La sociedad del espectáculo, Guy Debord (1967)
Capítulo 8
La negación y el consumo de la cultura
"¿Viviremos suficiente para ver una revolución política?
¿Nosotros, los contemporáneos de estos alemanes? Amigo mío,
usted cree lo que desea creer... Cuando se juzga Alemania
según su historia presente, no me discutirá usted que toda
su historia está falsificada y que toda su vida pública actual
no representa el estado real del pueblo. Lea los periódicos
que usted quiera, convénzase de que no se deja de celebrar
-y usted admitirá que la censura no impide a nadie el dejar
de hacerlo- la libertad y la felicidad nacional que poseemos..."
Ruge, Carta a Marx, marzo de 1843.
180
La cultura es la esfera general del conocimiento y de
las representaciones de lo vivido en la sociedad histórica
dividida en clases; lo que viene a decir que es el poder de
generalización existiendo aparte, como división
del trabajo intelectual y trabajo intelectual de la
división. La cultura se ha desprendido de la unidad de la
sociedad del mito, cuando "el poder de unificación
desaparece de la vida del hombre y los contrarios pierden su
relación y su interacción vivientes y adquieren autonomía..." (Diferencia entre los sistemas de Fichte y Schelling). Al ganar su independencia, la cultura comienza
un movimiento imperialista de enriquecimiento que es al mismo
tiempo el ocaso de su independencia. La historia que crea
la autonomía relativa de la cultura y las ilusiones
ideológicas sobre esta autonomía se expresan
también como historia de la cultura. Y toda la historia
conquistadora de la cultura puede ser comprendida como la
historia de la revelación de su insuficiencia, como una
marcha hacia su autosupresión. La cultura es el lugar
donde se busca la unidad perdida. En esta búsqueda de la
unidad, la cultura como esfera separada está obligada a
negarse a sí misma.
181
La lucha entre la tradición y la
innovación, que es el principio del desarrollo interno de la cultura de
las sociedades históricas, no puede proseguirse más que a través de la victoria permanente de la
innovación. Pero la innovación en la
cultura es acarreada nada más que por el movimiento
histórico total que, al tomar conciencia de su totalidad,
tiende a superar sus propias presuposiciones culturales y va
hacia la supresión de toda separación.
182
El impulso de los conocimientos de la sociedad, que
contiene la comprensión de la historia como núcleo de la cultura, toma de sí mismo un conocimiento sin
vuelta atrás que se ha expresado por la
destrucción de Dios. Pero esta "condición primera
de toda crítica" es también la obligación
primera de una crítica infinita. Allí donde ninguna regla de conducta puede ya mantenerse, cada resultado de la cultura la hace avanzar hacia su
disolución. Como la filosofía en el momento en que
ha conseguido su plena autonomía, toda disciplina devenida autónoma debe desplomarse, en primer lugar en cuanto pretensión de explicación coherente de la
totalidad social, y finalmente incluso en cuanto
instrumentación parcelaria utilizable dentro de sus
propias fronteras. La falta de racionalidad de la cultura
separada es el elemento que la condena a desaparecer, puesto que en ella la victoria de lo racional ya está presente como
exigencia.
183
La cultura emergió de la historia que ha disuelto el modo de vida del viejo mundo, pero en tanto que esfera separada no es todavía sino la inteligencia y la
comunicación sensible que siguen siendo parciales en una
sociedad parcialmente histórica. Es el sentido de
un mundo demasiado poco sensato.
184
El fin de la historia de la cultura se manifiesta mediante dos perfiles opuestos: el proyecto de su superación en la
historia total y la organización de su mantenimiento como
objeto muerto en la contemplación espectacular. El
primero de estos movimientos ha unido su suerte a la
crítica social, y el otro a la defensa del poder de
clase.
185
Cada uno de los dos frentes del fin de la cultura
existe de un modo unitario, tanto en todos los aspectos de los
conocimientos como en todos los aspectos de las representaciones
sensibles -en lo que era el arte en el sentido más
general. En el primer caso se oponen la acumulación de
conocimientos fragmentarios que se vuelven inutilizables, porque
la aprobación de las condiciones existentes debe
finalmente renunciar a sus propios conocimientos, y la
teoría de la praxis que detenta en solitario la verdad de
todos ellos por ser la única que detenta el secreto de su
uso. En el segundo caso se oponen la autodestrucción
crítica del antiguo lenguaje común de la
sociedad y su recomposición artificial en el
espectáculo mercantil, la representación ilusoria
de lo no-vivido.
