|
La situación carcelaria según
Chifflet
by deyanira Friday
April 12, 2002 at 11:06 AM
El diputado Guillermo Chifflet habló de la situación de las cárceles
uruguayas

portada.jpg, JPG image, 300x237
Yo, no ahora después de este
problema que ha habido en Libertad sino bastante tiempo atrás, y en la propia sala del
Parlamento cuando se analizó el proycto que en la Cámara de Diputados se aprobó y está
ahora a consideración del Senado para establecer un comisionado parlamentario para el
sistema carcelario, que es algo así como el procurador del pueblo pero dirigido
exclusivamente al sistema carcelario de tal manera que atienda los problemas fundamentales
de las cárceles, dije que las que nosostros habíamos visitado, y conozco casi todas, son
verdaderos campos de concentración, donde desde hace mucho tiempo atrás se ha denunciado
insuficiencias muy graves que últimamente se han agravado.
Siempre dejé constancia de que me parecía que este ministro del Interior tenía buen
ánimo en el sentido de que él consideraba, como nosotros, que las cárceles debían
salir de la órbita del Ministerio del Interior y ser organizaciones en todo caso
especializadas con personal idóneo, preparado especialmente, que tuviera capacidad para
que los reclusos tuvieran habilitados los caminos de la Constitución y de la ley. Porque
no solo en Uruguay sino en América latina, o en casi toda América latina, la situación
de las cárceles es muy grave. Y en el Parlamento Latinoamericano una de las conclusiones
a las que se ha llegado es que si en las cárceles se cumpliera la Constitución y la ley
no existirían los problemas que existen. Se han trasformado en lugares de corrupción y
no en lugares de corrección.
Acaba de aparecer un libro de un recluso que ahora está en un penal de acá de Uruguay,
en una cárcel del Uruguay, se trata de un ciudadano que no tenía ningún antecedente,
que cayó preso injustamente en una de las cárceles de América latina, en Venezuela,
estuvo allí varios años sin culpa, como lo demostró la propia justicia, que en realidad
se disculpó diciéndole que había sido un error, pero ya había estado varios años
allí y se había graduado de delincuente en la cárcel. Él mismo lo explica: se hizo un
especialista en asaltos, en la propia cárcel se preparó.
Este hombre se apellida Giró y publicó un libro que se llama "Una joya por cada
rata"; la primera edición se acaba de agotar pero está en las librerías, y él
explica toda su trayectoria vital. Yo diría que la primera conclusión a sacar de allí
no es solo el maltrato en los establecimientos de Venezuela donde esto sucede sino
también en el Uruguay, en la policía, los castigos, etcétera, sino que se demuestra que
las cárceles son universidades del delito.
Bien. Muchos reclusos que nos han escrito cartas a las comisiones de Derechos Humanos,
etcétera, y a los legisladores, nos explican cómo saben que tienen una deuda con la
sociedad y desean de alguna manera pagar esa deuda y abrir caminos de rehabilitación para
poder reintegrarse al medio familiar y social. Un ejemplo: alguien me escribió una carta
diciendo "Sé que he cometido un delito, sé que tengo una deuda, deseo pagar a la
sociedad esa deuda, y estando ahora preso, como tengo conocimientos de carpintería,
informo que puedo construir bancos para escuela, pizarrones, elementos para los liceos,
hasta puertas, lo que fuere". Bueno, ese hombre no tiene trabajo en la cárcel. Está
sometido al ocio, como tantos otros reclusos. ¿Esto es algo novedoso? No. En 1996, para
señalar uno de los últimos informes, Uruguay elaboró un informe excelente, llamado el
Informe Tommasino por el nombre del abogado que lo presidió, donde establece todo lo que
hay que hacer en las cárceles si no se quiere que allí en realidad se perfeccionen los
delincuentes o salgan peor de lo que entraron.
Está todo establecido. ¿Sabe por qué no se aplicó? Yo le voy a decir con palabras de
una abogada de oficio, una excelente abogada, que visitó nuestra comisión de Derechos
Humanos hace un par de años, y que como otros invitados explicó la realidad de los
establecimientos carcelarios. Dijo que aquí, en este país, no se ha solucionado el
problema de las cárceles porque hasta hoy (se refería al momento en que asumió este
ministro) no ha existido voluntad política para solucionar este problema. Esa es la
realidad.
¿Los problemas cuáles son? Se los digo muy en síntesis: hacinamiento feroz. Tome una
cárcel cualquiera, una celda de Canelones, hay un espacio reducido con doce cuchetas, un
pequeño pasillo entre esas cuchetas y apenas una reja pequeña, la única ventilación, y
otra reja que da para un patio, digamos, y allí no hay doce reclusos, allí hay
diecinueve o veinte. Es decir, muchos en los pasillos, duermen en el suelo. En esas
condiciones ni santos terminan rehabilitados, mejorando, digamos, perfeccionándose. Ahí
se empeora todo.
