Naji
(Nayi) nació en Galilea, una región de esa parte
de Palestina que ahora se llama Israel. Su aldea natal, como todas
las demás, fue borrada del mapa y sus habitantes exterminad@s
o expulsad@s. Naji creció en el campo de refugiad@s de
Ain al-Helwa, en el Líbano. Empezó a publicar sus
dibujos en la revista Al-Hurriyya (La Libertad), órgano
del movimiento panárabe con el que Naji simpatizaba. Naji
fue pronto consciente del importante papel que la caricatura podía
desempeñar como medio de sensibilización y movilización
de la gente en defensa de los propios derechos. A principio de
los 60, Naji emigró a Kuwait, país que entonces
contaba con una relativa libertad de prensa, y allí se
formó y desarrolló como dibujante. Hasta el momento,
la viñeta periodística árabe se había
limitado a tratar casi exclusivamente temas sociales. Naji empezó
a tocar sistemáticamente temas políticos como la
cuestión palestina, el petróleo y su uso ilegítimo,
la unidad árabe o la situación política general
en el mundo árabe, haciendo hincapié en la falta
de libertad, el terrorismo de Estado, la pobreza, la burocracia
y la corrupción. En los años que pasó en
Kuwait, Naji se convirtió en un dibujante de talla internacional.
En 1974 estalló la guerra civil en el Líbano y Naji
volvió para unirse a la resistencia palestina atrincherada
en Beirut oeste. Cuando en 1982 Israel invadió el Líbano
y puso cerco a Beirut para forzar la salida de las fuerzas palestinas
del país, numerosas personas, Naji entre ellas, alertaron
del peligro que ello supondría, pues dejaría a cientos
de miles de refugiad@s civiles palestin@s sin protección
frente al ejército israelí y a las falanges libanesas,
la organización fascista aliada de Israel. A pesar de ello,
la OLP negoció con Israel la retirada de sus fuerzas y
apenas unos días más tarde se inició una
caza de palestin@s cuyo punto álgido fue la masacre de
l@s habitantes de Sabra y Shatila, dos campos de refugiad@s en
las afueras de Beirut. Naji pasó seis meses escondido en
los subterráneos de la ciudad hasta que finalmente pudo
volver a Kuwait. Una vez allí, denunció a los dirigentes
de la OLP por su responsabilidad indirecta en las matanzas e hizo
explícito un secreto a voces: que la Organización
se la repartían un puñado de familias de la alta
burguesía palestina, cómodamente instaladas en el
exilio y más preocupadas en mantener sus espacios de poder
que en luchar por la liberación de Palestina. Otro tanto
dijo de las oligarquías dirigentes de los países
árabes, cuyas alianzas con Estados Unidos para mantenerse
en el poder les impedían un compromiso con Palestina más
allá de las grandes palabras. En respuesta, la dirección
de la OLP y varios periódicos árabes organizaron
una gran campaña de prensa en contra de Naji, acompañada
de manifestaciones, amenazas y otros actos de repudio. Finalmente,
fue expulsado de Kuwait. Ningún otro Estado árabe
quiso acogerle, y Naji se exilió a Londres, donde fue asesinado
a tiros por un desconocido en el verano de 1987.
>>H
A N ZA L A
Es un niño, pequeño, algo pelón,
pies descalzos y remiendos en la ropa. Es difícil verle
el rostro porque siempre está de espaldas.
Así es como Naji al-Ali dibujaba a Hanzala, su personaje
principal. Hanzala está en casi todas las viñetas
de Naji, una presencia muda pero obstinada. Como la del pueblo
palestino, al cual se le quiere negar la identidad pero que, como
Hanzala, está.
Vuelve la espalda a quien ha dado la espalda al dolor de los palestinos
y observa las visicitudes de su gente. De
él dijo en una ocasión Naji:
"Este niño, como pueden ver, no es ni guapo, ni mimado
ni está bien alimentado. Va descalzo como muchos niños
en los campos de refugiados. En realidad es feo y ninguna mujer
querría tener un hijo como él. Sin embargo, quienes
llegaban a conocer a Hanzala, como descubrí más
tarde, lo adoptaban porque es sensible, honesto, charlatán
y un buscavidas. Es un icono que se queda mirándome mientras
duermo. Y sus manos detrás de la espalda son un símbolo
del rechazo a todas las ataduras negativas en nuestra región."