186
Al perder la comunidad de la sociedad del mito, la
sociedad debe perder todas las referencias de un lenguaje
realmente común, hasta el momento en que la
escisión de la comunidad inactiva puede ser superada
mediante el acceso a la real comunidad histórica. El
arte, que fue ese lenguaje común de la inacción social,
desde que se constituye como arte independiente en el sentido
moderno, emergiendo de su primer universo religioso y llegando a
ser producción individual de obras separadas, experimenta,
como caso particular, el movimiento que domina la historia del
conjunto de la cultura separada. Su afirmación
independiente es el comienzo de su disolución.
187
El hecho de que el lenguaje de la comunicación se
ha perdido, he aquí lo que expresa positivamente
el movimiento de descomposición moderna de todo arte, su
aniquilación formal. Lo que este movimiento expresa
negativamente es el hecho de que debe reencontrarse un lenguaje común -no ya en la conclusión
unilateral que, para el arte de la sociedad histórica,
llegaba siempre demasiado tarde, hablando a otros
de lo que ha sido vivido sin diálogo real, y admitiendo
esta deficiencia de la vida-, pero que debe ser reencontrado en la
praxis, que reúne en sí misma la actividad directa
y su lenguaje. Se trata de poseer efectivamente la comunidad del
diálogo y el juego con el tiempo que han sido
representados por la obra
poético-artística.
188
Cuando el arte independizado representa su mundo con
sus colores resplandecientes, un momento de la vida ha
envejecido y no se deja rejuvenecer con colores
resplandecientes. Sólo se deja evocar en el recuerdo. La
grandeza del arte no comienza a aparecer hasta el
crepúsculo de la vida.
189
El tiempo histórico que invade el arte se
expresó primeramente en la esfera misma del arte a partir del barroco. El barroco es el arte de un mundo que
ha perdido su centro: el último orden mítico
reconocido por la edad media, en el cosmos y en el gobierno
terrestre -la unidad de la Cristiandad y el fantasma de un
Imperio- ha caído. El arte del cambio debe llevar en
sí el principio efímero que descubre en el mundo.
Ha elegido, dice Eugenio d'Ors, "la vida contra la eternidad".
El teatro y la fiesta, la fiesta teatral, son los momentos
dominantes de la realización barroca, en la cual ninguna expresión artística particular toma su sentido más que por su referencia al decorado de un lugar construido, a una construcción que debe ser en sí misma el centro de unificación; y este centro es
el pasaje, que se inscribe como un equilibrio amenazado
en el desorden dinámico de todo. La importancia, a veces
excesiva, adquirida por el concepto de barroco en la
discusión estética contemporánea traduce
la toma de conciencia de la imposibilidad de un clasicismo
artístico: los esfuerzos en favor de un clasicismo o neoclasicismo normativos, después de tres siglos, no
han sido sino breves construcciones ficticias hablando el
lenguaje exterior del Estado, el de la monarquía absoluta
o el de la burguesía revolucionaria vestida a la romana. Desde el
romanticismo al cubismo se trata finalmente de un arte cada vez más individualizado de la negación, renovándose perpetuamente hasta la disgregación y la negación
consumadas de la esfera artística, que ha seguido el
curso general del barroco. La desaparición del arte
histórico que estaba ligado a la comunicación
interna de una élite, que tenía su base social
semi-independiente en las condiciones parcialmente
lúdicas vividas todavía por las últimas
aristocracias, traduce también el hecho de que el
capitalismo conoce el primer poder de clase que se declara despojado de toda cualidad ontológica: y cuyo poder
enraizado en la simple gestión de la economía es
igualmente la pérdida de toda
soberanía humana. El conjunto barroco, que
para la creación artística es
también una unidad perdida hace mucho tiempo, se reencuentra de alguna manera en el consumo actual de la totalidad del
pasado artístico. El conocimiento y el reconocimiento
históricos de todo el arte del pasado, retrospectivamente
constituido en arte mundial, lo relativizan en un desorden global
que constituye a su vez un edificio barroco a un nivel
más elevado, edificio en el cual deben fundirse la
producción misma de un arte barroco y todos sus
resurgimientos. Las artes de todas las civilizaciones y de todas
las épocas, por primera vez, pueden ser todas conocidas y
admitidas en conjunto. Es una "colección de recuerdos" de
la historia del arte que, al hacerse posible, es también
el fin del mundo del arte. En esta época de los
museos, cuando ya ninguna comunicación artística
puede existir, todos los momentos antiguos del arte pueden ser igualmente admitidos, pues ninguno de ellos padece ya ante
la pérdida de sus condiciones de comunicación
particulares en la pérdida actual de las condiciones de
comunicación en general.
