En junio de 2000, cuando la Biblio estaba en suspenso porque nos habían desalojado tres meses atrás,  recibimos la propuesta de cesión de un local donde montar la biblioteca. Hasta ese momento, una de las características esenciales de La Biblio residía en el hecho de okupar, con lo que el tema suscitó un interesante debate sobre la okupación, el compromiso, la autenticidad, la identidad y otras idas de olla, del que hemos rescatado estos cuatro textos.
Al final, de todos modos, la propuesta no siguió adelante por problemas técnicos.

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Debate sobre okupación e identidad
texto 3

Pensando estos días en lo que se dijo y en lo que no en la última asamblea de Biblio, contrastando mis opiniones con las vuestras y con las de quienes no estaban ese día, me he decidido a apuntar las últimas (que no por esto definitivas) reflexiones:

1) Es cierto que la ilusión la pongo en una biblioteca okupa, que defiende el uso de espacios vacíos en este carísimo Madrid para centros sociales. Okupando para una biblio se cuestiona lo único que parecen defender los derechos constitucionales, que es la propiedad privada. Al abrir un sitio cerrado sin pedir permiso, cuestionamos que la propiedad sea indiscutible, se inicia un proceso de preparar el espacio para lo que los nuevos okupantes quieran y de abrirlo para darlo a conocer y ser usado por otres. La propiedad, por lo general, se entera e incicia a su vez el conocido proceso de denuncia, la poli llega (aunque aquí el orden a veces cambia) y se hace vida conociendo la finitud, es decir, el desalojo o traslado.

Hasta ahora, la Biblio no ha sido una excepción, a pesar de lo característico de sus abultados traslados. pues creo que entrando en el edificio en que el dueño ha demostrado estar interesado (ha arreglado él mismo y artesanalmente la puerta) independientemente de que quiera venderlo ahora, espere a hacerlo, edifique por sí mismo o lo que parece menos probable, lo reutilice como imprenta[1], nos adelanta a encontrarnos con su presencia o su denuncia y nos compromete a explicar al resto de vecinos cercanos que nuestro interés por el lugar es mejor (más público, más útil, más justo -SUBJETIVIDAD) que el que demuestra el propietario. Creo que eso nos lleva en el mejor de los casos a la negociación de la que se ha hablado, desde una postura de fuerza como estás ya dentro (¿lo cual significa dentro horas y horas, quizás noches, en un edificio que quizá sólo tenga techo y paredes!) para:

  • plantear nuestro proyecto al dueño y al barrio y vivir la okupación conociendo su probable fin en ese lugar.

  • hacer lo primero y estar dispuestos/as a aceptar o sugerir un permiso de uso a cambio de un alquiler más bajo (no nos podemos permitir pujar a precio real) del que suelen pedir en este barrio.

  • seguro que hay más posibilidades.

Ante la primera opción, no es nueva y ya sabemos sus alegrías y sus penas, algun@s la tenemos en cuenta. La segunda sí es nueva, al menos para nosotr@s y algun@s también la contemplamos (a mí me motiva poco, hasta ahora la que menos).

2) Y vino L. con su proposición indecente e inició una nueva vía que por sus portunidades también discutimos. Hoy pienso al respecto de esta oferta que me molaría redefinir mi postura: la posibilidad de que el préstamo de libros y documentos de lectura estuviera en un lugar más seguro de lo que hasta ahora son las okupas (que no por ser alquilado o comprado garantiza la total seguridad y ahí está lo ocurrido esta semana en Fuencarral y Torrejón)[2] hace más interesante su divulgación, más atractiva, más cómoda para soci@s, lectores y bibliotecari@s y con mayor posibilidad de crecer y mejorar en general. Por todo esto le diría a L. que sí, que gracias y que vamos a pensar cómo hacer todo esto y a buscar un sitio junt@s (supongo que tendríamos que hablar más entre nosotr@s y con él y saber que a veces no nos echan los maderos sino que nos vamos nosotr@s. ¡Menud@s somos!)

Ahora que La Biblio puede no quedar ahí, porque si deseamos reivindicar el uso de espacios vacíos en Madrid para la especulación, su abandono y nuevos posibles usos autogestionados, podemos abrir la imprenta o lo que consideremos más chulo empezando una consulta con quien nos parezca previamente y contando con apoyos (ahí estaba la propuesta de la Luna de trasladar sus actividades una semana a la nueva okupa) - cuantas más seamos más reiremos, sin la amenaza de que al cerrar el puesto para volver mañana haya menos libros de los que teníamos. Las posibilidades: local de actuaciones, charlas, gym-jazz, encuentro, juegos, etc. son muchas en un centro social, ya las sabéis y las relaciones con el propietario vuelven a ser igual de negociables o no como antes. El cuándo y dónde es tan compatible con el local de L. como queramos: fijaros en los sitios que podremos ver y conocer cuando vayamos a "comprar". Buscando una Biblio podemos encontrar más de una.

Las fuerzas que tenemos, las que hay, se podrían dosificar en estas historias e incluso más: ideas de autoempleo, etc., si nos organizamos bien. No creo que el ampliar el espacio o las calles nos provoque desunión o quite dedicación a una cosa u otra si todas nos apetecen (aunque no sea a l@s mism@s en el mismo grado). Tampoco que el compromiso que L. hace con nosotr@s y nosotr@s con él nos lleve a enmarronar a nadie si somos nosotr@s mism@s l@s que decidimos si hacerlo y cómo (él va a currar, nosotr@s también, el dinero es una ful que está mu mal repartido y al loro, él lo plantea como una reapropiación a la industria de los chips).

La duración es tan previsible o imprevisible como hasta ahora, pues nosotr@s decidimos y tenemos los libros en La Nevera, donde los bollicaos o en CeNeTé, o en muchos sitios a la vez[3].

9 de junio

[ir al texto 4]


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[1] No hacía mucho que habíamos intentado, infructuosamente, okupar una vieja imprenta abandonada [N.E]. [volver]
[2] Se refiere a los atentados con bombas caseras contra la Fundación Aurora, en la calle Fuencarral de Madrid, y contra el local de una asociación de Torrejón [N.E]. [volver]
[3] Lugares donde teníamos guardado el material de La Biblio en aquellos momentos [N.E].[volver]

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