Lavapiés:
ven y cuéntalo
Kolectivo
Arde Lavapiés (KAL)
Lavapiés
es el barrio más pobre del centro de Madrid. Hasta finales
de los 80 estaba poblado fundamentalmente, por gente mayor y de
mediana edad, con pocos recursos. A partir de entonces se inicia
el proceso de cambio de población con la afluencia masiva
de inmigrantes y gente joven. En la actualidad su población
es muy variada, compuesta por distintas comunidades cada una de
las cuales tiene sus propias redes de relaciones, y que generalmente
tienen poca comunicación entre sí. A la población
original se añade gente joven con pocos recursos, marroquíes,
orientales, caribeños, bengalíes, senegaleses y otras
comunidades inmigrantes.
Hace tres años se inició un proceso de rehabilitación
(Ayuntamiento, Comunidad, Ministerio de Fomento y U.E), con la intención
formal de mejorar la calidad de vida de los vecinos, rehabilitando
casas y calles. Desde hace un tiempo el barrio aparece constantemente
en los medios de comunicación por un problema de delincuencia,
la llamada "banda del pegamento". Esta "banda"
es un grupo pequeño de chavales marroquíes, de extracción
social muy baja, que bajo los efectos de la inhalación de
pegamento, comete atracos en algunas calles del barrio con bastante
violencia. Su actuación ha afectado sobre todo a los comerciantes
chinos a los que al parecer confundían con turistas japoneses.
Estos comerciantes son una presa fácil, porque suelen llevar
mucho dinero en efectivo y no denunciaban por su propia situación
irregular.
Hace poco algunos comerciantes chinos empezaron a responder a las
agresiones, lo que ha dado pie a la prensa de hablar de enfrentamientos
étnicos, que como tales no han existido nunca en el barrio.
A raíz de este problema, los medios de comunicación
alentados por las instituciones y algunas asociaciones del barrio
(ATILA y Movimiento Contra la Intolerancia), han creado una psicosis
colectiva que ha servido para justificar la toma del barrio por
la policía y para eclipsar los verdaderos problemas.
Se oculta, por ejemplo, que muchos vecinos, personas mayores sin
apenas recursos y que llevaban décadas residiendo en Lavapiés,
han sido obligadas a marcharse gracias a desahucios ilegales con
juicios rápidos, sin notificación y siempre a favor
de la propiedad (casos completamente documentados). Que esto es
posible, entre otras cosas, gracias al aumento de la "propiedad
vertical" - dueños que poseen todo el edificio o varios
-, lo que conlleva a alquileres en condiciones abusivas. Que estos
mayores, cuyo número es muy alto, cuentan con un solo centro
de tercera edad. Las dotaciones sociales en general, son muy escasas
y no tienen en cuenta la composición social del barrio. El
único centro cultural del ayuntamiento, por ejemplo, exige
la nacionalidad española para matricularse en sus cursos,
en un barrio en el que al menos un tercio de la población
es inmigrante. Las actividades están planteadas desde fuera,
gestionadas por empresas privadas y no atraen a los intereses de
la gente. Faltan centros sanitarios, solo existe un centro de salud
que no atiende urgencias (reivindicación histórica
de la lucha vecinal de este barrio). Sólo hay un polideportivo
para toda la zona de Lavapiés, Latina y Rastro, masificado
e insuficiente. Por supuesto, no hay ni sombra de zonas verdes.
El pequeño comercio desaparece gracias a la proliferación
de grandes superficies comerciales, por no hablar de la nueva ley
que liberaliza los horarios comerciales.
La rehabilitación de las calles genera unas obras interminables
e insufribles, con cortes crónicos en el alumbrado de algunas
calles, y que generan gran crispación entre los vecinos,
sobre todo teniendo en cuenta que en Lavapiés la vida en
la calle es fundamental dada la estrechez y miseria de las viviendas.
La gran presencia policial genera un clima rayano en lo paramilitar:
registros, cacheos, detenciones injustificadas, confidentes, secretas,
acoso a inmigrantes y a sus asociaciones (caso de AEME -Asociación
de Emigrantes Marroquíes en España). Además,
desalojos de centros sociales okupados.
El despliegue de medios en torno a la violencia oculta todo esto,
pero oculta ante todo que el Plan de Rehabilitación no pretende
únicamente cambiar el aspecto físico del barrio, sino
también sustituir a sus actuales pobladores por otros más
adecuados al nuevo barrio. El éxodo silencioso de ancianos
y jóvenes al no poder hacer frente a la subida de los alquileres
de las casas rehabilitadas es sólo el primer paso. La concejala
de centro lo dijo muy claro en una reciente reunión con algunas
asociaciones: quien no tenga medios para vivir "dignamente"
en este barrio, que se vaya a intentarlo en otro sitio. Y definió
a los nuevos pobladores ideales: parejas jóvenes con hijos
y medios económicos suficientes.
Por si la propia dinámica de la rehabilitación no
bastase para limpiar el barrio de pobres e ilegales, la administración
pone en marcha estrategias más sutiles, y ahí es donde
se encaja toda la historia de la banda del pegamento, la inseguridad
ciudadana y la presencia policial.
En primer lugar, el estado de pánico creado por los medios
de comunicación en torno al tema, basta para que algunos
vecinos se planteen abandonar el barrio, y ese miedo es tan real
como real es que en el último año (según datos
de la comisaría de centro, a marzo del 2000) los delitos
han descendido entre un 7 y un 10% en Lavapiés.