190
El arte en su época de disolución, en
tanto que movimiento negativo que persigue la superación
del arte en una sociedad histórica donde la historia no
es vivida todavía, es a la vez un arte del cambio y la
expresión pura del cambio imposible. Cuanto más
grandiosa es su exigencia, más se aleja de él su
verdadera realización. Este arte es forzosamente de
vanguardia y no lo es. Su vanguardia es su
desaparición.
191
El dadaísmo y el surrealismo son las dos
corrientes que marcaron el fin del arte moderno. Son, aunque
sólo de manera relativamente consciente, contemporáneos
de la última gran ofensiva del movimiento revolucionario
proletario; y el fracaso de este movimiento, que les dejó
encerrados en el mismo campo artístico cuya caducidad
habían proclamado, es la razón fundamental de su
inmovilización. El dadaísmo y el surrealismo
están a la vez ligados y en
oposición. En esta oposición que constituye
también para cada uno de ellos la parte más
consecuente y radical de su aportación
aparece la insuficiencia interna de su crítica,
desarrollada tanto por el uno como por el otro de un modo
unilateral. El dadaismo ha querido suprimir el arte sin
realizarlo; y el surrealismo ha querido realizar el arte
sin suprimirlo. La posición crítica elaborada
después por los situacionistas mostró que
la supresión y la realización del arte son los
aspectos inseparables de una misma superación del
arte.
192
El consumo espectacular que conserva la antigua cultura
congelada, incluida la repetición recuperada de sus
manifestaciones negativas, llega a ser abiertamente en su sector
cultural lo que es implícitamente en su totalidad: la
comunicación de lo incomunicable. Allí la
destrucción extrema del lenguaje puede encontrarse
vulgarmente reconocida como un valor positivo oficial, puesto que
se trata de publicitar una reconciliación con el estado de
cosas dominante, en el cual toda comunicación es
jubilosamente proclamada ausente. La verdad crítica de
esta destrucción, en tanto que vida real de la
poesía y del arte modernos, es evidentemente ocultada,
pues el espectáculo, que tiene la función de
hacer olvidar la historia en la cultura, aplica en la
seudo-novedad de sus medios modernistas la misma estrategia que
lo constituye en profundidad. Así puede presentarse como
nueva una escuela de neo-literatura que admite simplemente que
contempla lo escrito por sí mismo. Por otra parte, junto
a la simple proclamación de la belleza que se presume suficiente de la
disolución de lo comunicable, la tendencia más
moderna de la cultura espectacular - y la más vinculada
con la práctica represiva de la organización de la
sociedad - busca recomponer, por medio de "trabajos de equipo",
un medio neo-artístico complejo a partir de elementos
descompuestos; particularmente en las búsquedas de
integración de residuos artísticos
o híbridos estético-técnicos en el urbanismo. Esto es la
traducción, en el plano de la seudo-cultura espectacular,
del proyecto general del capitalismo desarrollado que tiende a
recuperar al trabajador parcelario como "personalidad bien
integrada en el grupo", tendencia descrita por los
sociólogos norteamericanos recientes (Riesman,
Whyte, etc.). Es en todas partes el mismo proyecto de una
reestructuración sin comunidad.
193
La cultura integralmente convertida en mercancía
debe también pasar a ser la mercancía vedette de
la sociedad espectacular. Clark Kerr, uno de los
ideólogos más avanzados de esta tendencia, ha
calculado que el complejo proceso de producción,
distribución y consumo de los conocimientos
acapara ya anualmente el 29 por 100 del producto nacional de los
Estados Unidos; y prevé que la cultura debe tener en la
segunda mitad de este siglo el rol motor en el desarrollo de la
economía, que fue el del automóvil en su primera
mitad, y el de los ferrocarriles en la segunda mitad del siglo
precedente.