Vea usted, se deduce fácilmente, cuáles pueden ser las consecuencias desde el punto de
vista de la salud en esas condiciones. Ahora mismo hay un informe de las autoridades
carcelarias a raíz de todas estas denuncias que se han hecho y de los pedidos de la
comisión de Derechos Humanos, que nos dice que hay un riesgo inminente de epidemias no
solo en el establecimiento de Libertad, sino que sabemos, aunque esto no lo dice el
informe, que también en otros establecimientos en los que no ha habido problemas.
Epidemias hasta de dengue; dicen que el lugar donde puede introducirse el dengue y
extenderse es justamente en las condiciones en que están actualmente los reclusos en el
penal de Libertad.
Cuando se produjeron estos incidentes, para referirnos concretamente a lo último,
concurrimos al lugar, se realizan gestiones para que dejaran de romper el establecimiento,
se liberaran rehenes, etcétera; está en eso la actitud, que a mi juicio fue muy
constructiva, del ministro del Interior y del presidente de la Suprema Corte de Justicia,
fuimos para hablar con algunos reclusos que conocíamos de visitas anteriores hechas por
la comisión, y el asunto se supera con un compromiso que se reducía a lo siguiente: no
iba a haber castigos ni individuales ni colectivos, desde el punto de vista de los
castigos físicos. ¿Por qué digo esto? Porque en otros problemas que había habido años
anteriores se había terminado en castigos físicos muy duros con los reclusos.
Nosotros hemos comprobado y denunciado, en visitas posteriores que hemos hecho a La
Tablada, y conversando con algunos de los reclusos que estuvieron en el problema, que
fueron muy duramente castigados. Es decir que el compromiso que asumieron el ministro del
Interior y la Suprema Corte de Justicia, sin responsabilidad de ellos individualmente sino
por la conducta que siguieron algunos subordinados, no se cumplió. Yo lo he dicho en
plena comisión, estando presente el propio director de establecimientos carcelarios.
¿Por qué lo cito a este señor, al
director? Porque en una oportunidad siguiente al problema, cuando todavía estaba vigente
ese problema, los familiares pidieron que la comisión de Derechos Humanos asistiera a un
registro que se hacía a los reclusos y a su salida del establecimiento.
Esto se cumplió; los registraban, los esposaban, los retiraban del establecimiento hacia
un campo que hay allí, un descampado, una cancha de básquetbol, y luego se les volvía
al establecimiento, con la condición de que no iban a ser castigados ni individual ni
colectivamente. Antes de retirarme pedí al inspector general de la Policía que es un
hombre con sentido humano, muy correcto, un señor Suárez Segovia, a quien le dije que
iba a hacer un planteamiento a los mandos que había en ese momento. Entonces pude decir
que había habido un compromiso de la Suprema Corte de Justicia y el Ministerio del
Interior en el sentido que no iba a haber castigos y que lo subrayaba yo porque suponía
que si no se cumplía con ese acuerdo iban a perder credibilidad el Ministerio y la
Justicia. Me interrumpió entonces el director general de cárceles diciendo que él
tenía muchos años al frente de las cárceles, que sabía perfectamente cuáles eran sus
deberes y que el señor diputado podía haberse evitado decir eso.
Yo no le dije en ese momento lo que después recordé en comisión, que le podía recordar
que los años no me agregan nada en cuanto a la experiencia, porque las butacas del Solís
tienen setenta años y no saben nada de teatro, pero yo no le dije nada y hasta tomé con
cierta simpatía esa suerte de ofensa que sintió el director porque de alguna manera
significaba que él asumía el compromiso.
Tuve oportunidad de decirle, cuando
estuvo en la comisión, que no lo cumplió. Ni él, o sus subordinados, y él tiene, ahí
sí, responsabilidad directa, porque nosotros hemos visitado a gente que fue trasladada a
La Tablada y hay hasta una filmación donde no se ve a quién le pegan pero se ve
perfectamente que levantan los machetes para golpear, y muchas informaciones además de
las informaciones directas que hemos recibido nos dicen que han sido castigados, pero que
además han sido robados. Hay quien tenía una campera en condiciones y no se sabe dónde
está; alguien que tenía un anillo y podía ser retirado, lo perdió; digo, quienes
tenían cadenitas, o recuerdos incluso familiares, fotografias de hijos o lo que fuera,
todo eso no se sabe dónde está. Esto lo hemos planteado y denunciado en la comisión de
Derechos Humanos. El ministro nos dice, y con razón, que esto es un tema que debe
analizar la Justicia y que los abogados de los familiares deben plantearlo ante la
Justicia. Hemos pasado en consecuencia el acta al Ministerio del Interior con estas
denuncias y también a la Suprema Corte de Justicia, que ya se está preocupando por este
tema.
Precisiones
by deyanira Friday
April 12, 2002 at 11:06 AM
<<Segunda parte
de la entrevista>>
La ilustración es la portada del folleto
"Cárceles uruguayas, represión y resistencia", publicado en 1980, a cargo de
Ricardo Carpani. |