prensa

 
historia

info

novedades

colabora

escríbeles

prensa

comisión

e-mail

foro

desde
adentro

links

judiciales

adhesiones

DD.HH.

 

BRECHA
5 de Abril de 2002


A más de un mes del inicio del motín en el penal de Libertad, lo que sucede entre las ruinas del edificio es todavía un misterio para toda persona ajena al Ministerio del Interior.

PLANETA CARCELARIO

Escombros rigurosamente vigilados

JORGE VELAZQUEZ

A pesar de rumores y versiones encontradas, se logró saber que en medio de los escombros del celdario permanecen amontonados alrededor de 200 presos. Para algunos de los familiares (autorizados la semana anterior a entregar paquetes pero no a ver a los presos), estos 200 estarían «al aire libre y casi dentro del barro». Piensan que pueden encontrarse hacinados debajo de uno de los aleros de la enorme estructura de cemento, alero que les serviría de techo. En cambio las gruesas columnas que bordean ese espacio, separadas entre ellas por una distancia de ocho a diez metros, resultarían demasiadas escasas para oficiar de paredes. Otra versión indica que los presos estarían en otro sector y hasta se habló de un sótano. Lo que no resulta de la especulación es la afirmación de que la mayor parte de los reclusos subsisten en el penal amontonados y que hasta la semana pasada -cuando algunos familiares fueron autorizados a llevarles algo de ropa y un poco de té, azúcar y yerba- carecían de abrigo.
En medio del silencio oficial las informaciones que trascienden continúan siendo contradictorias. Hasta el miércoles los miembros de la Comisión de Derechos Humanos (CDH) del Parlamento sólo sabían que la mayoría de los presos se encontraba en el penal, pero ignoraban entre qué tipo de escombros. Algunos reclusos, considerados fuera de la gestión del motín, fueron autorizados a recibir un par de horas de visitas.
Una carta (de la que BRECHA posee una copia) salida del penal el sábado 30 revela que son 214 los reclusos alojados entre las ruinas. Se les anunció que serían alojados en el sector B del primer piso, un espacio que antes del motín contaba con 49 celdas de dos metros por tres cada una, esto es, con capacidad para 98 personas. El anuncio parece indicar que, misteriosamente, el lugar se salvó de la devastación del motín o emergió de los escombros. La carta de los presos anunciaba el inicio de una huelga de hambre a partir del lunes 1o. de abril (a la que se sumaron algunos reclusos que no están dentro del celdario) y denunciaba también que fueron amenazados por el nuevo director del establecimiento, inspector José Sande, quien les dijo que «si se producen disturbios serán reprimidos a tiros sin posibilidad de pedir piedad». En el breve texto se pide apoyo a la ciudadanía en la lucha de los reclusos para «ser tratados como seres humanos».