194
El conjunto de conocimientos que continúan
desarrollándose actualmente como pensamiento del
espectáculo debe justificar una sociedad sin
justificaciones y constituirse en ciencia general de la falsa
conciencia. Ella está enteramente condicionada por el
hecho de que no puede ni quiere pensar su propia base material
dentro del sistema espectacular.
195
El pensamiento de la organización social de la
apariencia está él mismo oscurecido por la
infra-comunicación generalizada que defiende. No
sabe que el conflicto está en el origen de todas las
cosas de su mundo. Los especialistas del poder del
espectáculo, poder absoluto en el interior de su sistema
de lenguaje sin respuesta, están absolutamente
corrompidos por su experiencia del desprecio y del éxito del desprecio confirmada por el conocimiento del hombre despreciable que es realmente el
espectador.
196
En el pensamiento especializado del sistema
espectacular se opera una nueva división de tareas a
medida que el perfeccionamiento mismo de este sistema plantea
nuevos problemas: por un lado la crítica espectacular
del espectáculo es emprendida por la
sociología moderna que estudia la separación con
la única ayuda de los instrumentos conceptuales y
materiales de la separación; por otro lado la
apología del espectáculo se constituye en
pensamiento del no-pensamiento, en asalariado del olvido de la práctica histórica, en las diversas disciplinas
donde arraiga el estructuralismo como olvido titulado. Por tanto, la falsa
desesperación de la crítica no dialéctica y
el falso optimismo de la simple publicidad del sistema son
idénticos en tanto que pensamiento sometido.
197
La sociología que ha comenzado a poner en
discusion, sobre todo en los Estados Unidos, las condiciones
de existencia que entraña el desarrollo actual, aunque ha podido aportar muchos datos empíricos, no conoce de
ningún modo la verdad de su propio objeto, porque no encuentra en sí misma la crítica que le es
inmanente. De suerte que la tendencia sinceramente reformista de
esta sociología no se apoya más que sobre la moral, el sentido común, los llamamientos a la mesura totalmente sin sentido,
etc. Tal manera de criticar, como no conoce lo negativo que es el corazón de su mundo, no hace más que insistir en la
descripción de una especie de excedente negativo que considera que le estorba deplorablemente en su apariencia
exterior, como una proliferación parasitaria irracional.
Esta buena voluntad indignada, que ni siquiera como tal consigue reprobar más que las consecuencias exteriores del
sistema, se cree crítica olvidando el carácter
esencialmente apologético de sus presuposiciones y de su
método.
198
Quienes denuncian lo absurdo o los peligros de la
incitación al despilfarro en la sociedad de la abundancia
económica no saben para qué sirve el despilfarro.
Condenan con ingratitud, en nombre de la racionalidad
económica, a los buenos guardianes irracionales sin los
cuales el poder de esta racionalidad
económica se derrumbaría. Y Boorstein por ejemplo, que describe en La imagen el consumo mercantil del espectáculo americano, no
alcanza a formular jamás el concepto de espectáculo porque
cree poder dejar fuera de esta desastrosa exageración la
vida privada, o la noción de "mercancía honesta".
No comprende que la mercancía misma ha hecho las leyes
cuya aplicación "honesta" debe dar lugar tanto a la
realidad específica de la vida privada como su ulterior
reconquista por el consumo social de imágenes.
199
Boorstein describe los excesos de un mundo que se nos
ha vuelto extraño como excesos extraños a nuestro
mundo. Pero la base "normal" de la vida social, a la cual se
refiere implícitamente cuando califica el reino
superficial de las imágenes en términos de juicio
psicológico o moral como el producto de "nuestras
pretensiones extravagantes", no tiene ninguna realidad ni en su
libro ni en su época. Como la vida humana real de la
que habla Boorstein se encuentra para él en el pasado,
incluido el pasado de la resignación religiosa, no puede
comprender toda la profundidad de una sociedad de la imagen. La
verdad de esta sociedad no es otra cosa que la
negación de esta sociedad.
200
La sociología que cree poder aislar del conjunto
de la vida social una racionalidad industrial que funciona
aparte puede llegar ya a aislar del movimiento industrial
global las técnicas de reproducción y
transmisión. Por eso Boorstein encuentra como causa de los resultados que describe la confluencia lamentable, casi
fortuita, de un aparato técnico de difusión de
imágenes demasiado grande y de una excesiva
atracción de los hombres de nuestra época por lo
seudo-sensacional. De este modo el espectáculo se debe al hecho de que el hombre moderno
sería demasiado espectador. Boorstein no comprende que la
proliferación de "pseudo-acontecimientos" prefabricados que él denuncia deriva del simple hecho de que los hombres, en la realidad masiva de la vida social actual, no viven por ellos mismos los acontecimientos. Es porque la historia misma acosa a la sociedad moderna como un espectro por lo que encontramos la seudo-historia construida en todos los niveles del consumo de la vida para preservar el equilibrio amenazado del actual tiempo congelado.
