III, 40 a 46.)

8. ¿Te sucede que sientas la desagradable sensación de que al margen de escasos momentos no te perteneces y te conviertes en extraño a ti mismo?

En tal caso, has entendido que:

En realidad, ya estás harto de moverte entre tiempos muertos y obligaciones. Y ya estás luchando, conscientemente o no, por una sociedad cuya base ya no será la carrera tras el beneficio y el poder sino la búsqueda y la armonización de las pasiones a vivir (ver III, 75 a 92).

9. ¿Ya has sentido el deseo de prender fuego a una fábrica de distribución (supermercado, gran almacén, depósito)?

En tal caso, has entendido que:

En realidad, ya estás harto de los decorados del tedio y del voyeurisme; de un mundo en el que lo que se ve impide vivir y en el que lo que impide vivir se presenta como caricatura abstracta de la vida. Y ya estás luchando, conscientemente o no, por una sociedad en la que el final de la mercancía reside en la libre disposición de los productos creados por el final del trabajo forzado. Contra el trabajo que impide la abundancia y produce únicamente su reflejo falaz, queremos la abundancia que invita a la creatividad y a las pasiones.

10. ¿Ya has sentido el deseo de llevarte de la fábrica o del almacén tal o cual objeto, por el simple motivo de que has participado en su producción o por el motivo, aún mejor, de que lo necesitas o lo deseas?

En tal caso, has entendido que:

En realidad, estás harto de someterte al dinero y a los roles para obtener a cambio los bienes necesarios para una apariencia de vida. Ya estás luchando, conscientemente o no, por una sociedad en la que la gratuidad y el don sean las únicas relaciones sociales posibles (Ver III, 54, 55, 56).

11. ¿Ya has participado en el saqueo de una fábrica de distribución (supermercado, grandes almacenes, discount)?

En tal caso, has entendido que:

En realidad, ya estás luchando, conscientemente o no, por una sociedad en la que la producción no asalariada y la distribución gratuita de los bienes estén facilitadas por la supresión d ella propiedad y el reagrupamiento de los productores en asambleas de autogestión. Ahí es donde la voluntad de cada cual se manifiesta por la voz de los delegados controlados y revocables a cada instante. Estos delegados establecen el balance de los bienes disponibles y armonizan las ofertas de creación productivas y las demandas individuales, de manera que la abundancia se instale de manera progresiva e irreversible (Ver III, 1 a 10).

12. Llegado el caso, ¿tienes la intención de partirle la cara a tu jefe o cualquiera que te trata de subordinado?

En caso afirmativo, has entendido que:

En realidad, ya estás luchando por una sociedad sin obligaciones ni sacrificios, en la que cada cual sea su propio amo, y viva en tales condiciones que jamás tenga que tratar a otro hombre como esclavo; una sociedad sin clases, en la que el poder delegado a los consejos se ejerza bajo la mirada permanente y por la voluntad de cada individuo en concreto. (Ver III, 28, 29).

13. ¿Te alegras de pensar que llegará un día en que se podrá tratar como seres humanos a los policías que no haya sido necesario eliminar de antemano?

En tal caso, has entendido que:

En realidad, estás harto del control y d ella opresión, del policía que te recuerda que no eres nada y que el estado lo es todo, del sistema que crea las condiciones del crimen ilegal y legaliza el crimen de los magistrados que lo reprimen. Ya estás luchando por una armonización de los intereses personales (por la desaparición de los intereses económicos y espectaculares) y por la organización de las relaciones entre individuos mediante la abundancia de los encuentros y la libre difusión de los deseos (Ver III, 11 a 18).

14. ¿Ya has sentido el deseo de estampar la hoja de salario en la cabeza del cajero?

En tal caso, has entendido que:

En realidad, estás harto de vivir la mayor parte de tu tiempo en función del dinero, de estar reducido a la dictadura de lo económico, de sobrevivir sin tener el tiempo necesario para vivir apasionadamente. Ya estás luchando, conscientemente o no, por una distribución de los bienes útiles que ya no deba nada a la carrera tras el beneficio y que responda a las necesidades reales de las personas (Ver III, 31, 34, 35, 40, 51, 52).

15. ¿Has escupido sobre un cura que pasa? ¿Has tenido ganas de prender fuego a una iglesia, un templo, una mezquita, una sinagoga?

