La
movilización anti ETA y la cohesión
de "España"
Fatina
Quiero
utilizar una noticia referente al asesinato de un concejal del PP
en Málaga en julio del 2000 que ilustra el tono con el cual
se suele tratar en los medios de comunicación de masas los
atentados de ETA y las respuestas públicas. El titular reza
así "La ciudad de Málaga recupera el espíritu
de Ermua". Entre otros comentarios destaco los siguientes:..."El
alcalde volvió a recuperar el lema de Málaga "Lo
primero en peligro, la libertad" y volvió a ser tajante:
Basta ya de terror, de bombas, de tiros en la nuca, de chantajes"..."el
sentimiento de repulsa general ante el crimen, con el que ETA golpeó
al pueblo asesinando a un hombre del pueblo"... "Más
de 250.000 personas jóvenes, mayores, matrimonios con
hijos pequeños, ataviados con indumentaria de paseo y playa"..."El
ex concejal del PP fue el encargado de leer un comunicado de repulsa
en el que reiteró "el deseo de los ciudadanos de
vivir en paz y libertad y por eso reivindicamos el derecho de
vivir en paz aquí y en cualquier lugar de España"".
Es importante destacar: cohesión como sociedad, chantaje
de los etarras... pueblo, nación, democracia, libertad, estado,
paz...
Hay
un aspecto del conflicto que vivimos cotidianamente, y que nos afecta
como "ciudadanos españoles" , que sólo
es visible si se analizan los discursos y procesos políticos
generados en torno a la violencia de ETA. Abordo el debate por lo
tanto sin hablar de ETA ni del nacionalismo vasco.
Para
diversos antropólogos sociales el nacionalismo es la ideología
que viene de la mano del Estado moderno, su justificación
naturalista. No existe la idea de nación sin la idea de Estado.
Nacionalismo es una ideología que naturaliza lo artificialmente
constituido. Origen, historia, tradiciones, fronteras, guerras...
reconquista, gravitan en torno al mismo eje y denominador común:
el territorio en los que debe gobernar un Estado constituido, representativo,
legitimado. Pero para que un Estado sea identificado con un "Pueblo"
no bastan unos rasgos socioculturales propios, reconocibles, sino
que estos deben estar en contraposición a los de otro pueblo.
La identidad no nace dentro de un pueblo sino que se genera a partir
de la oposición con otro. Apliquemos esta argumentación
al estado español. Es uno de los más antiguos de Europa,
pero la implicación del "pueblo" con este estado
no es tan antigua. El momento en el que se empieza a identificar
al "pueblo" con su estado se situaría en la Guerra
de la Independencia, guerra en la cual se habla por primera vez
de España, una nación que el pueblo defenderá
de la invasión de los franceses. Con el final del Franquismo
y la Transición, el estado necesita una nueva legitimación
política ante el cambio a un régimen monárquico-parlamentario.
El estado español tuvo dificultades para legitimarse y ETA
incidió con su violencia en estas fisuras políticas
e históricas, para agrandarlas, para dejar claro que no reconocía
este nuevo régimen político nacional. Los hechos relacionados
con ETA se han seguido sucediendo, evolucionando, a la par que el
Estado español se ha ido afianzando en su legitimidad. Así
podríamos ver cómo, siendo un objetivo de ETA incidir
en la deslegitimización del estado español, se ha
producido el proceso contrario, a la vez que complementario: España
crece como idea, la España libre, democrática, del
pueblo, de los ciudadanos, con sus representantes elegidos. La violencia
de ETA ha generado un auge y radicalización del abertzalismo,
pero también ha producido un proceso complementario y a la
vez necesario de posicionamiento identitario por parte de lo español.
ETA es la oportunidad discursiva, un enemigo ante el cual aglutinar
identidades dispersas ya que, siguiendo el discurso mediático
estatal, ETA es el enemigo del pueblo español; pueblo representado
en un estado elegido y legitimado por los ciudadanos. ETA ataca
la naturaleza de la nación española al intentar construir
la nación vasca. En los años 90, uno de los momentos
de mayor reafirmación pública y colectiva del "régimen
democrático español" fueron las movilizaciones
masivas llamadas "Espíritu de Ermua" tras la ejecución
por parte de ETA del Concejal del PP, Miguel Ángel Blanco,
en el 97.
A
través de los discursos de respuesta ante los atentados,
el nacionalismo como justificación naturalista del Estado
moderno se materializa de la siguiente forma: cuando ETA ataca,
atenta contra lo que el pueblo español ha elegido libre y
democráticamente, ya sea el objetivo del atentado un político,
militar, periodista o empresario. La "libertad" y "democracia"
dotan de legitimidad al estado ya que la naturaleza de un estado
moderno es la representación del pueblo que gobierna.
Cuando
hablamos de Euskadi como "otro" es obvio que manejamos
representaciones discursivas y materializaciones prácticas.
Es un otro controvertido: los discursos que giran en torno
a la relación España-Euskadi tienen siempre una connotación
conflictiva. Sea cual sea la propuesta, no habrá consenso
declarado ya que Euskadi, es un "otro" que rechaza ser
España o de lo que se pretende que sea España (un
estado que se organiza de una determinada forma administrativa,
territorial y política). Ambos siempre están presentes
en la discusión, la definición de una supone la definición
de la otra, ya sea de forma inclusiva (la una dentro de la otra)
o exclusiva (separadas).