En segundo lugar, el despliegue policial destinado a combatir la
delincuencia lleva una estrategia muy clara, dirigida a crear más
sensación de inseguridad, y represión. Justificada
con el argumento de que "nosotros vinimos porque nos habéis
llamado", eso sí con una ineficacia premeditada y una
actitud provocadora constante, cometiendo todo tipo de abusos. La
presencia policial no pretende acabar con la banda del pegamento,
porque bandas como esta justifican su presencia en el barrio, que
sirve sobre todo para acosar y amedrentar a los inmigrantes, provocando
el éxodo de los que se encuentran el situación irregular.
Por la misma razón, ni las instituciones ni sus comparsas
tienen intención de dotar al barrio de los recursos necesarios
para solucionar problemas de marginación como el de los chavales
de Cabestreros. Incitan a la creación de patrullas vecinales
por parte de organizaciones de corte fascista o a la solicitud de
deportaciones de extranjeros, por parte de Esteban Ibarra de Movimiento
Contra la Intolerancia (ver EL PAIS sección Madrid, 30 de
abril y 2 de mayo de 2.000). Provocan el enfrentamiento y la falta
de comunicación entre vecinos, separando el barrio en una
parte rica (los nuevos pobladores que llegan) y otra pobre.
Este no es un caso aislado ni casual, los procesos de reestructuración
de las grandes ciudades europeas están a la orden del día
en la política neoliberal de la nueva Europa. Expulsando
hacia la periferia a la población mas desfavorecida y molesta
de la ciudad.
A consecuencia de toda la psicosis creada con la terrible "banda
del pegamento", han surgido distintas posturas en el barrio,
en las que incluimos a la administración (Ayuntamiento, CAM
y Delegación de gobierno), ya que su papel es fundamental
como creadores y potenciadores del problema. Sabiendo que existen
tantas voces como vecinos, y que nadie representa a nadie.
LA RED DE LAVAPIÉS.
Nosotras, Kolectivo Arde Lavapiés, y otros colectivos (asociaciones
de vecinos, colectivos de inmigración, okupas, asociaciones
culturales, colectivos de barrio), nos desintegramos en la Red de
Lavapiés, y es de ahí de donde nace buena parte de
nuestro análisis. Allí, con un carácter asambleario
y abierto trabajan distintos colectivos sociales del barrio en torno
a temáticas distintas. A raíz de esta historia, se
han creado en la Red varias comisiones para analizar la auténtica
realidad del barrio, con la intención de hacer un curro serio
y comprometido que fortalezca su tejido social. Pero pasa por implicar
en esa Red al mayor número de personas y colectivos pensando
a largo plazo, sin olvidar el trabajo diario.
ATILA.
Asociación de comerciantes de Tirso y Lavapiés.
Su postura es intransigente, más represión contra
los inmigrantes "que no vienen a integrarse" -¿habrá
que preguntárselo a cada uno?- hasta conseguir su expulsión.
Pese a que en otros planos incluyen reclamaciones vecinales para
el barrio, tienen una postura rayana en la violencia más
brutal con todo lo que sea distinto(v. declaraciones a Planeta
Rastro nº27, mayo 2.000 y artículo en Ardi Beltza,
nº3). No se dan cuenta de que acaban de abrir otra gran superficie
en el barrio, y que quien les roba no es el marroquí sino
el Champion.
MOVIMIENTO
CONTRA LA INTOLERANCIA. Personificado en todas sus actuaciones
por Esteban Ibarra, su presencia en el barrio es casual, ya que
su sede está en Cabestreros pero es una ONG de ámbito
estatal. Su actividad en el barrio ha sido nula hasta la aparición
de los medios de comunicación. Aún así, se
ha erigido en falso representante de vecinos del barrio, en reuniones
con la Administración. Su pública postura de deportaciones
y detenciones, la escuda bajo la mágica frase de "más
recursos sociales", pero no para ni desde el barrio.
LA ADMINISTRACIÓN. Su demagógico enfoque se basa
en más medidas sociales pasando por la criminalización
de los inmigrantes:
-
propuesta
de creación de carnets de delincuentes inmigrantes
menores.
-
propuesta
de juicios rápidos, en los que la primera identificación
del acusado sin ratificación en el juicio, valdría
para una deportación inmediata.
-
planes
obligatorios de "desintoxicación", sin ningún
tipo de reinserción, bajo amenaza de expulsión
en el momento en que vuelvan a recaer.
-
falsificación
y modificación de datos, que entregan a los medios,
para que completen su labor de crimilización.
-
reuniones
con algunas asociaciones, con promesas de dotaciones sociales,
donde lo único que buscan es lavarse la cara.
A pesar
de que la mayor parte de los vecinos del barrio podrían encontrar
intereses comunes en muchos puntos, lo heterogéneo de su
composición y la falta de comunicación entre las diferentes
comunidades dificulta que se puedan articular dinámicas de
resistencia comunes. La permanencia de los actuales vecinos en un
Lavapiés vivible exigiría, por tanto, fortalecer el
tejido social del barrio, potenciando la red de colectivos y el
trabajo de cada uno de éstos.
Con ello se podría dar legitimidad al barrio para gestionar
sus propios problemas, con los recursos económicos que le
corresponden y que son suyos.
(julio
del 2000)
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