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16 de Abril de 2000

BOLETIN DE PRENSA

Magna Asamblea Académica

SITAUNAM
(SINDICATO INDEPENDIENTE DE TRABAJADORES ACADEMICOS DE LA UNAM)

En 1966 se presentó una crisis de legitimidad en la Universidad Nacional que llevó a un enfrentamiento entre la comunidad estudiantil y las autoridades en una huelga que duró tres meses y que se resolvió a favor de los alumnos una vez que la autoridad atendió sus peticiones principales.

En el movimiento de 1968, el conflicto se trasladó al enfrentamiento entre toda la comunidad universitaria en contra de las formas autoritarias adoptadas por el Estado. El régimen, en lugar de buscar la gobernabilidad, empleo brutalmente la fuerza pública, lo que hizo que el conflicto permaneciera varios años.

De 1974 a 1977, durante el rectorado de Guillermo Soberón, alumnos, profesores y trabajadores fueron reprimidos con el ingreso de la fuerza pública a las instalaciones de la UNAM en varias ocasiones, y fue necesario que la autoridad cambiara para que la Universidad funcionara normalmente en condiciones de gobernabilidad.

En 1986-87 una nueva crisis desató una huelga ante la falta de legitimidad de las autoridades, que pretendieron imponer medidas antiuniversitarias, las cuales fueron rechazadas por un amplio movimiento que involucró a estudiantes y académicos.

En este 1999-2000, en un momento de crisis económica asfixiante provocada por la falta de gobernabilidad del estado mexicano, las autoridades universitarias sin legitimidad alguna, al verse impotentes en su lógica de destruir a la Universidad y sin ningún respaldo, han empleado la fuerza pública ya en dos ocasiones para someter a toda la comunidad. Si las autoridades y el gobierno federal consideran que solamente con el uso de la fuerza es posible acallar los reclamos de la comunidad, la historia nos dice que se puede provocar una explosión social de dimensiones incalculables, pues la población, cansada de los elevados precios, impuestos y tarifas públicas por un lado, y de sus bajos ingresos por el otro, puede estallar en cualquier momento. Las solas imágenes de la Policía Federal Preventiva en el campus universitario le recuerdan a la población los días más negros del gobierno diazordacista.

La entrada de la fuerza pública en la UNAM es un capítulo que indigna a todos los universitarios. Con estos hechos De la Fuente da prueba fehaciente del grado de descomposición de su autoridad, que solamente parte de la autoridad que le da la PGR. La entrada de la Policía a la UNAM se da justo en el momento en que el CGH estudiantil estaba recuperando su capacidad de convocatoria con sus asambleas instaladas y tomando acuerdos. De la Fuente se contradice, pues si el CGH fuera un grupo minoritario, no hubiera sido necesario el despliegue policiaco tan brutal del día de ayer en todas las instalaciones de la UNAM.

Es necesario tomar en cuenta que desde el 1º. De febrero y hasta la fecha, la autoridades iniciaron una campaña de escenarios prefabricados con el único objeto de pretender aislar al CGH de sus comunidades, al no lograrlo apelan al uso de la fuerza, lo que necesariamente traerá una mayor compenetración entre los miembros de la comunidad.

La entrada de la PFP en Semana Santa, no es sino el preludio de la ocupación permanente de las instalaciones universitarias, acción que se complementa con la "descentralización" de la vigilancia, en donde corporaicones privadas vendrán a realizar las labores represivas que trabajadores de la UNAM no se atrevieron a realizar.

La Magna Asamblea Académica vislumbra la existencia de una verdadera cacería de brujas en contra de la libre expresión, la libre manifestación y la libertad de cátedra. La lógica de las autoridades no es académica, pues desde su ingreso a la UNAM, ni De la Fuente y ni su equipo, el cual no proviene de la Universidad, han hecho ningún planteamiento académico desde que llegaron, sus declaraciones y sus acciones han ido únicamente en términos de reprimir, acusar, perseguir, manipular y desde luego, comprar conciencias.

Ante su falta de legitimidad, los objetivos del rector al convocar a "diálogo" a los estudiantes, no fueron nunca otros que los de montar una campaña publicitaria para pretender presentarlos ante la comunidad como intransigentes, su plan ya estaba definido a partir de que la comunidad mostró su rechazo a las mesas de monólogo. Eso explica que las autoridades no se dedicaran a otra cosa que a denostarlos, injuriarlos, insultarlos y descalificarlos, para terminar metiendo a la policía. No pudo haber otro plan más burdo. El sentido común nos dice que si la autoridad actuara sinceramente, hubiera hecho una contra propuesta al Pliego Petitorio estudiantil, que por lo menos fue lo que declaró el rector el lunes 10 por la mañana.

El ingreso de la PFP si viola la autonomía universitaria porque busca imponer por la fuerza el proyecto gubernamental de destrucción de la Universidad, porque ahora resulta que es la PGR la que decide sobre la Universidad, porque se actúa en contra de la opinión de la inmensa mayoría de los universitarios. Tan viola la autonomía universitaria, que el propio rector no se atrevió a votar en el Consejo Universitario su propuesta.

El asunto de fondo lo seguimos ubicando en la intención declarada por desmembrar a la Universidad, por disminuir la matricula, por acabar con el proyecto científico y humanístico más importante de la nación. Esto no empezó el 6 de febrero de 2000, ni el 14 de febrero de 1999. Por lo menos en la UNAM desde hace 10 años se ha iniciado una disminución terrible de la matrícula, que de 400 mil ya pasó a solamente 210 mil alumnos. La amenaza de desvincular al bachillerato fue cumplida en 1997 en que se modificó el pase automático, negándose la UNAM a reconocer los estudios y las calificaciones de los egresados de ese sistema.

El rector quiere un Congreso para santificar ese crimen educativo. Su plebiscito, su Consejo Universitario, sus mesas de monólogo, su campaña de descalificación hacia los estudiantes, buscan desesperadamente convencer a la comunidad de los "beneficios" de este criminal proyecto, el cual además ya se reinició, pues en este ciclo educativo que comienza la disminución de la matrícula ha resultado salvaje, y los académicos que han dado su vida a la UNAM, soportando todas las iniquidades, serán arrojados inmisericordemente al más cruel desempleo, impidiéndoles la posibilidad de cualquier desarrollo.

La Magna Asamblea Académica considera que para establecer las condiciones mínimas de la normalización:
1. Las autoridades deben sentarse a dialogar con el CGH estudiantil para establecer las bases del Congreso Universitaria.
2. 2. Se debe ampliar la matrícula aceptando a los 60 mil aspirantes a licenciatura y a los 50 mil a bachillerato.
3. Se debe realizar un Congreso de académicos para discutir y resolver sobre todos los aspectos académicos y laborales de la Universidad.



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