Blanca y radiante va la novia, blanco y radiante va el novio, blancos y radiantes van, sobre todo, los papeles de la residencia; con las caras ocultas en su practica, la pareja feliz se convierte en el Hacker, el pirata, consigue su objetivo y desaparece en el anonimato, su camuflaje.
Brillan las sonrisas y brilla el anillo, la alianza entre amigos, entre cómplices, entre los que se juntan con alegría para trampear el sistema. Esta alegría es el incremento de potencia, una alegría de fuerza; permite hacer lo que la tristeza del orden quisiera prohibir.
El Hacker es una manera de hacer, es convertirse en un nodo en una red, que lejos de pescar, sirve, al contrario, para escapar con el botín; para deslizarse, ágíl, por los agujeros, por los caminos invisibles, por los escapes de libertad dentro de lo vigilado. El hacker es saber encontrar la ventaja, aprovechar del momento oportuno, subvertir las reglas del juego, es la valentía irreverente que nos permite, juntos, trazar otro mapa de este mundo.