REPRESALIAS. En una reunión realizada el 21 de marzo con representantes del Ministerio del Interior, de la Suprema Corte de Justicia y del Ministerio de Salud Pública, el presidente de la CDH del Parlamento, diputado Edgar Bellomo (EP-FA), manifestó que pese a la dificultad para obtener información fidedigna, los distintos testimonios lo llevaban a creer que los reclusos que permanecían en Libertad se encontraban en peores condiciones que quienes habían sido trasladados a La Tablada. La penosa situación pudo ser comprobada por él y otros legisladores. El ministro Guillermo Stirling y el presidente de la Suprema Corte, Gervasio Guillot, habían asumido ante la comisión parlamentaria y ante los presos el compromiso de que no habría represalias por el motín. Pero en su visita a La Tablada, Bellomo y Guillermo Chifflet, también integrante de la comisión, vieron en el cuerpo de los reclusos trasladados que el compromiso no había sido cumplido.
Chifflet narró en una sesión parlamentaria del jueves 21 que al entrar al citado establecimiento encontró al recluso Milton Recalde tendido en el piso en un precario colchón, sin frazada y esposado. Al preguntarle por una herida que tenía en la frente, el preso le respondió que se la había provocado al caer. Otro de los detenidos que tenía una venda en un brazo, también contestó que se había caído accidentalmente. Sin embargo hubo quienes no temieron contar que habían sido golpeados y despojados de camperas, championes (si estaban en buen estado), relojes y anillos. Es un conocimiento triste pero indiscutible el que permite a los presos reconocer los distintos sonidos que emite una persona violentada. Varios presos relataron haber escuchado gritos que no correspondían a simples palizas, que eran verdaderos gritos de terror, añadiendo que ellos, que habían sido golpeados de múltiples formas, sabían distinguir los gritos producidos por puñetazos o puntapiés de los gritos de la tortura.
En La Tablada fueron ubicados ocho reclusos en celdas con espacio razonable para dos. Como no hay baño en la celda los reclusos salen rumbo al sanitario dos veces por día; el resto del tiempo orinan y defecan en baldes de plástico dentro de la celda, con los consiguientes riesgos de infección y contagio.
La abogada Lilián Curbelo Podestá es defensora de dos jóvenes militantes sociales de nacionalidad sueca, Miguel y Gerardo Giménez -residentes en Uruguay con sus padres-, acusados de rapiña (véase BRECHA , 2-VI-00) y encarcelados. Curbelo dice en un informe para el país nórdico, elevado el 23 de marzo, que después del motín los jóvenes se encontraban en el Penal de Libertad «en condiciones inhumanas, sin agua, ni luz, ni atención médica», siendo luego trasladados a La Tablada. Denuncia que en ese lugar «las condiciones de higiene y sanitarias son pésimas, sin médico, ni medicamentos», y que hasta esa fecha rige la prohibición «de recibir cigarrillos, alimentos, y lo poco que se les autoriza y que a los familiares seguramente les cuesta un gran esfuerzo conseguir, muchas veces ni siquiera les llega». Curbelo insiste en la falta de garantías y de respeto de los mínimos derechos humanos, denunciando que los trasladados a La Tablada «fueron severamente castigados y despojados de sus pertenencias».
Añadió que la visita de abogado -autorizada recién a partir del 19 de marzo- se desarrolló en «condiciones ilegítimas, con la presencia de cuatro o cinco guardias en la habitación, viéndose obligada a atender a (sus) clientes de a uno y esposados».
Es difícil negar que los subordinados del ministro Stirling no cumplieron con lo acordado en la comisión tripartita (Ministerio del Interior, Suprema Corte de Justicia y la CDH) y que las golpizas estuvieron a la orden del día. Sin embargo el jerarca no lo admitió ni siquiera cuando le mostraron un video en el que podía observarse la inequívoca imagen de un garrote subiendo y bajando sobre un cuerpo inerme (véase BRECHA, 15-III-02).
El asunto parece agravarse ante ciertas decisiones que, por el estilo, resultan más atribuibles al director nacional de Cárceles, inspector Carlos de Avila, que al ministro. Una de estas decisiones consiste en ordenar determinados traslados y, una vez efectuados, ordenar el regreso al lugar de partida de los reclusos recién trasladados.
El 20 de marzo las autoridades anunciaron que en La Tablada hubo un intento de fuga (según algunos familiares fraguado por los propios guardias), y posteriormente 16 reclusos fueron devueltos a Libertad. Algo similar sucedió con 34 reclusos un día después de iniciarse la huelga de hambre en el penal (y quizás también en La Tablada) y se anuncia que otro grupo recorrerá el camino inverso.
El ministro y su subsecretario, Daniel Borreli, se mantienen firmes en la sanción por 90 días con suspensión de visitas a los presos del penal y La Tablada, sosteniendo que no se autorizará visitas para quienes destruyeron la cárcel.

