ROMPAMOS EL SILENCIO. Semana de Lucha Social.

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Séptima Jornada de Lucha Social.
Contra la violencia de género
¡Qué vivan las mujeres!


LA VIOLENCIA DE GÉNERO.

Hay un cantante que dice que le gustaría ser un violador en nuestros sueños, otro que su gitana le tiene preparado hígado encebollao cuando llega de juerga a las tres de la mañana, otro que nos pongamos a cuatro patas para sentirle mejor, el último que a la niña que va a recoger en la guardería le va a comprar un helado para que aprenda a chupar y que no se preocupe, que no le va a doler, … Y nadie dice nada.

La violencia de género contra las mujeres es la más evidente y la más invisibilizada. Somos las que más negamos nuestra opresión y la violencia que la sustenta. Y también, las que más nos autolesionamos (desde los tacones que nos deforman los pies y dificultan la circulación a los wonderbra, que según los fabricantes sólo se deben usar en ocasiones especiales por el daño que causan; desde la anorexia, que suele incluir episodios de cortes con cuchillos o golpes en la cabeza contra la pared tras “ceder a la tentación” de comer, a la culpabilización tras violaciones o agresiones), impulsadas por una estructura que naturaliza y promueve constantemente nuestra desvalorización y debilidad (con el indulto a los toros - machos machísimos de osborne que pueblan las carreteras, con el almomierda oscarizado que grabó la violación más larga de la historia del cine en la que, por supuesto, la mujer acaba disfrutando).

También somos el colectivo más culpabilizado de su propia opresión (y si esto no es violencia dime qué es) y, sin duda, el más castigado cuando se levanta contra ella.

La violencia contra las mujeres atraviesa todos los espacios, todas las clases, todas las culturas, toda la historia, todos los horrores.

La violencia en el espacio doméstico refuerza en el hombre el papel dominante que pierde en el mercado de trabajo y en los espacios políticos copados por unos pocos. La violencia en el trabajo remunerado nos castiga por entrar en un espacio que nunca nos ha pertenecido (y además pretenderemos que los hombres entren en el trabajo doméstico, no remunerado ni valorado, sin vacaciones ni jubilación, invisible e interminable). La violencia en la guerra convierte nuestros cuerpos en espacios de la batalla y nos utilizan para justificar más barbarie, para atacar a otras mujeres.

La violencia contra las mujeres la ejercen los desconocidos y los padres, los hermanos los compañeros, los amigos. La ejercen los obreros y los jueces, los catedráticos, los banqueros… Y las mujeres, compitiendo entre nosotras sin modelos de amistad, incluso la ejercen las madres contra las hijas (pero es que, si siguiendo las normas aún se ejerce una violencia constante contra nosotras ¿Cómo no hacer con una violencia menor que nuestras hijas aprendan a ser sumisas?).

Una violencia tal que llegamos anegarnos a nosotras mismas: Muchas mujeres decimos que nos sentimos mejor entre hombres y que hay veces que parecemos uno más (qué pensaríamos de una persona negra que dijera que siempre se ha sentido mejor entre blanc@s y que, con suerte, a veces pareciera que ni siquiera es negra).

Y, sin embargo, todas las mujeres tenemos miedo de todos los hombres (aunque aquella noche, de quien huías desde el metro resultó ser el viejecito de la puerta de al lado).

Porque la violencia contra las mujeres y nuestro miedo a los hombres son necesarios para que todo esto funcione. Para que aceptemos cobrar un 30% menos por el mismo trabajo y nos ocupemos sin rechistar del 80% del trabajo no remunerado, que supone 2/3 del trabajo total.

Y sólo juntas podemos romper la violencia, sólo desde la autonomía valoraremos las relaciones entre mujeres y a nosotras mismas, nos demostraremos que somos personas completas y que, a pesar de la violencia vivida, no sólo somos imprescindibles para cualquier cambio, sino que sólo desde nuestra lucha contra la violencia se podrá construir algo nuevo.

