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"Las prisiones son una parte más de la esencia represiva de todo Estado, no hay que olvidar la parte que nos toca a lxs que aún seguimos en la calle.

No podemos ver las cárceles como algo aje-no a nuestras vidas, cuando desde temprana edad hemos sido cond-icionadxs a no romper las normas, a seguir una normalidad impuesta; el castigo siempre está presente para lxs que no quieren pasar por el aro.

En el trabajo, en la escuela... domesticando y creando piezas para la gran máquina, piezas que no se atrevan a cuestionar o que no tengan tiempo para hacerlo.

Hemos sido obligadxs a crecer en un medio hostil donde es dificíl desarrollar nuestros propios deseos.

La rebeldía brota de algunxs, otrxs simple-mente se acomodan en la mierda, tapando sus frustraciones con lo que le dan quienes antes les despojaron de todo. O viendo sus problemas como algo aislado, único y personal.

Para lxs que no tragan o no se adaptan al gran engaño ahí tienen sus cárceles, reformatori-os, psiquiatrícos ... creados por los que no quieren ver peligrar las bases de su falsa paz.

No podemos ignorar la lucha de lxs compañe-rxs presxs.

Su lucha es nuestra lucha."

[comunicación directa]


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DESDE OTRA "PRISIÓN" DE ALGÚN LUGAR
Antes que nada, explicar las razones del porqué no fuí a declarar a la Audiencia Nacional el 8 -Nov - 2000, pese a mi no implicación en las acciones de las que soy acusado, y pese a que es fácil demostrar mi "inocencia" al respecto de la inacabable lista de "atentados" a los cuales se adjudica mi paternidad.

Explico mi acto como una acción de rebelión contra la patética farsa en la que se me ha involucrado. Me niego tajantemente a declarar o a argumentar mi "inocencia" frente a los infames prevaricadores de la versión demócrata del Tribunal de Orden Público. A los nuevos fascistas y có,plices de la tortura de la toga, no hay nada que argumentar, ni discutir, ni hablar. Me reafirmo plenamente en estos planteamientos.

Todo lo que han publicado los periódicos Diario 16 y el Mundo, es mentira en lo que a mí me incumbe. Ni era, ni soy, ni seré "jefe" de ninguna "célula terrorista"; ni vivía en Barcelona, ni tengo ningún "primo ejecutivo" (que yo sepa). Al contrario, sí que vivía en una vivienda okupada en lavapiés (Madrid); sí que fuí juzgado y condenado en febrero de 1998 por okupar otra vivienda en Madrid y detenido en Abril del mismo año cuando, junto a un compañero y a otra compañera más, realizaba pintadas cuando "militaba" en la asamblea del colectivo K.R.A.; asímismo conocía a Eduardo y Estefanía, y hacía tiempo que rompí lazos con ambos, por diferencias y cuestiones que sólo a nosotros nos incumben e interesan. Está de más repetir que no formaba ningún "comando" con ellos. Mi situación es ambígua, y soy consciente de ello. En la lengua italiana, existen dos términos para definir la clandestinidad. Me encuadro en el segundo de ellos, aquel que define mi situación de estar escondido en contra de mi voluntad, en cualquier lugar, y muchas veces no de la manera que desearía.

Pero no es fácil "vivir" de esta manera, y ya sólo el mero hecho de sobrevivir, es ya todo un logro, sobre todo cuando uno no sólo ha sido condenado por policías, jueces y periodistas, sino que además por la práctica totalidad del movimiento que agita la solidaridad como bandera.

No quiero solidaridad hipócrita, fácil y barata. La solidaridad es algo que va más allá de la mera acción destructiva (que nunca mata ni destruye nada además), es un compromiso de constancia y seriedad contínuo para con los compañeros represaliados y sus familias, ya estén presos, huídos o procesados.

La solidaridad es llegar al fondo de las problemáticas sociales que desencadenan las respuestas populares, que son las que sufren continuadamente la represión. Y llegar al fondo es convivir con estas problemáticas en primera persona, no como entes abstractos que sólo actúan cuando se acuerdan de que otros (no ellos) están sufriendo y deciden, a años luz de las luchas y sus gentes, poner "bombas" que huelen a caridad cristiana más que a acción revolucionaria consecuente.

La crítica es dura, en los ambientes radicales está mal vista, y quién se auto-critica, se desarrolla a partir de la negación de planteamientos que tras ser razonados considera erróneos, y con ello critica también otras prácticas, es tachado de sectario, de iluminado, de teórico de salón, y condenado al ostracismo, negada la solidaridad con su lucha particular y en lógica consecuencia con las problemáticas sociales.

Este ha sido mi caso. En mi trayecto de estos últimos meses, he visto y oído de todo; quizás no haya sido el esperado por el imaginario colectivo al respecto de la clandestinidad, pero es necesario decir que nadie ha estado aquí para indicarme el "correcto" camino a seguir.

De errores se aprende, negándolos y evitando que se repitan se avanza, y buscando en los aciertos (que también ha habido) la continuidad de un proyecto de lucha revolucionario y libertario. Ahora lo que más me interesa es ignorar las patrañas y calumnias de los "radicales"; y buscar complicidades, desde mi delicada situación, con las que junt@s podamos criticar, auto-criticar, discutir y avanzar en la intensificación de los escasos conflictos sociales que aún perduran en el estado español de la lucha contra el "terrorismo" y en la Europa Unida del aniquilamiento de la disidencia, y buscar las formas de, pese a estar escondido, involucrarme en primera persona en estos conflictos, y, por supuesto, seguir luchando en la conquista de esos medios que garanticen la estabilidad y la respuesta para con las situaciones represivas (cárcel, clandestinidad, procesamientos). Huelga decir de qué medios hablo.

Libertad para todos los presos, clandestinos, represaliados y para todos los luchadores y rebeldes de las cárceles sociales!!! .

José Manuel Rodriguez Dominguez, JEVAS. 22 años.