201
La afirmación de la estabilidad definitiva de un
breve período de congelación del tiempo
histórico es la base innegable, inconsciente y
conscientemente proclamada, de la actual tendencia a una
sistematización estructuralista. El punto de vista
en que se sitúa el pensamiento anti-histórico del
estructuralismo es el de la eterna presencia de un sistema que
nunca fue creado y jamás tendrá fin. El
sueño de la dictadura de una estructura previa
inconsciente sobre toda praxis social ha podido ser
abusivamente extraido de los modelos de estructuras elaborados
por la lingüística y la etnología (ver el
análisis del funcionamiento del capitalismo), modelos
ya abusivamente comprendidos en sus
circunstancias, simplemente porque un pensamiento
universitario de cuadros medios, pronto colmados,
pensamiento integralmente inmerso en el elogio maravillado del
sistema existente, remite llanamente toda realidad a
la existencia del sistema.
202
Como en toda ciencia social histórica, siempre
es necesario tener en cuenta para la comprensión de las
categorías "estructuralistas" que las categorías
expresan formas de existencia y condiciones de existencia.
Así como no se aprecia el valor de un hombre según el concepto que él tiene de sí mismo, no se puede evaluar - y admirar - esta sociedad determinada tomando como
indiscutiblemente verídico el lenguaje que se habla a
sí misma. "No se pueden considerar tales épocas de transformación según la conciencia que de ellas tiene la época; muy por el contrario, se debe
explicar la conciencia recurriendo a las contradicciones de la
vida material..." La estructura es hija del poder presente.
El estructuralismo es el pensamiento garantizado por el
Estado, que piensa las condiciones presentes de la
"comunicación" espectacular como un absoluto. Su forma de
estudiar el código de mensajes en sí misma no es
sino el producto y el reconocimiento de una sociedad donde la
comunicación existe bajo la forma de una cascada de
señales jerárquicas. De forma que no es el
estructuralismo quien sirve para probar la validez
trans-histórica de la sociedad del espectáculo; por el contrario es la sociedad del espectáculo
imponiéndose como realidad masiva la que sirve para probar
el sueño frío del estructuralismo.
203
Sin duda, el concepto crítico de
espectáculo puede ser también
vulgarizado en cualquier fórmula vacía de la retórica
sociológico-política para explicar y denunciar
todo abstractamente y así servir a la defensa del
sistema espectacular. Pues es evidente que ninguna idea puede
llevar más allá del espectáculo existente,
sino solamente más allá de las ideas existentes
sobre el espectáculo. Para destruir efectivamente
la sociedad del espectáculo son necesarios hombres que
pongan en acción una fuerza práctica. La
teoría crítica del espectáculo no es verdadera más que uniéndose a la corriente práctica de la negación de la sociedad, y esta negación, la recuperación de la lucha de la clase revolucionaria, llegará a ser consciente de sí misma desarrollando la crítica del espectáculo, que es la teoría de sus condiciones reales, de las condiciones prácticas de la opresión actual y desvela inversamente el secreto de lo que ella puede ser. Esta teoría
no espera el milagro de la clase obrera. Considera la nueva
formulación y la realización de las exigencias
proletarias como una tarea de largo aliento. Para distinguir
artificialmente entre lucha teórica y lucha
práctica - ya que sobre la base aquí definida la
constitución misma y la comunicación de tal
teoría ya no puede concebirse sin una práctica
rigurosa - es seguro que el encadenamiento oscuro y
difícil de la teoría crítica deberá
ser también la porción de movimiento
práctico actuando a escala de la sociedad.
204
La teoría crítica debe comunicarse
en su propio lenguaje. Es el lenguaje de la contradicción,
que debe ser dialéctico en su forma como lo es en su
contenido. Es crítica de la totalidad y crítica
histórica. No es un "grado cero de la escritura", sino su
inversión. No es una negación del estilo, sino un
estilo de la negación.
