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Y
en eso llegó Winona, respirando californiana
frescura, levantándose 6.000 dólares en
una sola sesión de Saks Fifth Avenue y claro:
algo dio un gran salto adelante en el interior de nuestro
querido Mao.
¿Será Winona el nuevo
paradigma de agente revolucionario? ¿Dará
lugar a una nueva internacional: La del mango, el tinto
de crianza y el jamón de Guijuelo?
Posiblemente no (¡vaya hombre!) pero precisamente
ahí radicaba la fuerza que percibía Mao
en su nueva amiga: En esta nueva oleada revolucionaria
no dependeríamos de burocracias que dictarán
los pasos a seguir, no necesitaríamos nuevos
catecismos que dirigieran nuestras despistadas conciencias.
De hecho la conciencia no pintaba nada, aunque si que
podía pitar eventualmente
(véase YOPITO:
Es el sábado antes de Navidad, un Centro Comercial).
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El winonesco
ataque al capital partía de una estructura objetiva
de deseos permanente y sistemáticamente insatisfechos.
El sabotaje mangante al capital cogía carrerilla
en la distancia que los malos han querido dejar siempre
entre lo que podemos y lo que nos venden, entre el burro
y la zanahoria. Digamos que lo que Winona descubre ante
los aprobadores ojos de Mao es cómo el burro
le da una coz el palo del que colgaba, siempre allá
adelante, la zanahoria y se zampa ésta alegremente
sin más palos -mediaciones, es decir, Winona
no reniega de su bienamada zanahoria ni inventa otro
mundo posible sin zanahorias, sino que directamente
suprime las mediaciones, los intermedios, los palos
para entendernos, y accede con un bocado glorioso e
histórico a la jugosa y gordezuela zanahoria
que parecía destinada a flotar siempre a una
distancia invariable con independencia de lo que ella,
pobrecilla mía, avanzara.
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¿Qué
más darán las motivaciones? ¿qué
lo hagas para estar más guapa, para comer mejor
o para agasajar a tu vecina? El caso es que había,
hay, una gran cantidad de gente que ya está puesta
a sabotear al capital cuanto más a menudo mejor
y que ese sabotaje surge precisamente de la contradicción
que el capital ha puesto como piedra maestra de nuestra
sujección, o sea de lo que nos hacía y
nos mantenía “sujetos”, pillados
a los deseos diseñados para seguir haciéndonos
currar como mulos.
Larga vida pues
a Winona que no ha inventado nada pero que nos ha hecho
descubrir la importancia de una buena coz y una buena
zanahoria. Todo a su tiempo. |
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Cuando Mao encontró a Winona, es un texto incluido
en el futuro
Libro Morao Yomango. |
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