ALCATRAZ. La cárcel de Libertad fue comparada por la prensa internacional, durante la dictadura, con la prisión de Alcatraz. Razones no faltaban; las condiciones de vida de los reclusos, la represión y el aislamiento eran similares. Pero Alcatraz fue clausurada.
Ya el 11 de marzo de 1994 un informe a la Dirección Nacional de Cárceles del entonces director inspector mayor Juan Pedro Martínez, señalaba que el penal sufría un deterioro progresivo donde «el agua falta por lapsos considerables, pero lo más grave es que este líquido vital no es potable y se constata la presencia de ratas que pululan por todas partes; también de moscas y mosquitos que cubren todos los sectores del celdario, en particular la cocina y depósitos de víveres».
No hay ninguna opinión contraria a la que reclama que las cárceles salgan de la órbita del MI. Varios dirigentes blancos y colorados, y hasta el ministro Stirling, sostuvieron públicamente esta posición. Sin embargo la práctica se orienta hacia otros caminos.
Mientras el MI no suelta la papa caliente, los partidos políticos que trabajan o trabajaron seriamente en la CDH, el EP-FA y el NE, se limitan a atender problemas puntuales: un motín aquí, un decreto sacado de la galera allá, una nueva norma por otro lado. Un desgaste continuo que no logra soluciones generales y a menudo no resuelve siquiera los temas de poca trascendencia a los que se aboca.
El diputado Bellomo dijo a BRECHA que los planteos y recomendaciones que se realizan en la CDH se enlentecen cada vez más. Según el legislador encuentrista el tema ya no resiste más dilaciones y el Poder Ejecutivo debe asumir su responsabilidad en la elaboración de soluciones de fondo o en la aceptación de las que ya están planteadas: «Hasta ahora Chifflet y yo aparecemos defendiendo siempre cuestiones concretas de los reclusos, y una cosa es defender sus derechos, amparados por la Constitución y que por lo tanto se deben respetar, y otra es continuar de esa forma sin que se discutan los temas en profundidad para resolverlos de una vez».
El martes próximo el ministro Stirling se presentará en la comisión «y allí quedará en claro que no nos prestaremos más a este juego de palabrerío sin soluciones. Exigiremos transformaciones en serio y ágiles. Hemos formulado varias iniciativas que no se tomaron en cuenta. Es cierto que ahora estamos incluso en peores condiciones que antes del 1o. de marzo, casi sin lugares físicos para que los detenidos tengan visitas, pero exigiremos resolver temas prioritarios como la atención médica en las cárceles no sólo de los presos sino también del personal afectado a la guardia, que tampoco es correctamente atendido. Y la adopción de medidas que contemplen trabajo para los reclusos en tareas productivas, recreativas o educativas, para evitar el ocio, que constituye uno de los peores enemigos de los presos», dijo Bellomo.
El diputado se mostró receloso ante el decreto firmado días atrás que autoriza a la guardia policial externa a disparar en caso de intento de fuga, porque tiene dudas de que se cumplan todos los pasos que prevé la norma, por ejemplo, dar dos veces la voz de alto antes de tirar: «No olvidemos que más allá de la existencia de muchos funcionarios honestos, en 39 meses fueron procesados 349 policías, por lo tanto, ¿qué garantías puede haber?».
La exigencia de que los centros penitenciarios queden fuera del alcance policial tiene fundamentos sólidos. En 1987 el actual presidente del Colegio de Abogados y entonces abogado de oficio, Ronald Herbert, denunció a las autoridades del penal por el maltrato físico que padecían los presos, «obligados a levantarse a las dos de la mañana, los sacaban a correr por los patios, los obligaban a gritar ¡viva la guardia!, para luego mojarlos con agua».
Otro defensor de oficio, el abogado Eduardo Pesce, decía en abril de 1993 ante una comisión parlamentaria: «Ciertos vaivenes entre un mayor liberalismo que, abruptamente, pasa a transformarse en un régimen severo en cuanto sanciones y demás. Como si se quisiera despertar ciertas esperanzas para luego provocar la desesperanza total de un régimen de sanciones bárbaras, de apaleamientos, etc. No sé a que atribuirlo, pero ese hecho es palpable».
El más elemental sentido común advierte la inconveniencia de que quien detiene e interroga a una persona sea luego su custodio y carcelero. En cambio no hay un solo ejemplo que demuestre la ventaja de que el MI se haga cargo de los presos.


[arriba]

other languages / otros idiomas    [principal]    [otros idiomas / other languages]   [historia]  [info]   [novedades]   [colabora]    [escríbeles]   [prensa]    [comisión]   [e-mail]    [foro]   [desdeadentro]    [links]   [judiciales]   [adhesiones]   [DD.HH.]