Odiamos nuestro odio y nos violenta nuestra violencia, pero las vamos a poner en marcha para luchar por nuestra libertad y por lo que es evidentemente justo.

Y esperamos que, a nuestra vuelta, nuestros padres, hermanos, hijos, compañeros, nos estén esperando con la cena hecha y la admiración que provoca nuestra valentía feminista.

Hay un juez que dice que 70 puñaladas no son ensañamiento, un policía que asesina a su mujer y dice que se ha suicidado, una política que dice que su gobierno está haciendo todo lo posible, una iglesia que dice que no existe la violación dentro del matrimonio, un periodista que escribe que él era profesor y ella una puta, machistas que dicen que ellas son masoquistas, … Y NADIE ROMPE EL SILENCIO.

Ya está bien de tanto barullo. Todo el mundo dice algo sobre los malos tratos a las mujeres, pero poco nos vale para algo. Así que vamos a cambiar este juicio y darle la vuelta. Vamos a hacer un juicio popular contra esta gente que, por suerte, sólo representa a una parte de la sociedad. La que siempre tiene los medios para hacerse oír, para imponer sus ideas por encima de las de los demás, para manipular los sentimientos de la gente. Rompamos el silencio y juzguémosles a ellos. Y yo haré las acusaciones.

Al poder judicial: Porque os creéis por encima del bien y del mal, porque nos colocáis en situación de igualdad con gentes mucho más poderosas y perdemos siempre la gente más débil. Por no reconocer vuestros prejuicios y aplicar las leyes como os da la gana pretendiendo ser neutrales.

A la policía: Por convertirnos en víctimas una vez más, por convencernos de que volvamos a casa y aguantemos, por ver la realidad todos los días y no querer mirar los moratones que tenemos en la cara, por obedecer sin pensar. Tú que reprimes la lucha social, fortaleces la realidad que nos oprime.

A la política: Porque siempre somos las otras, aunque a vosotras también os agredan, por salvar la cara del partido utilizando el ser mujeres, por ser mujeres florero. Porque la denuncia policial es la única opción que nos presentáis, olvidándonos después.

A los medios de comunicación: Por sacar sólo a las que mueren, porque el morbo vende. Por reforzar la prepotencia de los agresores y no mostrarnos salidas positivas. Por la hipocresía de defender a las mujeres en los telediarios y denigrarlas en los anuncios, las películas, en cualquier programa.

A las religiones: Por seguir defendiendo la inferioridad de las mujeres, por querernos calladas y quietas, por mantenernos atadas a nuestros asesinos, por obligarnos a renunciar a nuestros cuerpos y a nuestros deseos.

Al machismo: Por vuestra resistencia a desaparecer, a dejar esos privilegios construidos sobre el dolor, por no ser capaces de vernos como personas, por vuestras humillaciones constantes, por esconderos como escritores, políticos, cantantes, cineastas, y seguir repitiendo el mismo mensaje de superioridad.

A todo hombre o mujer que culpa a una mujer de su agresión, porque esto es igual que volverla a agredir, volverla a violar, volverla a matar.

No es por ser rubia o morena, alta o fea, no es por ser pobre o rica, ni porque sepa quién conquistó América o porque no lo sepa. No es por mi color, o por el lugar de donde vengo. Es por todo, pero sobre todo es por nada. Porque estoy ahí y me creen más débil, porque el miedo me deja paralizada o porque no tengo dónde ir.

Porque cuando nos humillan en la calle, cuando no nos pagan lo que es justo, cuando pisotean nuestra dignidad, cuando nos piden sumisión ante la injusticia, todos y todas somos agredidas.

Y porque todos y todas los que están aquí me miraron pero no me vieron, me oyeron pero no me escucharon, giraron la cabeza y me perdieron…

En fin: Porque antes que libres nos prefieren muertas. Rompamos el silencio. Nosotros y nosotras os declaramos: CULPABLES.

¡VIVA LA LUCHA DE LAS MUJERES!

Comisión de mujeres
Siete Días de Lucha Social



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