La
movilización anti-ETA:
Para que se llegue a dar una movilización colectiva de respuesta
hace falta por lo menos, por parte de los movilizados, una concepción
compartida de la realidad y para que esto sea posible deben existir
unas redes sociales de comunicación a partir de las cuales
se crean, enmarcan y organizan los intereses, los sentimientos de
pertenencia y los rituales de movilización. En estas redes
sociales de comunicación, que son comunes y referenciales,
circulan y se comparten las mismas versiones de los hechos, se crean
y organizan estos mismos hechos y se interpretan. Los medios de
comunicación de masas, (TV, prensa, radio...) son medios
de comunicación unidireccionales que reflejan una determinada
realidad enmarcada dentro de una determinada perspectiva territorial,
la española. Fijándonos en la importancia que se da
en los noticiarios y demás programas al tema, el lenguaje
que se usa, la forma de nombrar a los unos como a los otros, se
hace evidente que sin estos medios de comunicación sería
muy difícil formar un sentimiento colectivo tan consensuado
contra ETA que generase una movilización social tan masiva
y cohesionada. Antes, durante y después de la muerte de Miguel
Angel Blanco a manos de ETA, se vio claramente el papel jugado por
la TV y la prensa que convocaban directamente a las diferentes movilizaciones
públicas. La simbología también fue muy importante
(lazos negros como logotipos). Fue un buen ejemplo de como "España
entera" pudo ver a través de la televisión como
"España entera" se echaba a las calles.
Es obvio que el papel de los medios no es solamente el de mero comunicador
sesgado de la realidad. Producen discurso e identidad.
Otro aspecto a tomar en cuenta, refiriéndonos a la movilización
colectiva seria la capacidad de tener una reacción rápida
para la movilización cada vez que se produce un atentado
(manifestaciones, concentraciones, declaraciones oficiales, minutos
de silencio). Aparte de que la circulación de la información
es muy rápida, el despliegue y la preparación de los
recursos movilizadores cada vez es más eficaz, tanto que
esta gran cantidad de esfuerzos y recursos invertidos no se perciben
como tales. La respuesta parece incorporada a la vida de los ciudadanos
españoles, su reacción natural en la vida pública,
una indignación espontánea y perfectamente articulada.
¿Y
que tiene esto que ver con un sentimiento nacional? A mi parecer,
una movilización tan masiva no podría darse si al
mismo tiempo no se generase un sentimiento de identidad, un "nosotros",
una referencia que hay que defender: la España democrática,
elegida, conseguida después de la Transición. Y hay
que defenderla contra la arbitrariedad de los "violentos",
los "separatistas asesinos". Esta identidad que se negocia
en torno al territorio español, además de ser generada
a partir de la movilización, produce al mismo tiempo mayor
capacidad de movilización. El cómo se llega a percibir,
a imaginar una comunidad que en la vida cotidiana no se manifiesta
en los contactos mas cercanos esclarece este proceso. Cómo
podemos identificarnos, ver que tenemos intereses comunes con otras
personas que no conocemos. Esta "comunidad" engloba a
millones de personas. La importancia de la comunicación en
este proceso es fundamental puesto que se trasciende las unidades
locales y se ponen en contacto los unos con los otros. Los medios
de comunicación (entre otras instancias como las relaciones
administrativas, la escolarización...) son poderosos espejos
de nacionalidad y de ligazón entre el individuo y la supracomunidad.
Todo esto sucede en el mismo periodo en el cual España debe
relacionarse con otras naciones más consolidadas en sus regímenes
democráticos y de mercado (con los ingresos en la OTAN y
Comunidad Europea como miembro activo y pariente pobre). Estas relaciones
hacia fuera necesitan una mayor cohesión interna en torno
a los intereses de España como nación (sobre todo
en un periodo de tantos cambios) y la consolidación de su
imagen como país moderno, defensor de la democracia y de
las libertades. La lucha contra los radicales, violentos e independentistas
es una buena oportunidad para evidenciar esta "voluntad española".
Hablar actualmente de un "nacionalismo español"
suena fuera de lugar, cuando los estados modernos se fusionan en
entes supranacionales. Nación, España una, la Patria,
son conceptos con una clara connotación de derechas, franquistas.
Nacionalismo y democracia son conceptos que no parecen cuadrar.
Pero si antes "Patria" fue un concepto que legitimaba
y justificaba una serie de cosas, en el contexto actual, "democracia",
"libertad", "pueblo" y "paz" pueden
cumplir la misma función. Sería interesante hacer
una genealogía de estos conceptos a través de nuestra
historia política.
He obviado muchos hechos y procesos políticos trascendentales
para la constitución de lo que es el estado, pero mi intención
no era otra que destacar el papel que juega la figura de ETA en
todo esto, precisamente ahora que se han intensificado sus atentados
y las respuestas públicas de rechazo. Estos han ayudado a
la construcción de la idea de una España cohesionada,
una Nación, una comunidad que tiene al Estado como gestor
y representante legítimo de los españoles.
|