205
Incluso en su estilo la exposición de la
teoría dialéctica es un escándalo y una
abominación según las reglas del lenguaje
dominante y para el gusto que ellas han educado, porque en el
empleo positivo de los conceptos existentes incluye a la vez la inteligencia de su fluidez recobrada, de su
necesaria destrucción.
206
Este estilo que contiene su propia crítica debe expresar la dominación
presente sobre todo su pasado. Por medio de él el
modo de exposición de la teoría dialéctica
da testimonio del espíritu negativo que hay en ella. "La
verdad no es como el producto en el cual no se encuentra rastro
alguno de la herramienta" (Hegel). Esta conciencia
teórica del movimiento, en la que la huella misma del
movimiento debe estar presente, se manifiesta por la
inversión de las relaciones establecidas entre los
conceptos y por el desvío de todas las adquisiciones
de la crítica anterior. La inversión del genitivo
es esta expresión de las revoluciones históricas,
consignada en la forma del pensamiento que fue considerada como
el estilo epigramático de Hegel. Preconizando la sustitución del sujeto por el predicado según el uso sistemático hecho por Feuerbach el joven Marx alcanzó el empleo más consecuente de este estilo insurreccional que de la filosofía de la
miseria extrae la miseria de la filosofía. El desvío arrastra a la subversión las conclusiones críticas pasadas que se han fijado como verdades respetables, es decir, transformadas en mentiras. Kierkegaard ya lo empleó de modo deliberado, añadiéndole su propia denuncia: "Pero pese a tantas idas y venidas, así como la mermelada siempre va a parar a la despensa, siempre terminas deslizando algún dicho que no te pertenece y que inquieta por el recuerdo que despierta" (Migajas filosóficas). Es la obligación de la distancia hacia lo que ha sido falsificado como verdad oficial lo que determina este empleo del desvío, confesado así por Kierkegaard en el mismo libro: "Una única observación todavía a propósito de tus numerosas alusiones referentes todas al prejuicio de que yo mezclo a mis dichos conceptos prestados. No lo niego aquí ni ocultaré tampoco que esto era voluntario y que en una nueva continuación de este folleto, si alguna vez la escribo, me propongo llamar al objeto por su verdadero nombre y revestir el problema con una investidura histórica".
207
Las ideas se mejoran. El sentido de las palabras
participa en ello. El plagio es necesario. El progreso lo
implica. Da más precisión a la frase de un autor,
se sirve de sus expresiones, elimina una idea falsa, la
reemplaza por la idea justa.
208
El desvío es lo contrario de la cita, de la
autoridad teórica falsificada siempre por el solo hecho
de haberse convertido en cita; fragmento arrancado de
su contexto, de su movimiento y finalmente de su época
como referencia global y de la opción precisa que ella era en el interior de esta referencia, exactamente reconocida o errónea. El desvío es el lenguaje fluido de la
anti-ideología. Aparece en la comunicación que
sabe que no puede pretender que detenta ninguna garantía en
sí misma y de modo definitivo. Es en el mayor grado el lenguaje que ninguna referencia antigua y
supracrítica puede confirmar. Es por el contrario su propia coherencia, en sí misma y con los hechos practicables, la que puede confirmar el antiguo núcleo de verdad
que transmite. El desvío no ha fundado su causa sobre
nada exterior a su propia verdad como crítica
presente.
209
Aquello que, en la formulación teórica, se
presenta abiertamente como desviado, al desmentir toda
autonomía durable de la esfera de lo teórico
expresado, y haciendo intervenir por esta violencia la
acción que trastorna y arrebata todo orden existente,
recuerda que esta existencia de lo teórico no es nada en sí misma y no puede conocerse sino con la acción histórica y la corrección
histórica que es su verdadera fidelidad.
210
Solamente la negación real de la cultura
conservará su sentido. Ella ya no puede ser cultural.
De tal forma que es lo que permanece, de alguna manera, al nivel
de la cultura, aunque en una acepción diferente por completo.
211
En el lenguaje de la contradicción la crítica de la cultura se presenta unificada: en cuanto que domina el todo de la cultura - su conocimiento como su poesía - y en cuanto que ya no se separa más de la crítica de la totalidad social. Es esta crítica teórica unificada la única que va al encuentro de la práctica social unificada.
Guy Debord: La sociedad del espectáculo. Trad. revisada por Maldeojo para el Archivo Situacionista Hispano (1998).
La ideología materializada
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