En caso afirmativo, has entendido que:

En primera fila de las sucursales de productos divinos, las Iglesias cristianas han adoptado bajo la presión del proceso mercantil una exhibición contorsionista que sólo concluirá con la desaparición total de la marca de fábrica publicitaria, el camaleón Jesús. Hijo de Dios, hijo de puta, hijo de virgen, fabricante de milagros y de panecillos, pederasta y puritano, militante y miembro del servicio de orden, acusador y acusado, peón y astronauta, no hay ningún papel que no esté al alcance del sorprendente títere. Se le ha visto de mercader de desgracias, de viajante de gracias, de sans-culotte, de socialista, de fascista, de antifascista, de staliniano, de barbudo, de reichiano, de anarquista. Ha estado bajo todas las enseñas, bajo todas las banderas, con todos los autodesprecios, a ambos lados del juego, junto a la mayoría de las ejecuciones capitales, donde aguanta tanto la mano del verdugo como la del condenado. Tiene su lugar en las comisarías, las cárceles, las escuelas, los burdeles, los cuarteles, los grandes almacenes, las áreas guerrilleras. Ha servido de pendiente, de poste indicador, de espantapájaros para mantener a los muertos en paz y a los vivos de rodillas, de tortura y de régimen adelgazador; servirá de consolador cuando los mercaderes de santos prepucios hayan rehabilitado comercialmente el pecado. Pobre Mahoma, pobre Buda, pobre Confucio, tristes representantes de firmas competidoras y sin imaginación ni dinamismo, Jesús vence en todos los frentes. Jesucristo super-droga y super-star: todas las imágenes del vendido a dios en promoción-venta de dios.

La piel del testículo del abuelo anónimo pinchada por tres alfileres y montada en amuleto es el símbolo más perfecto del hombre como mercancía universal.

En realidad, ya estás luchando, conscientemente o no, por una sociedad en la que habrá desaparecido la organización del sufrimiento y de sus compensaciones, en la que al ser cada cual su propio dueño la idea de dios carecerá de sentido, en la que sobre todo los problemas de la vida auténtica y de las pasiones a satisfacer dominarán definitivamente sobre los problemas de la vida al revés y de las pasiones a rechazar (Ver III, 75 a 92).

16. ¿Estás horrorizado por la destrucción sistemática del campo y del paisaje urbano?

En tal caso, entiendes que:

En realidad, ya estás luchando, conscientemente o no, por una sociedad en la que tu voluntad de escapar al urbanismo y a las ideologías se traducirá por la libertad de organizar de acuerdo con tus pasiones el espacio y el tiempo de tu vida cotidiana, de construir tus propios lugares de habitación, de practicar el nomadismo, de hacer las ciudades apasionantes y lúdicas. (Ver III, 93 a 98).

17. ¿Sientes el deseo de hacer el amor - no por rutina sino apasionadamente - con tu pareja, con el primer o la primera recién llegado/a, con tu hija, con tus padres, con tus amigos y amigas, con tus hermanos y hermanas?

En tal caso, has entendido que:

En realidad, ya estás luchando, conscientemente o no, por una sociedad que dispondrá del máximo de posibilidades para multiplicar las reagrupaciones libres y mudables entre personas atraídas por las mismas actividades y los mismos placeres; en la que las atracciones basadas en el gusto d ella variedad, del entusiasmo, de los juegos tendrán tan en cuenta los acuerdos como los desacuerdos y las diferencias (Ver III, 75 a 92).

18. ¿Te has sentido alguna vez a disgusto en tu cuerpo siempre que las circunstancias dominantes te obligan a desempeñar un rol?

En tal caso, has entendido que:

En realidad, ya estás luchando, conscientemente o no, por una sociedad que dispondrá del máximo de posibilidades para multiplicar las reagrupaciones libres y mudables entre personas atraídas por las mismas actividades y los mismos placeres; en la que las atracciones basadas en el gusto d ella variedad, del entusiasmo, de los juegos tendrán tan en cuenta los acuerdos como los desacuerdos y las diferencias (Ver III, 75 a 92).

19. ¿Sientes una instintiva desconfianza hacia lo que es intelectual y lleva a la intelectualización?

En tal caso, has entendido que:

En realidad, ya estás luchando por una sociedad que se organice de tal modo que las separaciones desaparezcan, que la diversidad se incremente en la unidad del proyecto revolucionario, que el conjunto de los conocimientos aprisionados en la cultura sea devuelto a la práctica de enriquecimiento de la vida cotidiana; que el saber esté por doquier esté el placer; que la pasión y la razón sean inseparables; y que la supresión de la división del trabajo, llevada a sus últimas consecuencias, cree realmente las condiciones de armonización social. (Ver III, 47 a 58).

20. ¿Sientes un idéntico desprecio hacia aquellos que hacen política y hacia aquellos que no la hacen pero que dejan que los demás la hagan por ellos?

En tal caso, has entendido que:

En realidad, ya estás luchando, conscientemente o no, por una sociedad en la que la decisión corresponde a todos; en la que las divergencias entre los individuos y los grupos se dispongan de tal manera que no concluyan en mutuas destrucciones sino que, por el contrario, se refuercen y beneficien a todos. Es preciso que la parte lúdica aprisionada y atascada en la política se libere en un juego de relaciones entre los individuos y entre los grupos de afinidad, mediante relaciones equilibradas y armonizadas de acuerdos y de desacuerdos. (Ver III, 75 a 92)

21. ¿Has roto desde hace tiempo tu carnet sindical?

En caso afirmativo, has entendido que:

En realidad, ya estás luchando en cada huelga salvaje para afirmar directamente el poder de todos contra toda representación que signifique una separación. No queremos más delegados sindicales sino unas asambleas en las que las decisiones sean tomadas por todos y aplicadas en beneficio de todos. En lugar de discutir sobre la vuelta o no al trabajo, queremos pronunciarnos acerca de la utilización que haremos de las fábricas y de nosotros mismos. Queremos traducir nuestra voluntad en los hechos eligiendo un consejo, en el que todos sus miembros sean revocables a cada instante, y que esté encargado de aplicar las decisiones tomadas por la asamblea (Ver III, 27 a 39).

22. ¿Sueles sentirte harto de tu mujer, de tu marido, de tus padres, de tus hijos, e los trabajos caseros, de las obligaciones familiares?

En tal caso, has entendido que:

En realidad, ya estás luchando, conscientemente o no, por una sociedad en la que cada cual disponga libremente de sí mismo sin depender de nadie, sin estar sometido a un sistema opresivo, planteándose únicamente los problemas de la armonización de sus deseos. Una sociedad que se preocupe prioritariamente de la supresión de las tareas domésticas y que deja la educación de los niños a unos voluntarios, comenzando por los propios niños. (Ver III, 35, 38, 44, 76, 83, 89, 90)

23. ¿Tienes a menudo la sensación de estar en un mundo al revés, en el que las personas hacen lo contrario de lo que desean, pasan el tiempo en destruirse y en reverenciar lo que las destruye, obedecen a unas abstracciones a las que sacrifican la vida real?

En tal caso, has entendido que:

En realidad, estamos hartos de una existencia dominada por lo contrario de la búsqueda de la felicidad individual; dominada por unos sectores separados (economía, política, cultura y todos los elementos del espectáculo) que absorben toda nuestra energía y nos impiden vivir. Luchamos por el derrocamiento del mundo invertido, por la realización de los deseos y de las pasiones en unas relaciones sociales liberadas d ellos imperativos de rentabilidad y de los poderes jerarquizados (Ver III, 11 a 18)

24. ¿Te parece ridículo y odioso establecer una distinción entre trabajador inmigrado y trabajador autóctono?

En tal caso, has entendido que:

En realidad, ya estás luchando, conscientemente o no, por una sociedad en la que las diferencias, sean de raza, de sexo, de edad, de carácter, de pasiones, de deseos, ya no creen una barrera sino que, por el contrario, contribuyan a la armonización para el máximo incremento de placer y de la felicidad de todos. Estás luchando por la realización de la autogestión individual y colectiva sobre unas bases internacionales, liquidando los prejuicios imbéciles de los nacionalismos, de los regionalismos, de los vínculos geográficos. (Ver III, 19 a 26)

25. ¿Sientes la necesidad de hablar con alguien que te entienda y actúe en el mismo sentido que tú (rechazo del trabajo, de las obligaciones, de la mercancía y de la verdad de las mentiras que constituye el espectáculo?

En tal caso, has entendido que:

En realidad, ya estás luchando, conscientemente o no, por una sociedad en la que las palabras ya no sirvan para disimular sino para prolongar realmente nuestros deseos, para ser los fieles portavoces de lo que queremos. (Ver III, 40 a 46)

Ratgeb: De la huelga salvaje a la autogestión revolucionaria

II. ABCD de la revolución

III. La autogestión generalizada

 

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